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Como una pequeña aclaración para toda la historia...soy nueva dentro del mundo de OnePiece, por lo que no estoy del todo segura de las personalidades de los personajes. Entre ellos incluyo a Doffy, Law y Kidd.

Apenas voy en el capítulo 200 del anime pero aun así decidí incluirlos en la historia :v Por lo que su personalidad saldrá OCC...aunque espero irla mejorando conforme vaya mejorando la historia.

De antemano, ¡muchas gracias por leer!

Disclaimer: OnePiece no es de mi propiedad. La imagen utilizada como portada tampoco es de mi propiedad.

Reseña:

"Desde que comenzó su día, Nami sabía ya que todo sería un desastre. Desde el hecho de que hubo mucho trabajo en el hospital, o que tuvo que salir muy tarde del trabajo a causa de eso. Pero bien, lo que jamás esperó, fue que la persona que decidió salvar esa misma noche, resultara ser la persona más peligrosa del bajo mundo: Trafalgar D. Law."


-Rondo of Nightmare-

Apenas y puso un pie en el hospital, pudo notar que todo era prácticamente un desastre. Había muchas personas heridas en el suelo, mientras que otras más yacían en su respectiva cama. Si miraba hacia otro lado de la habitación, podía notar el cómo las enfermeras corrían de un lado a otro, cargando con cuidado diferentes frascos de medicina y jeringas. Fue entonces también, en que Nami se percató de lo delicada que era la situación.

Si de por sí había empezado mal su día por no escuchar a tiempo su alarma, o también por el hecho de que no había tenido tiempo de ir a desayunar algo, ahora resultaba que había ocurrido algún tipo de accidente en donde muchas personas habían salido gravemente heridas.

-¡Llegas tarde, Nami!— escuchó a otra de las enfermeras decir, estrellándole en el pecho un botiquín de primeros auxilios. —¡Deja de perder el tiempo y ponte a trabajar!

No fue necesario el que se lo tuvieran que repetir; ella ya se encontraba corriendo hacia las personas que estaban en el suelo, sabiendo que ellos sólo necesitaban de un rápido chequeo.

Sin contar el tiempo, Nami estaba segura que habían pasado ya una que otra hora desde que comenzó a trabajar. La mayoría de los pacientes que llegaron en gravedad ya habían sido tratados, y aquellos que estaban con una que otra cortada ya habían sido dados de alta. A comparación de cuando había llegado, la sala de urgencia ya se encontraba más despejada.

Tomando un pequeño tour por entre las camillas, ayudó a examinar a uno que otro paciente, ayudando a las enfermeras y doctores que ya los estaban tratando. Quizá su ayuda podría ser necesaria en otro departamento o en otra camilla, pero mientras más rápido pudieran terminar, sería mejor.

-¡Entró en paro!— escuchó gritar a sus espaldas. Grito que hizo que los doctores que estaba ayudando se distrajeran por completo. Nami, tras notar eso, gritó: —¡Ustedes vayan, yo me encargo!— dicho eso, fueron a la ayuda de ese otro paciente.

Estaba consiente de que esa clase de cosas no solían pasar, siendo que siempre había muchos doctores dentro de la sala de urgencias, siendo ahora la excepción porque se encontraban dentro de las vacaciones de invierno para muchos; es decir, no había suficientes manos.

Otra hora más pasó, y la urgencia de la mañana por fin había terminado.

Muchos de los médicos que les había tocado atender esa situación yacían dentro del comedor, descansando. Nami no era la excepción.

Con una postura muy aflojerada y hombros caídos, se encontraba sentada en una de las tantas mesas del Hospital Merry. Aunque también ya se encontraban sirviendo el almuerzo del día, lo único que deseaba del momento era poder tomarse un respiro en lugar de comer. Ingerir alimentos después de eso era lo último que cruzaba por su cabeza.

-Estoy agotada…—murmuró bajo su aliento, dejándose caer por completo en la mesa.

Volteando un poco su rostro, volteó a ver el gran reloj que decoraba la pared. Marcaba la una con treinta minutos. Si todo salía bien de ahora en adelante, en dos horas y media más podría ser libre. Tendría toda su noche de viernes para descansar, y de paso el fin de semana para salir con sus amigos. Ya viéndolo de ese modo, el tiempo que le quedaba no sonaba tan tortuoso como a un principio pareció.

Sonriendo para sí, soltó un suspiro lleno de alivio.

Sólo dos horas más, solamente le quedaban…

-¡Nami!— sobresaltada de ser sacada de golpe de su mundo de pensamiento, se levantó de golpe de la mesa, por un momento perdiendo el equilibrio en la silla. Volteó un tanto sorprendida, encontrándose con una cansada Vivi. —¡Ocurrió otro accidente!— anuncian entre jadeos, mirándola directamente a los ojos. —Te necesitamos allá abajo.

Apenas dicho eso, tomó de la muñeca a la pelirroja, sacándola del comedor a la fuerza.

Aunque Nami le grito una que otra vez que ella podía caminar por su propia cuenta, la chica de azulada cabellera la ignoró por completo, creyendo que si la soltaba tardarían mucho más en llegar a la sala de urgencias.

Y fue en lo que corrían, que Nami no pudo evitar soltar un bufido resignada.

-Diablos…—pensó para si, frunciendo ligeramente los labios. —Adiós a mi tranquila noche de viernes…

::-:-:-:-::

Cuando a un principio creyó que ese sería un buen día, ahora bien se encontraba reconsiderandolo. Ya pasaban de las diez de la noche y apenas, se encontraba tomando camino de regreso a su casa. Para su suerte, las calles que se encontraba transitando estaban llenas de vida, rodeadas por tanto peatones como carros. Era de esperarse, siendo que apenas a esa hora los jóvenes decidían salir a pasear. Soltando un cansado suspiro, siguió su camino.

Al final ocurrieron dos accidentes que involucraban mucha gente el mismo día. Curiosa, no podía evitar el cuestionarse el qué los había ocasionado. Decir que los accidentes automovilísticos eran cosa de todos los días, accidentes que involucraban camiones de carga chocando contra edificios y así era algo que no estaba dentro de su lista de situaciones normales. Por más que le echaba cabeza, sabía que esos no habían sido sólo "accidentes", sino que algo—o mejor dicho, un "alguien"—los había ocasionado.

Pero ella era lo suficiente lista para saber que en esas cosas no se tenía que involucrar. Tenía que dejárselo a la policía, o a los detectives…o cualquier excusa de "seguridad" que esa ciudad podrida pudiera dar en sí.

Si se ponía a recapitular, habían pasado ya seis años desde que la ciudad se fue al carajo. En aquel entonces realmente no le prestaba en mucha atención a las noticias, mucho menos a esas cuestiones políticas que decidían el futuro del país. Ella sólo estaba concentrada en sus estudios para poder convertirse en una buena enfermera. Al cabo de un tiempo, se enteró de que la persona que había tomado todo el poder no era más que otro asqueroso mafioso:Donquixote Doflamingo.

A pesar de que ya habían pasado los años en que su "gobierno" debía durar, él seguía al mando de todo—y de todos.

Fue desde ese día en que la ciudad se tornó cada vez más peligrosa, llenándose de asesinos y ladrones. Pero, curiosamente a pesar de todo eso, los ciudadanos seguían viviendo con toda la calma del mundo. ¿Y cómo no? Siendo que, mientras no terminaras en un barrio que no debías o mientras no te involucraras con la familia Doflamingo, no tendrías problema alguno.

Para Nami eso era una estupidez. ¿Vivir feliz teniéndole miedo a alguien? Pero aún con ese pensamiento en mente, ella jamás se interpuso en el camino de esos sujetos. O viéndole en sí el lado positivo, el hospital en el que trabajaba se encontraba en la supuesta zona segura de toda la ciudad. Quizá era por eso, que nunca se vio envuelta en algún tipo de problema.

Estirando ambos brazos al cielo, se estiró, disfrutando el crujir de los huesos de su espalda en el silencio de la noche.

-¿Qué haré esta noche?— se cuestionó a sí misma, sonriendo un poco. No valía la pena el seguir pensando cosas deprimentes o el seguir pensando en lo horrible que había sido su día; la noche apenas iba comenzando, y quizá podría encontrar algo divertido que hacer.

En sus ideas, consideraba el llegar a casa y llenar la tina para tomar un largo y relajante baño de espuma; hacía rato que no tomaba uno, pensó, la sonrisa que decoraba sus labios incrementando todavía más. Esa era una buena idea, o también podía considerar llegar al restaurante de comida china de la esquina y pedir su guisado favorito. Ya estaba grande, no importaba si un día ignoraba por completo su dieta.

Una pequeña risa escapó su garganta, viendo el cómo poco a poquito, su mal humor se iba.

-Podría incluso llamarle a los chicos para hacer una videollamada— pensó en voz alta, sus avellanados ojos iluminándose por completo. —Una película de terror no estaría nada ma…—

Y justo iba a terminar de articular esa oración, que el fuerte sonido de un cuerpo chocando contra el asfalto resonó justo frente a ella.

Fue tan rápido, que ni tuvo tiempo de reaccionar. Sus ojos se abrieron por completo, sintiendo el como todos los músculos de su cuerpo de tensaban ante el estrés que lo golpeó de inmediato. Había estado tan distraída, que el cuerpo que de la nada cayó del cielo hasta sus pies le había asustado por completo. Con ojos un tanto dilatados, observó de pies a cabeza el cuerpo.

Estaba gravemente herido. Eso bien se podía notar incluso por sobre su ropa, la cual estaba más que roja por la sangre que estaba perdiendo. Otra cosa que notó fue que se trataba de un chico más o menos de su edad, o incluso un tanto mayor. Pero lo más importante, era el hecho de que se encontraba con vida. Lo agitada de su respiración le delataba, sus ojos cerrados por completo.

Nami no estaba segura si debía acercarsele o no. Si estaba así de herido era porque no era una buena persona, sino otro vago de los que tanto se esforzó en alejarse dé todos esos años. Pero aun así, se trataba de una persona que se encontraba herida.

Tragando saliva con fuerza, tomó una decisión, lentamente agachándose hasta estar a poco centímetros de distancia de él.

-O-oye…— lenta y temblorosamente, su mano tomó camino hacia su hombro, buscando sacudirlo un poco a ver si reaccionaba con eso. Pero, a causa de su mismo miedo, se detuvo a la mitad. ¿De verdad debía involucrarse? ¿De verdad quería ayudar a un sujeto que no gritaba otra cosa, salvo peligro?

Nuevamente, se encontró tragando saliva ante lo nerviosa que se sentía. Y otra vez, retomó el camino de su mano hacia su hombro. Lo picó suavemente con un dedo, alejándose casi al instante. Pero el chico de oscura cabellera no reaccionó para nada. Seguía en la misma posición, su respiración incluso empeorando.

No…parecía como si fuese a reaccionar o algo…

Con ese pensamiento en mente, Nami otra vez se le acercó. Sus manos se posaron por sobre sus brazos, girándolo con extremo cuidado. De frente, ahora sí podía admirar con cierto horror, la gravedad de sus heridas. Estaba segura que si no hacía nada en ese momento, el sujeto moriría. Y Nami estaba cien por ciento segura que no querría llevar en su conciencia la muerte de un joven, sin importar que tanto su instinto le dijo que lo abandonara y saliera corriendo.

Sacando de golpe el celular de su bolsa, llamó un Taxi. Sabía que por la zona no tardaría mucho en llegar uno, pero mientras esperaba, arrancó un trozo de su largo vestido y lo utilizó para presionarla contra la herida que decoraba parte de su torso y estómago. Por más que buscaba llorar en pensamientos sobre lo caro que le había resultado ese vestido y que no valía la pena hacer eso, su atención estaba más que puesta en el chico.

-Aguanta un poco más…—dijo, esperando que el sujeto le escuchara dentro de su mundo de dolor.


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Muchas gracias por haber llegado hasta aquí.

Espero hacer que el próximo capítulo sea más largo, y tenga un poco más de acción.

-BlueChains-