Hey saludos por alli a los paseantes por mi nueva historia... obviamente de mai hime... obviamente yuri.

Está historia será totalmente fuera de la serie... es una historia fantastica...eeemm... en cuanto a lo de personajes misticos y magia... en el otro sentido de la palabra, bueno ustedes podrán decidir eso.


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No, tenía que ser una pesadilla…

-Perdóname hija, no te pondría en esta situación si no fuese tan grave.

Con las bestias

-Pero tienes que desposar al heredero de Kenji Kuga.

Qué va a ser de mí

-¡Cómo! ¿Con una bestia? Pero tío

-Reito, sé lo que sientes pero es necesario, El rey de las bestias y yo, tenemos que partir a la guerra, la nobleza así como otras tribus están listas para hacer todo y desestabilizarnos… Es la única manera de asegurar nuestra tregua así como la seguridad del estado.

-Pero somos tribus totalmente opuestas, ellos son bestias y nosotros domadores ¡Somos totalmente distintos! – Gritaba Reito furioso, mientras caminaba de un lado al otro totalmente estresado, él mismo partiría a la guerra y su prima, su prima no podía casarse con unos de ellos.

-Es el heredero al trono

-sigue siendo una bestia

-Nuestros lazos se están debilitando cada vez hay más peleas entre nosotros, no necesitamos más problemas ¡Estamos en guerra! Debemos unirnos.

-Pero…

-Lo entiendo – Shizuru trataba de enmascarar todo el terror que sentía, cuando era chica su nana solía contar historias espeluznantes acerca de las bestias, ellos podían transformarse en un animal heredado por línea de sangre. Los nobles los más fuertes podían transformarse a voluntad en el animal que quisieran, inclusive corría el rumor que la familia real podía mezclar y transformarse en bestias místicas.

-Además, yo soy una domadora – Shizuru venía de la familia más fuerte de domadores, ellos eran totalmente opuestos a las bestias, eran tranquilos y amantes de la naturaleza y belleza, la mayoría eran filósofos o artistas, podían entablar conversación con animales, convencerlos de hacer lo que ellos quisieran y los más fuertes podían manipular la naturaleza a su alrededor, no era de preguntarse por qué las tierras de esta tribu siempre estaban rebosantes de de flores y arboles.

-¡Eso no funcionara con las bestias! Podemos dominar animales no bestias como ellos.

-¡Basta! – Alzaba la voz el rey - Esto es conveniente a mi hija, Shizuru esto es lo más sensato pero nunca te obligaría a nada que no quisieras, por lo tanto… ¿Qué decides? – durante unos segundos que a los presentes les pareció una eternidad Shizuru pensaba en los pro y los contra, hasta que decidió vocalizar su decisión.

-Acepto, me casare con el heredero de Kenji Kuga – Si bien quería demostrar valentía la realidad era que estaba aterrada, tendría que pasar su vida a lado de alguien que no conocía y que probablemente la maltrataría, tal vez su capacidad de dominio la ayudara, pero no estaba segura, aún así eso era lo más adecuado en la situación actual.

-Bien – Suspiraba el rey – La boda tiene que llevarse a cabo antes de que partamos. Mañana saldremos a su reino. Lo siento hija pero es de vital importancia que consumen su matrimonio inmediatamente después de la ceremonia.

El rey salía del salón sin mirar a su hija. No podría, lo que le estaba pidiendo era precisamente lo que juro que nunca intervendría, la elección de su compañero.

-Así será… padre – Susurraba Shizuru al momento que observaba la espalda del rey, mientras Reito se le acercaba y le apretaba un hombro.


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-¡Qué! De qué rayos estás hablando, yo iré contigo a la guerra. – En un salón de fiestas con cuerpos inconscientes debido a la bebida y con comida esparcida por todo el lugar se escuchaban fuertes gritos.

-¡Carajo que iras! ¡Te quedarás y gobernaras junto con el heredero de Hiro!

-¡Primero le arranco la cabeza! ¡Soy la mejor guerrera incluso te sobrepaso, tú lo sabes!

-Grrr~ – Gruñía Kenji mientras se transformaba en un oso pardo y daba un manotazo sobre la mesa de banquetes – Lo sé, por eso te quedarás para proteger el país.

-¡Primero muerta! ¡Muerta, me escuchas! Yo iré a la guerra y destrozare a quienes han osado retar nuestras fronteras.

-¿Y quién gobernara? ¡Oh gran deidad! – mofaba el oso pardo mientras alcanzaba una copa y tomaba de ella toscamente derramando más liquido del que bebía.

-Tchs ~–

-¡Exacto! Tú eres mi único heredero Natsuki, no hay nadie más. Si el reino se queda sólo los buitres vendrán por él ¡entiendes! – Azotaba su copa.

-Por qué no te quedas tú – Natsuki que estaba en la forma de un mino tauro, comentaba mientras agitaba la gruesa mano como restándole importancia. Pronto recibía una copa en la cabeza.

-¡Eres idiota! Ahora temo por mi reino – Gritaba exasperado el oso pardo.

-Me puedes decir que pasará si mueres en batalla ¿Eh?

-Pero no moriré. – Se defendía tirándole de vuelta la copa, pero el rey la esquivaba fácilmente

-No tomare ningún riesgo. Ni uno solo –

-Bien… pero puedes decirme por qué con los domadores ¡Somos opuestos!

-Porque somos los dos reinos más poderosos y tenemos fronteras comunes. ¡Por eso!

-Tchs~ -

-Tchs~ tú – Le chistaba el padre.

Tchs~ tú anciano! – Y comenzaban de nuevo los gritos en el salón.

-Ah y más vale que estés en tu forma humana cuando llegué el momento de la boda, no quiero que muera de la impresión.

-jmh~ que se acostumbre a ello o que se regrese por donde vino. –

-Arrg~ eres más terca que yo y tu difunta madre juntos. Bien pero será en una forma decente no en un mino tauro.

-Bien – Le contestaba mientras se le dibuja una sonrisa.

-¡Tampoco quimera! – Y la sonrisa de Natsuki se caía.


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Está todo listo su majestad – Anunciaba uno de los lacayos mientras Hiro asentía con la cabeza en aprobación.

-¿Dónde está Shizuru?

-Aquí estoy padre – Shizuru le contestaba tranquilamente, caminando hacia el carruaje enfundada en un vestido color rojo con flores estampadas y cuello tipo mao. Su hija era realmente hermosa. Hiro esperaba que la plática que hace días tuvo con el rey de las bestias fuese verdad, por el bien de todos.

-Te lo digo, su símbolo de nacimiento fue el grifo ¡El grifo! – Decía orgulloso Kenji

-Espero que sea verdad – Hiro no estaba tan entusiasmado por el plan con el que habían salido sus consejeros, en cambio Kenji sí que lo estaba y trataba de asegurarle a su colega que su heredero no mataría a nadie en la primera noche.

-Claro que lo es – Le reiteraba mientras le daba un palmazo sobre la espalda haciéndole perder el equilibrio. – El grifo – continuaba – Es la primera vez que aparece, te lo digo yo, el grifo representa el dominio sobre aire y tierra, tiene como característica la nobleza y es símbolo de justicia. -

Durante todo el viaje ninguno de la familia real pronunció palabra, parecía que se dirigían a un velorio y no a una boda.

El gran rey de los domadores daba vueltas sobre vueltas, el salón principal estaba siendo arreglado por sus lacayos, Su hija seguramente se arreglaba para el evento, usaría el mismo vestido que su madre en su boda, era una tristeza si lo pensaba detenidamente, pero las cosas se venían encima y no podían gastar más tiempo.

Los nervios lo estaban matando, pensaba cómo sería su futuro yerno, más valía que la tratara bien o el convenio saldría por la ventana y el mismo lo mataría, no importaba que significara la guerra.

-Hiro, esto está quedando impresionante – Kenji atravesaba las puertas con su vestimenta real, vestido de negro en el pecho su marca de nacimiento: el toro en bordado rojo. Sus botas rechinaban sobre el mármol mientras caminaba de aquí para allá.

-Veras te estoy muy agradecido – Iniciaba Kenji, Hiro se viraba hacia él con una gran interrogante en la cara, él en sí no era tan… apegado a Kenji, no se conocían en realidad, no eran grandes amigos, la tregua la habían hecho sus padres en un tiempo ya lejano.

-Cuando Saeko murió, estuve a punto de quebrarme ella era todo para mí me apoyaba y me respaldaba en mis decisiones, a veces me corregía, era una mujer astuta, muy astuta y siempre temí por la educación de mi descendiente. Pero ahora que se casara con un domador creo que se balancearan las cosas. Este reino necesita más que fiestas y guerras.

-Sí… supongo que estarán bien y nosotros podremos marchar tranquilos a nuestros destinos. -

Shizuru estaba con sus ayudantes alistándose para el día más grande de su vida, trataba de pensar sólo positivamente, no había marcha atrás, se casaría con alguien que no conocía… pero tal vez sólo tal vez, no fuese tan catastrófico, era como una aventura ¡sí eso! Era una nueva aventura que duraría… por el resto de su vida.

-Shizuru sama, luce arrebatadora – Una de las ayudantes la despertaba de sus pensamientos al expresar su admiración. Shizuru se miraba en el espejo enfundada en el vestido de bodas de su madre, Se ceñía a su bien proporcionada figura, dejando los hombros al descubierto, con velo y cola y holanes en la parte de abajo del vestido, era en verdad un hermoso vestido.


MIENTRAS TANTO

-Natsuki sama – La ceremonia comenzará en unos segundos, debe dejarnos ayudarle con sus ropas. – Uno de los sirvientes personales de la princesa suplicaba por el lado de afuera de la puerta, Natsuki se había encerrado diciendo que no necesitaba la asistencia de ninguno de ellos, estaban pasando los minutos y no había señales de vida.

-¡Ya lo sé! – Gritaba – En segundos estaré lista maldita sea.

Natsuki hacía rato que estaba lista con las ropas requeridas para la ceremonia y lo único que había estado haciendo era caminar de un lado al otro pensando en todas las posibilidades.

Tratare de tranquilizarme, más vale que no le arranque la cabeza a nadie ¿Cómo será el maldito? – Se derrumbaba en una de las sillas que tenía cerca – Espero que no sea un pedante y me ayude a gobernar, pero si es domador lo dudo – Se tallaba la sien para tratar de disipar su dolor de cabeza, era por el bien de su gente, sabia en el fondo que era lo más adecuado de hacer, por el bien de todos se casaría.

-Más vale que la fama de manipuladores no sea tan cierta – monologaba y se tallaba los nudillos en claro nerviosismo – y la noche de bodas… Argg~ más vale que sea fuerte.

Se levantaba y caminaba hacia el estante donde estaba su corona, se la colocaba y echaba una última mirada al espejo. Una sonrisa se le dibujo.

-No, ni mino tauro ni quimera –.

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La ceremonia acababa de comenzar, los invitados estaban tomando sus lugares en el templo y las ofrendas estaban siendo colocadas, grandes nobles y algunos reyes simpatizantes estaban presentes para la bendición de la unión que beneficiaría a todos ellos.

El salón quedo en silencio y los músicos del reino de Hiro comenzaban a tocar la marcha nupcial. Dos lacayos enfundados en ropas color crema y oro abrían las puertas para dejar pasar a la princesa Shizuru Fujino, Las bestias estaban como hechizadas todos en el salón admiraban su belleza y gracia, caminando elegante y sonriendo a los presentes, casi cualquiera podría decir que era la persona más feliz del mundo.

Algunas bestias inclusive murmuraban la envidia que le tenían a Kuga pequeña a manera de broma.

Cuando Hubo alcanzado su lugar a un lado de su padre ambos domadores reales observaron curiosos a Kenji Kuga.

-Tú heredero ya debería estar aquí, sino que antes de que mi hija apareciera – Kenji estaba sin habla, no tanto porque su hija no estuviese sino porque con quien se casaría…era MUJER.

-Hiro, no sabía que tuvieses una preciosa hija –

Antes de que pudiera comentar algo más, las puertas del gran salón se abrieron de par en par dejando entrar un fuerte aire. Kenji sabía que su hija adoraba las entradas dramáticas… sí, esta no sería la excepción

Shizuru estaba casi imperceptiblemente temblando y demás personas de la tribu de los domadores tenían la boca abierta en terror.

Caminando hacia el altar de rituales un enorme can cerbero se acercaba con paso tranquilo y para algunos, amenazante. Su cabeza central no quitaba la mirada de la novia mientras que las de los costados lanzaban miradas asesinas a todos los presentes.

- ¡El can cerbero dentro de todos! – Kenji tenía que golpearse la frente con la palma de su mano, su hija algunas veces era demasiado.

El can tomaba su lugar a un lado de la novia con las tres cabezas observando amenazadoramente al druida que juntaría sus lazos. Ignorantes todos de que estaba pensando en la chica que tenía a un lado, inmediatamente después de que la observo había notado 1.- No era él si no ella 2.- Era muy linda 3.- Esos ojos casi rojos la ponían nerviosa. 4.- El olor que percibía con sus tres grandes narices era tan exquisito que estaba tentada a darle una mordida a su brazo. "Apuesto que eso la sorprendería" se reía internamente imaginándosela dando vueltas por el salón y tallándose el brazo.

-Bien estamos aquí para unir sus destinos – Después de despertar de su estupor el druida comenzaba con la ceremonia.

-Para unir sus corazones en uno solo. Latido con latido, emoción con emoción. Para hacer de estos dos individuos una sola entidad por el bienestar de aquellos a quienes gobiernan.

-Ambos reyes se colocaban a los lados de sus herederos.

-Uhm~ Necesito que estés en tu forma humana – Le susurraba el druida a la cabeza izquierda del can cerbero.

-Grrrr~ - Gruñía ferozmente y su padre tuvo que golpearle con su cetro en la pata para que se comportara. Lentamente el can disminuía de tamaño envuelto en brillante luz y tomaba forma humana…


continuara...