Era un miércoles soleado, a mediados de año en la secundaria de Belleville, Nueva Jersey. Gerard, quién tenía de costumbre llegar tarde cada miércoles con tal de perder la primera clase (la cual era educación física, una de sus asignaturas más odiadas), se encontraba sentando en un banco de la entrada, fumando un cigarrillo. Se sentía bien no hacer nada en lugar de correr como estúpidos según las ordenes de ese maldito gordo que tenía por profesor, pero su situación general era frustrante. Estaba cansado de esa escuela y esos idiotas de su clase. No era como si le importara que dijeran de él, pero a veces era agradable sentirse aceptado y ese no era su caso. Al fin y al cabo, nada nunca cambiaba allí en Nueva Jersey, y si cambiaba solo se ponía peor.
Gerard se sintió apesadumbrado por sus pensamientos. Siempre le pasaba cuando se hallaba en absoluto silencio, y su solución era tomarse una taza de café concentrado. Registró su bolsillo y encontró un par de monedas sueltas, con las cuales podría comprar un café aguado de la máquina situada enfrente de la secretaría. Se coló en la escuela con total sigilo, todos estaban en las aulas y no quería que algún profesor le encontrara vagando en los pasillos, así que no hizo mucho ruido. Atravesó el pasillo principal a grandes zancadas y no tardó en llegar a la secretaría. Iba a meter las monedas en la máquina cuando se dio cuenta de que allí al lado había alguien sentado, observándole. Le devolvió la mirada a aquel individuo, que en un principio, había permanecido tan callado y rezagado, que su presencia paso totalmente desapercibida. Era un chico, aparentaba unos 15 años; llevaba unas gafas de pasta negra, que parecían más parte del conjunto que para cubrir un defecto visual. Tras las gafas había una mirada clara y firme, de ojos avellana. Vestía una camisa de 'Misfits' y un vaquero desgarrado en las rodillas. En cierta manera, aquel muchacho le recordó a su hermano, Mikey y no pudo evitar sonreír ante tan atractiva escena visual. El chico le miró desconcertado un par de segundos antes de devolverle la sonrisa. A Gerard le pareció que un comentario sobre lo grande que era la banda 'Misfits' y lo genial que era ver a alguien vistiendo una camisa de ellos en esa escuela; pero antes de que pudiera abrir la boca para decir nada, la sub-directora salió de su despacho, sorprendiéndolo allí en medio:
-Vaya, señor Way, ¡Así que en verdad su abuela se encuentra mejor y ya puede llegar temprano a dar su clase de los miércoles! ¡Me alegro mucho! Debería irse pronto a cambiarse si no quiere tener otra ausencia más en su clase- dijo con todo el sarcasmo del mundo, dirigiéndose a Gerard.
-Pero, señorita Abbey, yo, en verdad quise venir a hablar con usted para presentarle una queja sobre… emm… ¡Esta máquina! Los cafés de esta máquina son realmente malos… ¡Y demasiado caros!- respondió Gerard, tratando de aparentar como si su queja fuera sincera. El chico se rió un poco al ver la patética excusa de Gerard y la sub-directora Abbey reparó en él.
-¡Oh! Casi me olvidó de ti ¿Cómo era tu nombre, otra vez?- dijo ella con un tono más dulce del que empleó con Gerard.
- Iero, me llamo Frank Iero, señorita Abbey- respondió él cortésmente. Gerard escuchó su voz. Era jovial y sonaba jocosa.
-Claro, señor Iero… Perdone mi descuido, ahora puede pasar a mi despacho y hablaremos sobre los términos y…- la señorita Abbey interrumpió su charla con Frank para voltearse hacia Gerard que no se había movido en lo más mínimo desde Frank habló –Creo que dejamos claro que usted tenía que volver con su clase ya mismo, ¿Verdad? Bueno, váyase ya. Pero mañana preséntese en mi despacho a primera hora. Su conducta ha empeorado mucho, usted antes era ejemplar…
Gerard se dio la vuelta y huyó lejos de aquella vieja gruñona, apenas tenía 36 años, pero era una amargada total. Odiaba cuando le daban ordenes sin sentido, y más aun odiaba cuando le recordaban lo 'buen chico que había sido' y lo 'horrible que era ahora'.
Se cansó de todo eso y se fue al laboratorio, a esperar que empezara la clase de biología. En su silencio, en vez de machacarse a sí mismo como de costumbre, se acordó de Frank. Aún no había hablado con él, pero su aura era agradable. Además, si escuchaba 'Misfits' seguro era un chico cool, pero parecía menor que él. Seguro tenía unos 14 o 15 años, y él tenía ya 17. Si se matriculaba, quedaría en alguna clase inferior. Quizá podría hablarle en algún momento, pero se olvidó pronto de la idea de convertirlo en su amigo, no era esa clase de tipo sociable o muy interesado, aunque no podía negar que Frank había captado su atención.
Las horas pasaron rápido hasta que volvió a casa. Su abuela estaba durmiendo y Mikey estaba en su trabajo de medio tiempo en la librería local. Tenía tarea que hacer, pero la ignoró y agarró la laptop de Mikey. Tenía pensado descargar una película porno y encerrarse en su cuarto, pero siempre que veía el salvapantallas de unicornios que Mikey había puesto en la computadora, se le pasaban las ganas. Extrañamente hoy, se sentía realmente inspirado, así que se propuso hacer una nueva entrada en su blog. De repente, vio que habían comentado una de sus entradas viejas. Era una poesía que el mismo había escrito hace una semana. Gerard se emocionó bastante, era la primera vez que comentaban una de sus poesías. Leyó el comentario en voz alta:
-"Perfecta combinación de los versos. ¡Sigue así!".
Hasta ahí llegaba todo, pero de todas formas fue genial. ¡Alguien leyó su poema y le gustó! El nombre de usuario del culpable del comentario era 'pansy-kid69'. Un nombre carismático, quizá luego investigaría al usuario en sí, él era así de 'curioso'. Bajó a la cocina y se sirvió un bol de 'Frankenberries' mientras buscaba una película de su colección de terror. Escogió 'Carrie' y se sentó en el sofá a verla, hasta que el sueño pudo con él y se quedó dormido.
Se despertó al día siguiente con la cara pegada al cojín. Su abuela estaba preparando el desayuno y Mikey estaba comiendo:
-Buenos días, Gerard. ¿Es cómodo el sofá?- dijo Mikey a modo de broma.
-Si… emm, buenos días. Gracias por despertarme- respondió sarcásticamente- Y… ¿Qué hora és?
-Son las 6:45, cariño- dijo la abuela de Gerard
-¿Tan tarde ya? ¡Oh, mierda!- masculló Gerard
-¡Oye, al menos dúchate antes de irte!- bromeó Mikey
-¡Ugh! No me da tiempo…- gritó Gerard desde su habitación. Se cambio de ropa y salió corriendo de su cuarto despidiéndose de su hermano y su abuela.
Cogió el bus como de costumbre y tardó 15 min. en llegar. Justo a tiempo. Se acordó que tenía que presentarse en el despacho de la sub-directora, así que se dirigió a la secretaría. Pregunto por la señora Abbey, pero aún no había llegado. Se sentó en el banco y se puso a escuchar música en su iPod. En poco rato la señora Abbey llegó y le mando pasar. Advirtió a Gerard sobre las consecuencias de no asistir a clases y que debía imponerle un castigo:
-Mira, Gerard, yo aún recuerdo cuando eras más joven y participabas en los concursos de arte de la escuela, y te cogí cierto cariño, por eso no puedes despreciar tu tiempo así. Además, tienes prohibido fumar en las instalaciones, ¿Recuerdas?- apuntó ella. Gerard permaneció callado –Pero tengo que castigarte, y puesto que tienes muy buenas notas en clase de literatura, deberás dar tutoría. Te asignaré un 'pupilo' y le darás clases hasta que acabe el año. Vamos, no pongas esa cara, te acabarás divirtiendo.
¿Divirtiendo? Claro que si, algún idiota carente de razonamiento sería su alumno durante todo el año. ¿Por qué tenía que ser tan zorra si solo había faltado a clase de gimnasia? No era tan grave como si hubiera apuñalado a alguien (cosa que en ese momento haría encantado). Se fue de allí sabiendo que llegaba tarde, precisamente, a su clase de lengua y literatura.
Abrió la puerta trasera de la clase sabiendo que nadie repararía en su llegada, y se sentó rápidamente sin llamar la atención, pero hoy el señor Collins no reía poesía, estaba presentando al resto de la clase un alumno nuevo.
Y allí estaba Frank. Era más bajito de lo que Gerard notó a primera vista. Aún llevaba sus gafas falsas y estaba callado observando los diferentes rostros en la sala, hasta que vio a Gerard y no apartó su mirada de él. Gerard se quedo en shock sin saber del todo porque lo miraba a él y solo a él:
-Bueno, como iba diciendo, Frank viene de Italia, de estar un año allí. Lo adelantaron dos años, por los diferentes horarios escolares y porque es un alumno destacado, así que es menor que ustedes. No sean desagradables y procuren que se adapte cuanto antes y…-el profesor Collins miró a Frank y le preguntó- ¿Hay algo que quieras decirles a tus nuevos compañeros?
-Emm… Sí - empezó Frank – Primero, creo que ninguno de ustedes me va a caer bien, así que ahórrense sus hipocresías y si no me quieren hablar no lo hagan porque no me importa y segundo, ¡No soy bajito! ¡Estoy creciendo!
Por un segundo, todos en la clase quedaron desubicados y luego se empezaron a reír. El profesor Collins sonrió extrañado y le dijo que agarrara cualquiera de los asientos que quedaban disponibles al fondo de la clase. Gerard se sentaba al fondo, sólo, porque nadie se quería sentar al lado de semejante 'freak' y en secreto deseó que Frank se sentará junto a él, pero una chica le pidió a Frank que se sentará a su lado. Él acepto cortésmente y todos empezaron a silbar, insinuando que Frank ya estaba ligando. Eso irritó a Gerard, quién centró su mirada en el libro y empezó a leer la misma línea una y otra vez sin lograr centrarse:
-Bueno, clase, para mañana quiero que me traigan un poema escrito por ustedes mismos y lo leerán aquí delante. Eso es todo por hoy, tienen el resto de la hora de estudio libre.- dijo el señor Collins aprovechando para no dar clase ese día.
El resto de horas pasaron rápido y Gerard de vez en cuando pillaba a Frank mirándole o sonriéndole ampliamente. El quería hablarle, preguntarle porque no paraba de mirarle, pero no iba a mezclarse con Frank tan pronto. Juntarse con él sería como matar cualquier posibilidad de que el muchacho ascendiera socialmente en esa escuela. Gerard se centró en sus tareas de la escuela y se olvidó de los demás, como siempre hacía hasta que llegó la hora de la salida. Gerard salió a por un café cuando todos se fueron. Podría decirse que era su adicción. Estaba enfrente de la máquina cuando Frank le sorprendió por detrás:
-Hola- dijo tímidamente.
-Hola- respondió Gerard un poco cortante –Oye, ¿Tan feo soy que no puedes dejar de mirarme?
Frank se río a costa del comentario poco divertido de Gerard:
-No es eso, es que… llevas una camiseta de 'Black Flag' y… ¡Me encanta esa banda!- dijo un poco entusiasta.
-¿En serio?- sonrió Gerard –Es lo primero que encontré… Emm, creo que no me presenté correctamente, me llamo Gerard, Gerard Way.
-Oh, me caes bien Gerard ¿Puedo sentarme mañana a tu lado?- preguntó inocentemente.
-Mhm, claro, no hay problema- respondió Gerard fríamente, cuando en verdad estaba feliz de que alguien se interesara por él –Aunque debo advertirte de que yo soy… un 'freak' y si te sientas a mi lado es un suicidio social.
-Hahaha ¡No me importa!- dijo él –Yo soy bisexual, también me han molestado por eso y bueno, estoy acostumbrado a la mierda de la gente.
Gerard se quedó sin habla por segundos. ¿Frank era bisexual? Entonces, puede que las miradas que le dirigía fueran intencionadas… ¿Qué haría si Frank lo veía de manera más que amistosa? Ahora lo veía todo de una forma incómoda:
-¿Eres bisexual? Oh, vaya…- dijo Gerard con un hilo de voz.
-Emm, si ¿Tiene algo de malo?- pregunto Frank dudoso.
-No, nada, claro que no…- cortó Gerard –esto… tengo que irme ya a casa, en serio. Nos vemos.
Acto seguido, Gerard se fue sin apenas dejar a Frank despedirse.
