the vampire legend

Por: Barón na hearts.

Capitulo: 1

after the bloody night

Pov Anna:

El invierno estaba en pleno apogeo. Una tormenta de nieve había atrapado nuestro carruaje empujándolo justo a la orilla del sinuoso camino. Yo había estado con las manos envueltas en los reposabrazos de los sillones, tenía miedo que una corriente bastante fuerte como para lanzarnos al vacío nos asaltara sorpresivamente.

Era una mala noche para viajar, pero aun así papa insistió en forzar a los caballos para correr por el peligroso sendero rocoso. Los pobres animales al parecer eran los únicos que eran conscientes del peligro porque relinchaban y frenaban de repente agitándose inquietos tratando de avisar al conductor que el camino estaba cada vez más traicionero.

La rueda choco contra una piedra dura y el carruaje se precipito por la pendiente. Todos gritaron cuando no paraba de girar; yo busque con ojos ansiosos a mi padre apenas aterrizamos con fuerza en el suelo pero solo vi su figura inmóvil encima de las maletas entreabiertas que derramaron su contenido por el suelo.

Papa… papa…–llame estirando mi brazo ignorando las pulsantes cortadas y el frio dolor de un hueso probablemente roto. Él tenía que estar bien, no podía dejarme sola.

Por… por favor…no…

Jalando un extremo de su chaqueta lo llame de nuevo pero él no respondió; se quedó tirado sin vida mientras yo pasaba atraves de una vórtice insoportable de dolor. No podía levantarme, mi cuerpo estaba triturado sin fuerzas y el sueño comenzaba a invadirme.

Era el fin…

Fin pov

En lo alto del acantilado después de ver el accidente. La silueta alta oscura miraba el carruaje destrozado en el fondo del barranco.

Sus ojos azules cambiaron al rojo intenso y su olfato se entusiasmó con el olor de la sangre derramada. Para otra criatura como el este espectáculo sería una oportunidad perfecta para saciar la sed ardiente por la sangre mortal.

Pero él, Boris Tepes, no era como los demás desdichados sirvientes que cayeron victimas de su influencia. La sangre simple derramada sin luchar le parecía aburrida y sin utilidad para su espíritu de guerrero sanguinario.

En un suspiro regreso sus características monstruosas a la normalidad. Ahora aparentaba ser solamente un hombre cualquiera atrapado en la tormenta, así podía regresar tranquilamente a su castillo.

–Ayuda… ¡necesito ayuda!

Recogiendo el sonido de la débil suplica Boris se giró a ver una segunda vez. Que sorpresa se llevó cuando se dio cuenta que alguien había sobrevivido a esa caída. Sonrió de medio lado alzando los brazos desplegando su larga capa negra, tal vez después de todo algo se podía rescatar de todo esto.

Con los ojos cerrados y la mano derecha sobre la herida en su hombro continuo a gritar hasta que escucho que la puerta del carruaje era arrancada. Entorno los ojos en la sombra y suspiro aliviada cuando se dio cuenta de que tal vez no moriría aun.

–Señor…mi padre…él…

–Está muerto –Añadió Boris sin empatía empujando con su pie el bulto inmóvil.

–Que… no… ¡No!

Ella se levantó y camino con pies temblorosos e inestables hacia su pobre padre. Lloro con fuerza lamentando su muerte.

–Tengo que avisar a la señora Kino.

Apretó la mandíbula cuando paso la determinación y solo quedo el dolor.

–Por favor…necesito su ayuda…

Boris rio entonces. El nunca ayudaba a nadien.

–Yo… yo le daré lo que quiera, dinero, propiedades… cualquier cosa…

El vampiro se cruzó de brazos y sonrió.

– ¿De verdad eres tan rica? –cuestiono con burla.

–Si… soy Anna Kioyama… hija única de Albert Roberts…

Boris entonces sonrió. Albert Roberts era el hombre más rico del "the patch ville ", un pueblito pequeño en medio de un desierto. Él en su momento rondo por ese sitio.

–Ya lo veo…pero no estás muy lejos de ese lugar.

Anna asintio.

–Estábamos… estábamos en camino para visitar a unos familiares…

Boris asintio con los ojos volviendo en rojo y los colmillos largos afilados. La sangre había aparecido en abundancia gracias a la herida en su cabeza y Anna asustada temía perder la conciencia cuando este mounstro obviamente quería matarla.

–Por favor… yo solo quiero regresar con mi familia…–suplico mirándolo con miedo. Pero el solamente frunció el ceño cuando recogió un olor familiar oculto en la sangre.

Pov Anna:

Estaba furioso. Sus manos tenían las uñas largas, sus colmillos filosos estaban apretados mientras sus ojos rojos reflejaban pupilas inhumanas.

Use las pocas fuerzas que tenía para moverme lejos pero él me tomo con fuerza por el cuello. De verdad pese que me mataría, lo vi en sus ojos.

Te dejare vivir…

Se acercó.

Pero bajo mis términos.

Todo acabo en ese momento, me mordió con fuerza y yo me perdí en la bruma oscura del sueño obligado. Solo cuando una luz cegadora me dio de lleno en el rostro volví en mi con un grito que no sabía cuánto había guardado.

¡Oh, dios bendito! –grito saltando a asustada la mujer al frente de la cama donde al parecer había estado acostada – ¡Despertó! –Salió a toda prisa y grito aún más fuerte con alivio entremezclado con sorpresa. Yo me levante y mire hacia todos lados buscando a ese hombre, pero no hubo nada más que una habitación color blanco y dorado.

Anna… estas despierta…

El rostro usualmente serio de la señora Kino hoy por primera vez me proporciono un gran alivio. Tal vez todo eso había sido una pesadilla. Papa y yo habíamos llegado sanos y salvos a la mancion Asakura.

Gracias al cielo, pensábamos que estabas de verdad muerta…

Ahora era su buena amiga Tamao quien entraba corriendo a la habitación.

Oh…–fue lo único que dijo antes de abrazarme con fuerza. –Qué bueno que estas bien…

Casi como un reflejo toque el vendaje en mi cuello y me paralice.

¿Dónde está mi padre?

La señora Kino y Tamao hicieron muecas de tristeza.

¿Dónde está? –repetí mi pregunta tratando de salir de la cama.

Anna… Albert murió en el accidente…hace una semana que lo sepultamos.

Fue como un baño de agua fría después de horas bajo el sol.

De verdad… ¿no lo recuerdas? –cuestiono Tamao compartiendo una mirada preocupada con la señora Kino. Como podría, yo prácticamente viví mi propia muerte.

Si…la tormenta… el carruaje se fue por el barranco…papa…

Salte.

¿Cómo llegue aquí?

Ellas seguían mirándome con extrañeza.

Anna tal vez deberías dormir un poco más –empujándome en las almohadas Tamao sugirió mirando a la señora Kino. –Tal vez deberíamos traer al doctor Fausto.

Kino asintio.

Enviare a Lizerg…

Salió a toda prisa y yo me quede mirando el techo tratando de encontrar una explicación. Fue un golpe bastante fuerte el que me di; fue todo una alucinación y esto en mi cuello era solo un rasguño.

No te muevas… ahora vuelvo…

Tamao salió con la misma prisa que la señora Kino.

Bien… todo fue un sueño…solo un sueño…–repetía en mi mente mientras levantaba los vendajes y la gasa. Pase mis dedos y soltado un grito me di cuenta de los dos pequeños agujeros.

Fin pov

XX

En la planta baja de la mancion Asakura, en las caballerizas. El joven mozo recién termina de arreglar los caballos cuando la señora Kino vino corriendo agitando los brazos, gritando montones de palabras incoherentes.

– ¡Rápido Lizerg hay que traer al médico!

Soltó el cepillo.

– ¿Qué?, ¿la señorita Anna se puso mal? –pregunto preocupado.

–No… bueno no lo sé, ella despertó…

– ¡Despertó!, dios que buena noticia.

Kino asintio.

–Sí, sí, vamos, hay que ir por el médico.

Lizerg asintio.

–El carruaje estaba ya listo para ir a la ciudad. –informo el caminando hacia la entrada.

–Qué bueno, vamos.

XX

Adentro en el salón. Uno de los gemelos Asakura dejo de jugar con las piezas de ajedrez de madera para mirar por la gran ventana.

– ¿Adónde va la abuela con tanta prisa? –Pregunto a su reflejo perezoso dormido en la silla frente a él – ¿Yho?

Sacudiéndose el castaño se quejó cuando su hermano lo movio.

–Hao… ¿qué pasa?

Pestañeando bostezo ruidosamente.

–Nada–contesto su gemelo después de un suspiro. –Solo que la abuela salió con mucha prisa.

Yho se sacudió.

– ¿De verdad? y… ¿a dónde fue?

Hao se encogió de hombros.

–Yho, Hao… ¡Anna despertó! –grito Tamao irrumpiendo en la habitación.

–Despertó… ¿de verdad?

Ella asintio.

– ¿No es grandioso?

Yho asintio.

– ¿Y como esta? –Hao cuestiono indiferente.

–Bueno… esta confundida, pero bien.

Sonrió a su amor secreto intranquilo que la miro con atención mientras contestaba a la pregunta del gemelo mayor.

–Bueno esa es una buena noticia–dijo Yho sin perder su mueca alegre.

–Si… bueno hay que esperar a que el medico de su opinión para ver si es bueno que vallan a verla.

Ambos castaños asintieron.

XX

El doctor Fausto octavo estaba recién terminando con sus consultas cuando a su consultorio entro el mozo de la familia Asakura.

–Doctor… la señorita Anna… la señora Kino…–mascullo entre respiraciones difíciles.

–Ok...Lizerg cálmate y dime despacio, ¿qué paso?

El peliverde suspiro.

–La señora Kino quiere que valla a revisar a la señorita Anna.

Fausto se cruzó de brazos.

– ¿Paso algo grave?

Lizerg negó.

–Ella despertó–contesto aliviado y feliz.

– ¡Despertó!, ¿de verdad?

El asintio para mayor confusión del médico. Él la había revisado la noche cuando fue traída a la mancion medio muerta, sus signos vitales aun cuando le curo las cortadas y contusiones no eran muy alentadores. Y el que no despertara después de varios días solo empeoro su diagnóstico.

–Oh, sí, de verdad lo hiso doctor–volvió a decir tan sonriente como no se le había vuelto a ver desde la muerte de sus padres.

–Bueno, hay que ir a revisarla.

Recogió el botiquín de cuero que descansaba sobre su escritorio y salió junto a Lizerg hasta el carruaje donde esperaba impaciente la señora Kino.

–Buen día señora Asakura –Saludo Fausto mientras subía.

–Buen día doctor. Dios espero no haberlo interrumpido.

Fausto negó.

–Estaba por ir a casa cuando Lizerg apareció todo apurado.

Se recargo en el respaldo afelpado del sillón.

–Dice que la señorita Anna despertó.

Kino asintio.

–Fue un verdadero milagro.

Suspiro profundamente liberándose del peso enorme que era la preocupación por la salud de la hija de su querida ahijada.

– ¿Ella ha tenido reacciones extrañas? –pregunto Fausto lijeramente interesado.

– ¿Reacciones extrañas doctor?

El asintio.

–Como convulsiones, dilatación en las pupilas… ¿molestias por la luz del sol?

Lizerg observo de soslayo al médico. Todas esas preguntas sonaban tan extrañas.

–Dios bendito no…ella solo tiene cierta confusión sobre como llego a la finca –respondido Kino juntando las dos manos sobre su bastón.

–Eso es extraño. Recuerdo que usted me dijo que ella misma apareció en la puerta desmayada.

La anciana asintio.

– Y así fue, la pobre estaba tan golpeada que pensamos lo peor doctor.

Fausto miro entonces por la ventana hacia el paisaje en movimiento. Su curiosidad recién despertada se agudizo durante el relato de la señora Kino. Todo era tan extraño.

–Ya estamos aquí, rápido antes de que algo peor pase.

Como si fuera su señal Fausto salió del carruaje y entro deprisa a la mancion sin detenerse a meditar si era educado, oh no.

XX

Anna estaba intentando levantarse cuando el doctor entro sin tocar la puerta antes. Ella se sorprendió y casi cae al suelo, pero se sujetó de un poste de la cama y recupero el equilibrio.

–Oh…–susurro Fausto sorprendido. –De verdad esta despierta.

Anna lo miro confundida.

–Sí, ¿porque todos están tan sorprendidos por eso?

Fausto entro del todo a la habitación.

–Bueno, después de días en coma es normal que tu familia se sorprenda por que despertaras.

Ella salto.

– ¡Días!... pero… ¿cómo?

–Es lo normal, te golpeaste muy fuerte…

Se acercó a ella.

–Pero debo revisarte para asegurarnos que no hay daño, ¿de acuerdo?

Anna asintio se sentó en la cama y espero pacientemente a que fausto terminara de revisarla.

XX

Afuera Lizerg, Tamao y los gemelos Asakura junto a su abuela esperaban a que Fausto saliera. Fue después de unas horas que el hombre rubio oji azul salió con una expresión indescifrable.

– ¿Que paso? , ¿Está bien?

Fausto encaro a Kino.

– ¿Doctor?, ¿Que está pasando? –pregunto Lizerg preocupado.

–Oh, nada, ella está bien.

Lizerg levanto una ceja. El joven doctor parecía estar escondiendo algo, algo importante.

– ¿Podemos verla? –pidió Tamao.

–Claro, yo tengo que irme.

Haciendo apenas una mueca Fausto salió con la misma prisa con la que entro. Tal vez estaba imaginándose cosas en su afán de descubrir el misterio detrás de esos misteriosos ataques que habían estado sucediendo, oh era que desde la muerte de su querida esposa había perdido algo de cordura.

Pero esas marcas en el cuello de Anna no eran resultado de la caída. Esto llevaba por raíces más profundas y peligrosas.

–Doctor Fausto–llamo el conductor del carruaje asustando a Fausto. –Quiere que lo lleve a la ciudad, oh a ¿su casa?

Negó ya que necesitaba caminar.

–Bien entonces buen viaje.

Asintio para después caminar fuera de los terrenos de la adinerada familia hasta su cabaña cerca del bosque. Hay después de arrogar sobre la mesa su botiquín y bata jalo una silla para sentarse y mirar fijamente la muestra de sangre que obtuvo de Anna.

Solo contaba con un microscopio y otras probetas pero Fausto estaba seguro que servirían para compararlas.