¡Hola de nuevo! Soy Nyx, la misma autora de El mejor hermano (propaganda barata). Traigo aquí el primer fic largo que verá la luz. Es un universo alterno en el que las vidas de nuestros personajes se verán conectadas por medio de los lazosdel destino, como bien indica el título. Misterios del pasado que tendrán que resolver, problemas típicos y no tan típicos de la adolescencia y… básicamente todo lo que se me ocurra para mezclarlo.

Obviamente, los personajes no me pertenecen, excepto los que no les suenen, esos son inventados y propios.

Gracias a todas las personas que me dejaron review en mi otro fic, me motivaron mucho, les agradezco que se tomaran la molestia de leerlo. Espero que no sean perezosos y me dejen un review con su opinión por favor, sino no sabré que os ha parecido, quizás mi ego me diga que está muy bien y luego es una basura que a nadie le gusta T.T….

Sin dar más por culo, disfrutad con mi fic.


LAZOS DEL DESTINO.

Prólogo: Sólo es el comienzo.

Otro curso más había terminado y un nuevo verano comenzaba. Al contrario que la mayoría, él odiaba el verano. Hacía demasiada calor en la sombra, ni digamos ya en el sol; desgraciadamente era de sangre dulce, por lo que escuadrones de mosquitos abusaban de él todas las noches. Y esa noche no había sido diferente, cuando se levantó y fue al cuarto de baño, descubrió una nueva picadura en su cuerpo. Bufó y buscó la pomada antes de caer en la tentación de rascarse. También odiaba el verano por más cosas: odiaba ver a las madres que les compraban helados a sus hijos, odiaba ver a los grupos de amigos que iban juntos a la piscina, odiaba ver a las familias que disfrutaban de un día de playa… él jamás tuvo nada de eso.

No sabía nada de su familia; había estado viviendo en un internado hasta los ocho años, edad en la que fue adoptado por Sousuke, su tutor legal desde entonces. Creyó que Sousuke le daría algo de normalidad a su vida, pero no fue así. Sousuke pasaba más tiempo en sus viajes de negocios que con él, y para recompensárselo le traía todo tipo de regalos, él suponía que era su forma de mostrar cariño, pero ya ni siquiera le traía regalos. Estuvieron viviendo en Konoha, una gran y hermosa villa, pero hacía dos años y medio tuvieron que mudarse, supuestamente, porque así podrían pasar más tiempo juntos. Pero nada había cambiado. Tampoco es que antes tuviese amigos, pero al menos tenía conocidos, ahora ya ni eso. En los últimos dos años y medio había cambiado mucho su personalidad. Siempre había sido un chico risueño y escandaloso, que intentaba llamar la atención en todo momento. Optimista y perseverante, jamás se rendía. Ahora era tan diferente que ni él mismo se podía reconocer. Había decidido centrarse en los estudios, cosa que antes no hacía, y había mejorado considerablemente. Ya no reía, y sus sonrisas eran desganadas y forzadas. Había perdido toda chispa de vida.

Llevaba dos semanas en el apartamento de la playa donde iban a pasar este verano. Como era ya costumbre, estaba solo y presentía que lo estaría un par de semanas más. Vestía sólo con el pantalón corto de dormir, de color verde y con dibujos de ranitas blancas. Estaba despeinado y aun tenía esa expresión somnolienta que todo el mundo tenemos recién levantados. Salió a la amplia terraza, la cual tenía unas vistas preciosas. Un paisaje tropical, con sus palmeras, sus limpias playas y agua del mar cristalina. Respiró hondo, como si quisiese empapase de la brisa marina.

A su derecha, en la otra terraza, escuchó a alguien que se estiraba sonoramente. La miró con una ceja arqueada. Era una muchacha más o menos de su edad; vestía solamente con una camiseta larga o camisola, a modo de vestido, de color blanco con las mangas cortas celestes. Lo cierto era que las arrugas que creaba la camisola la hacían verse muy sexy y provocaba a la imaginación masculina. El pelo de la chica era tremendamente liso, aunque despeinado como lo llevaba parecía ondulado, de un color azabache profundo. Ella le miró con expresión adormilada, bostezó y se rascó la cabeza.

- ¡buenos días vecino! – exclamó de pronto, sonriendo.

- sí… buenos días… - respondió él sin devolverle la sonrisa.

- Bonito pijama – agregó la chica sin perder la sonrisa, mientras se fijaba en sus pantaloncitos.

- Es de última moda – respondió sarcásticamente, haciendo reír a la muchacha; acto seguido, entró en la casa sin decir ninguna palabra más.

La muchacha se quedó mirando hacia la corredera de la casa vecina con una ceja arqueada. Él fue a la cocina, aun estaba la caja de la pizza sobre la mesa y la lata del refresco vacía, además de algunos platos de los días anteriores en el friegaplatos. Había un lavavajillas pero no le apetecía ponerlo en marcha. Pasó de todo y fue a la nevera, pero estaba casi vacía, recordó entonces el motivo por el cual había comprado la pizza. No podía seguir dándole de largas, tenía que ir a comprar, pero no tenía ni idea de donde había un supermercado cerca. Cogió una manzana, el cesto de la fruta estaba a rebosar, se la comió mientras observaba los canales de música en la plasma del salón. Cuando sintió que moriría en cualquier momento de aburrimiento, se vistió con un pantalón naranja pesquero y una camiseta de tirantes blanca; cogió la tarjeta que abría la puerta, dinero, pero se dejó el móvil, total, no recibiría ninguna llamada.

Al salir, se encontró con que su vecina, la misma de la terraza, salía también de su apartamento, ya sin la camisola y vestida con ropa de calle. Él no pudo evitar fijarse en sus ropas, un pantalón vaquero oscuro rajado por algunas partes, una camiseta blanca de la cual las mangas se unían por pequeños trozos de tela, como si hubiesen intentado arrancarlas. Llevaba un cinturón negro con la hebilla de plata en forma de un símbolo conocido para él, el símbolo de su ciudad natal, Konoha. Ahora si llevaba el pelo completamente liso, lo tenía cortado a capas, por lo que algunos mechones le caían por la cara. Se fijó en sus orejas, en la derecha tenía dos argollas de plata y otra más en la parte superior de la oreja; en la izquierda una argolla negra, otra plateada y un tercer y pequeño pendiente. De su cuello colgaba una cadena con una chapa de plata que tenía unas letras grabadas y un collar más que llevaba por dentro de la camiseta. En sus muñecas había una muñequera negra con decoraciones en plata y en la otra unas finas pulseras negras. Pudo apreciar además, que sus ojos eran de un color ámbar muy inusual.

- al parecer, estamos compenetrados – dijo ella a modo de saludo.

- eso parece – respondió él simplemente y echó a caminar hacia el ascensor.

- ¿siempre eres tan hablador? Me van a doler los oídos un buen rato si sigues hablando tanto – dijo con tremenda ironía en su voz.

El comentario le sacó una pequeña sonrisa pero ninguna palabra. Entraron al ascensor y ella marcó el botón de la planta baja.

- ¿vives aquí o sólo vienes a veranear? – intentó entablar conversación.

- si a lo que hago se le puede llamar veranear, pues estoy veraneando – contestó, la chica iba a aplaudirle y todo, era la frase más larga que escuchaba de él.

- ¡guau! Has dicho una frase larga – sonrió ella, él la miró pero no dijo nada – así que veraneando, yo también, llegué ayer por la tarde y no he visto nada, me preguntaba si no te importaría enseñarme esto.

- Será mejor que te busques a otro – respondió el chico – no conozco el lugar.

- ¿Cuánto llevas aquí?

- Dos semanas.

- ¡¿dos semanas y no conoces el lugar?! – exclamó ella dramatizando - ¿tan antisocial eres? – él clavó sus ojos azules en ella – perdona, no quería ofender, suelo hablar sin pensar – se disculpó, dándose un pequeño golpe en la cabeza.

- Da igual; supongo que te vuelves antisocial cuando pasas dos años y medio solo en una ciudad desconocida – tan pronto como dijo la frase, se arrepintió.

- Sí, no es fácil llevarlo – la respuesta de la chica le impresionó – bueno¿y qué vas a hacer hoy? – le preguntó una vez salieron del ascensor.

- Comenzaré con la emocionante aventura de buscar un supermercado donde comprar, dudo que en la zona pija encuentre algo barato – respondió él, rascándose la cabeza.

- ¡entonces te acompaño! También tengo que comprar, mis queridísimos padres me han dejado tirada sin comida. ¡Bueno, adelante rubiales!

- Eh, tengo nombre, así que no vuelvas a llamarme rubiales – dijo un poco picado.

- Mmm... ¿señor arisco te parece bien?

- No, me parece bien Naruto – respondió él frunciendo el ceño.

- De acuerdo Naruto; soy Aiko… - Naruto simplemente asintió con la cabeza – no sé por qué, pero ¿sabes?, creo que este es el comienzo de una importante amistad – Aiko sonreía ampliamente, Naruto se limitaba a mirarla.

Aiko llevaba mucha razón en sus palabras, tanta, que ninguno de los dos pudo imaginar en aquel momento lo que significaría y las consecuencias que traería su amistad.

Cuando conocí a Naruto me pareció un chico seco, arisco e insociable, sin embargo, sólo tuve que mirarle un poco mejor para darme cuenta de que había sido la soledad la que le había vuelto así. Sabía que ninguno de los dos mostrábamos ni un poco de nuestra verdadera personalidad, pues Naruto, no era el único que tenía una barrera rodeando su corazón. Yo no sabía que le podía haber ocurrido para haberse vuelto así, pero me intrigaba. Su miraba vacía y carente de brillo me atraía.

.

Julio nunca había pasado tan deprisa para Naruto, su nueva amiga se encargaba de que no hubiese ni un momento de aburrimiento. En esas pocas semanas se habían vuelto inseparables. Ambos estaban solos, Sousuke le había enviado un e-mail en el que retrasaba su llegada al apartamento. Aiko también estaba sola, nunca hablaban de sus respectivas familias, era un tema que ambos sabían que a ninguno de los dos les gustaba tratar, pero la curiosidad del rubio crecía cada día más.

En aquel lugar paradisíaco se realizaban muchas actividades de ocio, Naruto y Aiko se habían apuntado a surf. Se pasaban el día juntos, por la mañana, después de levantarse tardísimo, desayunaban en casa de uno de los dos, excepto los lunes que iban a una cafetería que habían descubierto a desayunar churros, ambos estaban de acuerdo con que lo mejor para empezar la semana era un buen desayuno. Después iban a las pistas de badminton o baloncesto a jugar un rato y a continuación almorzaban en casa de alguno o en algún restaurante. Por la tarde iban a la playa a las clases de surf, ambos habían mejorado mucho, por lo menos ya conseguían aguantar unos segundos de pie sin caerse. Después de las clases de surf, solían ir a unas cuevas que habían descubierto a bucear hasta que se arrugaban como las pasas. A la vuelta, daban un largo paseo por la playa y volvían a los apartamentos. El único momento que se separaban era cuando iban a ducharse cada uno a su casa. Luego volvían a reunirse para cenar y pasaban la noche jugando a algún juego de mesa o viendo la televisión. Solía hacérseles tarde, por lo que acababan durmiendo juntos, claro que esto era reciente, antes no había tanta confianza. Naruto aun se preguntaba de donde había salido esta chica, alababa una y otra vez el día que se conocieron.

Una noche, después de bucear en las cuevas, habían pasado por el supermercado para comprar, luego se separaron para ir cada uno a ducharse a su apartamento. Esa noche hacía más calor que de costumbre, por lo que después de ducharse, Naruto se había puesto sólo el pantaloncito verde con los dibujitos de ranas blancas que usaba para dormir. Estaba encendiendo el aire acondicionado cuando llamaron a la puerta. Tres toques, su contraseña.

- ¡ya voy! – dijo dando una voz desde el salón. Cuando abrió la puerta, vio a Aiko con una sonrisa sospechosa que le puso en estado de alerta.

- ¡Naru-chan! – exclamó la chica sonriendo ampliamente - ¡te he echado de menos! – Aiko venía vestida con el pijama, como vivían puerta con puerta se paseaban tranquilamente por el pasillo en pijama. Esta vez no tenía la camisola blanca de las mangas celestes, sino un conjunto de dos piezas, un pantalón corto lila oscuro y una camiseta de tirantes del mismo color.

- ¡Te he dicho que no me llames Naru-chan! – volvió a repetir por enésima vez en el día, a Aiko le había dado por llamarle así hoy - y sólo hace media hora que no nos vemos.

- Vale, vale… arisco-chan – Naruto rodó los ojos - ¿has puesto el aire acondicionado? Hace un calor de muerte.

- Sí, pero creo que está roto… - respondió el rubio fijándose en la bolsa de plástico que traía la chica - ¿Qué llevas ahí?

- Ah ¿esto? – dijo haciéndose la inocente – es sólo un poco de bebida.

- ¿Qué bebida? – preguntó él entre curioso y desconfiado.

- Tinto, lo he comprado en el supermercado – respondió felizmente mientras sacaba la botella de la bolsa.

- ¿eso lleva alcohol? – preguntó sin apartar la mirada de la botella.

- Tranquilo, tiene muy poco – aseguró ella – ni lo notarás, además está buenísimo.

- No conocía esa faceta borracha tuya, aunque no me sorprende – rió Naruto.

- ¡no soy ninguna borracha! – exclamó ella, haciéndose la ofendida, aunque en realidad estaba sonriendo – yo quería sake pero la cajera se la ve muy estirada así que me traje algo más suavecito.

- ¿ves como eres una borracha? – rió de nuevo Naruto mientras se sentaba en el sofá.

Aiko sacó unos vasos de plástico y sirvió una primera ronda. Se sentó al lado del rubio, puso la botella en la mesa y le dio su vaso al chico.

- en realidad, beber por beber no es divertido – dijo tras darle un pequeño sorbo – te propongo un juego.

- se nota que tienes experiencia en esto – respondió Naruto mirándola.

- También se nota que eres primerizo – contestó ella – vale, se me ocurre un juego pero sería más divertido con más gente.

- ¿en que consiste?

- Verás, va por turnos, uno dice algo que ha hecho y si los demás no lo han hecho tienen que beber, o viceversa, si dice algo que no ha hecho y los demás sí lo han hecho, tienen que beber. ¿Entiendes? – preguntó impaciente por empezar.

- Sí, lo pillo… vale, empieza tú.

- Veamos… - Aiko se quedó pensativa mientras Naruto le dio un sorbo al vaso - ¡eh¡no vale beber fuera del juego!

- Es que tenía sed – se excusó el chico sonriendo.

- Sí, seguro… a ver, yo he usado tanga – sonrió ella ampliamente. Naruto alzó una ceja no muy convencido, y bebió un buche.

- ¡¿Qué haces bebiendo¡se supone que tienes que beber si no lo has usado! – rió Aiko ante la cara que le dedicó el chico.

- Que graciosa… esto está bueno eh – dijo refiriéndose a la bebida.

- Lo sé – dijo con fingida autosuficiencia – te toca. Y sé original, no digas: yo uso calzoncillos.

- Mmm… yo me he tirado una semana entera comiendo sólo Ramen.

- ¡¿una semana entera?! Eso es demasiado incluso para mí – lo dijo, porque ella también era una fanática del Ramen. Bebió. – veamos… yo tengo una cicatriz en el pie de un anzuelo que me clavé.

- Que dolor… déjame verlo – le pidió Naruto. Aiko le enseñó la planta del pie y efectivamente lo tenía.

- Dolía que te cagas – decía mientras sonreía.

- Oye¿las marcas de mis mejillas cuentan? – preguntó Naruto.

- ¿son cicatrices? – cuestionó ella.

- No lo sé. Las tengo desde que tengo memoria, ni siquiera sé como me las hice o si son de nacimiento.

Hubo un silencio, Naruto se había quedado pensativo, Aiko decidió romper el hielo.

- dije de anzuelo, así que si no tienes, bebe. – él obedeció.

- una vez pinté un graffiti del director en una de las paredes del colegio…

- ¿te salió bien? – preguntó ilusionada.

- Tenía once o doce años, era una monstruosidad y algo ofensivo, pero a mí me parecía una obra de arte – ambos rieron – aunque me pillaron y me obligaron a limpiarlo, tardé una semana – Aiko rió con ganas después de darle un buche al vaso.

Siguieron así un rato, entre preguntas, anécdotas y risas; mientras tanto, el alcohol iba haciendo sus efectos lentamente. Un rato después, el juego había pasado al olvido, ahora se contaban cosas de su vida directamente.

- así que Ichiraku Ramen¿eh?, lo tendré en cuenta si alguna vez voy a Konoha – respondió ella, acompañada de una risita tonta.

- ahora que lo recuerdo… ¡Kakashi-sensei me debe dinero! – exclamó Naruto de repente, derramando un poco de la bebida.

- ¿Quién es ese Kakashi-sensei? – preguntó curiosa Aiko.

- Era mi tutor en 1º ESO. Ese hombre siempre llegaba tarde a clase y con alguna excusa tonta como: lo siento chicos, es que me encontré unos viajeros perdidos por el camino y tuve que pararme a darles indicaciones o lo siento chicos, es que la carretera estaba llena de pinchos y se me pincharon las ruedas del coche… - Aiko reía sin parar con las imitaciones de Naruto de su antiguo profesor.

- Me hubiera gustado conocerle… - dijo Aiko, dejando de reír.

Naruto pronunció un leve "hmp" y dio un largo sorbo a la bebida. Se quedaron mirándose tontamente unos minutos, Naruto bebía de vez en cuando, pero Aiko se había puesto seria de repente.

- oye Naruto.

- dime… - el chico levantó la mirada pero por alguna razón no pudo sostenérsela mucho tiempo.

- ¿Por qué no nos dejamos de tonterías y lo haces de una vez?

- ¿hacer qué? – preguntó el chico mientras por su cabeza recorrían todo tipo de respuestas.

- Lo llevas pensando desde que nos conocimos, así que… ¿Por qué no lo haces de una vez y seguimos siendo amigos?

Naruto estaba perdido, es cierto que había estado pensando en algunas cosillas normales que los chicos sanos piensan de vez en cuando, pero no imaginaba que su amiga lo había notado. Cuando quiso darse cuenta, tenía a Aiko a menos de unos centímetros de distancia.

- si no lo haces tú, lo haré yo.

Acto seguido, la chica le besó. A Naruto le había pillado tan por sorpresa que incluso se le olvidó cerrar los ojos. No fue un beso muy largo y las lenguas no llegaron a tocarse, pero fue un beso al fin y al cabo. Aiko se separó y se sentó a la misma distancia que había estado de él en toda la noche.

- ¡quita esa cara de empanao! – rió ella.

- ¿Por qué has hecho eso? – exclamó él sonrojado sin poder evitarlo.

- Ahora que sabes como beso, podremos seguir siendo amigos como antes, sin nada que interfiera en nuestra amistad – sonrió ella.

- Aun así, no entiendo a que ha venido… - dijo el rubio. Ella volvió a ponerse seria.

- Cuando el amor interfiere, una amistad nunca vuelve a ser lo mismo; no quiero que nada se interponga entre nosotros. Con ese beso, he comprobado que no hay sentimientos ocultos en mí hacia ti – Naruto tragó, digirió y asimiló esas palabras. Luego sonrió.

- Igualmente. Pero… no sé¡podrías haber avisado de lo que ibas a hacer!

- ¡Naruto, que sólo es un beso!… espera, - ella alzó una ceja - ¿no será la primera vez que te dan un beso, verdad?

- ¡no¡claro que no! – respondió él de inmediato.

- ¿ah si? – ella sonrió con esas sonrisa maligna característica suya que Naruto empezaba a conocer - ¿Cómo fue tu primer beso?

- ¿eh?… ¡¿Por qué quieres saberlo?! – exclamó él volviendo a sonrojarse.

- Curiosidad. Vamos, tan malo no fue¿no¿Quién era ella? – Naruto la observó, parecía una niña pequeña atenta al cuento que le contaban.

- Él… - murmuró.

- ¿Qué? – Aiko pestañeó confundida.

- Fue él… no ella. – Naruto cerró los ojos y se tapó los oídos.

- ¡¿QUÉ¡¿eres gay y no me lo habías dicho?!

- ¡claro que no¡fue un accidente! Además, cuando te conté que estuve cuatro años enamorado de la misma chica no me estabas escuchando¿verdad? – inquirió él.

- ¡sí, claro que te escuché! Vuelve a lo de antes¿Qué es eso de que tu primer beso fue con un chico? – Aiko daba pequeños saltitos en el sofá de la emoción.

- ¡borra esa sonrisa! – exclamó él – ya te he dicho que fue un accidente. Estábamos haciendo una obra de navidad, los papeles eran mixtos, es decir, que a una chica le podía tocar el papel de un chico y viceversa. A mí me tocó el papel de príncipe y a Sasuke el de princesa… los que estaban detrás del escenario la estaban liando y se cayó la decoración. Me cayó encima, yo me caí encima de él y pasó… ¡pero nadie nos vio y por supuesto esto no lo sabe nadie! – exclamó él, Aiko se sostenía la barriga por la risa.

- y… ¿y que obra…era? – preguntó entre risas.

- La bella durmiente. – Aiko volvió a soltar una carcajada mientras Naruto la fulminaba.

- ¡no podía ser otra!… - de nuevo risas - ¿y ese tal Sasuke, se dejó vestir de princesa?

- ¡eso fue lo mejor! – rompió a reír Naruto - ¡ver al baka de Sasuke vestido de princesa fue lo mejor que he visto en mi vida! Creo Kiba le hizo fotos pero no sé que pasó con ellas…

- ¿y como es que se dejó vestir? – preguntó interesada Aiko.

- Creo que Kakashi-sensei le obligó… supongo, no lo sé – respondió con cara zorruna.

Aiko rompió a reír cuando le vio esa cara, Naruto aun tenía esa expresión pero no entendía de qué se reía su amiga.

- ¿Qué pasa ahora?

- ¡que cara más graciosa! Nunca te la había visto, deberías ponerla más a menudo – dijo ella secándose las lágrimas de la risa.

- Lo cierto es que hace mucho tiempo que no ponía esta expresión… - reveló Naruto, volviendo a ponerse serio y distante.

- ¿Por qué? – ella dejó de reírse.

- Desde que me fui de Konoha no la había vuelto a poner… - Naruto miraba hacia otro lado.

- ¿Por qué te fuiste de Konoha? – Aiko no sabía si debía preguntarlo, pero algo dentro de ella la impulsó.

- Por Sousuke, se suponía que si me mudaba a la capital podríamos pasar más tiempo juntos, pero entonces empezaron sus viajes de negocios al exterior y por el contrario, le veía cada vez menos.

- ¿y por qué no le pediste volver a Konoha? – Aiko sentía que estaba llegando al centro del misterio.

- Porque… no había nada que me retuviese allí – Naruto tenía la mirada perdida.

- ¿y tus amigos¿Sasuke¿Sakura? – Aiko tenía su mirada fija en él, aunque la cabeza le diera vueltas, tenía la suficiente capacidad aun para prestar atención.

- Dudo que alguna vez fuésemos verdaderos amigos… ¡lo único que hecho de menos de Konoha es el Ramen! – exclamó intentando no deprimirse.

- ¿Por qué?

- ¡porque es donde más bueno lo hacen!

- No, me refiero a que por qué no puedes llamarlos amigos – si quería cambiar de tema, tendría que hacerlo mejor.

- No quiero hablar de ello.

- ¡ya has empezado a sacar la espina, no la dejes a medias! – exclamó Aiko, Naruto la miró con un velo de tristeza en sus ojos – cosas como estas no son buenas guardárselas.

- Tienes razón. Nunca había tenido amigos de verdad, y creí, que con ellos tendría una oportunidad. Estaban Shikamaru, Chouji, Kiba, Lee, Hinata, Ino, Shino, Tenten, Kankuro, Temari… incluso Gaara o Neji; además de Sakura y Sasuke. Por primera vez, creí que podría salir del túnel oscuro. Pero me equivoqué. Ninguno era mi amigo realmente.

Naruto hizo una pausa y se recostó en el sofá. Se puso a mirar el techo mientras hablaba.

- fue una de las tardes antes de que terminara el curso. Estuve discutiendo con Sasuke y llegamos a pelearnos. Realmente, no sé como llegó a aquel punto. Le estaba preguntando por el tatuaje que tiene en la nuca, desde que se lo hizo no había vuelto a ser el mismo… y la cosa llegó demasiado lejos. Nos caímos por un pequeño barranco, ni siquiera se puede llamar así. Me di un golpe en la cabeza y quedé inconsciente. Desperté en el hospital a la semana. Kakashi-sensei nos había encontrado. No sé que pasó en aquel momento, pero juraría que yo me llevé un golpe peor que Sasuke, pero cuando vi a Sakura, me lo echó en cara y me llamó de todo. Al parecer todos creían que yo empecé la pelea y que le arrojé al barranco por el que caímos. La verdad es que no lo sé. No tuve oportunidad de averiguar que pasó, cuando salí del hospital me mudé.

- ¿y no has vuelto a hablar con ninguno de ellos? – preguntó seriamente Aiko.

- No.

Se hizo el silencio durante un buen rato. Naruto se tumbó en el sofá utilizando las piernas de Aiko como almohada. Ella le acariciaba los cabellos mientras pensaba en su historia. Sabía que él no había tenido la culpa, los demás fueron muy injustos.

- Naruto…

- ¿hmp?…

- yo sé que no fue tu culpa.

- …gracias.

- Naruto…

El aludido abrió un ojo perezosamente.

- ten, quiero que lo tengas tú – Aiko le entregó uno de los collares que llevaba atado al cuello, consistía en una piedra rectangular verde marina – me lo dio mi madrina, me dijo que iluminaría mi camino cuando estuviese perdida. Tú lo necesitas más que yo.

- no puedo aceptarlo, era de tu madrina. – dijo Naruto, pero Aiko ya se lo había puesto.

- ¡cállate y acéptalo!

Naruto no dijo nada más, gravó ese momento en su memoria y ambos se quedaron dormidos en poco tiempo.

El mes de Agosto pasó aun más rápido que Julio. No volvieron a repetir una noche como esa, tampoco hablaron más de ello. Pasaban los días divirtiéndose, ambos eran conscientes de que aquello terminaría pronto, pero ninguno de los dos quería pensar en eso. Iba a ser muy duro para los dos regresar a la rutina diaria, se habían acostumbrado demasiado a la presencia del otro. Vivían en ciudades diferentes y tenían vidas diferentes. Un día, a finales de Agosto, Naruto se dio cuenta de que apenas sabía de la vida de Aiko, ni donde vivía, ni de donde era, ni con quien vivía… sólo conocía a uno de sus amigos que había pasado un par de días con ellos, pero él no le había revelado ninguna información. Tampoco tenía un medio para contactar con ella, msn, número de teléfono, dirección… nada. Naruto fue a su casa con esos pensamientos cuando al llegar, vio a unos hombres sacar cajas con las cosas del interior de la casa.

- ¡eh¿Quiénes sois vosotros¿Por qué os lleváis las cosas de Aiko¿Dónde está ella? – preguntó Naruto a los hombres. Uno de ellos, vestido con el uniforme de repartidor de mudanzas le contestó.

- no conozco a ninguna Aiko; el propietario de este apartamento nos contrató para trasladar las cosas.

- ¿A dónde? – preguntó desesperado.

- Konoha.

--

Naruto estaba sentado en la terraza del apartamento. Tenía el ordenador portátil con él, acababa de leer el e-mail que Sousuke le había enviado:

Naruto hijo;

Siento no haber podido pasar contigo las vacaciones de verano como te prometí, sé que te he decepcionado tantas veces que ni me creerás ya. Voy a pasar mucho tiempo de viaje y no quiero que estés tanto tiempo solo. Cuando nos mudamos, pensé que te haría un bien, pero me equivoqué. Voy a enmendar mi error, lo he preparado todo, volveremos a Konoha. Allí tenías amigos y no pasabas tanto tiempo solo. Te compensaré por lo de este verano. Te lo prometo.

Nos veremos pronto.

Sousuke U.

Naruto miraba la apuesta de sol con el entrecejo fruncido.

- como se nota que no me conoces, Sousuke… - murmuró al viento y cerró los puños.

Konoha. De nuevo Konoha. De nuevo otro cambio inesperado. De nuevo empezar de cero. En realidad no, está vez era diferente. Pero él no quería volver, nunca pensó que volvería, pero dentro de él sabía que algún día tendría que afrontar los problemas y conversaciones que dejó en el aire. No sabía lo que se iba a encontrar, posiblemente las cosas habrían cambiado mucho desde que se fue, pero él también había cambiado. No es que ahora se rindiese a la mínima dificultad, es que ahora no se sentía con fuerzas para seguir.

En aquel momento, sentado en la terraza, no me sentía con fuerzas para nada. No quería volver, era más fácil huir, pero huir ya no era una salida. En realidad, nunca lo había sido. Dos de mis puntos fuertes siempre han sido el coraje y la perseverancia, pero en aquel momento carecía de ellos. Sólo quería escuchar tu voz, verte una vez más, ni siquiera nos habíamos despedido. Me di cuenta entonces, de que tú me habías dado fuerzas para seguir, fuiste como un rayo de luz en mi vida y aun hoy lo eres. Cada vez que me siento perdido, sólo tengo que mirar el collar que me diste.

.

Konoha. Konoha significaba muchas cosas para Naruto, despertaba muchos recuerdos que durante dos años y medio había dado la espalda, pero eso iba a terminar. Volvería y afrontaría lo que tuviese que afrontar. Agarró el collar con fuerzas pensando en su anterior propietaria y sonrió. Aun había una esperanza. Algo le decía, que volverían a reunirse en Konoha.

Sí… todos se reunirían en Konoha…

FIN del prólogo.


Bueno, esto sólo es el comienzo. Ya sabes lo que toca ahora¿no?, exactamente, ir a leer otro fic… ¡NO¡deja un review antes de irte! Piensa que estarás contribuyendo a… a… ô.O… por cada review recibido rezaré una oración a algún dios para que seas feliz, tengas una vida saludable y que os toque un buen distrito cuando un shinigami os lleve al rukongai… '… vale, ya vuelvo a delirar…

OPINA ONEGAI!!

24/01/07

'Ta lue'!!

Nyx