Importante: La introducción de este fanfic comienza con las cartas que Radamanthys le envía a su hermano; a partir de la Carta III en adelante, comenzará el capítulo I con la trama que se debe. Debo aclarar que los capítulos no estarán narrados en primera persona, sino en omnisciente.
Me basé en la estructura que ocupa Mary Shelley en su libro de Frankestein, el Moderno Prometeo :) espero que les guste.
Disclaimer: los personajes de SS no me pertenecen, sino a su respectivo creador Masami Kurumada.
[X.X.X]
A Mr. Dommer, Dinamarca.
Inglaterra, 15 de agosto de 1867.
¡Ah, mi estimado! ¿Qué es, en el fondo, lo que nos hace morir y vivir, vivir y sentir que se muere? La complejidad de formar preguntas sin hallar respuestas, o tener las respuestas y no hallar las preguntas. Eso, es maligno. ¡Desgraciado es, no tener lo que se necesita; o peor, tener todo a medias! Aquí nadie está satisfecho, viven pidiendo cosas pueriles y fingen solemnidad. Todo está mal, todo está mal.
Por amor a Dios, y si es que siento amor hacia algo divino, no querrías ver el desastre de este lugar. Escucharás, si preguntas por ahí, que quizás es a mí a quien se dan las atribuciones de que todo esto siga en pie. Todo esto que dejaste sobre mis hombros, mas, sin embargo, no te odio.
Ha pasado tiempo desde la última vez que te vi, y desde aquél entonces es que me desvivo tratando de comunicarme contigo. Entonces, me imagino yo, te preguntarás por qué esta vez lo hago: y la verdad es que no es nada más que un sentimiento efímero de extrañeza. Y sí, lo hago demasiado. Me es difícil aceptar que puede que jamás vuelvas, que hayas formado una familia en donde siempre añoraste: nuestros orígenes. No hay día en que nadie llore por ti por tan solo mencionarte; tal vez sea el único que no lo haga.
Pero, me pregunto yo, ¿qué ha sido de ti? Los meses pasan viles y las ganas por ir a visitarte crecen día a día. ¿Cómo no hacerlo? Si en mi niñez fuiste aquella antorcha de las noches idas y me mostraste el camino frente a toda clase de atrocidad. Tú, que me tomaste de los brazos y me decías '¡hazlo así, escúchame!' y mi pobre conciencia moral me atormentaba por no hacerte caso. Ah… el recuerdo de esos días, de esos días que ya no volverán.
El tiempo me ha hecho reacio al afecto de la gente, no me gusta estar infringido más de lo necesario. A ellos les gusta hablar. Dicen cosas de ti, dicen cosas de mí, ¡no, ya no más! No permitiré que manchen tu nombre, que si bien portamos el mismo. Has dejado en mi un legado cruel, si estuvieras todo sería distinto, muchos dicen que me temen. Afluencia engreída, dicen saberlo todo, ¿quiénes son? ¿Cómo osan tal calamidad? Impongo respeto cuando los descubro cuchicheando a mis espaldas, creyendo que no los oigo. ¡Ah! No hay día en que esto no empeore, quiero algo, quiero algo. Estoy vacío, marchito, busco algo que endulce mi alma, mas no lo encuentro.
¿Por qué me has dejado así? ¡Oh, pero qué cruel puedes llegar a ser conmigo! No hay día en que no te extrañe y sueño a que un día regreses. Mi padre no te nombra, no quiere saber de ti.
No lo culpo.
Pero tan de pronto te fuiste y dejaste todo, que yo, único a cargo, tomé tu lugar. Dame fechas, una señal… ¡por favor dame algo! ¿Existes? Soy el único que no pierde las esperanzas en cada letra, todos aquí son unos desalmados.
Te lo pido, respóndeme por favor. No me puedes dejar así, sabes que fui el único que te apoyó en tu momento más difícil, piensa en eso.
Tu afectuoso hermano,
Radamanthys D.
