De Nico Di Angelo, Alabaster Torrington y el amor. Parte I.

Era un día completamente anormal para Nico Di Angelo, ya que no había atraído ningún monstruo ni nada parecido (y aunque eso fuera anormal, también era un alivio).

Ya ese día se cumplían tres días desde que salió con una romana, llamada Reyna Ávila Ramírez Arellano, y un sátiro llamado Gleeson Hedge, para devolver una ex- perdida y milenaria estatua de la diosa griega de la sabiduría y estrategia bélica Atenea con los legados de su patria.

Muy difícil.

Con el primer viaje- sombra, habían terminado en Croacia, el mismo lugar dónde su pesadilla se hizo realidad: confesar sus sentimientos.

Nico estaba enamorado de otro chico, y si. ¿De quién más estaría hablando? ¡Por supuesto que era Percy Jackson! No sólo lo había confesado frente al dios del amor, el más horrible y desgraciado monstruo que haya existido nunca, sino que también lo había hecho frente a uno de los mejores amigos de Percy. Mátenlo, por favor. Acaben con su sufrimiento.

¡Y por supuesto! No sólo Nico sufría por su amor no correspondido, Percy también es su medio- primo.

¡Y por si faltaba! Él se había sacrificado, cayendo al profundo pozo del tártaro, el lugar que personificaba la maldad, solamente para estar con la rubia idiota esa, la hija de la misma diosa que tenía que devolver.

¿Maldita sea la vida, no?

Luego, habían caído en otro país, pero este era mejor: Alemania.

Le recordaba su tiempo, su país, y peor: su sexualidad.

No discutiría sobre eso.

Mientras recuperaba las fuerzas, dieron un paseo por el centro de Berlín, y mientras pasaban frente a un hospital, lo vio.

Alto, delgado, ligeramente bronceado, unos preciosos ojos verdes esmeralda, sólo que los de él eran más lindos que los de Percy, y unas bonitas pecas esparcidas por su cara.

Tuvo que admitirlo, babeó. No sólo le consideraba atractivo, sino que lo reconocía y se detestaba por hacerlo: era Alabaster Torrington, el hijo más fuerte de Hécate.

Él se había aliado a Cronos durante la Guerra del Titán, y sabía que el castigo que los dioses habían impartido sobre él había sido muy malo y cruel, incluso para los estándares de los castigos malos y crueles de los dioses.

Exiliado, olvidado y desterrado del todo, le sorprendía verlo sonriendo.

Después de ese rápido vistazo, Reyna le dio un codazo en la barriga.

-¡Si sigues viendo a ese chico así, nunca te recuperarás!- le riñó, y Nico se sintió ruborizar.

Al final, se recuperó al día, y pudieron dar un paso más: Londres.

Está bien, Londres no le recordaba a nada, sólo a Alabaster, y su hermosa sonrisa, su pelo castaño...¡Lo volvía a hacer! Quizás estaba demasiado febril como para razonar con claridad y eso lo hacía pensar en lo bellos que eran sus ojos...¡Espabila, Di Angelo!

Cada vez que Nico se reprendía, la voz de su conciencia hablaba con la voz de Reyna.

Quizás olvidara a Percy.

Quizás.


N/A: Ahora, cariño. ¿Por qué hago esta historia? Sencillísimo. Ustedes saben que yo tengo otra historia ¿Verdad? Bueno, sino, vayan a mi perfil y busquen mi historia y lean ahora. De veras que no deseo que me estén preguntando ¿Por qué pusiste a Nico, nuestro amado, adorado, deseado, y venerado Nico, con semejante traidor?

Bueno, lo que pasó fue que leí un crossover en inglés de Pj y Hp y ahí estaba él y él (sonó raro) y entonces pensé: ¿Por qué no? Y de ahí Nabaster, como yo le digo.

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