El Vestido Lila
Lila, definitivamente era el lila. Un color bonito, a lo mejor no era uno de los mejores, pero bonito. Ni era claro, ni muy oscuro, ni muy azul, ni muy rosa.
Lo sacó de la percha y sin más lo pagó, la dependienta la miró con cara rara.
- ¿Lila? que color más feo y pasado de moda -pensó la señora metiendolo en la bolsa y dandosela a la chica con una sonrisa hipócrita.
Salió de la tienda y con una sonrisa que competía con el mismísimo sol se dirigió a su casa.
Estupendo, era simplemente estupendo, no perfecto, ya que la perfección no existía, pero si estupendo.
No podía parar de mirarse al espejo con él puesto. Y no es que fuera una joven presumida, pero tampoco era tonta y si algo le quedaba bien, le quedaba bien.
Se calzó unos zapatos blancos de cuña y antes de salir de su casa se puso una fina chaqueta del mismo color que los zapatos.
Era otoño y hacía aire, ella dejaba que le diera en la cara, le encantaba sentir el aire otoñal mientras chafaba las hojas secas de aquel enorme jardín. Su vestido lila se movía al compás del viento y su pelo castaño se enrredaba entre las hojas que los árboles soltaban sin compasión.
La gente que pasaba por su lado la miraban sin comprender, ¿es qué acaso no sentía el aire tan frio que hacía? Y claro que lo notaba, pero no se quejaba, por que el frio le hacía sentirse viva.
Una bicicleta pasó por su lado, tan cerca que casi la tiró al suelo, pero con una sonrisa se colocó bien su vestido lila y siguió andando, o cual quiera que la hubiera visto habría pensado que flotaba, ya que parecía un ser sobrenatural, una especie de ninfa inperfecta pero asombrosa.
Por fin llegó al banco, el banco por el que se había comprado ese vestido inconscientemente, o más bien por la persona que se sentaba en él. No conocía su nombre, ni su edad, ni su voz, no sabía nada de él, pero cada tarde que había ido a ese banco él estaba ahí sentado, como si la esperara y sin poder evitarlo se fue enamorando de él.
Se sentó en el banco, se arregló su vestido lila y reposó su espalda en el respaldo. Lo miraba por el rabillo del ojo, su pelo alborotado danzaba tapandole sus ojos claros haciendo que estos se nublaran pero sin apartar la vista del horizonte, realmente el chico era guapo.
- Te sienta bien ese vestido -comentó él sin apartar la vista del frente.
La chica levantó la mirada sorprendida ¿se lo había dicho a ella?
- Gracias -contestó con una sonrisa.
- En realidad, ya de por si eres hermosa -dijo él posando sus orbes claras sobre las de ella.
Se sonrojó y dejó escapar una risa fresca y cantarina.
Se levantó del banco y dio una vuelta sobre si misma riendo mientras el viento la mecía y cuando paró echó a andar con paso de bailarina. De pronto se giró y con una sonrisa le gritó al chico.
- ¡Creo que me he enamorado de tí!
Y desapareció como si de un ángel se tratara.
Eso si, con su vestido lila.
