Nulla poena sine iudicium
NA: ¡Hola! Estoy muy emocionada, es mi primer Dramione ―primera incursión en Harry Potter ―. Espero sea de su agrado.
Sinopsis: Hermione Granger inicia su ambiciosa carrera de leyes buscando un juicio justo para Narcissa Malfoy.
Disclaimer: Harry Potter no me pertenece.
Capítulo I
"No hay rey que no haya tenido un esclavo entre sus antepasados, ni esclavo que no haya tenido un rey entre los suyos".
Helen Keller.
Hermione aún mantenía extendido su brazo. Los dos knuts que había arrojado a la fuente, ya se habían sumergido, sus ojos estaban clavados en la patética escultura del elfo doméstico, y su brazo extendido como si intentara tocar algo.
Las personas caminaban presurosas, algunos arrojaban monedas a la fuente sin prestar atención al trofeo de superioridad humana que Hermione miraba con repulsión.
-Tras de ponerle ese rostro embobado al elfo doméstico, la figura del mago resulta más importante que la bruja-pensó la mujer con frustración. Sus ojos recorrieron una vez más el aspecto servil del elfo doméstico. Realmente, después de todo lo que había pasado, lo mínimo que podían hacer era evitar aquellas prácticas que buscaban perpetuar ideas enfermas de superioridad y prejuicios. Suspiró.
La joven bruja posó su mirada en el sobre amarillo que apretaba entre sus manos. Caminó a la chimenea rumbo al Callejón Diagon.
OoO
Apartadas de los demás comensales, Luna terminaba de saborear su copa de helado, ya había terminado de comer el color naranja, como muy emocionada le hizo notar a Hermione. Le dirigió una sonrisa amable mientras se llevaba a la boca un poco de helado amarillo, la castaña abrió el sobre con seguridad.
―Han dicho que sí―.
―¿Estás segura?, existen unas criaturas que te hacen ver lo que quieres ver―le dijo Luna señalando con su dedo la posible trayectoria de esas criaturas alrededor de los ojos de Hermione.
Hermione le tendió el papel, la joven de cabello rubio antes de leerlo se aseguró de alejar cualquier criatura que se interpusiera entre ella y el documento. ―No la tendrás fácil―dijo suave al terminar de leer.
Hermione asintió. Aún recordaba la amenaza que le habían hecho días atrás cuando presentó su solicitud. ―Aléjate de nuestros asuntos o la pagarás caro―habían sido las palabras más amables que recibió, cuando se presentó ante la Oficina de Seguridad Mágica. Sin embargo, el valiente espíritu de la gryffindor no temblaba ante maldiciones imperdonables, mucho menos ante amenazas de personas sin escrúpulos.
Tenía una meta clara y lo lograría. Había regresado con un único objetivo en mente…
―Una vez donó a mi padre una cantidad admirable de galeones, logramos hacer un viaje a Sudamérica para encontrar a un clan de chupacabras―habló Luna con una sonrisa, logrando sacar a la castaña de sus pensamientos.
Hermione le agradeció la compañía, Luna sonrió y antes de marcharse agregó:
―Deberías ver a Harry, le agradará la noticia―.
oOo
―Estoy intentando hablar con ella―murmuró Harry sentado en un cómodo sillón al lado de la chimenea, le molestaba que todos sus amigos entraran a su casa con sumo cuidado, rápidos y silenciosos, sin prestar atención a las mejoras que había hecho en el vestíbulo, continuó:―Colocó un hechizo muy poderoso de permanencia, quiero que me dé pistas para saber cómo quitarlo―.
Hermione sonrió, recordó los gritos que la madre de Sirius Black solía proclamar desde su retrato y todos los intentos por acallarla.
―No me agrada tenerla en el vestíbulo, nadie quiere tener un manto negro cubriendo la pared de la entrada principal de la casa, creen que oculto cosas―.
―Pues es algo digno de ocultar―respondió la mujer, quitó las arrugas que se habían hecho en su falda al sentarse, dejando claro que dudaba sobre cómo empezar la conversación―¿Estás libre? ―.
―Sí, ya sabes… después de una misión larga nos tomamos algún tiempo, siete días trabajando, siete días descansando―sonrió pensativo―Un lujo que nos podemos dar cuando hay suficientes trabajando-dijo con algo de amargura.
La desaparición definitiva de Voldemort había logrado que más personas se acercaran a prestar sus servicios en las distintas oficinas del Ministerio, con un auge admirable en el Departamento de Aurores. Como había sucedido en otras épocas de la vida de Harry Potter, todos querían tener algo que ver con él y muchas personas querían ser compañeros de aventuras del valiente mago. Sin embargo, no todo era tan claro.
Harry no tardó en notar que realmente el Departamento de Seguridad Mágica, y otros similares, pronto se convirtió en una forma de venganza, algunas personas-más de las que debían- que sufrieron a causa de Voldemort o sus seguidores, se unieron a su departamento para dar caza legal a cualquier mago o bruja de sangre limpia que se les atravesara en el camino. Aquella situación le quitaba el sueño.
―Quería contarte algo, Harry―dijo Hermione. Notó la mirada oscura en los ojos de su amigo, conocía bien la preocupación de Harry y el sentimiento de impotencia del muchacho. Agregó: ―Llevaré a juicio el caso de Narcissa Malfoy―la mirada del muchacho cambió, una luz encaminó sus pensamientos: ―Quería que lo supieras―.
―Es magnífico, Hermione―dijo el muchacho con determinación―He planteado varias veces propuestas para hacer algo con ella, pero los de la Oficina de Reclusión y Encarcelamiento no me han dejado acercarme―.
―Lo sé, por eso quería hablar contigo antes de iniciar todo―.
Harry no necesitaba más palabras para comprender la seriedad del asunto. Para nadie era un secreto que Gran Bretaña se las estaba viendo en graves aprietos por todo lo que tenía que ver con el tratamiento de los sangre limpia, los mortífagos y el odio. Muchas heridas estaban abiertas y las muertes, de los dos bandos, pesaban sobre todos.
Cuando la comunidad mágica se enteró de la muerte de Voldemort en manos de Harry Potter se desencadenó una conmoción difícil de controlar por varios meses. Seguidores ocultos de los mortífagos intentaron terminar la misión de su señor. No faltaron las muertes de muggles en aquellos oscuros meses. El orden tardó en llegar.
Además, hubo ataques en contra de las familias de sangre pura, pocos de sus negocios lograron sobrevivir a los incendios, muchos perdieron todas sus pertenencias y por poco sus vidas. Hubo una suerte de histeria colectiva. A ratos, todas las familias hablaban de cuantos hijos de muggles tenían entre sus ascendientes y empezaban a visitar lugares del Londres muggle tensando aún más la situación; poco tiempo después, alguien se proclamaba seguidor de Voldemort y con dificultad invocaba una marca que remedaba inútilmente un rostro cadavérico.
Desde Hogwarts se hizo un esfuerzo enorme para regular la situación, iniciar de nuevo con el ciclo lectivo y tratar de hacer entrar en razón al Ministerio de Magia que vivía un reacomodamiento exhaustivo.
Para inquietud de muchos, en especial de Harry, el abuso de autoridad se hizo incontenible. Desde el Ministerio se permitieron grandes atrocidades en un intento vano de apaciguar los espíritus dolidos de los sobrevivientes. Terribles historias de torturas, violaciones y asesinatos se escondían entre las paredes del Departamento de Seguridad, bajo un manto de dudosa legalidad.
Una furia, igual de devastadora que la que Voldemort planteaba, se acomodó, sin ningún inconveniente, en las personas que se hicieron cargo de la persecución, procesamiento y encarcelamiento de cualquier posible implicado con el Señor Tenebroso: de cualquier mago de sangre pura.
Harry Potter sabía que lejos de los prejuicios sobre la sangre, la posibilidad de adquirir poder, reconocimiento y dinero con el nuevo régimen que se había logrado gracias a él, eran los motores que habían dado origen a una nueva violencia.
A Harry le mortificaba aquella situación. Ningún mortífago merecía el trato inhumano y denigrante que les daban en nombre de él, del niño que vivió. Todas las mañanas, al levantarse debía reprimir sus deseos de irrumpir en Azkaban, de lanzarse sobre los ruines hombres que sobornaban a cambio de no iniciar sus investigaciones injustas, y de hacer mal su trabajo: de no atrapar a ningún mortífago; porque en el fondo temía lo que pudiera pasar si caían en manos de los nuevos jefes de la magia, cegados por el odio y el poder.
Observó a su amiga, su rostro se había perfilado y sus ojos eran, quizá, un poco más incisivos. Hermione era apadrinada por grandes magos y brujas de otros países que no estaban de acuerdo con la política subrepticia utilizada para acabar con la amenaza de los mortífagos tomada por el Ministerio de Magia de Gran Bretaña.
Tras de que las finanzas mágicas de Londres habían caído en recesión, la comunidad mágica internacional exigía que se aclarara la situación de muchas personas que habían perdido todo en aquellos seis años.
Ya varios Ministerios de otros países habían manifestado su decisión de bloquear el comercio y las relaciones internacionales si no se procesaba adecuadamente a los supuestos mortífagos que aún quedaban vivos. Exigían la celebración de juicios justos y la rendición de cuentas. Era de conocimiento común, que la mayoría de los presos por crímenes contra la comunidad mágica o contra los muggles terminaban pudriéndose entre las rejas de Azkaban, sin tener oportunidad de plantear su inocencia, una defensa.
El caso que había desatado las críticas internacionales fue la muerte de un niño, llamado como su abuelo, un ex mortífago, muerto en la Primera Guerra, pero que "por error" el nombre se había traspapelado y el niño había ido a parar a Azkaban sin ninguna justificación real, donde tiempo después murió por "una extraña enfermedad genética".
―Sólo quiero sentar precedentes, Harry―trató de aclarar la muchacha―No quiero ponerte en ninguna situación difícil―.
―Tranquila, todos estos años me las he arreglado para evitar esos actos crueles; me entusiasman tus planes, sé que las cosas mejorarán―ante la mirada preocupada de su amiga, agregó―Sabes que puedes contar con mi ayuda―.
―Gracias, Harry, a ellos no les agrada que esté aquí―.
―¡Por supuesto que no! Tú pondrás en orden a esos sujetos y acabarás con todas las arbitrariedades que han auspiciado; aún quedan miembros de la Orden en las otras oficinas del Departamento de Seguridad, podrás contar con ellos en cualquier momento―.
oOo
El día anterior, la habían pasado de oficina en oficina, en una tediosa espera, nadie la alzó a ver ni le preguntaron qué se le ofrecía, aunque, claro, todos sabían por qué estaba ahí. Había sido amable, respetuosa, había esperado con serenidad. Respondió impávida a la indiferencia hostil de las personas que trabajaban en el despacho.
El día anterior, se mantuvo sentada en el sillón donde el Jefe de la Sección de Visitas a Azkaban le pidió que esperara hasta que un conserje le informó que debía cerrar las oficinas. El hombre pareció reconocerla como la amiga de Harry Potter, parte del Trío Dorado que ayudó a destruir los horrocruxes, por lo que se mostró amable con ella.
Hermione no desaprovechó la oportunidad para solicitarle información al conserje. En un principio, se mostró reacio a responderle, pero terminó describiéndole el lugar donde guardaban los expedientes.
Por eso, aquella mañana, Hermione, al abrirse las puertas del Departamento de la Oficina de Seguridad Mágica, se dirigió a una pequeña sala. Ignoró todas las miradas socarronas y comentarios burlistas que le dirigieron los administrativos, que pretendían tenerla esperando todo el día como la vez pasada. Con rapidez atravesó los dos escritorios que se interponían entre ella y el archivero.
Había supuesto que todo estaría desordenado y tardaría en encontrar lo que buscaba, sin embargo, la letra M la saludó en cuanto abrió la primera gaveta. Antes de que alguien pudiera reaccionar, Hermione se devolvía sobre sus pasos con el grueso expediente de Narcissa Malfoy bajo el brazo.
Antes de salir, tiró un papel sobre el escritorio de Falco Holt, jefe de la Sección de Visitas a Azkaban, con la mirada la joven le advirtió que se alejara de ella. Sin más se marchó.
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Siempre había mantenido una buena relación con Percy, pero conocía de sobra que el Weasley podría ser inflexible en sus ideas, terriblemente terco y equivocado. Sin embargo, la señorita Granger no dudó en pedirle un favor. Percy la escuchó con atención, sopesando las palabras de la mujer. Tenía una gran estima por Hermione y desde que se enteró que había terminado sus estudios, deseaba ofrecerle un puesto en el Ministerio.
―Holt no firmara tus visitas, eso puedes tenerlo por seguro―repuso el pelirrojo cuando la mujer terminó de explicar la situación. Hermione entrecerró sus ojos. ―Pero alguien podría firmarlas por él―la muchacha le dedicó una sonrisa. Después de haber sufrido un traspié al no reconocer que su superior no era el verdadero Ministro, varios años atrás, el asesor, Percy Weasley, encontró en la tarea de Hermione una manera de limpiar su error…
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Llegar a Azkaban resultó más difícil de lo que suponía. Tuvo que hacer varios intentos antes de elevarse de una vez por todas en su escoba y una vez en ella, el viaje fue todo, menos agradable. Tardó más de lo que esperaba.
No estaba permitido utilizar la magia en los alrededores de Azkaban, ―Al menos no para mí―se dijo Hermione cuando pudo poner los pies en la tierra. Un muro de concreto gris se alzaba ante ella impenetrable, salvo por la estrecha puerta de metal por la que debería pasar todos los días por una temporada. Llenó sus pulmones del frío aire marítimo y se colocó en el lugar de inspecciones.
Tardaron en atenderla, tardaron en devolverle la varita, tardaron en abrir las puertas. Tardaron tanto en abrir las puertas que se hizo de noche y tuvo que marcharse.
oOo
―Gracias, Harry―murmuró la muchacha, apretó con cariño el brazo del auror―Sé que no te gusta venir aquí―.
―Nos estaba dando muchos problemas, en algún momento tendríamos que traerlo―murmuró con algo de pesadez Harry refiriéndose al hombre que habían estado investigando y esa mañana dejaron en Azkaban―Al menos no será en vano, has logrado entrar―.
―Sí, no los defraudaré―se despidió de su amigo y caminó hacia las oficinas que vigilaban a las prisioneras.
Un empujón fue su saludo. Una robusta mujer, quien debía ser Stella Riverside, la encargada de aquella sección, había impedido el ingreso de la castaña a la oficina. Hermione trastabilló y chocó contra la pared, sin embargo, su mirada fuerte no tembló. –Buenos días―saludó amable, pero su boca se torció en un gesto poco claro entre furia y piedad.
―Sal de mi oficina―escupió la mujer. Un cartel con letras doradas daba el nombre a la Sección: Ingreso área femenina. Una salita de recepción, con un escritorio largo al fondo, una puerta de vidrio daba a otra sala amueblada únicamente por un sillón viejo. Atravesando la frugal recepción, dos oficinas más. Al fondo, un oscuro y estrecho pasillo.
―Necesito la ubicación de Narcissa Malfoy―.
―Usted necesita salir de aquí, por su propia seguridad―habló otra persona, un hombre de ojos pequeños y dientes amarillos que pareció salir de una de las paredes―Este lugar es peligroso, señorita―la tomó del brazo y se le acercó, le hablaba desde atrás con un tono que fingía preocupación: ―No querrá que la reconozcan, no, no, este lugar es peligroso para personas como usted―.
―Qué desfachatez, la novia de Harry Potter tratando de liberar a los salvajes que tanto esfuerzo le cuestan atrapar―exclamó de pronto otra bruja, de cabello rebelde y rojizo que se acercaba jugueteando con su gruesa varita.
―Mucho gusto, señora, veo que me conoce―dijo sonriente Hermione, la mujer abrió mucho los ojos ante el comentario, los ojos amarillos de la custodia se clavaron con furia en Hermione.
―No pierda el tiempo aquí, señorita―habló de nuevo el hombre, le apretó un poco el brazo―Es peligroso, muy peligroso―tenía una voz serpentina y le olía a pantano; a Hermione le recordaba Dolores Umbridge.
―Preparen la sala para entrevistarme con Narcissa Malfoy―dijo Hermione, movió con brusquedad su brazo para apartar al hombre y se dirigió a Stella.
―Me temo que no está disponible, la señora Malfoy no sabe de su visita―dijo la bruja, se sentó en la orilla de un escritorio cercano. Hermione apretó imperceptible su puño, había escrito una carta para que le avisaran de su visita―Puede esperar, si desea―dijo con desprecio, señalando la puerta que la muchacha apenas había podido atravesar.
―O puedo escribir un informe solicitando que se conforme un organismo internacional para la investigación del procesamiento, juzgamiento y encarcelamiento de las personas que están aquí―dijo Hermione, tranquila―En todo caso, a eso vine―alzó los hombros, desinteresada.
―Llene el formulario―terció la bruja y le arrojó un grueso forro de papeles―Y llénelo bien―.
Hermione les lanzó una última mirada, le dio un leve empujón al hombre que la miraba con los ojos muy abiertos y fue a la pequeña sala de espera. Nombre completo: Hermione Jean Granger. Pronto su letra pequeña y apretada rellenó todos los espacios disponibles.
Había practicado en su casa cómo llenar el formulario, tenía todas las respuestas listas. Además, gran parte de su tiempo lo había dedicado a escribir. Sonrió autosuficiente cuando, veinte minutos después, colocó el formulario sobre el escritorio de la mal encarada bruja pelirroja, que examinó con ferocidad y detenimiento cada palabra escrita.
Hermione la oyó carraspear un: ―Espere afuera―. Unos minutos después, Stella Riverside salió de su oficina. –La señora Malfoy no puede atenderla, no está disponible―le tendió un papel.
La castaña la miró con detenimiento y tomó la hoja blanca protegida por un plástico. Por la firma en la esquina inferior derecha supo que la letra era de Narcissa Malfoy. –Solo en la tarde―decía. Hermione devolvió el papel.
―Vendré en la tarde―dijo y salió de aquella oficina tratando de recuperar aire.
Hola, ¿cómo están? ¿Qué les pareció? Qué alegría saber que han llegado hasta aquí...
Espero que les haya gustado este primer capítulo y que me hagan saber sus opiniones. El estilo tiene un aire de viñeta, relatando los episodios más importantes. Si ha quedado alguna duda me gustaría que me la hagan saber.
Por ahora sabemos que Hermione es abogada y acaba de terminar sus estudios, que Harry trabaja en el departamento de aurores y se han producido una serie de irregularidades en Azkaban.
En el próximo capítulo aparecerá la cliente de Hermione. Y es sobre esto que quería hablar, este es un fic Draco-Hermione, creo que soft o leve. En fin, Draco aparecerá pronto, pero primero su madre.
¡Gracias por leer! Y ojalá me regalen sus opiniones, porque los reviews nos hacen felices a todos :D
¡Nos estamos leyendo! Saludos
