¡Hola a todo el mundo! Mi nombre no es Tikki, pero podéis llamarme así. Vi Ghost Hunt por primera vez con... ¿13? ¿14? años y últimamente ha vuelto mi pasión por este anime/manga/novelas. Quiero contribuir al fandom y publicar este fanfic que dudo mucho que le cambie la vida a alguien pero sí espero que entretenga y que me ayude a crecer como escritora.

Esta historia es semi-AU, están en el universo de Ghost Hunt pero con algunos pequeños cambios que notareis a primera vista. Sin más, os dejo leer mi historia.

Disclaimer: Ghost Hunt no me pertenece, todo es obra de Fuyumi Ono.


Capítulo 1: En el que Mai cava su propia tumba.

–¡Quiero que lo traigas de vuelta a casa!

–¿De qué estás hablando? –El muchacho le contestó a la mujer sin levantar la vista de los papeles que estaba leyendo. Sabía perfectamente de qué estaba hablando, o de quién, más bien, de su hermano mayor, Eugene Davis.

–¡Sabes perfectamente que estoy hablando de tu hermano! ¡Lleva dos años en Japón y no se ha dignado a venir ni una sola vez de visita! –Como buena madre dramática que Luella Davis era, no dejó de moverse de un lado al otro del despacho de su hijo mientras soltaba su discurso y movía las manos de manera exagerada. –¿Cómo puede ser ese niño tan insensible? Y yo que pensaba que ese eras tú... ¡Cría cuervos y te sacarán los ojos! ¡Todo por esa niña! ¡Oliver, quiero que vayas a Japón y traigas a tu hermano a casa! ¡Y MÍRAME CUANDO TE HABLO!

–Mamá, –Oliver Davis, Noll para los más allegados, se dignó a levantar la vista de sus papeles. – Hemos tenido esta discusión antes, no puedes hacer nada, por lo menos no legalmente. La mayoría de edad en Reino Unido es a partir de los 16 años y en Japón a partir de los 14, mi hermano tiene 18, no puedes obligarlo a que haga algo que no quiera. Además, es financieramente independiente, si querías que volviese a casa no deberías haber dejado que abriese una oficina de SPR en Tokio.

–¡Eso fue cosa de tu padre, no mía! Siempre supe que era mala idea... –La mujer se sentó en un sofá que había en la oficina y escondió la cara entre sus manos. –¿Es que no le echas de menos?

–Claro que sí. –Mentira. Él podía hablar con su hermano cuando quisiera mediante telepatía pero en el estado de histeria en el que se encontraba su madre sabía que no podía decirle eso, no sin esperar más gritos.

Luella levantó la vista esperanzada, tenía los ojos azules brillosos, las lágrimas amenazaban con salir.

–Pues entonces ve, convéncelo de que vuelva. Una vez que te vea se acordará de lo mucho que te necesita. Yo no tengo ese poder sobre él, pero tú sí.

–Mamá...

–Si lo haces dejaré de insistirte para que salgas con Charlotte.

Oliver se quedó estático. Miró a su madre adoptiva a los ojos, y la vio. Tenía el pelo despeinado, le llegaba más abajo de los hombros y se podían ver las raíces canosas. No llevaba maquillaje y las ojeras, imperfecciones y arrugas saltaban a la vista. Un par de lágrimas habían caído ya. Luella Davis estaba destrozada y debía estar desesperada para renunciar a su nuera perfecta.

–No dejaré que pase a tu oficina sin permiso, no la invitaré a casa, ni intentaré que os quedéis solos en las pocas fiestas a las que vas, tampoco le diré cuándo sales de casa ni a dónde vas, así que no te la volverás a encontrar. –Oliver le echó una mirada gélida, sabía que estadísticamente hablando, tantos encuentros casuales no eran posibles. –No te insistiré en que salgas de casa o que trabajes menos o que hagas amigos o tengas novia nunca más, pero a cambio, tienes que traer a tu hermano de vuelta a casa.

–Puedo hacer que vuelva, pero solo por unos días. No volverá a vivir a Londres, su novia quiere quedarse allí y él hará lo que sea porque ella esté feliz. –Había hablado miles de veces con Gene sobre el asunto. No era solo porque su novia estudiase y tuviese una vida que no quería dejar en Tokio, también le gustaba la independencia que había ganado allí. A veces Oliver tenía envidia de la vida que llevaba su hermano.

–¡Pues haz que se separen! –Luella se levantó de golpe, con los puños cerrados a los lados de su cuerpo. – El amor va y viene, no tiene ni siquiera 20 años, va a enamorarse cientos de veces, estoy segura de que también tiene un amor esperándolo en Londres.

–¿Y cómo se supone que voy a hacerlo?

–¡No lo sé! Vende tu alma a uno de tus diablos si hace falta, pero separa a mi hijo de esa chica y tráelo conmigo a casa.


–¿Y dices que solo viene a pasar un mes? –Una chica morena y de pelo corto dejó la bandeja que traía con comida sobre la mesa y se sentó en el suelo. Al otro lado de la mesa se encontraba su novio.

–Sí...

– ¿No te parece un poco raro?

–Mai, si no quieres que mi hermano venga solo tienes que decírmelo. –Eugene abrió los ojos por fin. Había sido un día duro, se había pasado desde las ocho de la mañana con el papeleo de la oficina y era de conocimiento general que eso era cosa de su hermano.

–No es eso, es solo que no me da buena espina. Tu hermano nunca intentó acercarse y ahora de repente te dice que quiere venir... No sé...

El chico se arrastro al lado de su novia y la abrazó. Una de las cosas que caracterizaba a Mai era su intuición, una intuición sobrenatural que siempre los ayudaba en los casos. Si a ella no le daba buena espina era por algo, pero no podía dejar que se alterase. Eugene le dio un pequeño mordisco a Mai en la oreja haciendo que ésta soltase una pequeña risotada y se relajase en sus brazos.

–Tranquila, no estamos en un caso, tus corazonadas no significan nada.

Con un beso en la nariz de Mai, Gene dio por concluido el asunto y bajó sus labios hasta los de ella. Empezaron a besarse, olvidándose de la comida recién hecha sobre la mesa. Mai entrelazó sus brazos alrededor del cuello del chico y se recostó en el suelo, llevándoselo con ella y acomodándose entre sus piernas. Pero el ambiente se rompió en cuanto empezó a sonar un móvil.

–Ugh, estoy segura de que es tu madre. Ella también tiene un don, el don de las interrupciones. –Mai se sentó en cuanto su novio se levantó para contestar y se acomodó la ropa.

–Hola mamá... –Mai rodó los ojos. –No, no interrumpes nada. Sí, ya cené. Sí, estoy comiendo verdura. Mamá, no te pienso contestar esa pregunta. ¿Pasó algo? Claro que me puedes llamar sin necesidad de que pase nada pero... ¿Eh? ¿En el aeropuerto? –Mai frunció el ceño y miró fijamente a Gene, que también tenía el ceño fruncido. –Pero pensé que vendría la semana que viene... Bueno, no importa, estoy esperando ansioso a que venga. ¿En nuestra casa? ¿No se iba a quedar en un hotel? –La morena se levantó de golpe y comenzó a hacer cruces con los brazos y mover los labios diciendo que no mientras su novio intentaba calmarla. –No, no hay problema.


En un aeropuerto, dos hombres iban caminando mientras charlaban. Uno llevaba un carro con las maletas mientras el otro sostenía una bebida en la mano.

–No me puedo creer que vayas a separar a tu hermano de su novia solo para que tu madre deje de intentar emparejarte con Charlotte.

–No lo hago solo por eso, es por su bien. –El hombre que estaba a su lado le echó una mirada asesina. –No le digas a mi madre que te dije esto, pero creo que ella tiene razón. Mi hermano se fue a vivir con esa chica el año pasado y sé que se lo está tomando muy enserio, pero sólo tiene 18 años, ¿no lo ves un poco precipitado? Acaba de terminar el instituto y ni siquiera está pensando en ir a la universidad porque no podría combinar la vida universitaria con su trabajo. Si volviese a casa no tendría que encargarse de un negocio y podría tener la vida de un chico normal.

–Noll, que seas precisamente tú el que diga eso... –Ahora fue el turno de Oliver de echarle una mirada asesina a su acompañante chino. –¿No pensante que quizás prefiera a su novia antes que a una vida de universitario fiestero? Sí, si lo deja con esa chica volverá a casa, tendrá una vida "normal", se enamorará otra vez y todos felices, pero tú no deberías intervenir en eso. Si tiene que pasar, pasará.

La conversación quedó ahí porque se aproximaron a la madre adoptiva de los gemelos que estaba hablando por teléfono.

–Ya sabía que no te iba a importar. ¡Mira! Aquí está tu hermano, ¿quieres hablar con él? –Noll negó con la cabeza pero su madre ya le había puesto el teléfono en la oreja.

–Hola... Sí, yo también quiero verte. Sí. Sí. Ajá. De acuerdo. Adiós... –Pero antes de escuchar los pitidos que confirmasen que la llamada había finalizado, Oliver escuchó una voz desconocida del otro lado de la línea y se quedó mirando el teléfono desconcertado. –¿Qué? –Su pregunta fue al aire, porque su hermano gemelo ya había colgado.


–¡MAI! ¿Estás loca? ¿Cómo se te ocurre decirle eso a mi hermano? –Eugene miró a su novia con cara de horror.

–¿Qué? Ni que le hubiese recitando un hechizo satánico. Solo le dije "nos vemos, hermanito".

–Sí, sé lo que le dijiste, estaba delante. ¿Es que no te hablé lo suficiente de mi hermano?

–Sí, pero...

–Acabas de cavar tu propia tumba, ¿lo sabes?


Sí, sé que es muy corto pero quería dejarlo ahí, ¿vale?, no es porque el cerebro no me diese para más... Como veis, reviví a Eugene, porque me encanta el drama. En el siguiente capítulo hablaré de como Mai y él se conocieron y Naru llega a Tokio.

Por favor, es mi primer fanfic y quiero críticas, duras, lo que sea, tengo 20 años, ya no podéis herir mi sensibilidad. Necesito sabes que es lo que la gente ve mal y mejorarlo.

Siguiente capítulo: En el que Mai cree que su tumba es muy pequeña y cava más profundo.