Esta historia está dedicada a la pequeña Lucero Becerra (Luce jun), la cual es una chica súper linda que espero alegrar un poco por su cumpleaños. ¡Muchas felicidades amiga!

Uke por la fuerza… del amor

Lucero una chica bastante joven que ingresó recién a la universidad en la carrera de ingeniería en sistemas, sin tener un novio todavía, pues nunca le interesó realmente, a razón de que su gran pasión resultó ser una adicción poco sana a las historias japonesas conocidas como yaoi. Pero no sólo eso, incursionó en todos los ámbitos del mismo género, tal cual películas de temática gay y finalmente se quedó en las novelas homoeróticas.

Su primer día de escuela, entrando al salón recién descubrió que la mayoría de la clase eran chicos, pensando: «Sin duda un paraíso fujoshi».

No obstante, gran fue su desánimo al notar la amabilidad extrema entre aquellos tipos que no dejaban de admirar su belleza, con labios delgados delineados, cabello rizado rebelde de color castaño claro, y con unas lindas gafas de intelectual que le daban un aire tierno; sin olvidar su atlético cuerpo que no desentonaba para nada con su lindo rostro.

Sentada en su pupitre miró directo a su celular inteligente, para leer la infinidad de actualizaciones de fanfics sobre su pareja favorita de yaoi, los hermosos personajes de «Koi suru boukun» de Hinako Takanaga. De modo que leyendo en espera de que el profesor ingresara, un tipo que procuró ganarles a todos sus compañeros que miraron a aquella chica, se propuso parecer seductor, pero sin evidentemente tener algún tipo de pericia. Se aproximó a ella:

— Hola, mi nombre es Raúl, ¿puedo sentarme aquí? — Expresó el chico de mirada seria, bastante alto, cabello lacio un poco largo hasta la barbilla, cuerpo robusto de brazos grandes y aparentando total seguridad en sus palabras.

Sin dirigirle la mirada Lucero respondió:

— Como gustes, no tengo idea si alguien está en ese lugar.

El tipo intentó nuevamente, de modo que le fuera posible escuchar el nombre de aquella chica sin esperar por la lista de asistencia:

— ¿Y qué lees?

— Cosas que no creo que te gusten.

— Haz la prueba, soy de mente abierta.

— Muy bien… ¿has escuchado sobre el género yaoi del anime y manga japonés?

— No y eso que soy fanático de muchas series shonen.

— ¿A si? Bueno pues el yaoi es un género donde muestran romances y relaciones homosexuales, o sea chico con chico.

El rostro extrañado de Raúl, se avergonzó al instante en que lucero le mostró una imagen de dos chicos besándose. Entonces ella finalizó su oración:

— Supuse que pondrías una cara así, no te preocupes, no me ofendo si te cambias de lugar. Mi novio siempre será Morinaga Tetsuhiro, es el hombre perfecto. — Expresó lucero con un gran suspiro.

Raúl sintió algo raro, pues esa mujer extraña pero hermosa parecía bastante linda e inteligente, sin embargo su gusto por el yaoi no arruinaría que pudiera conquistarla, razón para responder:

— Bueno cada uno tiene gustos distintos.

Lucero sin escuchar su respuesta comenzó a reír alocadamente. Hasta decir en voz alta:

— ¡No lo creo! ¡Finalmente le dijo que lo ama!

Todo a razón de que no escuchó una sola palabra de Raúl, entonces se resignó suspirando y esperando al profesor.

Luego de su gran fiasco, Raúl decidió olvidarse de Lucero, comenzó a frecuentar a un grupo de chicos con los que se volvió un buen amigo, sin embargo no pudo evitar notar sin querer a aquella chica; la cual bastante aplicada lo sorprendió cada día más con sus habilidades en todos los campos de la ingeniería, con excepción de una materia de humanidades que se le dificultó, pues la pusieron a leer historia de la computación que en realidad le aburrió desde el primer párrafo. La actitud de ella en las últimas semanas durante las clases, resultó un total fiasco, en esa medida notó de inmediato que tendría una única oportunidad de congraciarse con ella.

— Lucero tengo un resumen del texto, ¿te interesa verlo?

La preocupada Lucero que por ponerse a leer otras cosas, no terminó aquella encomienda, sonrió amable y respondió:

— Si, gracias. Me salvaste.

La simple sonrisa consiguió un enorme sonrojo que no pudo ocultar Raúl, de cierta forma lo supo desde la primera vez al mirar aquellos ojos, esa chica lo flechó al instante, por lo que esa sonrisa encantadora lo trastornó de inmediato. No pudo ni volver a mirar aquellos ojos a razón de su turbación, por más que había procurado evadir ese gusto tan afanoso por aquella chica extraña, esa simple sonrisa trastornó su mundo nuevamente, recordándole el sin fin de hormonas que recorrieron su cuerpo como encantando sus sentidos.

La chica de cabello rizado, durante esas primeras semanas en la facultad, se centró en estudiar, tal cual la finalidad de asistir a la universidad, mucho más en una carrera que esperó cursar desde que estaba en el bachillerato. Ahora esforzarte en todas las cosas le resultó imperioso, cosa que no le implicó demasiado esfuerzo exceptuando por aquella materia de humanidades, que para nada le interesó.

El día anterior, cuando intentó leer ese aburrido texto lo vio tan tedioso que prefirió mirar la actualización de su fanfic favorito. Leyó cerca de sesenta páginas en las que se emocionó, lloró e incluso se atacó de la risa con las ocurrencias de la autora.

Finalmente volvió la mirada a las copias que le fueron proporcionadas por la profesora y recordó que tenía tiempo atrás que no había escrito la continuación de su propio fanfic: «Ya no necesito tus alas», de esa forma nuevamente su mente voló a aquella continuación, hasta quedarse dormida.

Afortunadamente para Lucero, aquel insistente chico del que notó su mirada penetrante día con día, que en ocasiones cuando llegaron a cruzarse, el joven volteó su rostro. Todo eso la hizo pensar un poco en ello, aunque simplemente le fue preferible ignorar al muchacho acosador. No obstante, ella nunca fue arrogante, ni mucho menos presumida, por lo cual supuso que simplemente imaginó que las miradas no le pertenecían y se dieron a razón de simples casualidades. Aunque tenerlo siempre a poca distancia, en la banca de al lado todas las clases, no le permitió creer que su intuición tenía alguna falla. A pesar de las suposiciones, tener un chico acosador le resultó útil cuando le prestó el resumen del texto a discutir en la clase que comenzaría en los próximos minutos. Con su gran habilidad lectora las páginas se fueron como agua y una vez terminó:

— Gracias, de verdad me salvaste, esta profesora le encanta preguntar la opinión y seguro que me molestaría porque me trae entre ojos desde que cuestioné la utilidad de su materia.

— De nada Lucerito, es un placer serte de utilidad.

Imprudentemente Raúl nuevamente continuó su movimiento para intentar conquistarla forzosamente:

— ¿Te gustaría salir al cine?

De lo más natural lucero respondió:

— Disculpa no estoy interesada, te dije que mi novio es Morinaga Tetsuhiro, no hay nadie como él o mejor, así que mejor busca a otra chica, o chico si te place.

El silencio de volvió realmente incómodo, Raúl suspiró con resignación sin poder responder ante un comentario tan grosero. Ese tal Morinaga no podía ser un chico especial, ni mucho menos mejor que él, si tan sólo era una tonta caricatura para chicas, puesto que el primer día de conocerla al escuchar el término yaoi investigó en el buscador de internet lo que significaba, cosa que le horrorizó un poco al inicio. A pesar de eso, en realidad no le importó demasiado saber que la mujer de sus sueños miraba yaoi, a causa de sus propios gustos por la pornografía y hentai. Sin embargo, el problema es ese tal Morinaga, si quería intentar algo con la chica, debería conocer a su gran enemigo, por lo que esa misma noche en la soledad de su habitación buscó en internet:

«Morinaga Tetsuhiro»

Lo primero que miró fue la ficha completa de aquél personaje que apareció como principal en el manga de koi suru boukun, razón para buscarlos inmediatamente. Debería superar su desagrado por las escenas de amor y sexo entre hombres, si quería avanzar un poco. Respiró profundo y comenzó a leer tomo por tomo mirando sufrir al pobre tipo Morinaga. Se saltó varias partes donde aquél chico sodomizó al otro, sin poder evitar mirar algunas páginas sintiendo un poco de horror, aunque le pareció un poco justo, que luego de tantos golpes recibidos, el tipo de cabello largo, le diera esa pequeña recompensa.

La historia se tornó profunda, los sentimientos de desprecio que el tal Morinaga recibió de parte de tantas personas, lo hicieron sentir triste. El factor de identificación con los personajes de ficción de Hinako Takanaga se dio de una manera tajante en el joven Raúl, a razón de que su madre murió durante el parto de su hermano menor cuando él apenas tenía cinco años. Lo más terrible del asunto, era que el padre de su hermano menor no era el mismo que el suyo, ya que su madre jamás reveló esa información. Por esa razón, el señor con tal de no dejar desamparado a Raúl, lo conservó criándolo al lado de su hermano, no obstante haciendo marcadas diferencias durante toda su vida, siempre presionándolo y arremetiendo contra su autoestima. El rechazo tan tajante por ser diferente, aunque en un sentido distinto, lo hizo continuar con aquella explícita historia. Las horas transcurrieron hasta que al terminar en el último episodio publicado, ideó finalmente un plan infalible.

Al siguiente día, al levantarse por la mañana se arregló de una forma peculiar, tomó la vieja bata de laboratorio del bachillerato, la cual le ajustó perfecto pues en aquél entonces fue un par de tallas más grande. Peinó su lacio cabello dejando unos cuantos mechones al frente, con una playera de color naranja y unos jeans. De esa forma no podía ser más obvio que si se pintara los cabellos de azul.

Caminando en la escuela no hubo ningún problema, en realidad quien podría decir que estaba disfrazado de un personaje de una serie para mujeres, menos con la bata guardada en la mochila, sin embargo antes de entrar al salón se la colocó y saludó a su grupo de amigos a la distancia y se sentó al lado de Lucero que como todas las veces, sonreía maliciosamente mirando su teléfono. Entonces decidió actuar diciendo en voz un poco baja y lo más melosa que pudo:

— Sempai… Lucero sempai.

Lucero centrada en su lectura sintió latir su corazón emocionado, pues las palabras que siempre imaginaba habían sonado extrañamente reales, por lo que de sus labios salió como un suspiro:

— Morinaga…

Raúl se emocionó un breve instante hasta ella giró su rostro horrorizándose de ver el disfraz, le molestó sobre manera que el chico usara un truco tan bajo, con tal de tener una cita por lo que decidió ignorarlo respondiendo con naturalidad y actitud seria para intentar desanimarlo:

— Hola Raúl, muy buenos días.

— Buenos días Lucerito sempai.

La chica retornó a su cuaderno en el que dibujaba una ilustración para su nuevo episodio, pero él a cada momento intentó acercamientos más directos imitando al personaje, además de decirle incansablemente «sempai» en las subsecuentes clases. No resistió un minuto más de tal acoso, enfureció, sin embargo no quiso hacer una escena delante de todos en el salón, por lo que dijo conteniendo su molestia:

— ¿Podemos hablar afuera un segundo?

Salieron del aula y entonces ella habló:

— ¿Por qué haces esto? ¿Te vistes como él e intentas imitarlo para burlarte de mí? Disculpa, ya sé que Morinaga es un personaje de un manga, no tienes qué hacer mofa de las cosas que me gustan sólo porque te dije que es mi novio.

Antes de dejarlo hablar se dio la vuelta intentando volver al salón, sin embargo él la tomó de la muñeca y respondió antes de que ella diera un jalón para liberarse:

— No me burlo de él, en realidad admiro su persistencia, quiero ser como él.

En ese momento ella zafó su muñeca e ingresó nuevamente al aula pensando en las palabras de Raúl. El resto del día dejó de molestarla e incluso no le dijo más «sempai».

Al inicio, Lucero lo consideró algo loco por disfrazarse de Morinaga Tetsuhiro, intentando ignorarlo todos los días pero Raúl, incluso comenzó a llevar la bata blanca todos los días, además compró luces para cabello azules y se las puso causando sensaciones extrañas en ella, de verdad su actitud principesca y sumisa, comenzó a mermar su cordura. Nunca imaginó que se volviera realidad el ver a un chico que a sus ojos comenzó a ser atractivo, más con los vivos azulados de su cabello.

Para el pobre Raúl las cosas no marcharon bien, vestirse como Morinaga acarreó algunos problemas en el trayecto a la escuela, algunas chicas le sonrieron y unas se tomaron fotos a su lado. Asimismo algunos chicos le guiñaron el ojo cosa que lo incomodó excesivamente, supuso que no todos los fanáticos de ese manga podían ser mujeres. Pero el momento más malo de todos, fue aquél día que puso los destellos azules en su cabello, puesto que al llegar a casa su padrastro lo miro gritándole:

— ¡Qué clase de mariconadas traes en la cabeza! Pensé que serías un hombre, no un rarito de mierda.

— Pero señor, no es por eso, es para conquistar una chica.

— ¿Te atreves a responderme? A ninguna chica le gustan con esos moditos que agarraste últimamente, además ayer pasé por tu recámara y vi varias impresiones de dibujos en tu escritorio. Justamente trae una bata como tú, lo más desagradable es que en varias de ellas está besándose con otro tipo.

— Le juro que no soy gay.

Lo tomó del brazo arrastrándolo hasta el fregadero de la cocina en donde le arrojó un cubo con agua fría sobre la cabeza empapando todo su cuerpo. Reclamando:

— Ahora quiero que te laves la cabeza aquí, hasta quitarte los brillos. No quiero que tu hermano te vea así, que tal si le contagias lo marica.

Sin reclamar nada tomó el jabón de trastes y lo vertió complaciendo a su padrastro. Luego caminó a su recámara con lágrimas de impotencia en sus ojos y golpeó su cama para calmar su ira sin ser escuchado, recordó tantos maltratos de los que había sido víctima desde muy chico, con ese señor como su tutor legal. Con la única persona que siempre se sintió querido fue con su pequeño hermano que solía defenderlo de los abusos, poniéndose incluso contra su padre.

Unos minutos después, cuando su ira disminuyó un poco, secó su cabello y se cambió inmediatamente la ropa. Al siguiente día amaneció con la garganta cerrada, los bronquios y el interior de su nariz un poco inflamados, con bastante fluido nasal, por lo cual denotó un poco de gripa, sin embargo se duchó poniéndose nuevamente su atuendo al estilo Morinaga, sin la bata ni los brillos azules. Sintió un malestar general, con algo de fiebre y lo peor fue el escurrimiento que lo hizo limpiarse la nariz muchas veces antes de salir de casa, mas abrigado de lo normal ya que el día estaba bastante frío y nublado.

En el salón se sentó junto a Lucero sin saludarla pues el malestar lo hizo arrepentirse de llegar en esa condición, topó su cabeza contra la banca y agradeció el frío material contra su frente. Una vez hubo comenzado la clase, Lucero de inmediato notó al chico con sus ojos cansados y su mirada enferma, sintió bastante pena por él, pues al concluir la clase no se levantó de su asiento. Todos salieron del lugar y ella lo intentó, puesto que tomó su mochila y dio algunos pasos a la entrada para luego dar la vuelta inmediatamente.

— Deberías ir a casa, te ves bastante enfermo.

— No me quiero mover, me siento mal. — Expresó Raúl sin levantar la cara.

Ella suspiró escandalosamente, pensando en animarlo un poco:

— Tú eres fuerte Morinaga, levántate ahora y ve a casa.

— Tengo que decírtelo Lucero, quiero ser apreciado por tus ojos, en realidad no sé si soy un amigo tuyo, pero sabes algo… — Sus ojos enfermos se levantaron para mirarla con una profunda intensidad y así continuó: — Me lastima…me duele que me rechaces así, quizá no soy Morinaga pero tú me gustas y yo soy real. Además haría cosas que otros chicos no hacen con tal de gustarte un poco. ¿Sabes que hice? Leí el manga y me gustó esa historia, aunque tiene demasiadas escenas explícitas que me brinqué, pero creo que es una historia de amor. No sé, pensé que si me vestía así, podrías fijarte un poco en mí, aunque las cosas nunca son como uno quiere.

El rostro de asombro en Lucero se mezcló con la fascinación, quizá ese chico no era Morinaga, pero algo dentro de ella la hizo pensar que esos sentimientos tan libres para expresarse sin esperar realmente nada, son tan lindos como aquella historia, más teniéndolo tan frágil, tan enfermo, por lo que respondió:

— Raúl, no te prometo nada, ni seremos novios, sólo vamos a conocernos en mis términos. Tú seguirás vistiendo como Morinaga, aprenderás a ser como él; de igual manera quiero ver la bata blanca y los destellos azules en tu cabello. También me vas a llamar sempai y tomarnos las manos por la escuela, pero obedecerás mis instrucciones y no pedirás más de mí, más que lo que yo esté dispuesta a dar.

Unos ojos de cachorro extraviado aparecieron en el rostro de Raúl que se levantó al instante de su silla conmocionado.

— ¿Entonces tú y yo?

— No, sólo vamos a ser amigos, te ayudaré a ser como Morinaga y tú me ayudarás a escribir mi fanfic.

Resignado suspiró, sin embargo una tibia manos se posó en su frente recriminando:

— No debiste venir a la escuela, tienes bastante fiebre. Aunque ese detalle me recordó a la vez que Morinaga le declara sus sentimientos a Souichi, por eso decidí aceptarte como mi discípulo. Entonces ahora vuelve a casa.

Raúl se sonrojó al instante, no pudo evitar sentirse profundamente atraído por esa mujer que lo quería volver como un personaje de sus historias. Lo mejor de todo es que ella no era el gran tirano Tatsumi Souichi que con una simple mirada hace temblar a todo el que se topaba en su camino.

— No puedo, me siento terriblemente.

— Entonces vamos a servicios médicos, ellos deben poder darte una pastilla para la fiebre.

Lucero tomó sus manos y lo jaló caminando juntos lentamente pues el malestar lo hizo moverse con la voluntad de su naciente enamoramiento.

En la enfermería, le dieron una pequeña píldora para bajar su fiebre, recomendando reposo, además de su regreso inmediato a casa. Sin embargo salió del consultorio y Lucero caminó a su lado. Se sentaron en la soledad de un salón mientras la pastilla hacía efecto, entonces Raúl para romper el hielo preguntó:

— ¿En dónde se declara Morinaga? Eso nunca lo leí y eso que vi todos los episodios.

— Lo que no sabes es que esos personajes son secundarios en otra historia que escribió la misma autora, una que se llama «Challengers».

Mientras hablaron, ella comenzó a dibujarlo, lo pinto como mirando directamente a los ojos a Morinaga. En el cuaderno lo puso enfermo, pero le agradó tener un chico para inspirarse.

— ¿Para qué son los dibujos?

— Son para mí, además lo subo al fandom junto con el fanfic que escribo.

— ¿De qué es tu fanfic?

Lucero explicó a detalle los pormenores de su fanfic, en donde Morinaga siendo mucho más pequeño y al cuidado de Souichi, descubre un amor puro y casto que buscará una respuesta muy pronto.

La fiebre descendió y de esa manera ambos asistieron a clases pero en la última hora la fiebre volvió a subir, por lo que Lucero no tuvo más remedio que acompañarlo hasta su casa, ya que lo miró demasiado enfermo que quizás podría desmayarse, debido a su andar lento y cada vez que se sentó en alguna banca, prácticamente se quedó dormido.

Tomaron el metro hasta la estación más cercana a la casa de Raúl, justo en la entrada ella cuestionó:

— Mañana tenemos clase a las nueve y te esperaré a las ocho treinta en la estación de tren.

— Sí. ¿Podrías entrar conmigo a casa y tomar mí mano? — Expresó suplicante Raúl.

— ¿Cuál es la finalidad de eso?

— Mi padrastro cree que soy gay, descubrió unas imágenes que imprimí para imitar a Morinaga y ahora no me deja en paz, de hecho me prohibió ponerme la pintura de cabello y la bata.

— Bueno, sólo porque esto sirve para que sigas intentado ser como Morinaga.

Ingresaron a la casa y desde la sala, la luz de la televisión iluminó un poco. Raúl prendió la luz cuando un grito se escuchó:

— Raúl no has limpiado la cocina, ¡ve ahora o no cenaras!

El rostro de Raúl palideció, bastante vergüenza la ocasionó recibir un regaño a larga distancia, sin poder siquiera presentar a su nueva «novia». Lucero le molestó bastante la actitud de ese señor que sin recibir adecuadamente al chico, lo regañara frente a ella. De ninguna forma como el trato que sus propios padres le daban a ella.

— Si señor, yo sólo le quería presentar a mi novia que ya se va y enseguida asearé la cocina.

Un tipo con aire grosero, algo regordete y mucho más alto que Raúl los miró con desdén llegando al comedor dónde ellos permanecieron.

— Buenas noches jovencita, menos mal que eres una chica o este tonto estaría castigado.

Lucero reprimió sus comentarios, tenía toda la intensión de molestar a aquél señor, sin embargo, mirar el rostro de temor en Raúl le cambió sus intenciones, por lo que respondió:

— Por supuesto señor, no sé si él le comentó pero tenemos un festival muy pronto y él tiene que disfrazarse de un personaje de caricatura y yo haré el papel de un chico. Así fue como nos conocimos en una actividad extra curricular para subir nuestro promedio. Necesita llevar su disfraz, espero no sea una molestia.

— Raúl es un tonto, debió decirme las cosas, nunca me dice las cosas y por eso se lleva reprimendas. Debería ser como Ricardo, él siempre ha sabido expresarse.

— Señor, Lucero tiene que irse a casa, porque tenemos mucha tarea, le agradezco que me permita seguir llevando el disfraz. — Espetó Raúl para comenzar con el aseo y poder descansar de su enfermedad.

— Oh sí, hasta luego jovencita. — Respondió el padrastro de Raúl.

— Hasta luego señor, nos vemos mañana Raúl. — Se despidió con una sonrisa falsa Lucero.

Ahora más que nunca, ella sintió un hueco en lo profundo de su corazón, Raúl tenía una vida bastante difícil, al parecer ese señor era toda una molestia para su compañero de rol. No obstante, de alguna forma le atrajo más todo lo referente a la joven que empezaba gustarle, eso debido a la similitud entre el personaje del manga con Raúl.

La casa de ella a un par de estaciones del metro, bastante cerca de la estación, la hizo llegar en cuestión de algunos minutos, con sus trabajadores padres para recibirla amigablemente:

— ¿Cómo te fue Lucero? — Preguntó su madre, una mujer un poco más alta que ella, de cabello rizado idéntico, y muy sonriente.

— Muy bien mamá, hoy hice un nuevo amigo, mañana lo voy a traer a la comida si les parece bien.

— Por supuesto hija. — Expresó su padre.

— ¡Mañana me voy a disfrazar de Tatsumi Souichi!

— Que bueno hija, pero antes que sigas, ven a comer que te hace falta, ya que estas muy delgada y estudias mucho. — Regaño su mamá.

Lucero se sentó en aquella mesa de su cálido hogar a continuar platicando sobre su día con las clases y recibiendo ayuda en las tareas, a pesar de estar bastante mayor, ya que sus padres siempre se habían preocupado por su educación. Su padre como ingeniero, trabajando bastantes horas, sin olvidarse de su familia y su madre como ama de casa para proveer el cuidado necesario a su pequeña Lucero.

La mañana siguiente muy temprano, se colocó algunas vendas sobre sus senos para reducirlos y sacó el disfraz que tenía guardado en su armario de Tatsumi Souichi, el cual consistía en una peluca rubia, una camisa y unos jeans que disimulaban sus caderas. Se puso todo de inmediato, saliendo a prisa hasta la estación del metro, encontrando a su Morinaga que de inmediato la identificó:

— Luce… — tartamudeó asombrado Raúl siendo inmediatamente interrumpido por Lucero.

— Ya sabes que soy sempai, así que salúdame adecuadamente.

— Buenos días Lucero sempai.

— ¡No y no! Sólo te referirás a mí por «sempai», sin decir mi nombre.

— Buenos días sempai.

— Así pero sonríe como lo haría él.

Una sonrisa algo forzada salió de los labios de Raúl que le asombró mirar a su novia luciendo como un chico, más que eso, siendo una completa tirana tal cual Tatsumi Souichi.

— ¿Entonces puedo tomar tu mano sempai?

— Ya sabes que sí, te dije que ese sería nuestro acuerdo, además de….

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Continuará…

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Saludos a todos, espero que esto resulte ser algo interesante, pretendí hacerlo completo, sin embargo el tiempo se me terminó y no me fue posible terminar. En la subsecuente semana espero finalizar "La silenciosa Fukuoka" y luego otro par de especiales de cumple, además de la votación para el siguiente orden de actualización.

Agradecimientos a Gabriela Ibarra por la hermosa Imagen de nuestro querido Morinaga fake y Lucero como sempai. Les envío un saludo cordial esperando sus comentarios.