Las noches de insomnio algunas veces son buenas, muchas ideas surgen mientras el sol duerme y la luna nos desvela.
1
El chico nuevo
El primer día de clases siempre está repleto de ansiedad y nervios para cualquier persona. Ni siquiera una alumna de quinto año como Hermione Granger, tan estricta como aplicada, podía estar ajena a eso. Un curso nuevo trae nuevos desafíos y ella está decidida a superarlos. Eso para nada la intimidaba, al contrario, era la motivación para conseguir sus múltiples metas.
Pero no todo es nuevo en este año, hay cosa que no cambian, como los amigos. Esos que te distraen de los estudios y te hacen reír cuando estas triste o enojada.
Eso hacía Hermione, parada sobre los pasillos de Hogwarts y levantado la cabeza por encima la multitud que iba y venía, buscar a sus amigas. Hace varios minutos que lo hacía y no conseguía encontrarlas, si no hubiera tanta gente tal vez sería más fácil. Acaso ¿Qué tan difícil es encontrar una cabellera rubia y otra colorada allí?
Al no ser tan alta, como le gustaría ser en ese momento, subió a un banco, que tenía cerca, para mirar desde arriba y haciéndose visera con la mano, intentó buscar alguna cara conocida.
—Hermione— dijo una voz bajo ella. Pero Hermione estaba muy concentrada en su tarea para darse cuenta que la estaba llamando.
—¡Hermione!— volvió a decir la voz, esta vez más fuerte.
La chica interrumpió lo que hacía para mirar hacia abajo. Allí estaba Luna, su amiga de cabellera rubia, y Ginny, su amiga de pelo rojo.
—¿Qué hacías ahí arriba?—preguntó Luna, extrañada.
Hermione miró donde estaba parada y bajó del banco sacudiendo la cabeza.
—Nada— dijo —, las estaba buscando.
—Acaso estás ciega Hermione, estábamos justo detrás de ti —comentó Ginny, que se encontraba junto a Luna.
—Quizás lo esté —dijo estampando una mano en su cara, mientras sus amigas se echaban a reír —¿Qué tal sus vacaciones?—.Cambiar el tema sería lo mejor, se sentía algo tonta por no haberlas visto estando prácticamente al lado de ellas.
—La mías fueron horribles— se quejó Ginny, con hombros caídos—, mis hermanos no dejaron que me divierta. Además no puede encontrar ni un sólo chico lindo.
—¿Tú Luna?
—Papá y yo fuimos a la India, meditamos en el Áshram. Me encantó.
—Hay Luna, tú y tus gustos raros —expresó Ginny riéndose.
Hermione miró a Luna divertida y ambas se unieron a Ginny con sus risas. En ese momento ella se dio cuenta, cuánto las había echado de menos en estas vacaciones. Claro que se mandaban mensajes casi todo los días, pero ella era muy distraída a veces y cuando se metía dentro de uno de sus libros, se olvidaba del mundo exterior, haciendo que los mensajes se amontonen dentro de su buzón.
Repentinamente Ginny dejó de reír y colocó una mano sobre el pecho de sus amigas para que también se detengan.
—Miren ese bombón—dijo Ginny, señalando a un chico que caminaba por el pasillo —¿Quién será?
—No lo sé, nunca lo había visto—contestó Luna—, tal vez sea nuevo.
—Si es nuevo espero que este en nuestro curso— la mirada viciosa de Ginny, asustó a Luna —. Qué guapo es, ¿o no?
Hermione, incrédula, se volteo y miró al chico. Algo atractivo era, pero cualquiera lo sería teniendo los ojos de ese verde hipnótico como los que él tenía tras sus gafas. Su obscuro cabello parecía desconocer el peine por completo, ¿qué persona no se peina? Parecía incluso absurda esa pregunta, pero era así. El chico caminaba distraído, intentando acomodar el nudo de su corbata, tal vez para que no se vea lo mal hecho que estaba el nudo. ¿Acaso nunca había usado un uniforme en su vida?
Cuando este extraño muchacho dejó en paz su corbata levantó la vista. A Hermione se le paralizó el corazón cuando él la miró fijamente «¿Se habrá dado cuenta que lo observaba?», al menos eso creyó ella, de todas maneras corrió la vista concentrándose en sus amigas.
—¿Y qué te parece Hermione?—preguntó Ginny por enésima vez.
La pregunta la encontró fuera de carril.
—Sólo es una cara bonita—respondió aparentando indiferencia.
Nuevamente buscó al chico para reafirmar sus palabras, pero éste había desaparecido. Y mientras de reojo observaba a la gente pasar, esperando verlo, el timbre sonó indicándole que debía entrar al aula.
Como cada año Hermione se sentaba al frente en todas las clases, muchas veces lo hacía sola, porque sus amigas se quejaban cuando ella desparramaba todos sus libros sobre el pupitre, dejándole sin espacio para los suyos. De todas maneras no le molestaba, se sentía cómoda estando sola.
Su inquietud por aquel chico se había ido. Una vez dentro del aula su cabeza se concentró en Literatura, la primera materia del año. Esa era una de las pocas materias en las que coincidía con sus amigas, las materias y horarios que elegía Hermione eran imposibles de seguir para Ginny y Luna.
Con su lápiz, Hermione organizaba los horarios de toda la semana cuando la profesora Mcgonagall entró al aula con su severo rosto. Para ella, la profesora Mcgonagall, era sin dudas la mejor profesora de Hogwarts. La conocía, fue su profesora desde que ingresó al colegio y a pesar de ser estricta, era muy flexible para enseñar y debatir.
En ese momento el deseo de Ginny se cumplió, cuando un chico de pelo negro y ojos verde con lentes entró detrás de la profesora.
—Buenos días— dijo Mcgonagall, mirando el panorama—, este año tendremos un nuevo alumno. Su nombre es Harry Potter—. La profesora señaló al chico que acababa de entrar y se encontraba parado junto a la puerta. Luego le indicó los pupitres y dijo —. Siéntate Potter, tengo que empezar mi clase.
Hermione vio como el chico nuevo se le acercaba a paso lento, algo en ella tembló cuando Harry llegó a su lado, haciendo que su lápiz se deslice de su mano y caiga al suelo. El chico no tardó en agacharse para recogerlo y entregárselo en la mano con una sonrisa. Ella lo tomó, intentó decir algo, varías palabras cruzaron por su cabeza en ese momento; gracias era una de ellas y también una pregunta: ¿Me viste verte en el pasillo, cierto? Por eso me sonreíste ¿cierto? Pero cuando abrió la boca ninguna palabra salió de ella, sólo aire agitado.
Una vez que el chico pasó junto a Hermione, ella lo siguió con la mirada hasta que él se sentó en un pupitre al fondo del aula. Al regresar la vista, pudo ver a sus amigas hacerle guiños con los ojos y algún gesto cómico señalando al chico nuevo. Hermione abochornada volvió la vista al frente sin hacerles caso a las bromas sus amigas.
Mcgonagall dio la clase casi sin pausa y durante toda la hora de literatura Hermione estuvo dispersa. Ginny y Luna habían malinterpretado el gesto del chico nuevo, él sólo levantó un lápiz del suelo, estaban locas en pensar algo más, sólo fue un gesto nada más que eso, ¿cierto?
Por suerte el timbre sonó y Hermione esperó afuera del aula, con los brazos cruzados, a sus amigas para aclarar las cosas. La primera en salir fue Luna, seguida por Ginny que se escondía tras la espalda de la rubia.
—¿Se divirtieron?— preguntó Hermione con aire de reproche.
—Si— contestó Ginny, levantado la cabeza por encima del hombro de Luna, para luego volverse a ocultar.
—¡Ginny!—se quejó Luna—No juegues a las escondidas conmigo !Salí!
Ginny se incorporó junto a ella y dijo:
—No tiene nada de malo.
—¿Qué?—preguntó Hermione.
—Que te guste el nuevo —respondió Ginny.
—Que a mi… ¿qué?
—No finjas Hermione— dijo Luna—, vimos lo que pasó antes de empezar la clase.
—Sólo me alcanzó el lápiz —se defendió.
—Sí, por eso no le sacabas los ojos de encima—mencionó con sarcasmo Ginny.
Hermione quedó en blanco, por primera vez no supo que responder. Sus amigas tenían razón, pero no sabía porque había pasado eso. Intentó responderles algo con coherencia y sentido pero solo soltó un incomprensible balbuceo.
—Admítelo —insistió Ginny—, es lindo. —La pelirroja le guiñó el ojo. En ese momento una mano se posó sobre su hombro, que la hizo sobresaltarse.
—¿Están hablando de mi?
Por un momento a las tres chicas se les heló el cuerpo, pero al girar la cabeza, volvieron a respirar al ver la cabellera rubia de un chico que masticaba chicle y apoyaba un brazo sobre el hombro de Ginny.
—No Draco— dijo la pelirroja—, hablábamos de alguien guapo, no de ti.
—Si soy el más guapo de Hogwarts, ¿de quién más pueden hablar entonces?
—¡Ah! Malfoy —suspiró Ginny—, no has cambiado nada desde el año pasado.
—No Weasley— Draco pellizcó la mejilla de la chica con una sonrisa—. Este año por fin saldrás conmigo o vas a seguir rechazándome.
—Seguí esperando, la lista es larga. — aseguró Ginny devolviéndole el pellizco con un poco mas de fuerza.
En Hogwarts nadie sabía si ese juego entre Draco y Ginny era un deporte o un pasatiempo. Hace varios años que se conocían y siempre la relación era la misma con ellos dos. Era divertido verlos así.
—¡Eh! Draco, respeto, es mi hermana— estas palabras vinieron de un pelirrojo que apareció en el pasillo cargando una jaula con un hámster dentro —No sé de qué hablan, pero seguro Draco se le está tirando a Ginny. Otra vez.
—Y le está yendo igual que siempre—bromeó Hermione. Los cinco se echaron a reír por este comentario.
—¿Que llevas ahí Ron?—pregunto Luna, con curiosidad.
—Tuvimos Biología la primera hora—comenzó a contar Ron—, y la profesora Sprout, nos mandó a Draco y a mí, que lleváramos el hámster al invernadero. Pero Draco se fue corriendo y me dejó todo el trabajo a mí.
Nuevamente todos volvieron a reírse, excepto Ron, antes de oír nuevamente el timbre, que les indicó el final del descanso.
—Bueno, me voy— dijo Hermione —, tengo química con Snape y odia los retrasos.
Hermione se despidió de sus amigos y a toda prisa se fue por los pasillos. El profesor de química, Severus Snape, no lo sólo detestaba los retrasos, por algún motivo a ella la trataba como si la odiara. Cualquier error cometido en su clase era una excusa para decirle a todo el mundo que no era "Perfecta". Sentía que no la evaluaba a ella al igual que al resto de la clase. Afortunadamente su margen de error era mínimo y prácticamente nunca de daba motivos para eso.
Cuando iba a subir las escaleras que llevaban al laboratorio, Hermione encontró al chico de pelo negro, el nuevo, con un papel en la mano. Parecía estar perdido, quizás buscando su siguiente clase. Hermione se percató que no había nadie más alrededor, por eso, comenzó a subir las escaleras a toda velocidad, rezando para que no la viera. No quería perder ni un segundo haciendo de guía escolar.
—Disculpa— escuchó decir Hermione del chico. En ese memento dos opciones pasaron por su cabeza. Una era quedar como grosera y seguir su camino ignorándolo y la otra era dar media vuelta y desear a que Snape no haya llegado aún.
En su indecisión, el chico de pelo negro, ya estaba a tres escalones por debajo de ella y entre el huracán de opciones eligió dar media vuelta.
—¿Sabes dónde queda el aula de química?—preguntó éste.
—Si— respondió Hermione, sin disimular su prisa—, aquí arriba.
El chico dubitativo volvió a preguntar, señalando el final de las escaleras.
—¿Aquí arriba?
—Sí ¡Apúrate!
Hermione se volteó y comenzó a subir los escalones de dos en dos. «Acaso estaba sordo—pensó molesta —, con sus tontas preguntas sólo hace que me retrase más».
Al llegar arriba encontró la puerta del laboratorio cerrada, seguramente el profesor Snape ya había entrado y estaba afilando la guillotina para el alumno que llegase tarde.
Hermione cerró los ojos, apretó la mandíbula y respiró. Si no fuera por la demora que tuvo con el chico nuevo, y sus innecesarias preguntas, hubiera llegado a tiempo y no tendría que aguantar las quejas de Snape justamente el primer día de clases.
Resignada golpeó la puerta. Ésta se abrió y lo primero que vio fue el ceñudo rostro del Profesor Snape con su acostumbrada cara de fastidio.
—Ah… señorita Granger, buenas noches —dijo el profesor, con su particular humor —. Llevas cinco años en este colegio y veo que no se acostumbra a los horarios.
Hermione apretó su mandíbula nuevamente, quería masticar su enojo y evitar decir algo que le cueste el año de química.
Snape miró por encima de ella y observó que no era la única que llegó tarde.
—Veo que no es la única retrasada— dijo observando a Harry que estaba tras ella —, debe ser el nuevo…—. Snape miró en su lista y al ver de quien se trataba su rostro cambió. —Potter… —dijo— No me extraña verlo llegar tarde—El profesor regresó a su escritorio y dijo: — Pasen y siéntense. Ya veremos más tarde.
Mientras los chicos caminaban a la única mesa disponible, el resto de alumnos los miraban como condenados a muerte. Nadie entraba a la clase de Snape gratuitamente luego de llegar tarde. Eso lo sabía muy bien Hermione, por eso estaba tan enojada.
Una vez sentados, Harry puedo notar que el enojo de la chica era con él. Por eso estaba tan apurada en las escaleras. El profesor Snape generaba miedo, si lo hubiese sabido no le hacía perder más tiempo.
—Lo siento— intentó disculparse Harry con ella—, no sabía que…
—¡SILENCIO!— lo interrumpió Snape —Granger, Potter, además de llegar tarde van a hablar toda la clase. Extraño comportamiento para la mejor alumna de Hogwarts—dijo mientras escribía en el pizarrón—Ya que están hablando, explícale al nuevo que en mi clase no se habla, no se ríe…
—Ni se respira— dijo Harry por lo bajo.
El profesor le lanzó una mirada ruda, que lo hizo encogerse de hombros.
A su lado, Hermione estaba a punto de explotar. En tan solo cinco minutos el chico nuevo hizo que Snape la rete dos veces, algo que no hacía hace tres años. Sus dientes se iban a resquebrajar de tanto apretar su mandíbula para no gritar.
En ese momento Harry escribió "Lo siento" en una hoja y se lo acercó. Ella con toda su amabilidad, apenas la observó con el ceño fruncido y miró hacia el frente ignorando por completo al chico y su nota.
Las clases de Snape eran muy diferentes a las de Mcgonagall. Él se la pasaba hablando todo el tiempo, explicando la teoría de cada elemento y cada enlace. Tenías que estar muy atento en los apuntes y libros por si acaso preguntaba algo. Era muy impaciente, quería la respuesta correcta de manera rápida y siempre elegía bien, siempre un distraído había en la clase.
Por extraño que parezca, Hermione pensó que todas las preguntas iban a ir para ella por haber llegado tarde, pero eso no sucedió, Snape no le prestó atención durante toda la cátedra. Hasta que sonó el timbre.
Todos los chicos recogieron sus libros y comenzaron a abandonar el laboratorio. El profesor Snape se puso de pié y dijo:
—Potter, Granger, ustedes no.
Los chicos volvieron a sentarse en su lugar. Harry con la mirada perdida y Hermione con el rostro enfadado.
Snape regresó a su escritorio y empezó a ordenar sus papeles. Cuando terminó con esa tarea, se quedó sentado con los brazos cruzados mirando hacia el techo.
Así se quedaron los tres, en silencio, dentro del aula vacía, donde el único ruido era el tic, tac, tic, tac del relejo que hacía pasar el tiempo. En el cual, ni una mosca rompía el ambiente expectante del lugar.
Sonó un nuevo timbre.
El profesor Snape se puso de pie y dijo:
—Pueden irse, mañana pensaré un castigo.
De inmediato Hermione tomó sus libro con furia se marchó de allí, sin siquiera mirar a nadie, bufando de ira con pasos largos.
Cuando Hermione bajó al almuerzo se encontró con sus amigas, Luna y Ginny, en una mesa junto a Draco y Ron. Ellos la estaban esperando, bueno en realidad sólo Ginny y Luna las estaba esperando por que Draco ya estaba almorzando mientras Ron se atragantaba con la comida.
—¿Qué pasó, por qué tardaste tanto?— preguntó Luna.
—¿Y por qué estás tan enfadada?— añadió Ron, mientras masticaba un gran trozo de pollo.
Hermione suspiró profundamente y dijo:
—Llegamos tarde a química y Snape no me dejó salir del laboratorio hasta que se aburrió de mirar el techo.
—¿Llegamos? ¿Quiénes?— cuestionó Luna, con mirada inquisitiva.
—El nuevo y yo p...
—¡El nuevo!—interrumpió sorprendida—¿Ya te le tiraste? Eres más rápida que Ginny.
—¡Hey!—se quejó Ginny— Aunque yo también llegaría tarde por ese bombón—. La pelirroja levantó una ceja y le guiñó el ojo, otra vez.
—¿Qué?… ¡No! No soy así — dijo Hermione defendiéndose, estaban mal interpretando las cosas nuevamente—. Además llegué tarde por su culpa. Lo hubiera dejado perdido en los pasillos.
Draco ,que escuchaba atento, dejó de lado su comida y dijo:
—Por qué todas hablan del nuevo. Que tiene el que yo no tenga —. Acto seguido Draco peinó hacia atrás su cabello rubio con la mano.
—Llámalo y pregúntaselo está ahí— dijo Luna señalando a un chico de pelo negro y lentes que se encontraba parado a tres metros de ellos.
Draco se levantó y llamó le chico son su mano. Al principio éste no se dio cuente que lo estaban llamando, luego miró hacia ambos lados y al ver que estaba solo se auto señaló preguntando con ese gesto si era a él a quien llamaba el rubio. Draco se lo conformó con la cabeza y éste se dirigió hacia la mesa.
Hermione no creyó que en verdad llamarían al chico nuevo, estaban locos si lo hacían, pero cuando lo observó acercarse se levantó e instintivamente se fue de allí. Todavía seguía enojada, no podía dejar pasar que, por su culpa, había empezado con el pie izquierdo el año con el peor de los profesores. Irse era lo mejor, tenerlo cerca en ese momento solo serviría para querer estrangularlo, nada más.
Cuando el chico llegó a la mesa, el último mechón de cabello castaño de Hermione desapareció de allí. Dejando a todos desconcertados.
—Creo que por mi culpa se fue—dijo el chico algo apenado.
—No lo creo— aseguró Luna, tal vez si o quizás no, pero ella no quería hacerlo sentir mal —Te llamas Harry ¿cierto?
—Si— dijo él—, me llamo Harry… Harry Potter.
—Un placer, yo soy Luna—luego señaló a las otras personas en la mesa —, el es Ron y ella es Ginny… —Los Hermanos saludaron. Ron levantó su mano, y Ginny, bueno Ginny si no fuera por la mesa y que era un desconocido se le hubiera lanzado al cuello pero solo dijo «—Hola Harry.»—… y éste de aquí es Draco—. Él también saludo con la mano al igual que Ron. Harry imitó el gesto para saludarlo.
Harry sonrió, pero una incógnita se presentó en su cabeza.
—Luna, ¿sabes cómo se llama la chica que se fue? La de pelo castaño—preguntó.
—Mmm… —señaló Ginny desde su lugar— creo que a Harry le gusta lo difícil.
Harry miró confundido a la chica de pelo rojo. Sólo pudo decir: —¿Eh?
—No le hagas caso a mi hermana— chistó Ron —, ella se llama Hermione Granger.
Ginny fulminó a su hermano con la mirada antes de golpearle la cabeza.
—Cállate Ron— dijo Ginny—, ¿así que estás interesado en ella?
—Bueno… creo que por mi culpa hoy llegó tarde y tal vez nos metimos en problemas.
Draco, quien lo había llamado, se acercó a él y se apoyó en su hombro.
—Ay Harry, Harry— se apresuró a decir—, amigo si quieres ganarte a Hermione hay tres cosas que debes saber. La primera, no le gusta que la interrumpan mientras estudia. La segunda, ella es más terca que una puerta. Y la tercera… no hay tercera.
La cabeza de Harry estaba dando vueltas, en ese momento no entendía nada, pero estas extrañas personas le empezaban a caer bien.
—Draco eres un idiota— gruñó Ginny golpeándolo —, estás confundiendo a Harry.
—Bueno, lo que quiero decir —aclaró Draco—, empezarte mal metiéndola en problemas con Snape.
—No hablan de Snape que me asustan —dijo Ron fingiendo escalofríos.
Luna, impaciente y viendo que la conversación se estaba yendo hacia otro lado se levantó.
—Esperen— soltó —él sólo preguntó su nombre y ustedes se fueron por las ramas.
Todos, incluido Harry, se lanzaron a reír sin pausa. En tan solo un instante habían convertido una simple pregunta en una gran historia. Y de manera natural Harry compartía esa situación.
En ese momento un chico llamado Neville Longbottom llegó a la mesa y le dejó a Draco una hoja. Harry no pudo evitar fijarse en cómo Neville miró a Luna cuando llegó. Éste le dijo que eran las inscripciones para las pruebas del equipo de futbol del colegio, y se marchó.
Harry miró la hoja y preguntó:
—¿Futbol?
—Si— respondió Draco —¿Piensas inscribirte?
—Si— dijo Harry entusiasmado —será divertido.
De inmediato sacó una pluma y anotó su nombre en la lista, donde ya había muchos, incluido el de Ron. Draco le explico que todos los años se hacen pruebas para suplantar a los jugadores que dejaban el colegio o el quipo. También se enteró que Ron y Ginny tenían dos hermanos más en Hogwarts que jugaban de marcadores centrales, y que al profesor Snape todos le temían. Aunque eso él ya lo sospechaba.
Al caer la noche Hermione estaba en su cuarto leyendo su libro de química, no sabía que podía pasar mañana con Snape, pero quería estar lista para cualquier posible pregunta que él le presente. En una cama junto a ella se encontraba Luna, que estaba sentada con los pies cruzados y los ojos cerrados mientras sostenía en sus manos dos sahumerios y decía: —Ahmmmm… ahmmmm…
Pero esta atmósfera casi silenciosa fue interrumpida cundo Ginny entro al cuarto.
—¡Ay Dios! — dijo apoyándose sobre la puerta— La loca nos va a quemar a todos.
Luna abrió sus ojos con fastidio. Ella no quería interrumpir su meditación, pero tampoco quería que Ginny le tire un balde de agua para apagar sus sahumerios. No sería la primera vez que lo haría.
—Veo que la habitación se llenó de ondas negativas— bromeó Luna con voz de gurú espiritual—. Por suerte ya terminé mi meditación.
Mientras Luna guardaba sus velas aromáticas y palitos de colores, Ginny se acercó a Hermione que se veía muy concentrada en su lectura y fijó sus ojos en ella.
Hermione notó la presencia de su amiga y lentamente bajó su libro y preguntó:
—¿Se te perdió algo?
—No— respondió ella—, me preguntaba si eras una persona o una estatua.
Hermione negó con la cabeza y volvió su atención al libro, pero no por mucho tiempo, porque fue interrumpida por Luna que se acomodó a su lado.
—¿Por qué te fuiste así hoy en el almuerzo?— preguntó Luna, tratando de sacarle importancia.
Hermione volvió a bajar el libro.
—Tenía cosas que hacer—respondió.
—Pensamos que fue por Harry—comentó Ginny, con una doble intención.
—¿Harry?— chistó Hermione arrugando el entrecejo— Veo que ya son grandes amigos, lo llamas por el nombre. Dime ¿lo arrastraste al baño para besarlo o aún no?
Hermione no supo que le paso en ese memento. Eso lo dijo con rabia porque habían interrumpido su lectura o porque le molestó imaginar a su amiga junto a Harry en esa situación. Una cosa así nunca le había pasado. Y eso la atemorizaba.
—No creo que eso pase— murmuró Ginny —, creo que a Harry le interesa otra persona.
Hermione miró de reojo a su amiga, quería fingir poco interés, pero algo dentro de ella quería saberlo, y otra parte le decía que no piense más en eso.
—Aja— se limitó a decir.
—Sabes —dijo luna acariciándole un mechón de pelo —, hoy cuando te fuiste Harry preguntó por ti.
En ese momento Hermione quedó perpleja ¿Harry había preguntado por ella? ¿Era un chiste, cierto? A pesar que debía odiarlo por lo que le hizo pasar en la clase de Snape, una extraña sensación bajó por su espina dorsal y llegó a su cuerpo. Hermione cerró el libro, todas sus ganas de leer desaparecieron. Miró a sus amigas.
—¿Preguntó por mi?
…
Gracias por haber leído. Espero que te haya gustado.
La verdad que desfruto mucho escribiendo y empiezo esta historia con muchas ganas e ilusión.
Un saludo.
