Era la clase de cuidado de criaturas mágicas, en Hogwarts habían dejado a Hagrid como profesor de esa asignatura; después de algunos años de enseñanza, el semi-gigante había adquirido diversas habilidades para hacerse oír y explicar de una manera más fluida el tema necesarios, con el paso de los años, los estudiantes que iban a la clase disminuían, por la noticia de que Hagrid tenía un hermano, un familiar realmente enorme llamado Grawp.
Ese día de clase, Hagrid había decidido llevar a su hermano y hacer una clase sobre los gigantes, lo que no se esperaba era la escena que le montó su hermano en medio de la clase:
―Hagrid, ¡Grawp quiere irse! Todos ellos son unos pequeños ratones, Grawp es mejor que todos ellos. Tiemblen ante el poder de un gigante como yo ―dijo con los ojos fijos en los de su hermano.
―Grawp no está bien que hables así, discúlpenlo, él no es así ―exclamó aumentando el tono de voz sin ayuda de la magia.
―Profesor Hagrid, seguramente le pasó algo, ¿él normalmente sale de su escondite? ―gritó James Sirius, haciendo molestar al gigante.
― ¿Te crees el rey del colegio por ser el hijo del salvador del mundo mágico? ―preguntó Grawp con tono amenazante― No eres nadie niño, dices que eres un gran brujo, pero ni le llegas a los talones al squib de Filch. No sirves para nada. Puedes tener todo el dinero del mundo pero nunca serás como tú padre ―finalizó el gigante, sacudiendo los brazos en una clara señal de que retaba al joven a que le respondiera.
― ¡Yo no soy quien se esconde de la gente! El dinero lo quieres tú para irte de acá y dejar a tú hermano. Aunque tengas tamaño de montaña, tú eres el que no vale más que un pequeño ratón, yo te trato a mi antojo porque yo soy un albatraoz ―respondió James furioso.
―Yo te veo desde lo alto, tú pareces un ratón, nada de lo que digas tú, me hará sentir peor ―dijo Grawp arrodillándose para tomar al chico y subirlo a su altura― Acá el único albatraoz soy yo.
Esto ocurría mientras que todos los demás estudiantes se retiraban por grupos, corriendo hacía el castillo, asustados. Minutos después, la directora McGonnagall apareció, caminado con su usual traje negro y su sombrero de punta, colocándose de pie frente a los pocos alumnos que habían permanecido en la clase:
―Vayan a sus salas comunes ―les obligó a todos sabiendo que le harían caso; volteándose y posando su mirada en los ojos del semi-gigante dijo― Hagrid, pensé que habías dicho que tú hermano no hacía nada malo, ¿qué tiene hoy?― interrogó la profesora con voz grave.
―Minerva no tengo ni idea, no quiere calmarse, le he enviado cuanto hechizo sé y no puedo controlarlo ―respondió nervioso el profesor.
― ¡Finite Incantatem! ―gritó la directora de Hogwarts, apuntando a Grawp, el cual soltó al joven Potter de inmediato y cayó al suelo inconsciente.
―Lo sabía algo le estaba pasando a mi hermano, él no es así ―dijo Hagrid intentando calmarse― ¿Quién embrujó a Grawp? ―interrogó el semi-gigante.
―Fui yo ―respondió una voz que se escuchó de la nada, oculta bajo un manto de invisibilidad.
― ¿Quién eres tú, persona cruel? ―preguntó el profesor de Hogwarts.
―Un profesor como tú, pero no pude terminar mi misión en este colegio, así que me fui, escapé y ahora nadie sabe de mi ―murmuró la voz respondiendo calmadamente.
― ¿Un profesor que no pudo terminar su misión? ¿Quién eres? ―gritó con varita en mano la directora de Hogwarts.
―Yo soy el albatraoz, pueden llamarme… Severus Snape ―dijo la voz desapareciendo en el momento.
