Ritsuka se removió entre las sábanas, la habitación se encontraba oscura, y a pesar de ser familiar, ya no era la que ocupaba de niño, ahora con 18 años, era el orgulloso poseedor de su propio departamento, aunque claro, no se podía decir que era el único que vivía ahí.

Un sonido provocó que despertara, se movió molesto, y luego se reacomodo, pero no pudo seguir durmiendo debido al agradable aroma de la comida que venía de la cocina.

Vio la hora, eran las cinco veinte de la tarde –Soubi debe estar por salir- se levanto.

Al asomarse a la cocina pudo ver a Soubi, tenía el pelo recogido –Se ve tan concentrado- se quedo apoyado en el marco de la puerta, observándolo – Sabe que estoy aquí, pero me ignora de todas formas - Ese pensamiento hizo que su pecho doliera, pero no se movió.

Soubi apago la olla y sonrió –Por favor Ritsuka, no te muevas, estoy viendo como te veras en mi próximo cuadro-

Ritsuka movió la cola molesto, sonrojado, Soubi solía provocar esa reacción en él -He terminado la cena, regresare a las nueve, pero es por si el trabajo se hace más largo- Soubi se ira de nuevo y me dejara aquí solo.-

Camino hasta su lado y lo abrazo, Soubi acaricio su pelo y sus orejas de forma suave. Luego lo aparto y lo beso suavemente.

-Regresare lo más rápido posible. Te quiero Ritsuka- Ritsuka frunció el ceño, aun no se acostumbraba del todo a eso. Vio como Soubi se dirigía a la puerta, se ponía los zapatos y revisaba que traía consigo las llaves.

-Quédate- Su voz rompió el silencio que se había formado, se sentía inseguro pero su voz salió firme.

Soubi se dio la vuelta lentamente, lo miro profundamente. Avanzo un paso y tembló ligeramente.

-¿Es una orden?- su voz sonó más ronca de lo normal y provoco que Ritsuka se estremeciera.

-Sí - Trato de sonar tan seguro como la primera vez

Soubi avanzo rápidamente y lo abrazo. Ritsuka escondió su cara en el pecho de Soubi aun sin poder creer lo que había hecho.

Sin que se diera cuenta estaba besando a Soubi, avanzaban hacia la habitación, un escalofrío recorrió a Ritsuka. –No te has quitado los zapatos- Se encontraba sonrojado y tenía la respiración entrecortada. Soubi sonrió. –No importa-