Noche de Brujas
-¡Roufa, deberías ponerte ésto!
Rinalí miró por sobre su hombro a Baku, el ilustre, con una cabeza de zorra roja en la mano izquierda. Orejas orladas y puntiagudas de piel blanca. Gemas relucientes en la punta de los bigotes, que los hacían temblar.
Roufa se mordió el labio inferior. Se sonrojó ligeramente y dijo:
-¿No es demasiado para...?
-¡Tonterías!-Le interrumpió Baku, moviéndose rápidamente hacia su espalda con la máscara en las manos.-¡Mira, te quedará muy bien!-Había susurrado, con ese ímpetu real, indiscutible, asegurándole la careta sobre los hombros del vestido rosado.
Por detrás de la mueca larga , con la lengua hacia fuera, el rostro delicado de ojos color miel, se retorcía , sonrojado.
-¡Una para ti,Wong!-Exclamó Baku, sacando una cabeza de cigüeña blanca, con un pico anaranjado para el más anciano de la rama asiática.
Luego, le pasó a Rikel una máscara con forma de cobra roja. Su cabello negro desapareció bajo esa cabeza pintada con escamas sumamente reales.
Le dió un tigre dientes de sable a Shifu (que había venido con la misma mezcla de incredulidad y enfado que los demás aprendices de la sección científica), y una vez más le sonrió a Rinalí, antes de avanzar hacia ella con las manos juntas, como en rezo.
Rinalí tenía la esperanza de que se hubiera olvidado de su existencia por un segundo, pues al fin y al cabo, era agradable quedar en la nada cuando sus ojos negros no la enfocaban. Se sentía en un pedestal de la Inquisición, cuyo juez era o un bufón o un sátiro, en definitiva.
-¡Oh, para ti, pequeña Lee, hay algo realmente especial!-Le dijo con un guiño de su ojo derecho. Metió la mano en entre las perchas y pronto sacó un vestido diminuto, color negro, con una rama de cerezo a la altura de la ajustada falda.
Reprimió el Grandioso una carcajada lujuriosa, mientras Rinalí tomaba el disfraz de cortesana con los dedos temblorosos. Era de una seda increíblemente suave, como agua en los dedos, ligera.
Se metió en un vestidor, suavemente empujada por el joven noble, que la miró con los ojos muy brillantes, asomado por la cortina, antes de que Fou lo alejada de una patada.
Rinalí se encogió de hombros tras ataviarse rápidamente, frente al espejo. "Una cortesana, justo para mí...", se dijo amargamente, apartándose un cabello de la cara. A penas había llegado ayer y Baku Chang ya comenzaba con su usual acoso.
-No deberías permitirle eso.-Una voz aniñada le dijo, a su espalda, un poco más abajo. Rinalí volteó la cabeza para encontrarse con Fou, la deidad ancestral del Palacio Chang.-Por muy real que sea, si es un cerdo hay que decírselo.-Añadió cruzando los dedos sobre la nuca y entrecerrando los ojos color esmeralda (Rinalí se preguntó si acaso no sería piedras incrustadas).
-No hay mucho que yo pueda hacer.-Contestó, entrelazando las manos y colocándolas sobre la falda negra, que a penas si cubría difícilmente un tercio de los muslos.
-¿Y no preferirías estar en otra parte, antes que en su estúpida fiesta de Halloween?
Los ojos de Rina brillaron, insustancialmente. Allen se había negado con toda la amabilidad posible a asistir a la celebración formal en el Palacio Chang. Él y Rabi irían a beber algo en una cantina del pueblo. La joven Lee admitió, bajando la cabeza, para sus adentros, que le gustaría diez mil veces más acompañar a sus mejores amigos a ese festín improvisado con los "plebeyos" antes que pasar toda la noche entre la soberbia y pesada opulencia (ni que decir, el acoso) de ese enorme espacio forrado de mármol, plata, oro y demás brillantes.
Por la parte abierta del vestidor, desde donde acababa de entrar Fou, gracias a una rendija nacida por la cola de dinosaurio levantada en un ángulo de noventa grados, Rinalí pudo ver que unas muchachas disfrazadas de gitanas -o gitanas verdaderas, allí todo era poco usual- se divertían , probándose accesorios de fantasía.
Una mano de Fou, fría como la piedra (de la cual probablemente estaba hecha), le tomó el hombro y la acercó a la mejilla marmórea para que los labios tallados en rubíes le susurraran, curvados con picardía:
-Si el gato no está , los ratones se divierten. No obstante, si el gordo y mimado felino está ocupado con un señuelo, las presas escapan indudablemente.-Uno de sus ojos pétreos, centelló y guiñó, en tanto su pequeña naricita de mármol movió el puente, como si estuviera a punto de estornudar.
El pequeño espacio se llenó de un humo púrpura que olía a especias. Rinalí se tapó la boca para opacar la tos. Le ardía la garganta y le lloraban los ojos.
Cuando su vista se aclaró de nuevo, se vió a sí misma por triplicado. Tanto su reflejo como una chica frente a ella la imitaban, salvo la segunda que se mantenía erguida, con el puño en la cintura y sonriendo con aire de superioridad, difiriendo de ella misma, la verdadera, que tenía los hombros bajos y el rostro perplejo.
-Una vez cada cien años le hago un favor a algún mortal torpe. Últimamente se ha vuelto costumbre, pero haré una excepción.-Explicó la otra Rinalí, con aire pensativo y palabras graves.
Rinalí tenía que admitir que, de haber tenido la oportunidad de pronunciar semejantes palabras, las hubiese dicho de la misma manera. El parecido era innegable y sentía que un abismo se abría bajo sus pies. Un poco aterradora esa situación.
De repente, las piezas encajaron y los ojos de Rina brillaron. Fou chasqueó los dedos y una capa negra apareció en sus manos. Se la ofreció a la muchacha china y se humedeció los labios.
-Puedo engañar al Grandioso durante unas horas, si no dejo que se acerque mucho. Pero debes volver antes de media noche, Cenicienta, porque planea hacerte cierta proposición entonces. -Le guiñó el ojo mientras se estiraba la mejilla y le sacaba la lengua. Rinalí se colocó la capa y tras cubrirse el rostro con el velo, sonrió bajo la tela oscura, sumamente agradecida a pesar del nudo que nació en su estómago tras oír eso.-Ahora: Sal con las gitanas. Me imagino que las que no se queden a entretener, irán al pueblo a hacer dinero con patrañas. No entiendo cómo se le ocurrió traerlas de Europa a ese idiota, en serio.-De momentos, la voz de esa Rinalí se agrava hasta parecerse sospechosamente a la de la Deidad del Templo. Pero eso Fou pareció notarlo y para disipar el nerviosismo restante en Lee, se aclaró la garganta, se encogió ligeramente e hizo una inclinación muy pronunciada pero delicada. Rinalí se dijo que era algo que ella misma haría.-Por supuesto que cuidaré como se debe del joven Baku Chang.
Rina sintió la libertad fluyendo con un gusto agridulce por su pecho y no sin temblar un poco, salió del vestidor hacia las mujeres que le habían señalado, ni bien Fou se fue por donde ella había entrado, dispuesta a seguir dejándose cortejar por el noble de intenciones amorales.
Notitas de Proxy
No comencé a drogarme, lo juro. Lástima que cuando empecé a maquinar ésto, leía Nova de Delany y aún ni sabía de la Reverse. Eh...Lamento el OOC y la falta de sentido en general. ¿Me dejarán un review para comentarme cuánto les indigna:)
