Capítulo 1:
Hace tanto tiempo desde la última vez que escuchaba su cálida voz que el recuerdo ya se había vuelto olvido. Tantos sucesos han ocurrido desde la última ocasión en la que nuestros cuerpos se encontraban uno frente al otro. Tantas sensaciones han muerto desde el último momento en el que el viento arrastró su floral aroma hasta mi cerebro. Tantos sentimientos que un día florecieron de mi interior pero que ahora residen en el recuerdo más lejano. Tantas interminables misiones en la que nuestros esfuerzos se unían en trabajo de equipo. Tantas inolvidables tardes en la que su inocente sonrisa iluminaba mis oscuros ojos. Tantas noches de insomnio pensando en sus rojizos ojos productos de mi locura. Tanto he cambiado desde la última vez en la que sentí el tacto de su piel. Tanto… tanto… tanto… y ahora ella yace frente a mi impávida oculta mirada ignorando mi identidad.
- No parecéis de la Aldea de Konoha, identificaos. – ordenó su insistente compañero.
Dudo por un segundo, en gran parte en mi interior temo que otros me reconozcan: no quisiera tener que acabar con la vida de cierta persona. Sin embargo, tomando la postura que he decidido llevar en mi vida ahogo este sentimiento mientras que llevo mi mano al sombrero de paja que porto sobre mi cabeza para poder ir retirándolo poco a poco. A medida que éste empieza a ascender puedo observar con más claridad aquellos que se encuentran frente a mí. Sus voces me hubiesen servido, pero ahora no había duda alguna. Sus suaves y finas piernas: protegida una por una tela de rejilla que se acomoda a su piel. Su impecablemente blanca falda que conforma todo su atuendo en forma de vendas: a excepción de su brazo derecho, recubierto por una roja manga, y su desnudo brazo izquierdo. Su angelical rostro formado por unos labios capaces de hacer perder la razón a cualquier hombre. Por sus profundos ojos rojizos color granito, ojos endemoniados que no pueden pertenecer a este mundo capaces de cautivar a cualquiera. Por ese despeinado caballero oscuro cuyas puntas rondan sobre su rostro sin orden alguno.
- Asuma-san… Kurenai-san… - dije al fin cuando retiré por completo el sombrero que me cubría mostrándome así ante ellos.
- Itachi-san… - escapó de la boca de Kurenai.
- Uchiha Itachi… Vaya, tienes huevos para venir aquí después de lo que hiciste. – pronunció Azuma con un claro todo de ira.
Entiendo perfectamente lo que debe estar pasando por sus cabezas. A pesar que el pensamiento de Sarutobi Asuma no me llamase demasiado la atención sabía que ese sentimiento de odio e ira no me permitiría llevar acabo mi misión sin entrar en combate. Si Kurenai hubiese venido sola, entonces… las cosas podrían haber cambiado. De todos modos siento que debo evitar el combate como sea. Ya no es sólo porque ellos no formen parte de mi misión, sino porque si continúan retrasándonos seguramente llegarían refuerzos. Kurenai… no quiero combatir. Independientemente de mi posición y situación, a pesar de estar dispuesto a cumplir mi objetivo por encima de todo ninja, no puedo romper mi promesa. Es el único resquicio de mi antiguo "yo" que me queda, mi palabra, nuestra promesa.
- Por favor, no interfiráis en mi trabajo. No tengo nada con vosotros. – pedí en un principio para tras ver el rostro de Azuma y entender sus deseos de no retroceder agregar amenazante - No quiero tener que mataros.
Mi conducta sin duda confundió a mi compañero fornido compañero de viaje Hoshigake Kisame en cuyo rostro podía leerse la duda que le surgía al entender que no estaba dispuesto a combatir con nadie de esa aldea. Tras observar mis cerrados ojos en espera de que Asuma y Kurenai abandonasen el lugar Kisame decidió romper el silencio retirando de su cabeza el sombrero de Akatsuki para mostrar su rostro.
- Vaya parece que en esta aldea te odian, Itachi. – Kisame sonreía mientras lo decía continuando – Bueno, en tal caso será mejor que me presente.
Aunque mis ojos se mantenían cerrados podía vislumbrar en la oscuridad a mis adversarios, viendo de ese modo la reacción de Kurenai ante la intención de presentación de mi compañero. Sin duda le había beneficiado el hecho de que alguien más viajase conmigo, y al romper su silencio las ganas de entrar en combate de la kunoichi aumentaron con creces hasta el punto de adelantarse en la conversación para comentar.
- A ti también te conocemos, Hoshigake Kisame. Eres un ninja renegado de la Aldea Oculta de la Niebla. Atentaste contra la vida de un Señor Feudal a parte de un gran número de sabotajes por todo el país. –su mirada se había vuelto aún más seria – Ambos estáis en la elite de la criminalidad, sois considerados asesinos de Rango S en el libro del Bingo.
- Así que me conocéis, me siento alagado. Encantado de conoceros… - Kisame fue cortado por Asuma.
- ¡Aquí no estás conociendo a nadie! – se le veía alterado. Seguramente era consciente de que era incapaz de enfrentarse a mí en un igual a igual.
Mis afligidos ojos comienzan a entre abrirse detrás su los párpados, en ellos reside el poder del más temido clan de la aldea, el Sharingan por fin aparece en mi mirada determinando de ese modo mi posición ante la situación. Soy consciente de que no voy a poder eludir ese combate, era lo último que hubiese querido pero no habiendo posibilidad alguna de evadirlo tendré que romper mi promesa. Llevando su mano a la espalda Kisame alcanza su espada Samehada para golpear con ella en el suelo originando un pequeño cráter en el piso.
- Este tío es muy pesado, será mejor que le haga callar. – comentó amenazante esperando mi aprobación.
- Parece que no podremos abandonar el lugar sin combatir. Pero ten cuidado, tus movimientos destacan demasiado. – dije aceptando que iniciara combate.
Finalizadas mis palabras Kisame comienza a avanzar en zigzag hacia Asuma con ambos brazos hacia atrás con el fin de dar más recorrido a su espada y así incrementar el daño. En el instante en el que Asuma toma dos puños metálicos en sus manos para detener la estocada de Samehada. Parece que las cosas se van a poner más difíciles ya que Kurenai retrocediendo un paso ha comenzado a concentrar su chakra para realizar algún tipo de técnica, posiblemente ilusoria. Así es, si imagen comienza a desdoblarse ante una leve ráfaga de aire. Sin embargo no podrá engañarme, conozco demasiado bien sus genjutsus. Mi Sharingan capta a la perfección su movimiento mientras que instintivamente preparo la contra-técnica.
- Jejeje llegas tarde Kurenai… - dijo Asuma aguantando el golpe de Kisame mientras que en los pies de éste empezaron a crecer ramas que lo atraparon.
Un nuevo árbol comienza a crecer en mi espalda mientras siento como sus brazos en forma de ramas comienzan a abrazarme por la cintura impidiendo mi huida. Dirigiendo mi gélida mirada hacia arriba observo tranquilamente como Kurenai comienza a surgir del interior del árbol. Cuando se encuentra con medio cuerpo fuera adelanta su brazo derecho en donde posee un kunai con el que parece dispuesta a atacar. Nuestras miradas se cruzan: Por momentos me parece que no va a hacerlo, en cambio la seguridad que denotan sus furiosos ojos me demuestran que estoy equivocado. Su kunai empujado por su brazo me ataca rápidamente. En ese preciso instante la imagen desaparece en la mente de los cuatro que ocupamos el lugar. Kisame aparece sin sus pies atados a ramas para la sorpresa de Asuma mientras que frente a mí, a un escaso metro, se encuentra Kurenai atrapada por un gigantesco árbol que impide su movilidad.
- ¿Qué? Una contra-técnica… - susurró en bajo ante su sorpresa.
Realmente ha estado dispuesta a hacerlo, este combate deberá ser a muerte. Mientras divago vagamente en mi cabeza al sentirla tan cerca ella muerde la parte inferior derecha de su labio. El dolor… no sólo le liberará del genjutsu, sino te todo temor o duda. Efectivamente el genjutsu desaparece junto a mis dudas. Debo conseguir el legado del Cuarto Hokage, el niño Kyubi. Es lo único que me importa, y por lo que estoy dispuesto a faltar a mi palabra. Tras liberarse del genjutsu con un rápido movimiento con mi mano izquierda trato de alcanzarla pero ésta, con una majestuosa reacción se agacha y trata de golpearme para desestabilizarme. Mi kunai corta una pequeña parte de su largo cabello. Ha mejorado mucho en estos años, pero sigue siendo insuficiente. Evito su intento de desestabilizar y con un desplazamiento de mi pierna derecha la alejo un par de metros de mí. Sabe lo que se le avecina por lo que a pesar de haberla alejado se protege con ambas manos. Mi pie expuesto a la gran fuerza a la que lo someto golpea sus brazos entre cruzados en forma de defensa lanzándola varios metros atrás hasta que toca el agua.
- Eso estuvo muy bien. – le confesé a su espalda.
- ¿Nanhy? – parecía sorprendida.
Según cayó sobre el agua tras lanzarla unos metros me desplacé a su espalda ante su sorpresa. ¿Por qué está sorprendida? ¿Acaso no me conoce? ¿No reconoce mi poder? O tal vez… ¿Habré mejorado tanto estos años? ¿El haberme alejado de ella ha hecho incrementar mi poder? Sea como sea no puedo encontrar respuesta a una pregunta que me ronda desde que la he vuelto a ver, ¿Cómo he llegado a esta situación?
KONOHA, UN TIEMPO ANTES DE LA MATANZA DEL CLAN UCHIHA
Los luminosos haces de luz originados por el sol de la mañana atraviesan los orificios de las cortinas de mi habitación hasta chocar con mis cerrados párpados que ahora empiezan a abrirse ante la llamada de un nuevo día. Retiro la sábana que me cubre para levantarme con un leve movimiento. A penas vistiendo un negro bóxer con el torso desnudo me dirijo a la ventana para abrirla cuando me veo obligado a bajar la mirada para evitar ser deslumbrado por la potencia del sol. Ha amanecido un nuevo día, espero tener una misión interesante hoy, llevo una semana sin misiones y eso resulta bastante aburrido. Aunque no está de más una semana de intenso entrenamiento. Tomando mi negro ropaje con el símbolo Uchiha a la espalda me lo pongo al igual que unos largos pantalones que acompañan dos sandalias oscuras tan típicas de los ninjas. Después de de hacerme con la bandana de Konoha salgo de mi ordenada habitación al jardín. Allí se encuentra mi madre regando las flores que rodean a la fuente central.
- Buenos días Itachi-kun. – saludó con una amplia sonrisa al darse cuenta de mi presencia.
- Buenos días madre… - dije sin prestar más atención.
Justo cuando voy a salir de casa un joven enérgico se cruza en mi camino. Con su pequeña estatura, ese cabello moreno claro y su cara de niñez me saluda. Resulta tan adorable que entiendo que mi madre en más de una ocasión diga que le gustaría que no creciese nunca, supongo que un día yo fui así.
- ¡Nisan! – gritó con cara seria.
- ¿Todo bien Sasuke-kun? – pregunté intrigado por su euforia.
- ¡Sí! ¡Pero hoy dijiste que entrenaríamos! – dijo con su puño alzado - ¡Dentro de un tiempo entraré en la academia y quiero ser el mejor como tú! – agregó.
- Lo siento Sasuke, ahora debo ir en busca de una misión. – me excusé viendo su cara de decepción.
En sus ojos puedo sentir la decepción que le produce el que no pueda entrenar con él, pero debe ser así. Debe de estar capacitado para aprender por sí mismo, auto-imponerse sus entrenamientos y sus límites. Así es como yo aprendí y como han de hacerlo todos los grandes ninjas. Visto que debido a su corta edad no entiende eso le hago un gesto con la mano indicándole que se acerca. Cuando se encuentra cerca de mí le doy un pequeño golpe con los dedos índice y corazón unidos.
- Mañana, ¿vale? – agregó finalmente.
- Joo nisan, siempre me dices lo mismo. ¡Pero mañana entrenaremos! – comentó eufórico antes de salir al jardín para saludar a su madre.
Salgo por la puerta encontrándome frente a mí con los innumerables símbolos del clan Uchiha que adornan todo el lugar. A pesar de lo temprano el día ya se ha levantado. Todo el clan está en la calle cada cual en sus labores y trabajos. No tengo tiempo que perder, hoy me he levantado algo tarde. Por tanto sin perder más tiempo comienzo a recorrer la aldea de tejado en tejado. Cuando me encuentro bajo el lugar del Hokage observo una de las ventanas, algo me detiene. Sobre el tejado puedo observar a través de la ventana a un joven niño rubio que aún duerme. Con un gorro bastante cómico duerme plácidamente sobre la sábana. Entonces entiendo de quien se trata, siento el poder del Kyubi, debe de ser él, el conocido como "niño zorro". Tengo la extraña sensación de que podría a tocar a Kyubi a pesar de la distancia, cierto poder empieza a emanar en mí por momento pero retiro cualquier tipo de pensamiento similar de mi cabeza para continuar avanzando hacia mi destino.
Me detengo ante los inicios de la escalera que da acceso al despacho del Hokage. Alguien baja por las escaleras. Un ninja de mediana edad de extraños cabellos unidos por una coleta de caballo. En su cara se distingue las marcas de innumerables combates. Aproximadamente siete cicatrices cubren su rostro. Sin duda se trata del peculiar Shikato Nara. Su formación Ino-Shika-Cho es bastante conocida en Konoha aunque nunca sabré porqué. No recuerdo que hayan hecho grandes cosas últimamente y son tan… peculiares. Después de que abandonara el lugar acabo por subir hasta lo alto de las escaleras pero siento que algo no va bien. Se oye un gran grito dentro del despacho del Hokage, me extraña ya que debería haber algún chuunin cuidando el lugar. Sin pensármelo dos veces abro la puerta con intención de encontrarme con cualquier situación. Y entonces…
- ¡¡¡OH de verdad!!! ¡¡¡No te decepcionaré!!! – gritó mientras golpeaba al aire una serie de extrañas patadas y puñetazos.
Mis ojos no dan crédito a lo que veo. Un tipo extraño con bastantes años para andar haciendo tonterías vestido de un atuendo verde bastante ordinario parece estar eufórico por alguna razón golpeando a la nada. Por la forma brusca en la que he entrado puedo sentir la mirada del Tercer Hokage y el tipo esperando una justificación. Me rasco la cabeza buscando una respuesta.
- Esto… lo siento… oí gritos y… - bajé la cabeza, qué vergüenza.
- ¡WoW! ¡Te pido disculpas chico! ¡A veces me dejo llevar por mi juventud! – cuando más hablaba más extraño me parecía - ¡Supongo que al oír gritos creíste que había peligro y te dejaste llevar por tu ardiente espíritu joven! ¡Woooooooooooow! ¡Recuerda que la juventud es la explosión!
La situación ha pasado de vergonzosa a ridícula. No soy el único que opina eso, al cruzar mi mirada con la del Tercero pude sentir en sus ojos el mismo sentimiento de vergüenza ajena. Cuando por fin el tipo del traje verde que se ha presentado con el ridículo apodo de "La noble bestia verde de Konoha" abandona la sala observo al Tercero y volviendo a mis cabales le saludo con una leve inclinación de cabeza.
- Creo que me hicisteis venir por una misión, ¿no es así? – interrogué.
- Sí, así es – contestó volviendo su rostro más serio – Deberás liderar una misión de rango B. En principio no tendría porqué complicarse en absoluto, esto son los datos de la misión y tus acompañantes.
Me entrega una hoja que inmediatamente empiezo a leer. Se trata de una misión de rango B rozando el rango A si se complicase. Debemos de viajar al País de la Roca y tomar información sobre el estado militar del país. La verdad es que la misión puede llevarnos bastante tiempo, suena interesante y peligrosa algo que me alegra. Sin embargo…
- Disculpe Hokage-sama… - comentó dubitativo.
- ¿Si? ¿Hay algo que no esté correcto? – preguntó sorprendido por mi aparente preocupación.
- No, pero… - vuelvo a leer por si estoy equivocado - Gekkou Hayate, Mizuki y Yuuhi Kurenai… son todos chuunins y de edades mayor a la mia.
- Mmmm no veo el problema. Tú a pesar de tu corta edad llevas a tus espaldas más misiones que todos ellos. A pesar de tu edad ascendiste a chunnin mucho antes que ellos. Y a pesar de tu edad lograste graduarte en la academia en un solo año. – hizo una parada para dar una bocanada a su pipa – Además, como habrás supuesto por la descripción es una misión de Rango B alto, en cualquier momento puede convertirse en una misión de Rango A. – hizo una nueva pausa para expulsar el humo que había absorbido previamente - Por ello te nombramos líder a ti, que estás apunto de convertirse en ANBU. Y llevas contiguo un maestro de escuela en ninjutsu, un cualificado chuunin y una chunnin que estoy pensando seriamente en convertirla en jounnin en poco tiempo.
Sus palabras son comprensibles. Es una estupidez que mire la edad de mis compañeros. ¿Qué prefiero? ¿Estar rodeado de gennin a los que tener que salvar continuamente? ¿Misiones de persecución que no llevan a nada en solitario? No, esto será una nueva experiencia. A pesar de haber sido líder en prácticamente todas las misiones en las que he tomado parte nunca antes me habían puesto al cargo de gente tan cualificada. Definitivamente será interesante. Observo como Sarutobi anda buscando algo: son tres hojas que me extiende y que acercándome más las tomo.
- Son certificados de la misión. Deberás buscar de inmediato a los implicado y partir de inmediato. – dejó su pipa encima de la mesa mientras se levantó para ir a mirar a la ventana dándome la espalda – No falléis.
- No tienes de que preocuparse, Hokage-sama – dije para tras inclina la cabeza en forma de saluda desvanecerme por la rapidez de mi movimiento.
En lo alto del edificio con la Aldea de Konoha a mis pies miro nuevamente la lista con las descripciones que me han enviado. Creo que empezaré por el más cercano… Yuuhi Kurenai. Según estos datos no se encuentra demasiado lejos y está de camino al siguiente, Mizuki. Me encamino rápidamente al lugar mientras me pregunto como serán mis compañeros. A pesar de conocer a casi todos los chunnin no soy capaz de reconocerlos por el nombre. La verdad es que nunca he sido una persona muy sociable. En casa siempre me dijeron que debería de abrirme más a las personas, pero no creo que ese sea el camino correcto de un ninja. Estoy llegando, puedo ver la puerta de su apartamento. La golpeo un par de veces.
- Disculpe, ¿Hay alguien? – pregunté ante la ausencia de una respuesta.
El silencio denota ausencia total dentro del apartamento por ello comienzo a caminar hacia el bosque que se encuentra frente a él. El sonido de un kunai clavándose a un árbol llama mi atención y sin pensármelo un momento asciendo a la rama alta de un árbol tratando de alcanzar el lugar donde escuché el golpe. Por fin encuentro a una extenuada mujer que parece estar entrenando. De cabellos oscuros y mirada penetrante la bella kunoichi se ve sorprendida por un kunai que se dirige a ella pero de forma inteligente retrocede de espalda evadiendo el ataque. Me pregunto que es lo que pasará. Al parecer simplemente está entrenando pero ese kunai fue realmente una ofensiva. Entonces veo como de alguien se acerca a ella. En su frente lle acerca a ella. En su frente lleta de la Roca. Algo va mal y tengo la sensación que la ninja de Konoha necesitará ayuda.
- ¿Quién eres? – pregunta ella sin perder tiempo alguno.
- Soy un ninja de la Aldea Oculta de la Roca. – contestó sin mentira alguna – Vengo a espiar vuestra aldea y tú te cruzas en mi camino, éste es el único lugar por el que no debo pasar por la puerta principal.
- En tal caso prepárate para morir. – la kunoichi junta ambas manos con intención de hacer un sello o algo por el estilo.
Al ver el movimiento de la mujer, el ninja de la Roca desplazándose hacia ella lanza una serie de shurikens directamente hacia ella mientras que saltando hacia el cielo comienza una serie de sellos. Reconozco perfectamente esos sellos, se trata del "Doton, Doryuu Taiga" una técnica de tipo tierra que crea un inmenso río de barro que arrastra al enemigo. Sino hago algo la kunoichi estará en serio problemas. Entonces el río de tierra comienza a emanar del ninja de la Roca hasta que cubre por completo los pies de la ninja morena. Los shurikens se dirigen hacia ella y ahora yace inmóvil por el barro.
- Tengo que ayudarla… sino correrá serios problem… - antes de poder acabar la frase me detuve a mí mismo al ver la nueva situación.
Los cuatro shurikens se han clavado en el inerte cuerpo de la kunoichi que ahora se ve abordada por completo por el río de tierra que la lanza unos metros contra el árbol que había a sus espaldas. Sin embargo su silueta se convierte en un tronco con los shurikens clavados. Esto sorprende al ninja de la Roca quien ahora recibe dos kunais en la espalda que lo lanzan herido de sangre contra el suelo.
- Aggg. – se quejaba el ninja que había quedado fuera de combate.
- No debes subestimar el poder de Konoh.. – sin poder finalizar su frase la mujer observa como tres kunais se dirigen a ella de forma inevitable.
Sorprendida por el repentino ataque de alguien que permanecía en los árboles la kunoichi no podía reaccionar de ninguna manera. Sus ojos se acababan de cerrar ateniéndose al destino que le espera. Pero entonces los abre nuevamente al escuchar el choque de tres kunais contra los que le acechaban. Frente a ella aparecen dos ninjas con bandanas de la Aldea Oculta de la Roca, seguramente compañeros del primero, y entre ella y los ninjas mi espalda con el escudo de los Uchiha delatando mi naturaleza. Volviendo la cabeza hacia atrás sin desplazar ni un momento el cuerpo le pregunto con mi rostro serio.
- ¿Estás bien? – esperé la respuesta pero sólo logré un asentimiento con la cabeza. Parece algo conmoci99999999999999999ación impredecible de sentirse prácticamente muerta – Lo hiciste bien, déjame a estos dos. Yo también tengo derecho a divertirme, ¿sabes?.
Al decir eso último le muestro una cálida sonrisa que intento contagiarle. No sé qué me pasa pero esa mujer, realmente es… preciosa. Sus movimientos han sido rápidos, quizás no haya predicho el kawarimi que había realizado porque me había sentido atrapado por su belleza, por ese divino rostro y esos profundos ojos. En todo caso mostró una gran fuerza y seguridad, y ahora me tocaba a mí practicar un poco. Girándome nuevamente, y habiendo visto una leve y tímida sonrisa en el rostro de la kunoichi por última vez, detengo mi serie y gélida mirada en los dos ninjas que yacen desafiantes frente a mí.
- Así que sois ninjas de la Aldea Oculta de la Roca y venís a espiar a Konoha. ¿Acaso no sabéis que las misiones nunca han de ser reveladas y menos al enemigo? – trataba de lograr de forma indirecta más información de ellos.
- Ese estúpido… - maldijo refiriéndose a su compañero caído. Éste parecía más inteligente pues entendió el error de su camarada de desvelar la misión, nunca sabes quien puede estar escuchando.
- Te escondes bien, a pesar de estar nosotros escondidos y contar con medios no nos habíamos percatado de tu presencia. – dijo el ninja que faltaba por hablar.
- En todo caso no os puedo dejar continuar, este bosque será vuestra tumba y yo vuestro enterrador. – vacilé antes de cerrar mis ojos y concentrar mi chakra para el combate.
Con una abrumadora tranquilidad acorto distancias físicas con ambos rivales generando en mi una confianza capaz de inducir cierto nerviosismo en ellos. En mi apático rostro ahora reside el más poderoso legado que los Uchiha podrían dejar, el Sharingan. Aquella técnica de línea sucesoria con tres triangulares marcas en sus ovalados ojos no sólo capaces de crear ilusiones reales sino también de plagiar y copiar cualquier tipo de movimiento. Dirigiendo mi mirada a mis condenados rivales puedo sentir a mis espaldas la sorpresa de la kunoichi al percatarse de que quien la ha salvado se trata de un miembro del clan Uchiha. Sin prestar demasiado atención a ese hecho espero con paciencia a que los rivales realicen el primer movimiento. Al observar la impotencia de mis rivales a realizar cualquier tipo de ataque en un imperceptible desplazamiento de muñeca para el no tan entrenado ojo de muchos ninja les permito ver durante unos brevísimos segundos mi hasta entonces invisible mano derecha mostrando entre cada una de las cavidades de mis largos dedos cuatro pequeñas armas en forma de estrellas denominadas shurikens, cuya buena utilización por un hábil ninja de buen rango en el cuerpo de cualquier persona podría resultar letal.
Cuando siento el choque del leve viento que parece comenzar a brotar en el lugar una rapidísima carrera en dirección a ambos oponentes precede el magistral salto que realiza con mis ojos cerrados volteándome sobre mi mismo en el aire a una velocidad más que considerable y originando de ese modo una silenciosa caída en pica en forma de estrepitoso torbellino ante la mirada de mis rivales. En ese instante mis ojos se abren por completo mostrando una intimidante mirada tras lanzar con gran fuerza los cuatro shurikens que poseía entre mis dedos diestros en plena caída y tomando tras ello algo que escondía en la parte trasera de mi camiseta.
- "Es bueno…" – pensó la mujer ninja al comprender lo que estaba haciendo y a la velocidad que lo estaba haciendo.
- ¡Eso no servirá contra nosotros! – dijo unos de los dos ninjas.
Tras sus palabras el ninja sacó un kunai con el que evitó los dos shurikens mientras que su compañero moviéndose hacia atrás con un rápido salto evadió las dos pequeñas armas. Sin embargo yo, debatiéndome con las hasta entonces conocidas como leyes de la gravedad tras realizar un habilidoso y astuto movimiento lanzándome velozamente hacia ellos logro hacerme con dos cuchillos que tras tomarlos por el mango en un desplazamiento transversal lanzo hacia mi adversario en forma de rápido proyectil. No aparenta un simple kunai. Entonces el ninja al que le he lanzado el kunai se mueve hacia su compañero quedando ambos juntos, el kunai yace clavado en el suelo a unos centímetros de ellos.
- ¿Creías poder venderme con un kunai? Reconozco que eres rápido, pero no podrás con nosotros. – aseguró airosamente.
- ¿Es crees?... – en mi pregunta podía verse cierta sensación que les hizo dudar.
Ambos ninjas de la Aldea Oculta de la Roca observan el kunai que hay junto a ellos al escuchar cierto sonido. Un sello explosivo está pegado en su mango y a punto de estallar. Intentan huir pero es demasiado tarde la explosión les alcanza a los dos hiriéndoles y dejándoles a los dos en el suelo juntos. Una gran humareda de polo y humo mezclado con cierto aroma a sangre se entre mezcla mientras que, sin pensármelo dos veces, tomo del porta kunais que llevo en la pierna izquierda un rollo de triples hilos. Después de colocarme el inicio entre los dientes lanzo contra ellos el rollo de hilo haciendo que éste de la vuelta al árbol hasta amarrarles a los dos fuertemente. Sin pensármelo dos veces con el hilo inicial aún en mis dientes comienzo a realizar un sello, se trata de una de las técnicas más conocidas del clan Uchiha (aquellos que manipulan el fuego).
- "Realmente es bueno, todo lo que hizo lo hizo con el fin de conseguir atrapar a los dos ninjas y tenerlos a su merced. Es sorprendente el poder del clan Uchiha…" – pensó la kunoichi.
- ¡¡¡ Katon, Ryuuja no jutsu !!! – grito aún y con mi boca cerrada.
Todo el entorno empieza a rodearse de ardientes llamas que se aglutinan en mi boca, concentradas todas en el hilo que nos separa a los dos ninjas y a mí. Rápidamente los hilos conducen el increíble poder de la llamadas originada por mi técnica hacia ellos hasta alcanzarlos de lleno ante sus interminables gritos de dolor. El poder empleado en la técnica ha sido más débil de lo común, no me interesaba acabarlos así que los abrasé lo suficiente como para que el tremendo dolor les hiciera perder el conocimiento. Así es, ambos caen sin conocimiento cuando retiro mis hilos. Los tres ninjas de la Roca están sin conocimiento en el suelo.
-
¿Estás bien? – pregunté nuevamente a la
kunoichi esta vez dirigiéndome hacia ella. - ..Sí…
- contestó retirando la mirada, se le veía tímida. -
Lo hiciste realmente bien, estos ninjas eran chunnins de alto nivel.
– intenté consolarla pensando que lo necesitaba. -
Bueno, yo también soy una chunnin de alto nivel. – me dijo
ante mi ignorancia. Ahora era yo quien estaba avergonzado por
haber subestimado a la kunoichi e insinuar que ella no era chunnin.
Con los ojos cerrados, ahora sin el Sharingan en ellos, llevo mi mano
a la cabeza mientras muevo el pelo con la cabeza agachada. Cuando voy
a disculparme por mi ignorancia levanto mi cabeza rápidamente
para mirarla a la cara y me percato de que ella se encuentra a un
escaso metro de mí. Me siento algo nervioso y no entiendo el
porqué. Ella también tímida, tiene sus linda
cara sonrojada, con un pañuelo en la mano empieza a limpiarme
la cara. Por la parte de la boca tras realizar la técnica
había quedado ciertos rastros de humo, y ella está
ahora limpiándolo. No sé que se me pasa por la cabeza
pero resulta tan atractiva. Con esa cara, esa inocente mirada
adornada por esos rojos ojos, ese cabello oscuro. Vuelvo en mí
mismo y dándome cuenta de mi nueva misión la detengo
poniendo mi mano izquierda sobre la mano con la que estaba
limpiándome.
- …Gracias… pero tengo algo de prisa. Ando buscando a cierta persona. – dije disculpándome con mi voz entre cortada.
- Ahh… lo siento. – retiró su tímida mirada con sus pómulos aún sonrojados.
No podía dejar de observar la escena. Con su cabeza inclinada hacia abajo y dirigida a la derecha mostrándome la mitad de su rostro oculto tras su larga morena cabellera pero que puede vislumbrarse ese angelical rostro tímido con una pequeña sonrisa. Cuando por fin dejo de pensar en ella recuerdo nuevamente a lo que he venido y dándome cuenta de la cercanía del lugar donde ella estaba entrenando y el apartamento le pregunto.
- Esto… disculpa… Verás, me han enviado a una misión y ando buscando a mi equipo. – ahora me miraba atendiendo a lo que le decía, algo que me causó cierta timidez al continuar hablando – Esto… como estabas entrenando tan cerca pensé que quizás conocieras a quien busco, vive en el apartamento ese de ahí – señalo entre los árboles la entrada del apartamento que puede verse – Su nombre es Yuuhi Kurenai.
- …Soy yo… - dijo levantando nuevamente la cabeza ahora sorprendida.
No puedo describir lo que en ese momento se me estaba pasando por la cabeza. Pensaba que por suerte no volvería a encontrarme con esa bella kunoichi. Pero resulta que ahora no sólo me la encontraré sino que deberé de realizar misiones peligrosas con ella. Mientras pienso todo esto no puedo dejar de mirarla, la verdad es que su timidez la hace aún más bella. En todo caso no debo pensar en eso, no. Los ninjas deben de concentrarse en su misión. No puedo ver más allá de lo que es. De que ella es una gran chunnin con la que tendré que trabajar en equipo nada más. Al menos eso digo a mi cabeza: Nada más.
- Vaya, qué sorpresa… bueno… Uchiha Itachi, encantado. – dije por fin con un rostro algo más serio.
- Yuuhi Kurenai, encantada. – sonrió como sólo ella puede hacerlo.
Continuará…
