Hola!! Como soy un desatre absoluto con las tecnologias no sé si esto lo he hecho bien... ¬¬U
Nota: Los personajes de Slam Dunk no son míos, sino del gran Takehiko Inoe, y yo sólo los utilizo para mis derias creativas jejeje
Las Segundas Oportunidades
Mitsui estaba sentado en uno de los peldaños de leas escaleras colindantes a los vestuarios. Se sentía algo cansado, quizás más de lo que debería estar. Sólo faltaba un cuarto para disputar y el Shohoku tenía una ventaja de más de noventa puntos del Sumino que parecía que pedía la hora. El joven escolta tenía una bebida isotónica entre las manos, mientras pensaba en todo el tiempo que había perdido durante esos dos años y parte de ese tiempo perdido lo acusaba ahora su estado físico. Aunque su técnica no había perdido fuelle, su resistencia física no era la misma y debía combatir esa debilidad. No permitiría un escollo más en su recuperación. Ensimismado en sus pensamientos, no pudo advertir la presencia de alguien a su lado hasta que ésta habló y lo dejó parado.
No sabía que habías vuelto al equipo del Shohoku, Hisashi- dijo una voz femenina. El chico subió la cabeza y se encontró con el rostro que hacía años casi había olvidado.
Maho- dijo en un suspiro. La chica sonrió con afabilidad, al menos la recordaba. La observó y vio que su uniforme no le sonaba.
He venido a ver el partido del Sumino. Tenía alguna esperanza, pero parece que los rumores son ciertos. Me alegro por ti.
Mitsui estaba tan sorprendido que no fue capaz de decir dos palabras juntas. El hecho de que ella hubiese aparecido lo trastornaba. Era una deliciosa casualidad que siempre había imaginado, pero sin tener esperanza alguna. Cuando bajó de las nubes y se dio cuenta de su situación quiso decirle algo, lo que fuese, para compensar aquellos dos años, pero no se le ocurría nada mínimamente coherente. Entonces unos pasos acelerados y una mano masculina se la llevó al grito de "Que empieza, que empieza" que vino seguido de un "me alegro de verte, Hisashi" perdido en el silencio del pasillo colindante a las gradas.
Empezaba el último cuarto del partido; el partido estaba casi hecho, pero Akagi no quería desconcentración. Debían seguir jugando como hasta ese momento sin tener en cuenta el resultado. Mitsui oía al capitán, pero no lo escuchaba, ya porque sabía perfectamente que hacer, ya porque su mente y, sobretodo, su atención estaban centradas en las gradas. Intentaba localizar sin resultado a Maho. Su mirada inspeccionaba fila por fila, asiento por asiento, pero desde su perspectiva las caras eran iguales y no le ayudaba mucho que la mitad del público llevara el mismo uniforme. El árbitro dio la señal de la reanudación y llegó el tiempo de centrarse, pero algo en él había cambiado. Una emoción extra había renacido en él y se sentía con más ganas por luchar cada balón y encentar más triples. Cuando el partido finalizó, con una diferencia de puntos considerable (más de cien) fue directamente al banquillo. El señor Anzai los esperaba para felicitarles por su actuación y por haber pasado de ronda. El próximo partido sería contra el Takahata y debían estar preparados. Una vez más, Mitsui asentía casi mecánicamente, mientras sus ojos inspeccionaban de nuevo la grada, pero, como antes, no encontró a nadie.
Durante el camino de vuelta al instituto Shohoku, Hisashi se mantuvo algo distante, quizás más de lo habitual, y no entabló conversación con nadie. Ni siquiera había comentado la expulsión del siempre enérgico Hanamichi que intentaba culpar a cualquiera menos a sus pocas habilidades para evitar cometer faltas. Estaba claro, él era un genio. Pero él tenía otras cosas en las que pensar. La reaparición de Maho en su vida le había remontado tres años antes. Se le hacía extraño que todo aquello le estuviera pasando en un periodo tan corto de tiempo. En pocas semanas había pasado de pandillero que quería destrozar el gimnasio y perjudicar al equipo de basket a ser una pieza muy importante en el engranaje del equipo. Quizás los acontecimientos se habían desarrollado algo precipitadamente, pero los había ido digiriendo paulatinamente. Pero lo que nunca se había imaginado es que eso sucediera. Sentía que estaba pasando una etapa en la que debía dar explicaciones por su conducta anterior y no sabía si estaba preparado para ello.
Kogure y Akagi fueron los únicos que se dieron cuenta del decaimiento del joven. Estaba demasiado callado y con la cabeza en otra parte. El capitán le hizo un gesto a Kogure para que lo acompañase hasta cas y, así, pudiese enterarse de lo que le sucedía. No era seguro, pero al menos debían intentarlo. Por nada del mundo querían que algo semejante a la pelea del gimnasio volviese a ocurrir. Tal y como habían acordado el joven de gafas acompañó a Mitsui con la excusa de que quería ir a comprar una revista. Las palabras entre ellos brillaban por su ausencia, así que Kogure, con algo de temor, inició lo que debía ser una conversación.
Ha sido un buen partido- dijo, pero Hisashi ni lo miró- El resultado ha sido algo abultado… no creo que eso se repita mucho, ¿no crees?- pero seguía sin decirle nada y menos mirarle. Era casi como intentar hablar con Rukawa. Entonces le puso una mano en el hombro y le preguntó si estaba bien. Mitsui lo miró con ojos tristes. Kogure insistió en saber, pero Mitsui sólo le dijo…
Es Maho. Hoy he vuelto a ver a Maho.
Continuará...
