Notas: Saludos. Ha pasado un montón de tiempo desde la última vez que me digné a subir algo. No me desharé en excusas, vamos al grano. Cuando subí la continuación de Morder dije que quizás, algún día, subiría la historia que daba origen a todo. Pues, acá está. Syn me ha dado autorización para colgarla y no me aguanté las ganas de compartirla con ustedes. Espero que les guste tanto como a mí.

Además, cuando sea el momento, indicaré donde se ubica espacial y temporalmente hablando Morder, de modo que no se creen confusiones.

¡Ah, una última cosa! El título se debe a una canción que amo. Es de la banda Death Cab for Cutie. Les recomiendo escucharla mientras leen esto.

Disclaimer: Naruto y sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto. No se busca lucrar con esta historia. Sólo deseo saciar mi obsesión por los vampiros (sonrisas).


Marching Bands of Manhattan.

Capítulo 01: Fruto de gritos, llanto y escombros.

Su mirada cada vez se apagaba más y estar conectado a una máquina para ir chequeando su pulso no le avivaba más. Con ojeras por la falta de sueño y cada vez mas carencia de color, Uchiha Sasuke se recuperaba en el hospital luego de la tragedia ocurrida hace tres meses, abriendo sus ojos hace dos. No había pronunciado palabra a nadie, no había dirigido la mirada a nadie. La vida que llevaba a sus 21 (¿22?) de pronto se veía tan fantasiosa, tan irreal, todo acabado. Había perdido a sus padres en dicho accidente, su empleo, su vida. ¿Cómo podría sentirse estando en un país extranjero, solo? Devastado, con odio al mundo. — Huiré de este lugar... — pensó pasivo mientras rodaba los ojos hacia la ventana. No sentía nada anormal en su cuerpo como para estar hospitalizado, mas ni siquiera le habían dicho las razones de su coma.

OoO

Pese a que habían pasado tres meses desde el atentado a las torres gemelas, su nariz aún captaba el ligero olor de la sangre entremezclada con asfalto y ampolletas reventadas. Por alguna extraña razón, una corazonada le había instado a permanecer por los alrededores de Lower Manhattan. Aún después de haber pasado semanas buscando sobrevivientes —dejando de respirar para no tentarse pese a su buen autocontrol— todavía persistía el latente aviso de que faltaba encontrar a alguien.

Y ahora, transitando por fuera del hospital Lenox Hill, con su pálida piel y rubio cabello expuestos al sol, se convencía de que ese algo, por intuición y algo más, estaba cerca. Por supuesto, el hospital aún era un caos y estaba atestado de gente que visitaba a sus familiares que había salido por poco de la muerte, lo cual le facilitó el ingreso; se escabullo por las salas atosigadas de camas hasta que se detuvo frente a una salita con la puerta entrecerrada. Su nariz captó un olor familiar y, vale decir, agradable. Él, con muchísimos años de práctica, había aprendido a distinguir a los suyos de los normales, por lo que inmediatamente supo que detrás de aquella puerta de un marco blanco invierno y cristales claros estaba alguien como él.

Naruto se permitió una pequeña sonrisa antes de tomar el pomo y entrar. Curiosamente, había una sola persona en la amplia estancia. El rubio pensó que quizás ahí estaban aquellos que no habían sido reconocidos por familiares o de cuajo los desahuciados. Soltó una risita ante la última opción, puesto sabía a ciencia cierta que aquel muchacho de cabello negro —ya que iba caminando hacia su cama— estaba, por lo demás, más vivo que nadie.

— Hola —saludó una vez estuvo a los pies de la cama, en un susurro apenas perceptible para cualquier persona—. ¿Me escuchas bien?

El aludido giró la cabeza lentamente hacia la dirección contraria, fijando su mirada en el desconocido. Alzó las cejas con delicadeza y aburrimiento, observándolo por algo parecido a cuatro segundos y luego devolviendo la visión hacia el exterior. Pasó un tiempo y pensó que estaba solo de nuevo antes de escuchar sólo el eco de sus pensamientos. Bastante mal para él, se encontraba equivocado.

— Está bien si no quieres hablarme —musitó con reproche en un siseo que asombrosamente el moreno escuchó— simplemente quería saber si quieres salir de aquí —su voz se tornó grave y encantadora— porque, no me vas a negar que estás bien —aseguró con una sonrisa que exhibió su blanca dentadura.

— ¿Por qué querrías sacarme? —.Pronunció con un tono firme y seguro, sin embargo su voz raspó su garganta al salir, notando que le hacía daño hablar después de tanto tiempo. No era intolerante, solo una molestia.

— Porque te sientes fuera de lugar aquí —indicó bordeando la cama—. Porque ese ardor en tu garganta no es casualidad —le contempló por segundos con aquellos ojos azules tan atrayentes y traslúcidos, evaluándole—. No quieres seguir aquí, y tampoco veo razón para ello. El camino está libre y estoy seguro que no tendrás problemas al soltarte —apuntó los cables a los que estaba conectado—. Bien, eso es todo. Me retiro.

El moreno suspiró con molestia. ¿Por qué debería seguir a alguien que ni conocía, que ni le interesaba conocer? Alguien totalmente extraño para él, que apareció de la nada y que no le había hablado más de 43 segundos; que se retiró con toda la prepotencia del mundo, cosa que él no toleraba. No lo necesitaba. Se quedó un par de horas sentado. Notó como el sol bajaba y su mente decía que la hora debía rondar por las seis treinta. Se sentó en la camilla. Notando sus huesos arder ante el repentino movimiento. Se miró de arriba a abajo, no tenía nada más que la ropa blanca del hospital y la bata. Con un rechinido de dientes, desconectó los censores y se quitó la aguja que lo conectaba al hidratante. Con pies temblorosos se dirigió a la salida. Caminaba a pasos fantasmas, doctores y enfermeras le veían pero no hacían ademán de detenerle. En un pestañear sus pies le habían dirigido a la entrada del Lenox Hill. El aire nuevo que entró a sus pulmones pareció asfixiarle, pero tosió levemente y otra vez la molestia se había ido.

— Sabía que lo harías —susurró con retintín apareciendo de la nada— Eres cabezota pero sensato, ¿cierto? —sonrió con suavidad, sin acercársele aún.

Giró la cabeza hacia la derecha para ver esos mechones rubios de nuevo. Frunció el ceño con desgana. — Que molestia... —. Colocando sus manos en los respectivos bolsillos del pantalón blanco (se había quitado la bata dentro del hospital) se giró y empezó a caminar por la izquierda, dejando al otro atrás. Sin dirección, como siempre.

— No hay mucho que ver —dijo caminando tranquilamente a su derecha, aparentemente ajeno a lo poco bienvenida que era su compañía—. Las torres quedaron hechas añicos y el hecho ya se les ha atribuido a los de Al-Qaeda. Son pocos los sobrevivientes y Lower Manhattan sigue de luto —giró levemente el rostro para observar el de su auto asignado compañero con recelo—. ¿Puedes olerlo?

— ¿Oler qué? —. Preguntó con desgano y bastante mal humor al hecho que tuviera al otro pisándole la sombra.

— Es débil pero estoy seguro que puedes percibirlo —le observó serio y en ese momento bajo sus ojos un ligero morado resaltó —. Inténtalo y entenderás... —le animó sin apartar la mirada.

Su rostro no cambió en lo más mínimo, pero enfatizó un poco su tacto olfativo. Smog, aire limpio, smog, aire limpio, smo...g—. ¡Gh! —Un detestable olor apenas perceptible pudo colarse hasta su cerebro, dejándole una horrible sensación nauseabunda. Era realmente, realmente débil. Se llevó la diestra la garganta, sintiendo asco por unos instantes. — ¿Qué demonios fue eso? —. Habló en un susurro.

— Trata de describir ése olor en particular, porque asumo que identificaste los otros —dijo con voz serena y pausada. Luego dio unos cuantos pasos hasta quedar frente a frente.

Olfateó un poco más, intentando asimilar la esencia. Siguió caminando en el proceso. Recordó algo. El polvo, el smog, la carencia de aire, la desesperación, el llanto y el sentimiento agonizante solo en esa pequeña escena. La asfixia, el ruido, el derrumbe, los escombros — Sangre —. Dijo finalmente en un suspiro.

— Bien, acertaste —le felicitó con una sonrisa—. Pero dime, Sasuke —, su expresión se ensombreció y de pronto el aire se volvió más denso— ¿no te dan ganas de olerla más de cerca...? ¿No sientes como si ese olor te... llamase? — Con precaución le cogió el brazo con firmeza, previniendo cualquier 'accidente' que pudiera exponerles demasiado.

— ¿Qué diablos te pasa? —. De un jalón se soltó del agarre y se alejó unos pasos como medida de seguridad—. Eres un condenado psycho. No me sigas, ¡¿Me oyes? —. Su tono era de molestia e indignación. No faltaba decir que obviamente su respuesta era 'no'.

Naruto contrajo las cejas, algo desconcertado. No podía haberse equivocado. Un humano difícilmente estaría como Sasuke, tan conciente y saludable en tres meses luego de haber estado enterrado por escombros; además su olor le delataba. Tenía que ser un neófito y la prueba es que había percibido el frágil aroma que aún quedaba, ¿entonces por qué no estaba sediento? Quizás... Oh, bien. Alterarlo no era una buena idea —su expresión y voz se lo habían dicho— de modo que retrocedió dos pasos y fingió demencia.

— De acuerdo —concedió de buena gana—. Si tienes dudas, no te será complicado hallarme. Sólo usa tu nariz —y sin más se fue caminando a paso moderado para no llamar la atención. Sé que tarde o temprano te darás cuenta de que ya no eres quién solías ser , pensó mientras andaba, cuando así sea estaré dispuesto a responderte... después de todo esto era inevitable desde el principio...

Sasuke caminó sin importarle donde. No se dirigió a su departamento; no estaba seguro si seguía siendo suyo tampoco. Caminó hasta sentarse en el pórtico de una vieja casa abandonada y apoyó su espalda en el marco de éste mientras cerraba los ojos e intentaba concentrarse. Se sentía mareado, y tenía hambre. — Solo usa tu nariz. ¿Acaso cree que soy un perro? —. Frunció el ceño y se quedó ahí por unos instantes. Oscurecía y se sentía cada vez más nauseabundo. No estaba despierto ni dormido, mas parecía a punto de perder la conciencia. Un pequeño escombro rodó con la brisa hasta su pie, bombardeando lentamente su mente de muchos recuerdos que estaba luchando por olvidar.

El rubio cerró los ojos guiándose por su olfato. A decir verdad, confiaba más en él que en la vista y las muchas décadas de práctica se lo habían confirmado, de modo que se aseguró de que ninguna persona estuviese cerca antes de empezar a saltar hasta llegar a la azotea de un edificio de financias que quedó, milagrosamente, en pie. Las financias. Una sonrisa cargada de nostalgia nació en sus labios; añoraba esos años y aunque se convencía de que habían sido los mejores de su 'vida' eso no le hacía olvidar que aún deambulaba por estos lares...

La tarde estaba cediendo y la noche estaba cada vez más próxima, cosa que pese al inexorable tiempo seguía pareciéndole fascinante, así que se sentó cruzando las piernas, expectante. Por alguna razón, cuando la primera estrella emergió en el naciente cielo oscuro recordó a aquél neófito malhumorado. Seguía algo intrigado con él. Había visto a unos cuantos como él comportarse, por lo menos, menos civilizados, pero éste seguía muy mesurado —sin contar la poco paciencia que le agarró— y consciente.

— Es extraño pero, aunque todavía no haya despertado su sed tarde o temprano lo hará. Me pregunto quién pudo iniciarlo... —suspiró al viento que iba tomando fuerza—. Ya han pasado casi veinte años desde que nosotros desistimos de la idea de iniciar gente... —entrecerró los ojos y ladeó el rostro dejando que el aire le acariciase a gusto—. En fin, creo que el tiempo me sobra para averiguar eso y reportarlo, pero por ahora —y fugazmente se puso de pie— debo de ver que el nuevo no se delate —y con esto se lanzó en picada del edificio cayendo limpiamente en el suelo y desapareció con el objeto de encontrarle.

OoO

Despertó cuando sintió su cabello toparle la nariz y picarle molestamente. Se estiró y abriendo los ojos perezosamente intentó ver donde estaba. Ningún lugar conocido. Al verse con la ropa blanca del hospital le hizo sentirse realmente enfermo. Tenía hambre, no recordaba la última vez que había comido y de pronto sintió mucha sed. Necesitaba un buen sorbo de agua. Se dispuso a ponerse de pie cuando notó que sus piernas no podían soportar su peso, ni sus brazos podían ayudarle a impulsarse. Se quedó quieto. Se sentía paralizado, mas no sentía miedo. — No puedo moverme... —suspiró— Quizás la máquina del hospital hacia algo más que chequear mi pulso... — Pensó molesto.

— Eres tan cabezota —masculló cuando le vio a distancia. Ahí estaba lo que él había predicho, se había debilitado por no alimentarse, ¿qué podía hacer?—. Creo que no me queda de otra que intentar ayudarle sin que me grite de nuevo —pensó dando pasos lentos y audibles para no pillarle de sorpresa—. A parecer no te sientes bien —observó en voz alta para que le oyese—. Puedo ayudarte si me dejas, Sasuke —ofreció poniéndose en cuclillas para verle mejor.

Se molestó con la pregunta. Sus ojos destellaron un color rojo por un fugaz instante, él mismo no lo notó. Le enojaba el rubio, le enojara que tuviera razón. Con la mirada firme asintió levemente.

— Trata de calmarte, no quiero molestarte —habló con voz suave, apaciguadora— ¿te sientes distinto?

Frunció el ceño. Obviamente se sentía distinto. No se dignó a mover la cabeza, sabía que el rubio entendía de todos modos.

— Sasuke —le nombró con firmeza, atento a cualquier reacción que pudiese tomar—. Te has vuelto un ser distinto. Si lo intentas, verás que no necesitas respirar y que los alimentos que consumías antes ya no te atraerán como antes. La garganta te escuece por la sencilla razón de que tienes sed. No es una sed que puedas calmar con agua o bebidas... —y sentándose en el suelo se preparó para decirle la verdad, la más esencial en este momento—. Sasuke, pude encontrarte en ese hospital porque eres como yo. Eres un vampiro.

— Tch. - Quiso reír irónicamente y solo su condición se lo impedía. ¿Un vampiro? Si, claro. Formó en sus labios una sonrisa socarrona, obviamente dando a entender que aquello no podía creérselo. La palabra 'vampiro' sonaba tan irreal, tan inexistente. ¡Tan cruel! La sola idea de ser noctámbulo, inmortal y tener que beber sangre... — Ugh... —.Cerró uno de sus ojos al sentir un dolor punzante en el esófago, quemaba—. ¿Sangre...? —.TENÍA que ser una broma. Jadeó ante la incomodidad de su cuerpo, y volvió a mirar al rubio, sus ojos de un extraño y permanente color rojo—. Tienes que estar bromeando... dime... que estás una bromeando— aunque la sola mención sonaba descabellada, tenía miedo que fuera verdad, y su expresión le delataba.

— No estoy bromeando Sasuke —aseguró alzando la mano hacia su nariz y la apretó cortando el paso del aire—. Si te estuviese mintiendo, ahora deberías estar forcejeando para que te soltase y pudieras respirar, pero si te das cuenta no necesitas hacerlo y tampoco sientes asfixia.

Parpadeó incrédulo ante el movimiento, tuvo el instinto de removerse e intentó quitar la mano del rubio de su nariz pero no por el hecho de la necesidad de respirar, si no por él hecho de que un extraño le tocara la nariz. Cuando razonó aquello, se quedó quieto por el espanto y palideció de pánico al entender.

— ¿Lo ves? —dijo con voz apagada apartando su mano. Luego hizo un ademán de mirarle pero prefirió darle unos cuantos minutos para digerir la noticia que acababa de soltarle. Entre ese tanto se puso de pie y se apartó el cabello de las sienes, suspirando. ¡Qué tenso que se sentía! Este neófito era una cajita de Pandora y se le hacía difícil decidir cómo actuar—. Ahora —habló con voz ronca, sin verle, de espaldas y con el viento sacudiendo sus ropas— lo que debemos hacer es alimentarte. Como sabrás —hizo una pausa y para cuando se volteó unos notables colmillos emergieron de su dentadura— bebemos sangre, pero desde hace décadas que no nos alimentamos de personas sino de animales para permanecer en el anonimato; de ahí que actualmente somos, en parte, un escalón más en la escalera de los delirios.

Sasuke escuchaba atentamente a las increíbles palabras del rubio. No había mucho que el pudiera hacer, apenas y podía parpadear. ¿Alimentarse de sangre de animales? Eso si sonaba asqueroso, pero si servía para poder moverse nuevamente... — Realmente estoy sediento... —.

Naruto juntó los labios y para cuando comenzó a hablar ya no estaban los colmillos— Tomando en cuenta en el estado en que estás... —vaciló por unos segundos antes de acercar las manos— deberás dejarme llevarte a 'comer' —dijo con una sonrisita, tratando de relajar los ánimos—. No hables, sólo asiente si estás de acuerdo.

A pesar de toda la humillación que sentía en esos momentos, dejando de lado su testarudez, asintió con la cabeza.

Ante esto, con una sonrisa, estiró las manos y le cogió de los hombros sentándole. Contempló sus ojos por instantes, viendo como el rojo se tornaba más intenso y pese a que no era novedad no pudo apartar la mirada. Había algo más. El tacto de su piel se sentía suave y algo cálida , cosa que ciertamente era imposible. Ellos perdían toda calidez... Tal vez fuese porque aún era un 'recién' nacido. Pestañeó al percatarse que llevaba demasiado tiempo así y con cuidado lo acomodó en su espalda.

— Por suerte, hay presas cerca. ¿Las sientes, verdad? —. Inquirió mientras se lanzaba en la carrera en la eterna noche—. Tranquilo —susurró inspirándole confort una vez que le sintió contraerse— el ardor pasará una vez bebas.

Sintió un espasmo recorrerle toda la espina dorsal a medida la velocidad incrementaba, sintió nervios al permitir a un extraño tener 'control' total sobre él, sintió como el miedo a la idea de ser un vampiro iba desapareciendo poco a poco. Lo único que seguía molestándole era como aquel 'vampiro' rubio de excesivas sonrisas se tomaba tantas libertades o no. Vampiro o no, tenía su orgullo.

— Creo que ya me he convencido de que no eres muy hablador, pero bueno —cesó el movimiento y le sentó en la tierra, contra un árbol. Aparentemente habían llegado a un bosque ubicado en Cualquier lugar donde abundaba el sonido de grillos y búhos—. Espera aquí, regresaré enseguida —anunció y desapareció con una ráfaga de aire. Estiró la nariz mientras avanzaba velozmente por el paraje y las arboledas, desapercibido. Sintió el ruido de un río y el aroma de unos tres venados. Perfecto, sería rápido. Antes de que el animal alzara la cabeza, puesto que bebía agua, algo le impactó y cayó derrotado. Naruto se aseguró de que su presa hubiese perdido todo halo de vida y se lo acomodó en el hombro antes de retornar. Para cuando llegó al lado de Sasuke, dejó en el suelo el animal cerca del Uchiha y se sentó a su lado—. Bien, esto es más instinto que nada. Pero ya que estás tan débil, te ayudaré —alzó el dedo índice y con la uña, que no era para nada larga, abrió el cuello del animal y se lo acercó—. Bebe.

Miró el animal y casi se le cae la boca del asco. ¿Beber de animales? ¿Qué clase de vampiros eran estos? Miró a los ojos al otro dejándole claro que estaba totalmente en desacuerdo con la idea, pero por su propio bien, lo haría. Se relamió los labios por instinto y se acercó a la herida del animal. Sintió como el olor de la sangre le nublaba temporalmente los sentidos y su sed había aumentando en cantidades exuberantes. Jadeó sin darse cuenta, y aprisionó sus labios temblorosos a la herida, aferró un poco sus dientes a la piel al no estar seguro que hacer y empezó a succionar el líquido vigorosamente. Una vez, otra vez, otra vez, sentía como le ardía al bajar por su garganta, pero al paso de unos segundos se había acostumbrado a la sensación y pensó que podría estar haciendo esto toda la noche—. Ah... —se separó cuando se sintió satisfecho, con los labios rojos y un hilillo de sangre corriendo hasta su mandíbula. Se limpió con la manga blanca de la camisa del hospital—. Ah... —respiraba agitadamente, pero no se sentía mal—. Sabe horrible... —.Era asqueroso, pero lo necesitaba.

— Al principio te parecerá así, pero te acostumbrarás —le aseguró observando el animal que claramente había quedado seco—. Sin embargo, te ves bastante repuesto, ¿cómo te sientes?

— Recién sacado de una mala película de terror —. Comentó con sarcasmo. Carraspeó un par de veces, pero aliviado que había recuperado su voz, y sus movimientos. Suspiró pesadamente y se masajeó las sientes intentando aclarar un poco su mente.

Naruto rió de buena gana. Claro, él había visto como el hombre les usaba para crear películas y libros llenos de datos poco aproximados a la realidad.

— Sé a que te refieres —murmuró reclinándose contra el árbol, cerca del moreno—. A veces también creo que soy parte de una mala película —alzó su diestra y atisbó con ojos vagos— pero he visto tantas cosas que es casi ridículo convencerme de ello.

No se molestó en contestar. ¿Que se supone que debía hacer ahora? ¿Algún ritual de iniciación vampírica o algo así? ¿Vagar sin rumbo? ¿Pulular por cada rincón oscuro de la ciudad buscando gatos con los que alimentarse? Arrugó la nariz ante tan desagradable pensamiento—. ¿Por qué animales? ¿No son los vampiros criaturas sedientas de sangre humana?

— Tienes razón, no hay nada mejor que el sabor de la sangre humana —dijo, ausente—. Pero como te dije antes, se ha prohibido atacar a los humanos. En el siglo 19 hubo una gran masacre en una de las islas del oriente —su voz se agravó y su mirada se enfocó en el vaivén de las hojas—. Uno de los nuestros se enamoró de una humana. Entre uno de los muchos encuentros clandestinos que tuvieron fueron descubiertos y atacaron al vampiro alegando un abuso contra la joven. Lamentablemente, el vampiro dejó ver su naturaleza y comenzó la masacre. Él comenzó a crear un ejercito de neófitos —giró sus ojos y le miró con recelo— que por supuesto comenzaron a matar indiscriminadamente. Nuestra existencia salió a la luz como era de esperarse y los Primeros ejecutaron al vampiro y su ejército y desde entonces se ha prohibido cualquier tipo de relación con un humano o beber sangre humana.

— ¿Los Primeros? —preguntó por instinto, notando obviamente el estado jerárquico de la situación. ¿Entonces la sangre humana estaba prohibida? — ¿Todo por un romance? Que cosa más idiota... —. Pensó razonablemente, si su cuerpo se recuperó con aquel animalejo ya podía imaginarse lo que la sangre humana haría en su cuerpo. Sintió un poco de curiosidad. Debería probarla de algún modo u otro.

— Son los vampiros con más edad. Han estado desde la propagación del cristianismo —contestó frunciendo el ceño ante lo que leyó en la cabeza del Uchiha—. Aparentemente es idiota, pero hay cosas que todavía no experimentas. Nuestro cuerpo nunca más sufrirá un cambio una vez que nos inician. Pero con los sentimientos no es tan así. Una vez experimentamos algo fuerte, como amor o rabia, no hay vuelta atrás. Sólo un sentimiento mucho más fuerte que el anterior podrá 'derrocarlo' —se llevó los brazos detrás de la cabeza—. Por ahora no entenderás esto hasta que sientas —le vio de reojo—. En todo caso, como es previsible, hubo varios que incumplieron la regla de no matar humanos. Aquellos fueron torturados hasta la muerte.

— Quizás prefiero la muerte antes de una vida inmortal — ¿Cuál era el punto de vivir para siempre, sin ningún motivo? —Hasta hace poco, cuando creía que era un humano, pensaba que era agonizante tener que vivir hasta los 40 años —, y ahora que la cifra aumentaba unos cuantos cientos de miles de eternos años, parecía que le estuvieran gritando "¡Suicídate, suicídate!"

— No es tan malo como parece —opinó dejándose caer en la tierra, de espalda—. Los sentidos cambian. La forma de percibir los olores o sonido es un festín. A pesar de los siglos, no deja de maravillarme el atardecer, ni este cielo —apuntó hacia las estrellas—. Ver como una especie evoluciona como lo han hecho los humanos es interesante. Aunque te reconoceré que el que haya inventado los computadores ha sido un retroceso. Están desperdiciando gran parte de tiempo y cerebro frente a una pantalla...

Alzó las cejas ante el comentario—. Los computadores son las máquinas que nos permiten acceder más rápido a la información, mantener la comunicación y las conexiones a nivel mundial —. Pero bueno, no venía al caso. Se acomodó mejor y apoyó sus manos en el suelo, usándolas como soporte a medida se inclinaba para poder levantar la cabeza y observar el cielo— ¿Cómo te llamas? —soltó de pronto.

El rubio ignoró el comentario Pro-tecnológico del chico y sonrió ante la clara apertura que Sasuke exhibía ahora para con él.

— Me llamo Naruto. Uzumaki Naruto.

¿Naruto? —pensó—. Que nombre tan ridículo —pausa. ¿Había dicho eso en voz alta?

— Gracias —masculló con molestia mal disimulada—. Pero ten en cuenta de que en mi tiempo como humano mis padres no pensaban lo mismo que tú.

— Hn... Claro —.Sonrió socarronamente con la mirada puesta en el cielo—. Asumo que los Primeros te han ordenado mantenerme vigilado, ¿no?

— No —respondió destensando las cejas—. Esto es cosa mía; aunque debo de averiguar quien te convirtió. Es una cosa de moral, por así decirlo.

— Claro, otra amenaza no estaba en sus planes vampíricos —. Comentó con ironía—. Bueno, no atacaré a nadie, así que no sientas la obligación de quedarte 'cuidándome' —. Chasqueó la lengua.

— No me malentiendas, Sasuke —le sonrió—. No te veo como una amenaza para los humanos, es sólo que es menester del maestro velar por su iniciado. Enseñarle todo lo necesario y después dejarle hacer y seguir su propio camino. Sé que te resulto molesto —, se sentó y sus ojos azules se tornaron opacos al fijarse en su persona— no obstante he de, al menos, informarte de lo que somos y nuestra reglas. Te prometo que te libraré de mi presencia en cuanto pueda.

Alzó las cejas ante darse cuenta de un detalle—. Estoy seguro de no haber mencionado mi nombre antes.

— No, no lo has hecho —rió por lo bajo. Ah, claro, había olvidado contarle eso .

Rodó los ojos con impaciencia—. ¿Hay algo que debas decirme?

— Muy intuitivo de tu parte —acotó sonriente—. Digamos que el 'talento' que tenías de humano se magnifica una vez que eres iniciado. Esto no es automático, pasa un tiempo antes de que se manifieste. En mi otra vida me era fácil interpretar gestos o miradas y era capaz de trazar un bosquejo de lo que la persona pensaba... —y con una enigmática sonrisa le observó fijamente—. Imagino que captaste la idea.

— Acosador a tiempo completo —su voz sonaba ruda y molesta—. No te quiero husmeando en mi mente —afiló la mirada, encontrando con muy poca gracia tener junto a ti a alguien que tenía completo acceso a tus pensamientos.

Soltó una risa y se llevó solemnemente una mano al corazón.

— Prometo que me haré el sordo cuando tus pensamientos me griten a toda voz —inclinó la cabeza y de la nada se puso de pie—. Cambiando de tema, —estiró los brazos en un gesto mecánico— ¿te apetece dar un paseo?

Rodó los ojos—. Claro, ¿porqué no? —Respondió de mala gana, intentando idear un plan mental para bloquear sus pensamientos, claro, sonaba ridículo e improbable, pero vamos, estaba desesperado, necesitaba su privacidad—. Tch... —se puso de pie con pesadez. Necesitaba estirar las piernas.

— Cierto —dijo viéndole—. Es la primera vez que te 'alimentas' como uno de nosotros, te sugiero que te lo tomes con calma. Tu cuerpo aún no se acostumbra a la sangre que has bebido, pero descuida —le animó— podemos ir a paso de humano, total ya me acostumbre a actuar como uno.

Poniendo sus manos en los respectivos bolsillos, pasó de largo del rubio y empezó a caminar, asumiendo que el otro le seguiría— Que molestia —.La ropa del hospital se le hacía realmente incomoda, y tuvo la decencia de mancharla con sangre.

— Si quieres podemos cambiarla, si gustas —le ofreció una vez le alcanzó, cosa casi instantánea—. Así como estás pareces asesino sacado de Freddy v/s Jason —bromeó con la intención de sacarle una sonrisa... cosa que no ocurrió, para su desgracia. Vaya chico que es, me pregunto si alguna vez se ha reído mientras era humano —pensó sin exteriorizar su desvelo en el rostro— podría preguntarle sobre su pasado pero dudo que me responda, al menos no de buena gana.

— Deja de leer mi mente —refunfuñó por lo bajo, pero tenía que admitirlo... —. Necesito cambiarme —comentó respondiendo a su ofrecimiento, totalmente ajeno a las curiosidades del otro.

— Perdona, un mal hábito mío —se culpó al ver el ceño fruncido en su pálido y hay que decir, agraciado rostro—. Si te sientes capaz de correr, podemos regresar a New York en cuestión de segundos pero no olvides caminar como humano una vez estemos allí —sonrió— ¿Estás de acuerdo?

¿Volver a New York? ¿¡En que momento habían salido! Ah, claro, ya recordaba. Miró sus pies con desconfianza. ¿De verdad el podía ir así de rápido? Sonaba tan irreal, pero no resistía la tentación a intentarlo. Asintió con la cabeza aceptando la sugerencia

— Bien, sígueme entonces —y con una amplia y maliciosa sonrisa echó carrera desapareciendo entre el polvo.

Al pestañear vio que el rubio ya no estaba frente a él. ¿Se había ido? ¿Hacia dónde? ¿Cómo segui-? Antes de terminar su pregunta mental, ya se encontraba siguiendo al rubio guiándose por sus instintos en una carrera a la par.

— Tch, dobe —aceleró el paso casi sin quererlo, al haber sido picado por las palabras del otro. Ciertamente toda la adrenalina que corría por su cuerpo le hacía sentir muy bien.

— ¿Cómo me has llamado? —dijo con una mueca. La verdad, tenía excelente oído, pero meramente quería asegurarse de que lo que pensaba y decía era cohesivo.

— Mh... —desvió su rostro hacia al rubio y formó una sonrisa de superioridad en sus labios—. Do-be... —estaba seguro que en todo momento le leía el pensamiento.

Naruto se detuvo abruptamente y empuño la diestra.

— ¿Qué has dicho Teme? —exclamó acercándosele notablemente molesto— ¿Por qué rayos me dices eso? —y con la paciencia cayendo en picada. Solía ser muy amable y calmo pero una vez que le picaban olvidaba completamente esa parte pacífica de su 'ser' o mejor dicho existencia.

Sasuke se detuvo también, levantando una gran nube de humo a sus pies, encarando al rubio, la sonrisa sarcástica nunca dejando sus labios. Vaya, parecía que si podía molestar al otro después de todo.

— ¿Perdiendo los estribos tan rápido?

El Uzumaki contuvo un gruñido a medias. Cierto, él era un vampiro con 256 años a su favor, un neófito arrogante no iba a incomodarle ni mucho menos a sacarle de sus casillas. Cerró los ojos y suspiró. Para cuando le enfocó su tez lucía serena otra vez.

— Ya quisieras -respondió sin malicia—. Sin embargo, si quieres conseguir ropa será mejor que continuemos —y entonces se le ocurrió una inocente y entretenida venganza—. Ya que estás redescubriendo tus sentidos te propongo lo siguiente —del bolsillo de su Jean sacó algo parecido a un lapicero, aunque era demasiado grande para ser uno—. Sé que sabes que es esto —se aproximó al Uchiha y este pudo notar que era un mp3 player—. Lo encontré entre los escombros del atentado, y me llevé una grata sorpresa al comprobar que está en buen estado, pero bueno —exhibió sus blancos dientes— ese no es el punto. Ya que esto estaba en New York tiene impregnado el olor de asfalto y demases de las Torres Gemelas, de modo que —su sonrisa se ensanchó— ¿Qué te parece si echamos una carrera y vemos quién llega primero?

— ... —Se quedó mirando el objeto y el olor proveniente de éste se impregno rápidamente en su cerebro. De un modo fugaz miles de recuerdos pasaron por su mente, lleno de imágenes, olores, ruidos, con tal sencilla muestra de olor. Arrugó el entrecejo y miró al rubio realmente molesto. Con cierto rencor en los ojos—. De acuerdo.

— ¿Qué esperamos entonces? Comencemos —antes de terminar la frase se echó a correr a toda velocidad— y recuerda actuar como un ser ordinario después —bisbisó seguro de que el otro le escucharía aún cuando le hubiese dejado atrás. Si llega a perderse me sentiré algo culpable... poco , pensó mientras el escenario cambiaba fugazmente a su paso, está bien, me sentiré terriblemente culpable pero si llega a ser el caso trataré ser amable pese a todo e iré en su busca.

— Tch —. En un impulso rápido ya se encontraba corriendo tras el rubio, a una velocidad que para él mismo era sorprendente pero sin embargo no divisaba al otro. Se guiaba por el ruido de las pisadas del Uzumaki, intentando no distraerse con todo lo demás. Le enfadó el solo recuerdo del modo prepotente de hablar del contrario, y eso le hizo acelerar en un impulso hasta que pudo divisar unos cuantos mechones rubios unos metros frente a él.

— No seas tramposo Uchiha —soltó con retintín al oírle pisarle los talones—. La idea es que uses esa pequeña y linda naricita tuya, no que me sigas —y con intención de mosquearle, aceleró aún más el paso.

Sintió vergüenza ante el comentario tan inapropiado e inútil sobre su nariz. Para él, el juego había cambiado. Ya no era quien llegaba antes, para él era atrapar el rubio antes de pisar la meta. Afirmó que el rubio ya habría leído su mente, dio una pisada fuerte para acelerar en la misma proporción que él, con el otro aun sacándole un par de metros de delantera.

Rayos , maldijo interiormente, creo que lo he molestado más de lo necesario. Como sea, soy más veloz que él y no hay forma de que me atrape sin que yo de la pelea... , sacudió la cabeza, creo que terminaré sintiéndome más culpable de lo que pensaba...

Corrió, corrió como no había corrido antes. Se sentía bien, energético, irrefrenable, el viento en su cara y la sensación de estar en un desafío al mismo tiempo sencillamente era demasiado para él. Aceleró, y estiró el brazo por instinto cuando el Uzumaki entró en a una distancia dentro de su rango.

Mierda , maldijo nuevamente al ver su mano a punto de tocarle, tendré que ponerme serio.

Empezó a ir en zig-zag acelerando en las curvas y desacelerando en la partes rectas, como tentándole y una vez que vio la rabia en la mente de Sasuke dio un brinco desapareciendo por milésimas de segundo y emergió de la nada a sus espaldas, dándole un sutil golpecito en el hombro.

— ¿Me buscabas? —preguntó con puya en la voz.

— Ah... —Se sobresaltó un poco y se volteó para ver de mala gana al otro. Se había agotado bastante, respiraba agitadamente y sus mejillas (dentro del rango posible, claro está) se veían un poco, apenas menos pálidas que el rostro de su piel—. Demonios —. Lo miró con reproche, su mirada siendo más infantil de lo que el mismo pretendía—. Presumido —.Finalizó al haberse visto derrotado.

— No seas tan orgulloso, admite que te divertiste al perseguirme —ladeó la cabeza en un gesto algo simpático, con expresión curiosa—. Además, si te das cuenta, estamos en los límites de New York. ¿A que es genial poder correr así de rápido?

— Lo es —. Se removió el cabello de la frente hacia atrás, pero este molestosamente volvía a su lugar. Solía hacer eso cuando estaba 'nervioso'. ¡Aunque también le afectaba el cansancio! — La próxima vez, te atraparé —. Empezó a caminar para adentrarse en la ciudad. Ropa, ropa, ropa. Necesitaba ropa.

— Sí, sí, lo que digas enojoncito —soltó una risita—. Oh, está por amanecer —señaló emocionado—. Será mejor que nos apresuremos, no queremos perdernos aquél espectáculo, ¿verdad?

¡¿Eno-enojoncito? Luchó por evitar un tic. ¿Que clase de...? Luchó por calmarse e ignorar otro de los tantos idióticos comentarios del otro—. Es un amanecer común y corriente —comentó con apatía.

— Te equivocas, gruñoncito —casi no aguanta las ganas de largarse a reír a carcajada limpia al verle fruncir el ceño y empuñar las manos—. Venganza, qué deliciosa eres a veces —canturreó en su fuero interno—. Ya nada es como lo percibías antes, Sasuke, y créeme que ver el amanecer es algo simplemente... sublime —dijo con voz dulce y la vista fija en el cielo que iba aclarándose—. Vamos —dijo luego, volviendo a concentrarse en él—. No queremos despertar a los humanos —le guiñó y empezó a trotar, ¡estaba siendo considerado con el enojoncito!

Este sujeto... es realmente extraño —pensó sin mucha molestia realmente. En su vida humana nadie se había tomado tantos atrevimientos con él, entonces el sentimiento era nuevo. Claro, las ganas de darle un puñetazo limpio en la cara no se le quitaban pero... — ¿Donde vamos? —preguntó cuando se reunió con el en el trote.

— Te llevaré a mi tienda personal —rió por lo bajo—. No, la verdad es una tienda que quedó en quiebra unos meses antes del atentado. Los dueños eran un matrimonio de ancianos muy amables y debido a que una hija suya que vive en Inglaterra tuvo inconvenientes —por segundos su rostro se entristeció— se fueron inmediatamente del país dejando todo atrás. Creo que es un desperdicio dejar la ropa ahí, empolvándose... —sus ojos parecía perder vida—. En fin, sé que a ellos no les importará que tomemos algunas prendas —terminó de explicar con una sonrisa floja.

— Mh... —se sintió realmente incómodo con la historia y con el cambio de actitud tan repentino del otro. Se limitó a seguirle en silencio hasta que se encontraban frente a dichosa y polvorienta tienda.


Notas: ¿Reviews?

Cualquier fallita, mis disculpas. Con la emoción me apresuré en subir este capítulo.

¡Hasta la próxima entrega!

Lumina Mithrandir.