Bueno, voy a empezar a actualizar el fic, a intentar corregirlo y eso. Quiero aclarar que la razón por la que elegí que Daphne sea la mala y no Pansy, fue porque quise darle una oportunidad a Parkinson. Quise que en este fic, ella no sea la estúpida y superficial…y además por una cuestión de comodidad.
Capítulo 1: Mezclar a Gryffindors con Slytherins puede no ser una mala idea
La odiaba. Siempre la había odiado, o por lo menos intentaba de convencerse de aquello. Después de todo, ella era todo lo que se suponía que debía odiar: la mejor amiga de San Potter y la Comadreja, una Gryffindor. Pero, por sobre todas las cosas, era una asquerosa Sangre Sucia, una hija repugnantes muggles. Él, en cambio, no solo pertenecía a la mejor casa de Hogwarts, Slytherin, sino que provenía de una de las pocas familias de Sangre Pura por excelencia, al igual que aquel pelirrojo mamarracho que tanto detestaba.
Muchas cosas habían cambiado. Había pasado un año desde la caída de El-que-no-debe-ser-nombrado, por lo que él no se había visto obligado a asesinar al director del colegio, Dumbledore. Eso le supuso sacarse un gran peso de encima: no quería cargar a cuestas el peso de saber que le quito la vida a uno de los hombres más queridos del mundo mágico. Su padre, junto a otros mortífagos, había ido a parar a Azkaban. Pero eso no le importaba, no realmente. Malfoy nunca había tenido una buena relación con Lucius, y el hecho de él lo haya obligado a volverse un seguidor de Voldemort desató en él sentimientos poco alegres hacia su padre. Ahora, vivía con su madre, Narcissa. A ella sí la adoraba profundamente, y aunque no siempre le demostrara lo mucho que significaba para él, sentía que era una de las pocas personas que le brindaban un apoyo incondicional.
A pesar de todos los cambios recientes de su vida, Malfoy seguía mostrando su misma actitud de superioridad en Hogwarts. Crabbe y Goyle seguían siendo sus guardaespaldas y Daphne Grengrass había comenzado a seguirlo por todas partes. Como si fuera poco, tenía a más de la mitad del colegio suspirando por él.
Draco apuró el paso: ya había llegado tarde a transformaciones tantas veces que McGonagall lo había amenazado con castigarlo, y él sabía que aquella mujer no era de las que bromeaba. Al llegar a la clase, abrió la puerta y maldijo en voz alta al observar que el único asiento que quedaba disponible era el que se encontraba junto a Hermione. Ella tensó su mandíbula y les dirigió una mirada de desesperación a Ron y Harry, que rieron por lo bajo, incrédulos.
McGonagall, entro en el aula y obligó al muchacho a sentarse.
-Bajo ninguna circunstancia pienso sentarme con ella-le dijo.
- Señor Malfoy, o se sienta ahora mismo, o juro que lo pondré a limpiar retretes el resto de la semana. Y esta vez, ni su querido profesor Snape podrá salvarlo. Tiene cinco segundos.
El ojigris miró a la profesora con odio y, apretando los dientes, se sentó junto a Hermione, que no emitió sonido alguno.
-Genial-exclamó Draco- Gracias a Merlin que solo es por hoy porque si tuviera que soportar un día más contigo, me lanzaría ahora mismo un maleficio imperdonable. Ya bastante tengo con tener que soportarte en las reuniones de prefectos por tercer año seguido.
-Qué curioso, por primera vez estoy de acuerdo contigo-atajó Hermione, sin mirarlo. Draco alzó una ceja y centró su vista en su trabajo.
Ambos hicieron lo posible por ignorar a su compañero de mesa el resto de la hora. Como Draco no quería volver a recibir un castigo, se esforzó sobrehumanamente en no molestar a Hermione. Ella, por otra parte, quería volver a ganar el Premio Anual, así que hizo todo lo posible para mantenerse concentrada en lo que estaba haciendo.
Los dos estaban sorprendidos de lo bien que estaba yendo todo. Se habían comportado toda la clase, pero justo cuando creyeron que la tortura estaba llegando a su fin, sucedió algo que los dejó helados.
-Tendrán que hacer un trabajo para después de Navidad, de a parejas por sorteo…un Gryffindor con un Slytherin.-habló McGonagall- El profesor Snape y yo estamos de acuerdo en el hecho de que ya nos hartamos de sus actitudes infantiles y sus constante riñas, así que lo mejor será que comiencen a portarse como adultos y trabajen juntos. A continuación pasarán y dejarán sus nombres en esta copa, que sorteará los nombres automáticamente.
En unos pocos minutos, los alumnos pasaron, entre rezongos, al frente a dejar un pequeño pedazo de pergamino que depositaron dentro del caliz. McGonagall hizo un leve movimiento con la varita, y se elevaron los dos primeros papeles.
-Zabini y Weasley.
Ron bufó y se recostó sobre su mesa. Blaise, en cambio, se limitó a arquear las cejas.
-Goyle y Potter.
Ron se mordió la lengua, intentado no reír. Tanto Hermione como Draco pudieron notar la cara de asco que pusieron sus amigos.
Las siguientes parejas fueron elevándose en el aire: Greengrassy Longbottom; Nott y Patil; Crabbe y Brown; Bulstrode y Finiggan; Parkinson y Thomas...ya habían nombrado a todos los alumnos: a todos menos dos. Entonces se elevaron los últimos pergaminos: Hermione y Draco empalidecieron totalmente al escuchar sus nombres. Todos los alumnos se detuvieron en seco a mirar a la Leona y la Serpiente, que no se esforzaron ni un poco en disimular su cara de asco. El rostro de Hermione pasó de estar blanco a estar rojo de la furia. No entendía por qué, de entre todas las personas, tenía que estar pasándole eso justo a ella.
-No, no, no pienso pasar más tiempo con esa sangre sucia.-soltó Draco mientras golpeaba el escritorio con su puño.
-Silencio Malfoy, y ni si le ocurra volver a llamarla de esa manera. ¡Ya sabe que no toleramos ese tipo de comentarios! Si vuelve a hacer tal cosa, duplicaré su castigo, y sepa que mis amenazas son totalmente serias-lo calló McGonagall.- Lo siento por usted, Granger, sé la tortura que le debe parecer realizar un trabajo con Draco Malfoy, pero lamentablemente las parejas quedaron así y no hay nada que pueda hacer al respecto.-Hermione apretó los labios y asintió.
Los alumnos de Gryffindor se rieron y aplaudieron. Los de Slytherin, en cambio, se mantuvieron callados
Terminada la clase, Hermione salió junto a sus dos mejores amigos del aula. En el jardín, sentadas en uno de los bancos de piedra, los esperaban Ginny y Luna. Harry se acercó a su novia y besó su mejilla, sonriendo contra su piel.
-Lo lamento mucho por ti, Herms-dijo Ron.
-Lo sé. Yo también lo lamento por mí-dijo con una sonrisa para animarse a ella misma.
-¿Qué ha sucedido?-preguntó Ginny enarcando una de sus cejas.
-La han puesto a trabajar con Malfoy-sacudió la cabeza. Ginny hizo una mueca y Luna ahogó una risita.
Entonces, apareció Ernie McMillan saludándolos con la mano en alto mientras se acercaba a ellos.
-Hola, cariño-le dijo al pelirrojo antes de posar los labios sobre los suyos. Ron le devolvió el beso.
Harry, abrazado a Ginny, les pidió bromeando que se consigan un cuarto, y Ernie le guiñó el ojo en respuesta. Había pasado un año desde que Ron se había dado cuenta de que era gay y unos meses desde que había comenzado a liar con aquel chico de Hufflepuff. Todos sabían que no estaban enamorados, pero la realidad era que la pasaban bien juntos y sabían sacarle provecho a la situación. Ninguno de ellos los juzgaba por eso, sino que los admiraban por haberse animado a sacar sus sentimientos a flote. Lo más extraño, sin embargo, era que la homosexualidad de Ron no suponía un objeto de burla para los Slytherin.
La muchacha se despidió de ellos para ir a la biblioteca. En eso, pasó Malfoy, caminando erguido como si una cuerda estuviese tirando de su cabeza, y a paso confiado y seguro como solo él sabía. El rubio se detuvo frente a la chica, y en una voz fría y baja le dijo:
-Escucha bien, sangre sucia, ni pienses que a mí me gusta la idea de hacer ese trabajo de Transformaciones contigo. Es más: siento que Merlín me está castigando- Hermione se sintió desnuda frente a la mirada gris de Draco: siempre le había resultado incómodo e incluso extraño que la mirara directo a los ojos cada vez que le hablaba, aunque solo fuese para insultarla-Así que te pido que no se te ocurra hablarme a excepción de que sea pura y exclusivamente para este maldito trabajo que debemos hacer.
-Oh, no te preocupes, Malfoy,-sonrió de medio lado-no te hablaría por otro motivo ni aunque ser Premio Anual dependiese de ello. Y estate seguro de que todo esto es un castigo para mí también. Así que hazme un favor y desaparece de mi vista.
-Te creés muy lista ¿No es así?-esbozó una sonrisa sarcástica que se pareció más a una mueca que a otra cosa.
-No, eres tú el que se creé muy listo.-escupió con suficiencia. Malfoy tensó la mandíbula y rió entre dientes.
-No te pases de viva, Granger- dijo Malfoy acercándose a ella lo suficiente como para que sintiera que estaba invadiendo su espacio personal -No te quieres meter conmigo ¿o sí?-en lugar de gastarse en responderle, lo esquivó y siguió caminando. Le detestaba tanto,quería detestarlo.
