Adventure Time no me pertenece. Y no, Marceline tampoco.


Just your problem

Cuando la puerta de su casa se cerró, la cueva se llenó del eco del golpe durante unos escasos segundos, durante los cuales Marceline apretaba los puños, deseosa de salir de su casa dispuesta a moler a palos a aquella estúpida y soberbia Princesa.

Cantar aquella canción bajo la protección de su sombrero y ante la atenta mirada de Finn, Jake y la Princesa Chicle había sido un error. Todo había empezado con una de sus típicas canciones, ¿por qué ella tenía que meter las narices en todo? ¡Cantaría lo que le diese la gana!

Aunque pagaría por volver a ver la cara de la Princesa, esa cara de incredulidad ante lo que estaba viendo, escuchando como las mismas palabras que ella había chillado años atrás se hacían presentes en la canción de Marceline. Así aprendería a controlar los impulsos otra vez. Porque ella, la Reina Vampiro, no se permitiría llorar otra vez por la Princesa Chicle. Nunca más.

—¡Hey, Chicle! —Ronroneó Marceline mientras se arrastraba por la cama hasta llegar a su compañera— ¿qué te pasa?

No obtuvo respuesta. Observó el chicle rosa de la Princesa y aguantó las ganas de devorarlo de nuevo. Pasó la lengua por sus labios, deseosa de aquel tono rosa que tanto le gustaba y allí lo notó. Un cachito de chile había quedado olvidado en la comisura de los labios de la Reina Vampiro. Lo degustó con tranquilidad, mientras observaba a la Princesa Chile de espaldas.

Chicle se levantó lentamente y se vistió. Como no encontró su camiseta rosa, decidió coger una de Marceline, negra, que no iba acorde a sus gustos. Recogió sus cosas en silenció y se colocó su bolso en el hombro.

Marceline no entendía nada. Había sido una noche como las de siempre, como todas las otras que habían pasado en compañía una de la otra. Una noche como las demás, pero con un matiz especial, que nunca olvidarían. Porque, justo aquella noche, la Reina Vampiro se había convertido en una adolescente normal y había decidido decirle a la Princesa Chicle la verdad, una verdad que había permanecido oculta en su interior por muchísimo tiempo. Una verdad bastante incómoda, pero totalmente necesaria. La quería. Y no como amiga, precisamente.

Porque las amigas no hacen esas cosas.

Por eso no entendía la situación, ¿la habría hecho enfadar? Aquella princesa era realmente gruñona. Observó cómo se colocaba la corona y decidió hablar.

—¿Hay algún problema? —Se aventuró a preguntar.

—Tú eres mi problema, Marceline.

Aquel fue el último día que se trataron como algo más que simples compañeras. La frialdad de la Princesa aumentó y el distanciamiento que creó entre las dos fue constante. Fue exactamente igual que el milenio pasado, Marceline volvía a ser olvidada per la persona que amaba.

La Reina Vampiro observó la camiseta que la Princesa Chicle le había devuelto, tres años después de que ella se la llevara sin pedirle ni siquiera permiso. La cogió con desgana y la tiro fuera de la casa. Sólo podía hacer una cosa para calmarse y no matar a la Princesa.

Marceline destrozó media casa a golpe de bajo-hacha.


Últimamente no puedo parar de escribir pequeñas viñetas de Adventure Time.
Espero las reviews impaciente.

Y sí, también recibiré con gusto los tomatazos.

HanaHana.