MÁS ALLÁ… EN EL HORIZONTE
Días oscuros, o bien días brillantes, en cualquiera de los casos, los días siempre solían ser iguales de monótonos y aburridos, Quinn frecuentaba despertar temprano, para poder ir al cuartel y como todos los días, recibir instrucciones, en principio su cuerpo le pesaba más de lo normal, pero era viernes, algo que la motivo un poco, fue que al día siguiente saldría con su amiga Lux, de seguro esta la llevaría a dar un paseo a las afueras de Demacia, no era del todo permitido hacerlo, puesto que los soldados como Quinn, tenían órdenes estrictas de no abandonar la ciudad, para así poder atender a cualquier emergencia de inmediato, aunque a Luxanna poco le importaban las reglas, puesto que su sola existencia, era ir en contra de las reglas, y Quinn encontraba en ella más que una amiga, muchas veces solía sentir ese tierno ambiente familiar que sentía cuando salía de aventuras con su hermano. Quinn se levantó a regañadientes de la cama, se quitó su pijama y tomó un baño, sintió un pequeño descanso al sentir el agua acariciar su piel, suspiró un poco cansada y decidió terminar con el baño, luego de eso, vistió su ropa interior, su maya azul oscuro y su armadura de cuero, y por último su gran brazal en donde solía posarse Valor cuando ella le hablaba, antes de salir recorrió con la mirada su humilde hogar con algo de tristeza, suspiró cansada bajando los hombros y decidió salir de una vez.
Su travesía a la ciudad capital siempre era igual de aburrido, el camino a pesar de ser tranquilo y lleno de frondosos árboles verdes que brillaban como esmeraldas al tocar los rayos del sol, ella sentía una constante ausencia, soledad quizá, se sentía vacía, para apaciguar dichos sentimientos, Quinn acercó sus dedos a sus labios y emitió un fuerte silbido, luego de unos minutos se escucho el viento ser cortado por unas enormes y audaces alas azuladas, Valor emitió un graznido y aterrizo en el brazal de Quinn.
-Buenos días Valor, ¿Por qué saliste hoy de casa?, ¿Algo importante que advertir?
El halcón escuchó atentamente cada interrogante que su ama le dirigía, al terminar de escucharla, Valor solamente negó con la cabeza y empezó a graznar a la vez que movía sus alas como si estuviera conversando.
-No hay de qué preocuparse Valor, de seguro solo son pajaritos que migran, nada peligroso – Quinn le dedicó una sonrisa al halcón y le acaricio la cabeza suavemente, este solamente cerró los ojos para sentir el tierno contacto – Ya sabes que hacer, avísame si ves algo raro.
La tiradora estiro su brazo señalando el cielo y Valor emprendió vuelo casi como si fuera una flecha lanzada desde su brazo, el halcón empezó a volar a los alrededores, perdiéndose entre las copas de los árboles, Quinn se quedó apreciando el cielo azul que se postraba ante ella, suspiró nuevamente y decidió continuar su camino. Como siempre, la entrada a la ciudad capital fue de lo más tranquila, los guardias la dejaban pasar como si nada, pues la conocían bien, a pesar de que ella no fuera una soldado muy conocida, ni mucho menos la mejor tiradora que había tenido el ejercito demaciano, ellos la veían pasar todos los días por ahí por lo que ya no le solicitaban ningún tipo de identificación.
Unas calles más y llegaría a su destino pero al doblar una esquina, se estrelló contra otra mujer, la fuerza de la otra mujer fue tal que Quinn perdió el equilibrio y cayó al suelo quedando sentada, pero la otra mujer llevaba consigo un té el cual por el golpe se le vertió encima.
-Fíjate por dónde caminas… - la mujer noto que la tiradora se retorcía del dolor en el suelo, puesto que dicho té aun hervía – oh discúlpame, déjame ayudarte – la mujer saco de un costado de su vestido un pañuelo.
El acento de dicha mujer le era muy característico, no había duda de quién era, pero por el dolor que le producía el té caliente sobre la piel, no tuvo tiempo para preocuparse por eso, la otra mujer le empezó a secar el rostro con delicadeza, luego de unos segundos, Quinn abrió sus ojos encontrándose con el rostro de aquella mujer, fue en ese momento que se sintió avergonzada y como pudo se arrodillo en señal de respeto.
-Oh, discúlpeme usted, gran duelista, no fue mi intención chocar con usted, yo solo…
-No importa chérie, ¿Estás bien?
-Sí, estoy bien, enserio no quise faltarte al respeto, y tampoco… -Quinn señalo con timidez la pequeña taza que se hallaba hecha pedazos en el suelo – Quise arruinarte la hora del té.
-Es igual, no es la hora del té, aunque para mí siempre lo sea – Fiora le tendió la mano para ayudarla a levantar, la cual fue tomada casi de inmediato- hoy no es un día común, si te diriges al cuartel, mejor darte prisa Chérie.
-Gracias- dicho esto, dio una pequeña reverencia.
Su rostro aunque seco, se encontraba completamente rojo, aún le molestaba que parte del té haya mojado sus mallas, las cuales sentía mojadas, Valor dio un graznido avisando su cercanía, nuevamente Quinn levantó su brazal y este aterrizó en él, el halcón empezó a mover sus alas, pero esta vez se notaba un poco de preocupación, puesto que de un graznido a otro, batía las alas con fuerza.
-Está bien Valor, enserio no ocurrió nada, solo me distraje.
Con un último graznido, este emprendió vuelo y se perdió en el horizonte, la tiradora se frotó con suavidad el rostro, pretendiendo relajar su piel y que volviera a tomar su tonalidad, luego de unos minutos más de caminata por las calles de la ciudad, llegó al cuartel, donde de seguro le esperaba bastante trabajo, pero antes de pasar el umbral de la puerta, se encontró con Garen, quien la tomo del brazos llevándola a un lado del cuartel.
-Llegas tarde
-Lo siento Garen, es solo que…
-No más excusas, la verdad es que estoy cansado de que siempre llegues tarde y cada vez con una excusa diferente.
-S-si… - Quinn bajó la mirada con desdén, había llegado tarde los últimos tres días, en los cuales no quería hacer absolutamente nada – No volverá a ocurrir…
-Bien – El guerrero se cruzó de brazos y le hizo una señal a la tiradora para que lo siguiera y se detuvieron frente a la entrada del cuartel – El príncipe Jarvan solicitó tu presencia el día de hoy, no sé porque, pero no lo hagas esperar más.
Sin darle tiempo a preguntar Garen simplemente entró al cuartel y dejo a una confundida Quinn, ¿Por qué el príncipe solicitaría su presencia?, por unos minutos, su cabeza se inundó de cosas negativas, quizá el príncipe ya no necesitaba de sus servicios como soldado, y quería recovarla de su cargo personalmente, o simplemente… no, no, eso jamás ocurriría, ella desde hacía un tiempo, había empezado a despertar sentimiento por el príncipe, quizá era una de las razones por las que siempre se encontraba decaída, pero pensar siquiera que él solicitaría su presencia para invitarla a una cita era más que soñar, era más cercano a desear un milagro, sacudió su cabeza para alejar todos esos pensamientos y decidió dirigirse al castillo.
Jarvan se hallaba en sus aposentos terminando de colocarse su armadura, en los últimos días, los noxianos habían tenido peligrosos acercamientos, de los cuales, algunos habían terminado con soldados heridos, y unos pocos muertos, la razón por la que los noxianos no habían acabado con todos sin piedad, como suelen trabajar, daba a entender que sólo eran ataques de espías, los cuales tienen por regla, hacer el menor ruido posible, su cabeza le daba vueltas y no podía llegar siquiera a imaginar su ciudad siendo atacada por esos asesinos sedientos de sangre, de repente, unos golpes en su puerta lo sacaron de sus pensamientos.
-Príncipe Jarvan, ¿Puedo pasar?
-Pero claro, no deberías ni preguntarlo – respondió este con una sonrisa
La puerta se abrió lentamente, dejando ver a la fiel dragona del príncipe, la cual entraba tímidamente a los aposentos, con un ligero sonrojo en las mejillas.
-La… la… - tartamudeó
-Tranquila – el príncipe se acercó lentamente tomándola entre sus brazos con ternura – eres tan tímida, que me produces ternura – esbozó luego una sonrisa.
-Perdón – dijo sonrojándose completamente pero sonriendo igual y respondiendo dicho abrazo – La señorita Quinn, ya ha llegado al palacio.
-Oh, es cierto, lo había olvidado – respondió apartándose del abrazo con calma – acompáñame.
Jarvan se coloco una capa que lucía de la mejor manera los colores de la bandera Demaciana, color azul con bordados dorados, y en el centro de esta estaba tejida con hilo dorado la espada de la justicia, tan característica de su nación, el príncipe tomó de la mano a Shyvana y juntos salieron de los aposentos en dirección al salón real, donde esperaba una aburrida Quinn que miraba pérdida en si misma los adornos de petricita que habían en el techo.
-Lamento la tardanza – dijo el príncipe con cortesía
-¡Ah!, ¡No!, su majestad, discúlpeme por presentarme tan temprano – respondió alterada la tiradora, dando un brinco en el sillón.
-Eso no debería ser motivo de disculpa – dijo el príncipe con una cálida sonrisa, la cual sonrojo levemente a Quinn.
Shyvana notó la reacción de esta y frunció un poco el ceño, la tiradora le devolvió la mirada, si de magia se tratase ambas se disparaban rayos de los ojos, esto incomodó un poco al príncipe quien carraspeo un poco, ganándose la atención de ambas, que aun lo atendían con el ceño fruncido.
-No sé si Garen ya te haya comentado la situación, pero últimamente muchas avanzadas de exploradores Demacianos, han sido atacadas.
-No estaba enterada, ¿Han habido heridos?
-Si…- respondió con desdén, luego suspiró levemente y continuó – un soldado logró escapar de una de las avanzadas, reportó que han sido espías noxianos, lo que me da a entender que no pretenden quedarse quietos por más tiempo.
-¿Noxianos?- Quinn pasó saliva con fuerza, además de los colmívoro, los noxianos igualmente le causaban miedo, escuchaba historias sobre su horrible crueldad y su insaciable sed de sangre- ¿Qué puedo hacer yo? – preguntó luego con cierto nerviosismo en su tono
-Tú no podrías hacer nada, pequeña – respondió Shyvana con una sonrisa maliciosa.
-¿Acaso tu si?... Criatura mágica – dijo resaltando las últimas palabras, lo que demostró ofender a la dragona
-¡Basta! – exclamó Jarvan – ustedes dos deben de intentar llevarse bien, aunque sea por este pequeño instante – suspiro un momento para calmarse y continuó – tu trabajo será sencillo, irás junto con un batallón al camino Este que sale por Terbisia, nuestro objetivo será el bosque silencioso, allá se establecerá una avanzada, te aconsejo que duermas bien, porque tú serás los ojos de la noche, tu halcón y tú estarán muy pendientes a cada movimiento, ese será tu trabajo.
Quinn se quedo mirando a Jarvan por unos segundos, revisando cada pequeño gesto que este hacía, y perdiéndose lentamente en su voz, luego miró fijamente a esos ojos que le hacían sentir cosas inexplicables, nuevamente la dragona vio lo que esta estaba haciendo, así que se acerco lentamente a ella y le chasqueo los dedos justo frente a su rostro, haciéndola brincar.
-¿Entendiste niña?
-¡Sí!, gracias – respondió con un tono fuerte
-Bien, ya te puedes ir, partirás mañana junto con los demás antes del medio día, buena suerte, pajarito
Jarvan intentó no decir nada al respecto por lo que simplemente tomó a Shyvana del brazo y la arrastro cuidando de no hacer mucha fuerza, la dragona no aparto la mirada de los ojos de Quinn, quien ardía de la ira que esta le producía, quizá la mayor razón fuera que cada que podía, la dragona le echaba en cara el hecho de que ella si podía disfrutar de la compañía del príncipe, y le causaba placer hacerla sentir una inútil siempre frente a él.
-Confío en ti, Quinn – terminó por decir entonces el príncipe antes de desaparecer de la sala junto con la dragona.
La tiradora bajo la mirada al suelo con desdén, era inevitable esconder los que sentía por el príncipe, pero sabía que jamás le llegaría a ser correspondido. Quinn salió del palacio siendo guiada por uno de los guardias, cuando se encontraba ya fuera de este comenzó a caminar, con rumbo hacia el cuartel, en su trayecto hubo una pequeña luz que iluminó su camino.
-¡Quinn! – exclamó Lux dando un pequeño salto hacia ella
-Hola Luxy – respondió con una sonrisa, mientras atrapaba con sus brazos a su amiga.
-¿Acaso estabas saliendo del palacio? – le preguntó con su característica sonrisa
-Si – respondió un poco cansada, pero al ver la mueca que hizo Lux, se sonrojo de inmediato - ¡No!, ¡No es lo que piensas!
-Oh… entiendo- luego de unos segundos, soltó una carcajada.
-Eres una tonta – le respondió Quinn empezando también a reír
-¿Entonces? – preguntó con curiosidad
-Bueno, resulta que mañana debo salir de demacia y…
-¿Mañana? – preguntó lux desvaneciendo lentamente su sonrisa
-Sí, mañana yo deb… ¡ay no! – Exclamó al ver que la sonrisa de la rubia desaparecía con tristeza - ¡Discúlpame Luxy!
-No, no te preocupes – Lux dibujó nuevamente una leve sonrisa – Si el príncipe te lo pidió es porque es importante
-¿Enserio?
-Sí, vamos, has que se enorgullezca de haberte elegido
-Lo hare Luxy, gracias
Luxanna le dedicó una sonrisa más y luego se despidió para continuar su recorrido hacia el santuario, Quinn había olvidado que tenía un compromiso con ella el día siguiente, pero ya no había nada que pudiera hacer, así que suspirando con bastante cansancio continuó hacia el cuartel, el día aun tenía muchas horas por delante, lo que se traducía en mucho trabajo… ¿Por dónde empezar?, se preguntó bajando los hombros.
NOTAS DEL AUTOR
Bueno decidí comenzar otro fic, no tengo mucho que decir, solo que espero que guste, que tengan un excelente resto de semana :D
