Para las personas a las que les gusta la filosofía…
Para Hugo aunque no lo llegue a leer,
Para mi amiga Marianna que fue la primera que lo leyó,
Y para todos los seguidores de Materia Oscura.
By Naleeh
El efecto mariposa.
"La princesa está triste,
¿Qué tendrá la princesa?
Sus suspiros se escapan por su boca de fresa…"
Nada. Absolutamente nada parecía hacerla sonreír.
En las ultimas semanas se paseaba aún alegre por los jardines de los alrededores. Pero estos dos últimos días, callada, ausente, como fuera de lugar en el mundo, suspiraba profundamente pensando en tierras fuera a su alcance.
- ¿Qué le ocurre a su alteza? – preguntó Luck, acercándose a ella sigilosamente.
Apoyada en el tronco del árbol y con la vista perdida en el infinito, la nueva Vanoyeke acogió de buena gana tal atrevimiento.
- Ese apodo es nuevo, Sean. – sonrió. – Pero, ¿Y tú? Estás más pálido de lo normal. ¿Qué haces por estos lugares?
- Creí que tal vez necesitarías un poco de buena suerte. ¿Qué tal tus nuevos padres? ¿Cómo he de llamarte ahora?
- Son unas personas muy amables y buenas… pero ya he tenido once familias tan amables y buenas al principio… - la joven enmudeció. – Quieren llamarme Julia. Julia Vanoyeke. Suena horrible.
- Entonces necesitaras de mi ayuda. – y dicho esto, le dio un rápido beso en la mejilla y salió de escena todavía más rápido de lo que había venido.
Sola y sorprendida, la joven vio como el chico albino al que tan poco conocía, se escabullía rápidamente entre los coches de caballos dejando atrás los inmensos jardines del parque. Sus dorados rizos ondearon al viento, al tiempo que se sumergía de nuevo en sus propios recuerdos…
~*~*~*~*~
Suerte, recorría las callejuelas de Oxford alborozado. Tenía tantas ganas de contarle a Risa lo que había descubierto…
Era cierto. No lo creía todavía pero había hablado con ella.
Corrió hasta el cementerio más cercano y buscó una a una las distintas lápidas, tratando de encontrar una en concreto… antes de que lo consiguiera, una alegre niña le saltó a las espaldas.
- WAAAAAA!!!! – le gritó al oído, muerta de risa.
- ¡AH! ¡Menudo susto que me has dado! ¡Risa! ¿Qué? ¿Cómo? ¿Por dónde…? Es imposible, la lápida está ahí… yo… - tartamudeaba el joven chico, sin saber que decir. Aquel encuentro le había sorprendido.
- He encontrado otra alineación. – explicó esta. – Me parece más de sentido común atravesar árboles, que no tumbas de muertos.
- ¿Otra alineación dices? ¿Y a dónde lleva? - preguntó interesado.
- A dónde tú quieras… - sonrió esta. Y dicho esto, tomó al chico de la mano y lo condujo hacia un hermoso árbol, que no se diferenciaba en nada a ninguno de los que había allí en el cementerio. - Lo atraviesas y te llevará a dónde desees estar.
- ¿Es una alineación a todos los proyectantes?
- Sí. A todos y cada uno de ellos. ¿A dónde vamos hoy?
- Antes de eso Risa, quiero que sepas que he estado con la chica de la que habló Premonición. Acabo de llegar de ahí… Ahora se llama Julia… - pero algo interrumpió la conversación que llevaban estos dos seres. La sensación que sintieron en sus corazones sólo podía significar una cosa: El Clan los llamaba de vuelta al hogar.
- ¡El Clan nos llama! Si descubren lo que hemos hecho… - anunció Risa preocupada.
- No deben. ¡Volvamos antes de que se den cuenta que hemos estado aquí!
Y dicho esto, los dos jóvenes atravesaron el tronco del árbol y desaparecieron como si nunca hubieran estado allí.
~*~*~*~*~
El lugar era de una blancura sobrecogedora. Tan brillante que cuando un rayo de sol se colaba por una de las ventanas, te cegaba al instante. Más hermosa que la ciudad de los ángeles. Mucho más elevada… allá arriba. Mucho más alta que las nubes, que el cielo…
Pocas veces se veía un color que no fuera blanco. El vacío blanco… Las circulares murallas de la ciudad de Althlaron se alzaban majestuosas, inalcanzables para cualquier otro ser que no fuera de allí originario.
Y su interior… tan blanco y puro como el exterior. Tan desolado y completo. Tan perfecto.
Y sus habitantes…
Sus movimientos por aquellos estrechos pasillos, podían asemejarse a los de un ratón por un laberinto.
Su mentalidad la comparable con una colonia de hormigas. Todo lo que se hacía ahí tenía un fin, y todo era por el bien de la comunidad. Por el bien del clan.
Ninguno de ellos había nacido… Si no que existía desde el principio de los tiempos.
No eran dioses. Pero mucho más poderosos y antiguos que los ángeles. Y aunque ya contaban con edades inimaginables, permanecían siempre en un estado aparentemente infantil. Ninguno llegaba a aparentar jamás los veinte años… y tan sabios… y tan viejos… y tan jóvenes a un mismo tiempo.
Se distribuían según el grado de poder. Así pues se dividían en siete niveles. Y vestían de los 7 colores del arco iris, que unidos formaban el blanco… El color más puro. El todo. El mayor rango de poder.
Pero aún todo esto… Ninguno debía tomar decisiones propias. Por que no eran nada sin los demás. Resultaba imposible su independencia. Cada ser no era más que el diminuto eslabón de una cadena infinita. Pero… ¿Qué ocurriría si …?
***
- ¿Qué crees que pueda haber ocurrido? Nunca llaman si no es algo grabe. - pregunto la aparente joven Risa, a su compañero.
Risa era una de las habitantes de Althlaron, al igual que Suerte. Sin embargo eran los dos muy distintos entre sí:
Risa pertenecía al rango más bajo de los siete: vestía de violeta de arriba a bajo y jamás debía relacionarse con alguien que fuera superior a ella. Poseía el cuerpo de una niña de unos 14 años. Era muy guapa: de piel color miel, al igual que sus ojos y de un fuerte cabello rizado de tonos castaños oscuros. Y lo mejor de todo era su sonrisa… Siempre sonriente y riendo. Su risa era tan musical como su nombre, y encerraba toda su belleza.
Y Suerte… Suerte era considerado uno de los líderes de Althlaron. Su poder era uno de los más codiciados por todos los seres de los llamados proyectantes. No vestía de Rojo… no… Si no de blanco, de esta forma sobrepasaba incluso al rango de mayor prestigio. El blanco más puro y más característico de aquel mundo. Y una de las cosas más apreciadas por todos sus compañeros, que Suerte poseía, era su albinismo. Una característica única ahí: La de ser blanco puro… algo que les daba la idea de la perfección. A Suerte no le estaba permitido ir en compañía de alguien de rango tan bajo como Risa, sin embargo, desde que la había conocido hace miles de años atrás, no se había podido apartar de su lado. Claro que todo eso era un secreto muy bien guardado.
- Tengo un mal presentimiento. - le contestó mientras recorrían juntos aquellos pasillos tan estrechos.
Hacía ya unos cuatro años que no los llamaba el Clan. Y cuando lo hicieron fue porque los ángeles, sus inmediatos inferiores habían iniciado una guerra contra la autoridad con la ayuda de otros seres muchísimo más inferiores aún. Una idea absurda… Habían intentado el segundo armaguedon aunque no intencionadamente, pero por su culpa varios seres cambiaron de proyectante. Algo totalmente descabellado e impensable. Si el Clan los volvía a llamar ahora, no sería para nada bueno…
- ¡Dividámonos aquí! - ordenó Suerte, cuando estaban a punto de llegar al gran centro de reuniones: El ojo de la ciudad de Althlaron. Si los veían juntos la reprimenda sería terrible para Risa.
Y así lo hicieron.
Suerte tomó el camino más directo para ir al centro de reuniones. Pronto se reunió con otros tantos líderes que al igual que él vestían de blanco.
Entró en su compañía al grandioso lugar: Una descomunal sala circular llena de gradas blancas, cual anfiteatro romano y cuyo centro era un gran ojo de cristal por el que se veían las estrellas.
Los distintos habitantes de Althlaron fueron rellenando los asientos. Estaban divididos por los distintos colores. Los más alejados pertenecían al violeta… y en las primeras filas se encontraban los pertenecientes al color rojo.
Y justo en el centro del ojo…
Habían colocado un majestuoso trono rodeado de asientos menos lujosos para los líderes. En el trono sentada cual reina se erguía Premonición. Cuando Suerte la vio, supuso que todo este jaleo se debía sin duda a ella.
Premonición jamás hablaba. Durante cientos de años había permanecido callada. Mientras el resto de la gente de Althlaron trabajaba en sus cámaras enviando sus poderes a los seres, ella permanecía sentada y callada… con la vista siempre clavada en el infinito. Mirando la nada. Siempre ausente.
Si alguna vez hablaba… era digno de mención. Y normalmente lo que decía se convertía en profecía… la última vez que habló fue para nombrar la nueva salvación del mundo, con la llegada de la nueva Eva… Al parecer de los allí presentes, solo tonterías… pero esas tonterías causaban problemas. Muchos problemas para el futuro. Si Premonición hablaba, se debía escuchar.
Suerte se sentó en uno de los asientos destinados a los líderes. Y mirando hacia las gradas pudo ver como Risa se había reunido con los demás violetas… no pudo evitar una sonrisa que fue frenada por Conocimiento, sentado a su derecha.
- ¿Ha hablado? - le preguntó Suerte a este.
- Sí. - respondió el otro chico de mala gana.
- ¿Y qué es lo que ha dicho? - insistió interesado.
- Lo repetirá… cuando todos hayan llegado. - y dicho esto, permaneció en largo silencio. Un silencio bastante incómodo para Suerte. Pero sintió un gran alivio. La reunión no era porque se hubieran dado cuenta de lo que él y Risa habían tramado a escondidas…
El silencio se hizo y llegó la única figura vestido de negro de la sala: El Mal. Con él concluía la extensa lista de los habitantes de la ciudad. Y por fin pudo empezar la reunión.
- He oído que Premonición ha vuelto a hablar… - anunció el recién llegado pavoneándose por la sala. - ¿Es eso cierto?
- No, no lo es. - replicó Mentira. Su opuesto le miró con cara de desesperación.
- Entiendo. ¿Y qué ha dicho esta vez?
- ¡Eso! ¿Qué es lo que ha dicho? Que nos queremos enterar. - dijo Curiosidad.
Inocencia se levantó de su correspondiente lugar en las gradas y se dirigió a Premonición con suavidad:
- Cuéntales, diles lo que a mí. Por favor…
El silencio volvió a hacerse en la sala. Todos esperaban ansiosos volver a escuchar la hermosa voz de la chica, que siempre parecía tan triste, tan delicada, tan frágil, tan ausente…
- He visto… - comenzó. Un gran sentimiento de expectación invadió la sala. - Como dos miembros de esta comunidad nos traicionaban.
Un gran murmullo interrumpió a la chica. ¿Cómo se atrevía a decir eso? Normalmente cuando hablaba implicaba a los seres inferiores… ¿Pero ellos? ¿Cómo se atrevía a cuestionar la lealtad de seres tan perfectos? Suerte la miró asustado.
- ¡Silencio! - los calló Sabiduría.
- Prosigue por favor… - le indicó Inocencia.
Premonición dudó unos instantes sumida de nuevo en sus extraños pensamientos, tan ausente como siempre… y luego siguió:
- He visto cómo dos miembros de nuestra comunidad nos traicionaban. Al finalizar la guerra de los ángeles contra la autoridad, las alineaciones con los distintos proyectantes fueron cerradas. Todos vosotros sabéis que nunca deberían ser abiertas, por que se podría producir el caos entre todos los seres. - Caos rió ante tal atrevimiento por parte de Premonición. Pero todos lo ignoraron. - Ahora… dos miembros de nuestra comunidad han vuelto a abrir varias alineaciones.
Otro nuevo murmullo aún más fuerte que el anterior se escuchó por todos los rincones.
- Pero Premonición, ¿Para qué harían algo así? Todo lo que nosotros hacemos tiene un fin… Y eso no tiene ningún sentido. Nosotros actuamos para el bien del Clan, es totalmente absurdo lo que estás diciendo. ¿Por qué lo harían? - preguntó de nuevo Curiosidad
- Lo hacen por diversión. No lo han hecho pensando en el Clan. Se han apartado de la comunidad infligiendo las normas sólo para actuar a beneficio propio. Y han abierto las alineaciones para estar cerca de los seres… Para sentirlos más de cerca… Pronto el Clan se verá afectado por cambios. Habrá cambios. Y todos veremos cosas nuevas que jamás se habían visto antes. - y dicho esto, Premonición calló de nuevo.
No podían creer lo que acababan de oír. No lo admitían. Y el miedo les invadió los corazones. Y Miedo reía al verlos asustados.
- ¿Pero quién? ¿Quién podría traicionar al Clan? ¿Quién podría hacer algo así? - pregunto Bien, desconfiando de Mal.
- Yo sé quién. - respondió Impaciencia. - Seguro que ha sido Traición o el mismo Mal. Y su aliado es Caos… ¡Eso es! No quieren si no el mal para nosotros.
Estos tres negaron la acusación muy dolidos. Y pronto la sala empezó a ser un verdadero desorden.
Suerte permanecía sentado en su asiento. Estaba temblando. Temblando de nervios. Miró desesperado a Risa que se encontraba en la parte mas elevada de las gradas. Le hizo una señal como que iba a abandonar la sala. ¿Serían capaces de huir? ¿Abandonar los dos solos aquel lugar? Imposible. Tarde o temprano acabarían encontrándolos y sería peor. ¿Y si cambiaran de proyectante? No… el tiempo los mataría… ¿Qué podían hacer?
- ¡Yo tengo la solución! - anunció Tranquilidad. - ¿Por qué no cerramos las alineaciones que es lo que más mal puede causarnos y luego nos ocupamos de los traidores? ¿Eh? ¿Qué os parece? - agregó orgullosa de su ocurrencia.
- Me parece buena opción. - zanjó Sabiduría. - Que los líderes vengan conmigo. Partiremos inmediatamente. Cerraremos todas esas alineaciones para que los seres no puedan cambiar de proyectante.
- ¡Y luego les daremos a los traidores su merecido! - gritó Violencia, contentísima.
A Suerte esto le sentó como si le acabaran de echar un jarro de agua fría por la cabeza. No pudo reaccionar. Miró a Risa que debía de poner la misma cara que él… y se quedó ahí sentado… Sus planes se acababan de desmoronar.
- ¡Vamos Suerte! No te quedes ahí parado. Te necesitamos. Necesitamos buena suerte para esta tarea. - Le apremió Bien.
Pero este no se movió.
- Déjalo, Bien. Él no irá porque es uno de los traidores. - dijo de pronto Premonición. Y volvió a su eterno infinito.
Toda la sala se quedó en silencio. Todas las miradas recayeron sobre él. Y él, no supo como reaccionar. Así que se quedó sentado donde estaba. Mirando a todos los allí presentes con sus profundos ojos azules.
- ¿Es eso cierto? - preguntó Bien, asustada. Aunque ella sabía por experiencia que Premonición jamás se había equivocado.
Suerte no contestó.
Mentirá bajó acelerada las gradas y se le tiró al cuello. Una de las cosas más sorprendentes que podían hacer los habitantes de Althlaron, era la de adivinar los sentimientos del prójimo mediante el contacto físico.
- ¡NO! ¡No es cierto! ¡Premonición se ha vuelto a equivocar! - anunció Mentira alejándose de Suerte asustada.
Un gran revuelo se armó en la sala. Violencia no lo soportó más y se intentó abalanzar sobre Suerte, con la intención de retorcerle el cuello.
- ¡Muerte! ¡Muerte a los traidores! - gritaba triunfal.
Pero Suerte siempre había sido un ser muy afortunado y pudo esquivar a todos los que se volvieron contra él. El resto estaba demasiado asustado, o tal vez no habían logrado asumir lo que estaba ocurriendo.
- ¡Cogedlo! ¡Lo quiero para mí! - se escuchaba a Violencia.
- ¡NO! Es demasiado importante para el Clan. No lo podemos destruir. - le contestó Sabiduría.
- ¡Entonces torturémoslo! - insistió.
- ¡NO! ¡Mejor interroguémoslo y luego lo torturamos! - propuso Curiosidad. - Premonición dijo que había dos traidores. Él sabe quién es el otro.
- Sí. ¡Prendedlo! - insistió Violencia.
Suerte derribó a Agilidad que era una de los que más problemas le causaba, y tomó parte de su poder para salir huyendo. Salió de la enorme sala con algunos miembros del Clan pisándole los talones. Pero él siembre había sido afortunado y tenía la certeza de que saldría de esta.
Cerró varias puertas y echó a correr por los estrechos y blanquecinos pasillos. El sonido de sus pies sobre el suelo encerado no producía a penas ruido y hacía que sus seguidores se resbalaran continuamente… pero no Suerte.
De pronto una silueta violeta apareció frente suyo. Estuvo a punto de derribarla, hasta que vio su sonrisa y comprendió que no le causaría ningún mal.
- ¡Risa! - exclamó. Y no dudó un segundo en abrazarla.
- Podía pasar… Ya ha ocurrido.
- Si te descubren…
- Ya te han descubierto a ti. Ahora a mi eso me da igual. Premonición podrá decir mi nombre en cualquier momento. Pero… ¡Tienes que escapar! ¡Antes de que cierren las alineaciones!
- ¿Qué escape a otro proyectante? ¿Solo? Pero yo quiero estar contigo…
- Es la única solución por ahora. - explicó desesperada.
Escucharon pasos que se acercaban a ellos. A sí que no se lo volvieron a pensar y corrieron directos al jardín interior de la ciudad. También tan blanco como todo lo que allí había: los árboles, el césped, las hojas, las flores, el agua que emanaba de las fuentes parecía leche…
Suerte, tomado de la mano de Risa, fue conducido a uno de esos árboles. Era el mismo que habían atravesado para volver a Althlaron.
- Atraviésalo ahora. No tienes mucho tiempo y no tendrás otra oportunidad. Te llevará al lugar dónde desees estar. Ahí estarás seguro. - le explicó Risa.
- Entonces no me llevará a ningún sitio, por que yo quiero estar donde tú. - le suplicaba con la mirada.
- Iré a buscarte. Te lo prometo. - le aseguró besándolo en la frente. - ¡Ahora vete por favor!
Suerte dudó un segundo. Tampoco le veía otra solución por ahora. Si descubrían que Risa se había ido con él, sabrían que era la traidora… y al pertenecer al menor nivel… no, no quería ni imaginarlo.
- Suerte… - le dijo este besándola desesperado, con la sensación de que no se volverían a ver en mucho tiempo. Y mientras lo hacía… desapareció en el tronco del árbol.
Risa quedó sola frente a aquel árbol del jardín. Nadie sabía que ahí se encontraba una de las alineaciones que habían abierto, por lo tanto Suerte estaría seguro.
- ¡Qué bonito! - la sorprendió de pronto Mal, apareciendo de detrás del árbol. - Ya verás que contentos se pondrán todos cuando adivinen que tú los has traicionado. - rió.
Risa se quedó petrificada. Mal había escuchado su conversación. ¡Sabía lo de la alineación! El miedo la envolvió. El último deseo de Suerte se había desvanecido. Y ella sin él…
- Claro que… Yo también estoy un poco harto de cómo nos tratan. ¿Por qué no podemos hacer lo que queremos? ¿Por qué tienen que existir los siete niveles? ¿Por qué el color blanco es el color puro? ¿Por qué no lo puede ser el negro? Tal vez… nosotros dos… podríamos hacer un trato.
Un trato… Repitió la mente de Risa. Sí. Ella sería capaz de vender su alma al diablo con tal de asegurarse que Suerte no sufriría ningún daño.
- ¿Qué tipo de trato? - preguntó insegura.
- Uno que nos conviene a los dos…
Y mientras esta conversación tenía lugar, llegaron los que perseguían a Suerte con tanto afán. Y descubrieron a Risa hablando con Mal… Los dos eran considerados de un nivel muy bajo. A Mal todavía más, por lucir un color totalmente opuesto al Blanco. Así que no sospecharon nada.
- ¡Mal! ¿Qué haces tú en el jardín? Perseguimos a Suerte. ¿Lo dejaste escapar a propósito no es así? ¿Hacia dónde ha ido? Lo has hecho para hacerme rabiar. - Lo espetó Bien.
- Mi querida hermanita… - suspiró él. - Tú mejor que nadie me conoces. Y sabes que eso no es cierto. Me siento dolido por tú rencor hacia mí. - le dijo. - Risa y yo lo estábamos persiguiendo cuando… ¡Desapareció!
- ¿Desapareció? - Preguntó Incredulidad. - ¡No me lo creo! ¡Esas cosas no pasan!
Risa miró desesperada a Mal, el cual parecía muy seguro de sí mismo. ¿La delataría?
Verdad se acercó y rozó la mejilla de Mal.
- No. No miente. - anunció.
- ¡Claro que no miento!
- ¿Y cómo es que desapareció? - insistió Bien.
- Se fue… por el tronco de este árbol. Es una alineación a otro mundo. - Risa y los otros lo miraron asustado. - ¡Pero no os preocupéis! - y dicho esto lanzó una fulminante mirada al árbol y este estalló en miles de astillas blancas. - ¡Ya no hay alineación! Problema resuelto, ¿No es cierto Risa?
Fin del primer capítulo.
Sé que al principio es un poco lioso, pero luego lo iré aclarando.
