Bueno, bueno. Esto esta dedicado a TentaculoTerapeuta, no se ni hacer dedicatorias. No se si esta bien, o si te gustara, coloque algo incosientemente, y ahora siento que no te animara. Es dificil, en fin.


Alayne era una chica bien. Sansa, Sansa no lo era. Es más, ¿quién era esta tal Sansa? Una persona con tal nombre no existía. ¡Claro que no!

Pero aun así, Alayne estaba segura que si existiera esta persona, tendría el cabello rojo. No como el fuego, elemento dañino. Como la canela, quizás. O del color del otoño, un otoño que aun vivía.

Bueno, otoño que no llegaba a ella. El único color que vivía en el Nido de Águilas era el blanco. Blanco puro, blanco perfecto. Un blanco que le daba asco, un color escalofriante. Más escalofriante que eso, alguien, una persona. ¿Sansa? No. Sí. Podría ser, pero no era ella a quien se refería.

Petyr. Era a su padre, Petyr. Un hombre, uno muy atemorizante. Un hombre que le había tocado más de lo que debía a pesar de los lazos sanguíneos. Un hombre que le había tocado debajo de la ropa, a pesar de que ella no lo deseaba.

Gracias a los dioses que no había llegado más lejos.

Para Alayne no había dioses. No había dioses para Alayne. Ni tampoco para Sansa. Ellas dos estaban excluidas por ellos, grandes y antiguos señores todopoderosos. Había un Bosque de los Dioses en el Nido de Águilas. Ahi no habían dioses. Para nadie.

¿Rogó piedad aquella mujer cuando cayó? Si lo hizo o no, no la obtuvo. Se lo merecía, dijo Sansa. Asintió. Aquella mujer vivía aún, en su hijo. Alayne no podía levantar su mano contra él, y deseaba poder hacerlo con ganas. Ese niño débil y dependiente, ese niño que enterraba su cara entre sus pechos y que le había dedicado un beso húmedo e inexperto.

Recordando la vez que el niño se desplomó a la nieve, por culpa de Sansa, se río Alayne. Había caído de cara, hundiendo el rostro en la nieve inalterable. Después comenzó su ataque, del que no culparon a Alayne, porque en ese momento eran frecuentes y sorpresivos. Ambas rieron, disimuladamente. No podían parar aun sabiendo que el niño estaba en peligro.

Y la nieve quedo manchada de sangre, el niño se había mordido con la suficiente fuerza como para herirse seriamente. Así que resulto ser que la nieve que pisaba no era pura. Nunca lo fue. El color difuminado del carmesí contra la nieve, le pareció hermoso a Alayne. Justo ese era el tono del cabello de Sansa.

Tampoco era nieve real. No nieve de invierno. Porque el invierno aun no llegaba. Estaba por llegar.

Ella bajó, al supuesto Bosque de los Dioses, y arrodillada cogió cuanta nieve entraba en sus manos. Sus manos se helaron, le dolían, pero lo soporto sin parpadear. Esta no era como la nieve de Invernalia.

— El invierno se acerca. — Dijo Sansa Stark, cuando la capa que le tapaba la cara se retiró por el viento. Su cabello largo bailo con el viento. Volvía a ser rojo.


Siempre pense que la personalidad de Sansa terminaria siendo suplantada por la de Alayne, y de ahi vino la idea. Antes de que Sansa fuera rescadada -pero no creo que esa sea la palabra correcta- por Baelish, no me agradaba mucho, la odiaba un poco. ¿Por que tenia que ser tan inocente, tan... ella? Despues de eso comenze a estimarla mas, era una chica valiente y muy inteligente. En fin, poco a poco se convirtio en mi heroina.

Claro que no supera a Arya *enamorada*