El 16 de agosto del 2019, fue un día mas en mi vida o la de todos los demás.

La vida que me tocó vivir por el cambio en mi actitud. Ése día en particular, yo era condecorado a General de la flota de los nuevos prototipos de naves colonizadoras de clase M de la Confederación de Oceanía.

La Tierra había cambiado. Nostros también. Yo mismo he cambiado y he madurado. Apenas siendo un General de 28 años era también un héroe de Guerra. Salvé a la humanidad de ser destruida. ¿Y cómo me agradeció la vida?.

Con soledad.

La que yo decidí elegir por sobre todas las cosas. ¿Saben por qué?. Porque ya estaba cansado de discutir y lamentarme una y otra vez en la relación que tenía con una persona en particular.

Lisa Hayes.

Si. Adivinaron. ¿Qué era de ella?. Bueno. Ella ya estaba fuera de mi rango. Decidimos ponerle fin a lo nuestro y seguir con nuestras vidas por separado.

Pero la separación se remonta mucho más atrás que esta fecha.

07 de Octubre del 2017.

Ése dia, fue el último que nos acostamos. El último que dijimos adiós. Fue un mutuo acuerdo que resultó ser una noche desenfrenada de sexo y alcohol. Lo hicimos tantas veces para explorarnos e intentar darnos una segunda oportunidad.

Pero fue para peor.

No había mas amor. Solo placer.

Éramos pasión como imanes.

Si. Éso eramos. Teníamos atracción sexual. Solo éso. Pero la pasamos bien y por primera vez comprendimos, que nuestra relación no sería normal. Jamás.

Es por eso que a partir de ésa noche, nuestra relación como pareja culminó. Fue triste lo sé. También para ella. Pero lo mejor vino después. Ella conoció a un tipo. Era agradable. Hasta a mi me agradaba. Se enamoró y se transformó en su príncipe azul. Yo estaba feliz. Feliz de que lo conoció. De lo que encontró y ya no sufriría mas por amor.

¿Quieren saber también de mi lado si encontré el amor?.

La respuesta es:

No.

Si. No. Un "no" rotundo. Estaba solo. Pero bien. Al estar solo, empecé a conocerme a mi mismo.

Luego de aquél 07 de Octubre, presenté mi renuncia a la milicia un mes mas tarde. Muchos se sorprendieron por mi repentina decisión. Hasta mismo Lisa no me la quería aceptar. Pero yo le insistí. Estaba seguro de la decisión que estaba tomando. Quería despejarme. Despojarme de todo lo que fue parte de mi calamitosa vida en aquél sitio.

Luego de que me aceptaran y firmaran mi renuncia, fuí al hangar del SDF-1. Y ahí lo vi. A mi pobre y destartalado Mocking Bird. El mismo con el cuál, llegué a Macross por primera vez hace 7 años. Trabajé 3 dias intensos reparandolo. Cuando estuvo listo, me fuí.

No me interesaba en lo más mínimo el pasado. Sin mirar hacia atrás, dejaba amigos, conocidos buenos, malos conocidos y a Lisa... No tenía un horizonte claro en mi vida, hasta que llegué a una ciudad que jamás pensé que existiera.

Auckland.

Si. Existía. Y estaba intacta pero desconectada del mundo. Por mas que fuera increíble, gran parte de Oceanía se salvó de la lluvia de la muerte. Se independizaron del gobierno mundial. Formaron su propio estado, sin depender de la realeza británica. Desarrollaron un complejo aparato de subexistencia siendo autosuficientes.

Al aterrizar, para mi sorpresa me recibieron como un héroe. Se escucharon miles de historias sobre un salvador. Alguien que puso su cuerpo y su valentía, para hacerle frente a la amenaza extraterrestre. Ése fui yo.

Richard Alexander Hunter.

Tal fue así que la gente me recibió con honores. No existía la RDF. Nueva Zelanda junto a Australia, formaron su popia milicia. Ellos acapararon todas las fuerzas de seguridad, junto a un puñado de Zentraedis que fueron aceptados a formar parte.

El alcalde de Auckland me recibió en su despacho. Me explicó la organización de Estado que llevaron a cabo durante éstos años de supervivencia. Tuvieron que organizarse muchísimo para subsistir por sus propios medios. Desde controlar la natalidad hasta los recursos alimenticios y el agua propiamente dicho.

Sobrevivieron y allí estaban. Agrupados, organizados y con una idea en mente.

Gracias a los aportes tecnológicos por parte de grupos Zentraedis, formaron una alianza tecnológica. La idea era crear una nueva Nave colonial. Que tuviera como objetivo llegar hasta las estrellas y buscar nuevos mundos habitables. Pero para eso, se debía trabajar mucho.

Luego de unos meses que llegué a Auckland, me llevaron a la Confederación de Oceanía en Canberra. Allí, miembros del Parlamento Australiano-Neo Zelandes me recibieron con respeto y honradez. Me ofrecieron ser parte de su milicia y conformar un bloque militar.

Al principio me resistí. No queria saber nada con ser parte de algo que tuviera que ver con la milicia. Pero ellos insistieron. Finalmente acepté. Y el 16 de agosto del 2019, fuí condecorado con el mas alto rango de las Fuerzas Armadas Aeroespacial de la Confederación de Oceanía.

General.

Mi historia inicia aquí.

17 de agosto del 2019.

Estaba en mi apartamento. Durmiendo plácidamente. Todas las mañanas generalmente, salía a trotar como toda persona que quisiese mantener su físico. Pero ésta vez, fue una excepción. Me había ganado de mano el alcohol de la fiesta de consagración anterior.

Lo más lógico hubiese sido volver solo. Pero lamentablemente no lo estaba. Yo quería estarlo, pero Alice Thurland insistió en acompañarme. Una cosa llevó a la otra ¡pum! Terminamos acostandonos y ligando.

¡Rayos!.

Si. Realmente no queria saber nada. Tuve un record de abstinencia sexual. Mi objetivo no era volver a acostarme por mucho tiempo con cualquier chica. La ultima en mi vida había sido Lisa. Pero ésta ocasión era especial. Alice era una muy hermosa mujer de una contextura fisica envidiable por muchos. Era morena, de ojos pardos. Su cabello era rizado como toda morena. Era fogoza pero respetuosa.

Siempre nos llevamos bien. Nos consideraban muy buenos amigos. Pero ahora que estaba a mi lado, desnuda entre sábanas. ¿Podríamos seguir siendo amigos?.

Creo que si. Dependería de ella de no mezclar sus sentimientos, con el placer y el trabajo. Ya había aprendido la lección con Lisa y no pretendía volver a cometer los mismos errores del pasado. Lentamente, me salí de la cama para no despertarla. Me fui directo al baño, me cepillé los dientes, me lavé mi cara y luego salí.

Me puse mi ropa interior. Me acerqué a su lado. Le toqué el cabello con delicadeza y le susurré. :-Alice. Despierta.

Ella solo abrió sus ojos. Intentó verme. No recordaba mucho lo que sucedió. Parecía que no. Bueno. No lo intuí. Ella se estira sus huesos y gime un poco. -Rick. ¿Qué hora es?.

Vi el reloj. Eran las 5:45. Era mi horario en el que generalmente despertaba. -Es temprano. ¿Quieres desayunar?.

-Desayuno algo y me voy. Oye.-Ella se reincorpora en la cama. -¿Qué pasó anoche?.

Tenía que decirle algo. Sabía que lo habíamos hecho. Ella era mi subordinada directa. Fue ahí que Lisa se me vino a la cabeza después de mucho tiempo. La situación era al revés. Alice era mas joven. Tiene 23 años pero basta experiencia en el ámbito militar. Ya era Capitana de una corbeta y tenía a su cargo a varios hombres y mujeres. No pretendía herirla en sus sentimientos. Preferí ser sensato y responderle con la verdad.

-Creo que nos pasamos de copas. Pero tranquila. Nadie sabrá de ésto. ¿Si?.

-Bueno. Te entiendo Hunter. Disculpa sinceramente. Yo te arrastré hasta aquí.

-Sh sh sh. Tranquila. Vístete. Te haré algo para desayunar.

-Paso al baño.

Era mi debilidad. Desnuda se ponía mi camisa. Sensual y a la vez sencilla. No habia discusión. No malinterpretó la situación. Al contrario. Creo que lo habia comprendido perfectamente. En si parecía como que ella era más madura que Lisa. Y eso que era joven.

Al ingresar al baño, aproveché y fui a la cocina. Me puse mi bata y empecé a preparar el desayuno. Tenía unos mensajes en mi contestador. Lo activé y se escuchaban los audios.

"-General Hunter. Soy Edmun Hallager, su asesor de seguridad. Lo felicito por su reciente promoción. Me gustaría que tengamos una cita, conforme a lo que conversamos anoche en la cena. Espero su llamado. Hasta luego".

Siguiente mensaje.

"- Señor Hunter. Soy Kara Winstelfed, periodista del Journal de Auckland. Queremos coordinar una entrevista con usted. Aguardamos su llamado. De paso quiero comentarle, que si no le molesta podriamos vernos el miercoles a las 10:30 AM en Telfian Street N 453. Gracias y hasta luego."

Siguente mensaje.

Éste mensaje me llamó la atención. La persona del otro lado de la línea tardaba en hablar. Podía escuchar sus respiraciones.

"-Rick. -¡No!. No puede ser. ¿Saben quien podia ser?. Ésa voz. Si. Era ella. La piel se me puso de gallina. Me acerqué al contestador a escuchar su voz.

Lisa Hayes.

-Soy Lisa. Bueno. Es un llamado inoportuno. Te estarás preguntando cómo te encontré. Pero eso no importa aún. Estoy viajando en éste momento hacia Auckland. Supongo que estaré aterrizando a las 0800 horas. Sé todo sobre la Confederación de Oceanía, así que ni te molestes en pensar en cómo lo descubrí. Después habrá tiempo para hablar. Tengo una dirección tuya. No te molestes en venir a buscarme, porque te encontré. Quédate y espérame. Saludos.

Fin de los mensajes.

Maldición. Me encontró. Luego de casi 3 años me encontró. ¿Cómo culparla?. Era tenaz. Si me contactó y me encontró, no es para nada bueno. Su tono de voz era serio. Como toda militar que fue o sigue siendo. Eso no lo sé. Pero ¿verla después de tanto tiempo?. Me habia olvidado casi por completo de ella. Alice sale del baño. Se acerca a mí.

-Hunter. ¿Te ayudo con el desayuno?.

Ella no debía porque enterarse lo de Lisa. Ya que no era de su incumbencia. Pero debía ser un poco franco con ella. Debía decirle que se fuera lo antes posible. Debía ordenar todo y dejar la casa en condiciones, que de por si era enorme. Me habían condecorado y a los militares de alto rango, les daban todos los lujos, a los cuáles yo no estaba acostumbrado.

Siempre me ha gustado la austeridad. Pero era una imagen que a duras penas, me costaba mostrar. Ya los tiempos habían cambiado. ¿Será que los Australianos o los Neozelandeces jamás han conocido la miseria?. Claro. Ellos jamas fueron atacados. Siempre estuvieron exentos de todo.

-Gracias. Tengo visitas oficiales. Así que lamento mucho decirte que nuestro desayuno será ligero.

-No hay problema Hunter.-Ella me demuestra simpatía. No tenía problemas con nadie. Ni conmigo.

Pero no queria lastimarla. Tenía la impresión que le gustaba o de lo contrario no se hubiera acostado conmigo.

De la nevera de dimensiones extravagantes, saca una leche de soya y algunas frutas. Yo caliento agua para café. No podía pensar. Me costaba mucho digerir lo de Lisa. Ella era muy astuta. Me habia ido muy lejos para enterrar mi pasado, pero él me había encontrado a mi.

Nadie puede escapar de su pasado. Llegué a esa conclusión cuando escuché el mensaje de Lisa.

Podía tranquilamente tener una vida perfecta. Viendo mejor a Alice, ella podría ser algo en mi vida. Pero sentía que todos mis planes a largo plazo, se desmonoraban.

No importa. Ya estoy marcado. La ayudé con el desayuno. Nos sentamos en la mesada. Alice era realmente muy hermosa. Su rostro angelical emanaba paz.

-Hunter. ¿Estas bien?.

-Si Alice. Estoy bien. ¿Tienes algo que hacer luego?.

-Algunas cosas en la base. Debo terminar unos asuntos. Debo coordinar tu grupo de soldados. Hoy habrán pruebas con las nuevas unidades.

-Excelente. Luego pasaré a ver las pruebas.

-Gracias.

Ella me sonríe. ¿Debía darle un beso?. ¿Un abrazo?. Creo que no. La vida me enseñó que no haga las cosas por compromiso. Sino porque verdaderamente lo sientes. Ella se puso de pie. -Me cambiaré. Ya salgo.

-¿Donde dejaste tu coche?.

-Afuera al lado de la acera.

-Ok.

Cuando Alice se fue, tuve que llamar al Comando de operaciones de la Armada. Les avisé que tenía una reunión pendiente con alguien. El que me atendió fue el alcalde de Auckland. Quién también era mi superior directo. Su nombre es Jordan Tenerif

-Hunter.

-Señor.

-¿Cómo estas?.-Me preguntaba de forma agradable.

-Pues bien. Menuda fiesta la de anoche.

-Vaya que si. Ja ja. Aún intento recuperarme yo también.

-Señor. Tuve un imprevisto. Debo recibir a alguien.

-Ah si. A Hayes.

Se me hizo un nudo a la garganta. ¿Él sabía sobre ella?. Pareciera que si.

-¿Qué sabes de ella?.

-Nos contactó. Bueno. En realidad, no quiero que te molestes. Hemos mantenido contacto durante éstos años. Ella me ha solicitado una reunión contigo. Es la hija de la Almirante Supremo Difunto. ¿Que podría hacer?.

Jordan tenía razón. Lo entendí perfectamente. Ahí nuevamente me di cuenta que uno rara vez, puede escapar de su pasado. Por un tiempo podría desconectarse, pero no por mucho. No me molesté con él.

-Ok. No hay problema señor. Ella me ha dejado un mensaje a mi contestador.

-Cuando llegue a Auckland, se dirigirá a su casa Así que recibala por favor.

-Entendido señor.

Al colgar el teléfono, me era dificultoso aún analizar la situación. ¿Quieren saber por qué?.

Bueno. En realidad no les conté todo. El último día cuando despegué de la base, para jamas volver, ella me contactó por radio a mi Mocking Bird. Desesperada no quería dejarme ir. Fue la última discusión que tuve con ella. Si en cierta forma quería escapar de mi pasado, no debía hablarle. Corté la comunicación. También ya sabía que ella me iba a enviar VT para capturarme. Pero me adelanté a ellos. Las reformas que le hice a mi pequeño pajarito, consistieron también en la instalación de motores de plasma de cuarta generación. Suficientes para volarme en mil pedazos. Pero si uno los sabía usar bien y sin abusar de ellos, la velocidad de Mach 15 que podia alcanzar era increíble. Claro que no los usé en su maxima potencia. Imagínense utilizarlos al 100% en mi pobre Mocking Bird. Se despedazaría completamente. Solo los use apenas al 27%, lo que me dió mucha ventaja. Ademas reformé la cabina y blindé la escafandra.

Ahora seguro que cuando apareciere, me maltrataria. Seguro que se enojará conmigo. Me dirá blasfemias y me acusaría de robar material para uso personal. De seguro me crearía una causa.

Para la ocasión, decidí ponerme ropa de civil. Esperaba mirando televisión. Pasaron las horas y ya eran casi las 9:00. Me tomé el trabajo de ordenar la casa y limpiarla.

Suena el timbre. Vaya que se me pasó rápido el tiempo. Mi corazón palpita muy rápido. No porque estuviese enamorado de ella. Sino por los nervios. Al acercarme a la puerta, veo primero en el ojo de buey. Allí estaba. Pero deforme por el lente. Abrí la puerta lentamente y ahí estaba.

Parada. Firme. Con un uniforme nuevo de color beige, una gorra en sus manos, guantes y medias negras y zapatos de taco ancho. Había adelgazado. Su cabellera seguia siendo la misma pero un poco más castaña. Estaba maquillada y llevaba puesto un perfume frutal que me agradaba. Pasaron casi 3 largos años. Y alli su aura emitía una sensación de respeto y deber.

-Hola Hunter. O mejor dicho, General Hunter.

Sonreía. Era increíble. Pensé que estaría enfada conmigo enceguecida por los rencores. Me sorprendió. Vi sus insignias a los costados de sus hombreras. ¡Vaya!. Había alcanzado el máximo rango que un militar pudiese conseguir en la RDF.

Almirante.

Claro que yo al ser de otro bastión, mi máximo rango era General. Estabamos a la par. Nada de subordinaciones.

-Buenos días Almirante Hayes.

Ella me sonríe levemente.

-¿Vas a dejarme aquí afuera Hunter?.

-Oh. Pasa.

Ví detrás de ella, que un coche de la alcaldía estaba aparcado allí. Me dió la impresión que volveríamos en ése mismo coche.

-¿Ellos te trajeron?.

-Me han tratado con sumo respeto. Tú no eres la única celebridad aquí.-Me lo decía con cinismo. Algo que no había cambiado en ella.

-Ya veo. ¿Quieres algo para beber?.

Ella miraba la sala de estar. Desde que llegué a Auckland, me transformé en un militar duro y derecho y abocado al orden. -Veo que has mejorado Hunter. Tienes tu casa en orden.

-Gracias. Por favor Almirante.-Le indicaba para que se siente en el sofá. Ella aceptó. -¿Le ofrezco un café?.

-He dejado de beber cafe. Me gustaría un té.

-En camino.

Me dirigí a la cocina. Ya fuera de mi alcance, intentaba calmarme. Mantener la cordura era lo esencial. Tenía para mi suerte algunos saquitos de té que me sobraron de alguna vez que compré en un mercado.

Calentaba agua. De paso quería seguir manteniendo la charla. No podía describir el sentimiento que tenía en aquél momento. Era una mezcla de sensaciones. Describiendose nostalgia, tristeza y hasta un poquito de amor. ¿¡Qué!?. No. No me refería a eso. Pero, procuré mirarla mejor. Cruzada de piernas, inmutada con los ojos apuntando a su smartphone. Como si nada hubiera pasado hace tres años atrás. Fría como el hielo. Por algo su apodo era "La Reina del Hielo". Pero había que destacar que se mantenía de buena forma. Su cuerpo era atlético. Sus piernas parecían fornidas de tanto ejercicio. Sus pechos se remarcaban por debajo de su uniforme. Su cabello estaba algo diferente. Tal vez más actual y estilizado. Mucho mas cuidada que antes.

Me acerqué y frente a ella se encontraba otro juego de sofá. Me senté. Ella levanta la vista y me ve. -¿Estás calentando el agua?.

-Así es. Tomará tiempo.

Ella deja su smartphone a un lado. Me mira de forma penetrante. -General. Ahora en mas, me estoy dirigiendo hacia usted, conforme a su investidura. Necesitamos ayuda de la Confederación.

Claro. Ella salteó toda nuestra historia. Por un lado supuse que me vino a buscar. Pero ella en realidad estaba en una misión de reconocimiento.

-De acuerdo. ¿Qué tipo de ayuda necesitan?

-La situación en Nueva Macross se ha complicado. Desde su partida grupos rebeldes se han organizado, atacando esporádicamente nuestra ciudad así como instalaciones militares.

Nuestros recursos son escasos. Y gracias a un canal de comunicación oculto, pudimos contactar con la Confederación de Oceanía. Fue una operatoria de carácter confidencial. El Presidente de la Confederación, junto a miembros del servicio secreto, han efectuado constantes comunicaciones y hemos llegado a acordar una reunión.-Ella se acomoda su cabellera. Una costumbre que mantenía hasta el día de hoy. -La reunión es con usted.

-Vaya. Menudo embrollo. No puedo creerlo. Ok. Entiendo que por ser el máximo responsable en la Armada Espacial de la Confederación, soy con el que tiene que hablar.

-Eso es correcto General.-Me sonríe ligeramente.

Bueno. ¿Cómo describir ésta situación?. Lisa Hayes. La chica con la que alguna vez tuve un affaire, se me aparecía luego de 3 años. Por una situación que no tenía presuntamente, nada que ver con nuestro pasado juntos. Ahora bien me pide ayuda. Con respecto a una situación social que actualmente atormenta a Nueva Macross. ¿Era nuestro problema?. Y, se podría llegar a decir que no. Que no era nuestro asunto. Pero por un lado pensé que se vino de muy lejos, solo para rogarme que la ayude. Separando los sentimientos del pasado, mi cordura me insinuó que tal vez debía ayudarla. No porque se trate de ella. Sino porque hay gente que posiblemente, la esté pasando muy mal. Ella me miraba pensativa. Esperando alguna respuesta por parte mía. Como si fuera su salvador. Hasta que su smartphone sonó.

Ella seguía mirándome. Yo veía su smartphone. -¿Vas a atender?.

Lo toma el y ve el llamado. Dudó en atender. Suspiraba, tomaba una bocanada de aire y atiende. -¿Bruce?. Hola. Si.

Claro. Ella estaba en una relación. Por un momento me ilusioné de que estuviera soltera. Pero no. Ella seguía con el mismo tipo de aquella vez, lo que en general para mí estaba bien. Hasta que su tono de voz cambió drásticamente. Como si estuviera ofuscada.

-¡Bruce!. Espera. Yo en realidad tenía pensado llamarte pero no pude. Estoy en una misión.

Vaya. No fui el único. Bruce tenía dificultades con Lisa. Ella no había cambiado.

Continúo hablando unos minutos mas hasta que cortó. De paso aproveché para ir a la cocina y ver el agua. Ya estaba en su punto correcto. Tomé dos saquitos. Los puse en una taza y vertí el agua. Seguro que éste le sería de su agrado. También me hice uno para mí. Estaba rico y su aroma era agradable.

Fuí con ambas tazas a la sala de estar. Ella no parecía estar contenta. Me acerco y le dejo la taza sobre una mesa ratona.

-Aquí tienes.- Quise ser amable. No confrontar. Ella me ve y sonríe ligeramente.

-¿Tu novio no?.

-Si. A veces se comporta como un imbécil. Pero prefiero no hablar de eso.

-Como tu digas.

-Rico té. No recuerdo que hicieras este tipo de cosas.

-A veces la gente cambia.

Bebía un sorbo. Cierra sus ojos sintiendo el aroma. Era un té muy rico, hecho con frutos rojos.

-Vaya que es rico. Sabroso.

-Bueno gracias. Bien, volviendo a nuestra situación.

Lisa deja la taza. No había prestado atención que tenía una carpeta. Me concentré tanto en Lisa, que no me fijé en ése detalle. Me entrega un sobre con el logo de la RDF, ligeramente reformado y con relieve. Lo abro y en su interior, documentación que avalaba a simple vista, un acuerdo bilateral entre el Gobierno Mundial y la Confederación de Oceanía. Era una copia claramente. Un Pliego de 50 páginas que debía leerlo con atención. Pasé por alto varias páginas hasta llegar a la de los espacios para rellenar con firmas. Allí estaba mi nombre, el de Lisa, el del Presidente de la Confederación, el alcalde de Auckland y tres miembros del Parlamento, que reconociendo sus nombres, se trataban de Jefes de bancada de cada partido. Ademas el del presidente del Gobierno Mundial.

Mientras lo leia, ella bebía té.

En el Parlamento de la Confederación, el sistema estaba integrado por un sistema tripartita. Eran tres partidos políticos, siendo la mayoría el Democracia libre por la Unión de los Pueblos (Socialistas) y Unión Republicana de la Confederación (Conservadores). Un tercer partido que era Minoría, era el de los Liberales.

Luego de unos minutos, la veo a Lisa.

-Un acuerdo.

-Así es. Es un acuerdo de cooperación estratégica y asesoramiento cívico-militar. La idea es de darnos apoyo logístico, concientización ciudadana y plan antidisturbios para controlar los grupos rebeles que ocasionan atentados en las Grandes Ciudades.

-Entendido. Bien. En ése caso iremos al Parlamento en Canberra a firmar el tratado. Esperaré instrucciones del Alcalde.

-Aquí ya tengo el programa para ésta semana.

Lisa me dejaba un programa de actividades. ¿Será posible?. Mi primer día como General, con una agenda y mi pasado frente a mí. Como si estuviera dándome órdenes. Tal vez se trataba de un castigo a la vez de una prueba.

Leo el programa. Dos dias en Auckland, tres días en Canberra (donde se firmaría el tratado y se discutiría). El sábado cena de gala y el domingo almuerzo de despedida y cada uno vuelta a su casa.

Ella me miraba y yo de reojo sabía que lo hacía.

-Bien. Iremos a la base de operaciones. Deja que me ponga mi uniforme.

-Te espero aquí. En la sala de estar.-Me lo decía en un tono sensual y cruzada de piernas.

Le presté atención. Sabía que me estaba provocando. Pero me controlé. Fuí a mi habitación y procedí a cambiarme y colocarme mi uniforme.

En ese momento se me cruzaban un montón de pensamientos. Entre ellos no entendí porque se me vino a la mente Minmei. Quizas la nostalgia me llegó de mano, teniendo en cuenta lo que significó que Lisa y yo nos volviéramos a cruzar en ésta vida. Antes de que se me presentara ésta situación, pensé en ella. Un leve pensamiento típico que a uno le llega, cuando hace catarsis de algunas situaciones miserables por la que uno sufrió.

Debo ser sincero. Tengo recuerdos buenos y malos de Lisa.

Hemos vivido muchas situaciones. Algunas mas buenas, que malas. Recuerdo una en particular. Ésto fue 2 meses antes de presentar mi renuncia a la fuerza.

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Fue un día largo. El patrullaje fue tedioso debido a las condiciones meteorológicas. Hacía un calor tremendo.

Cuando aterricé, me daba asco mi sudor. ¡Dios!. Recuerdo que apestaba a un indigente.

Al llegar a los vestuarios, me desnudé automáticamente y me puse bajo la ducha. Noté algo raro. No había nadie. Ni siquiera el encargado del vestuario. Mis compañeros fueron al otro que se encontraba al lado del hangar, cercano a la zona de barracas. Cuando me estaba enjabonando, sentí a alguien que me abrazo por detrás y me beso el cuello. Era ella.

Me di vuelta y me sorprendió que estuviese allí. Desnuda. Me susurró que me estuvo esperando todo el día. Y que a propósito cerró todo el vestuario para nosotros. Me tomó por sorpresa. Fue una de las situaciones más hermosas y eróticas de mi vida.

Tuvimos sexo en un sitio inhóspito como un vestuario de oficiales masculinos. Jamas supe porque en ese momento, se puso muy guarra. Admito que me encantó. Me volvía loco. Ayyy Lisa. A veces eras tan impredecible que te admiraba. Esa era una de las pocas virtudes ocultas que tenías.

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Claro que después venían las peleas. Ya sea porque desobedecia una orden directa de ella en servicio o la hacía quedar mal. Hubo una situación que nos marcó y fue el atenuante de que me separé de ella.

Luego de otro patrullaje, hubo una baja en otro escuadrón. Un grupo de rebeldes Zentraedis nos tomó por sorpresa. Fue ahí que me di cuenta por primera vez, que hasta el mas experimentado piloto puede estar en peligro.

Desobedecí una orden directa de ella. Discutimos en la radio. Hasta que le dije. "-¡Vete a la mierda Hayes!".

Cuando llegué a la base, oficiales de la milicia policíaca me detuvieron. Estuve 24 hs incomunicado en un cuarto. Pasado ese tiempo, ella me interrogó. En el fondo estaba furioso y a la vez triste por la pérdida de un compañero.

Fría y calculadora, me dijo que mi conducta fue inaceptable. Admití que me pasé de la raya y no debí haberla insultado. Pero a veces ésta tipa me hacía cabrear.

A partir de esa situación, jamás volvió a ser lo mismo. Nunca más. Y mas que pasarla bien, la pasábamos mal. Cuando estabamos juntos a solas, discutíamos por cualquier cosa. Algunas veces ella se iba de mi barraca o yo de la de ella.

No llegábamos jamas a buen puerto. Hasta aquella noche que fue la última en nuestras vidas.

Volviendo a la realidad, me quedaba ponerme la corbata. Una de las pocas cosas que no sabía hacer. Pero habia aprendido. Ser un General no es solo saber dirigir y poseer conducta de líder. También había que saber vestirse. Lisa sabía que jamás me podría poner una corbata. Pero para su sorpresa, lo supe hacer bien.

Oí una voz detrás de mi. -¿Te pusiste la corbata?.

Di la vuelta y la ví allí parada frente a mi, con los brazos cruzados y una mirada irónica. Como si me hiciera algún tipo de burla. Pero vé mi nudo. Era perfecto. Me lo ajusté hasta el cuello. Ella levemente sonrió. Como si hubiera sido una fábula para ella, el que yo finalmente aprendiera a hacerme un simple nudo Windsor

-Vaya. Me sorprendes Hunter. Creí jamás que aprendieras a hacerte el nudo de la corbata.

-Uno aprende cosas nuevas en la vida.

Tomaba mi gorro luego de ponerme la corbata. Los uniformes de la Armada Espacial de la Confederación de Oceanía, era parecidos a los Británicos. De color verde oliva. Mis zapatos eran negros y bien lustrados. Las hombreras tenían puestas las insignias en dorado. Y del lado izquierdo, mi medallero.

-Vaya. Eres un muñeco de torta.

-Ja. No fastidies. Ven. Se nos hace tarde.

-Aunque sea déjame ayudarte con lavarte las tazas.

-Dejalas en remojo. Ve. Vamos. Hicimos esperar al chofer oficial.

Salíamos de la casa. Frente a nosotros se encontraba el mismo Mercedes Clase S de la base. Milton Jerkins, el chofer oficial, se sale de su puesto, pero le indiqué que no hacía falta. Le abrí la puerta a Lisa. Ella ingresa. Se la cierro y voy del otro lado, ya que éste modelo de Mercedes era un tanto raro en su interior. Los asientos traseros eran butacas individuales, nogal y una serie de artilugios de confort. Todo un lujo al cual no estaba acostumbrado.

El coche arrancó. Tomo por una vía no muy transitada en Sunnynook. La idea era tomar por Wawiera, para cruzar el puente, seguir derecho luego de cruzar el puente y llegar a Westhaven, para seguir continuando por aquella misma autopista para adentrarnos en la ciudad. Nuestro destino sería el centro militar de Orakei, donde se encontraban nuestras instalaciones.

Cerca de alli, se encontraba la jefatura de Estado, junto a la Alcaldía.

Durante el trayecto ella solamente miraba por la ventanilla y cada tanto escribía mensajes en su smartphone. No le prestaba tampoco demasiada atención en ella. Mientras hacía lo mismo con el mío. Al encender la pantalla, ví un mensaje de Alice.

-"General. Tenemos todo listo para la presentación del nuevo prototipo del exotraje código Mulsane.

Le respondí: -Bueno. Gracias Capitana.

Pero no me esperaba otro mensaje de ella y menos el que estaba a punto de recibir.

-"¿Ésta noche en mi casa a las 20:00?. Tengo algo rico para cocinar y un rico Sirah californiano.

¡Vaya!. Menuda sorpresa viniendo de Alice. Se ve que la noche anterior la pasamos bien. En si ella es un poco tímida y modesta. Pero debo admitir que en la cama, era una fiera. En fin. ¿Otra noche?. No sé. Aún tenía tiempo para avisarle. No quiero adelantarme y llegar a tener un compromiso. En si las relaciones casuales no me gustan.

Tal vez el propósito de ella, es pasar a otro plano un poco mas formal. Pero desde mi punto de vista, no era el momento ni la situación. Fue algo de una sola noche y ella se creyó que ésto podría abrir las puertas a una relación mas formal.

Quería ser sincero. Y si ser sincero sería lo mejor, prefiero decirle que no. Pero por otro lado me daba lástima. Ella parecía estar entusiasmada. Me tomaba mi tiempo para contestarle. ¿Qué ponerle?. Podría decirle después cuando llegue a verla en la base, pero sería demasiado obvio a la vez si no le contestase enseguida.

Decidí tomarmelo con calma. Vi a Lisa de reojo y ella miraba por la ventanilla del coche.

-Después te aviso. Posiblemente hoy trabaje tarde". ¡Enviado!.

Ahora me generaba expectativa la posible respuesta por parte de ella.

Lisa me miraba y empezabamos una charla.

-¿Cuántos hombres tienen activos en la base?.

-Unos 17.000 aproximadamente.

-¡Vaya!. Éso es mucho. ¿Cuántos pilotos?.

-300 hombres. Tal vez mas. Si nos sobra el tiempo, haremos la presentación de un prototipo de unidad de combate.

-¿Un nuevo VT?.

-No exactamente. Se trata de un exotraje. Biomecánico. Similar al que utilizan Meltradis y Zentraedis. Puede ser utilizado por humanos. Un desarrollo en conjunto. Permitendo una mejora en el pilotaje. Nuestro proyecto es desarrollar un habitaculo con menos comandos y mas versatilidad.

Lisa me sonreía ligeramente. En un momento la charla se tornó un tanto interesante. -Has cambiado General. Eres mas maduro. Más técnico. No me imaginé jamás que llegarías a serlo.

¿Me lo decía como un halago o con burla?. Lisa también cambió. Parecía no salir de su asombro de verme bien.

-Lo dices ahora, porque tu punto de vista hacia a mí siempre fue con una connotación negativa. -Le respondí con un tono molesto pero sin demostrar enojo.

Ella prefirió no responder. Siguió mirando por la ventanilla. Ya estábamos cerca de nuestro destino y deseaba que el clima dentro del coche, no se volviese tenso.

-¿Por qué te fuiste?. Te acepté la renuncia de la milicia, pensando que no querias ser más parte de ella. Me ilusioné que podríamos pasar más tiempo juntos mas allá de que estuviera en pareja con otra persona. Pero te escapaste como una rata.

Ouch. Éso si dolió. Fue lo mas sensato que escuché de su boca. Si sería así a partir de ahora, prefería no dirigirle la palabra y esperar a llegar a destino.

Ella seguía mirando por la ventanilla. ¿Esperaba alguna respuesta por parte de mi?. Preferi el silencio.

-Ya veo. No tienes respuesta.

-Oye. Basta. ¿Si?. Es una misión. Seamos adultos responsables. ¿Quieres?.

-Me pregunto si el chofer puede escucharnos. ¿Puede?.-Ya ella me miraba y su rostro había cambiado. Se puso firme. Milton solamente se limitaba a conducir. Ni siquiera miraba hacia atrás.

-El chofer puede oirnos. Pero él solo seguirá mis órdenes.

-¿Puedes decirle que se detenga un segundo?.

-¿Para qué?.

-Quiero que se detenga. En un parque. Necesito decirte algo que él no quiero que oiga.

-Él es un profesional...

-Señor.-Milton interrumpe. -Con mi debido respeto, si la Almirante tiene que decirle algo personal, con gusto puedo aparcarme. Usted decide.

Ésto se estaba saliendo un poco de control. Hasta el chofer oficial estaba en vinculación con ella. La apoyaba. Parecía como si a mi me faltase un poco de comprensión para entender la petición de Lisa. Procuré no generar un clima de tensión y pedí que se detuviera en un parque, cerca de la base.

-Cinco minutos serán suficientes Milton.-Le dije.

Lisa ya se había bajado del coche. Milton me miró. -Señor. Tómese su tiempo. Soy una tumba.

-Gracias Milton.

Al descender del coche, ella se sentó en un banco frente a una fuente. Yo me acerqué y me senté a su lado.

-¿Por qué te fuiste?.-Me pregunta ella iniciando la conversación.

-Fue mi decisión.

-Fuiste egoísta. Yo te amaba. ¿Sabías?.

-No.

-Me hiciste mal.

-Tú también.-Le respondí sin titubear.

-¿¡Cuando te hice mal!?.

-No voy a ponerme en detalles. Creo que lo he olvidado. Te he bloqueado. Es como que la vida me pone a prueba. El pasado se me aparece.

-¿Te crees que a mi no me cuesta tampoco volver a verte?.-Me pregunta ella. Con un tono doliente. Pero a la vez sensata.

¿Debía contestarle de la misma forma?.

Veníamos bien. Ella tocó el tema e inició la discusión. ¿Debía disculparme?. No puedo creer que hayamos hecho un alto para hablar del pasado. Me estaba irritando. Tratando de ser conciliador con ella, decidí tomarme la situación más tranquilo.

-Lisa. Habrá tiempo para hablar. No es el momento. Debemos cumplir nuestras funciones y respetar el protocolo.

-Mirame. -Se me insinuó.

La miré. Estaba hermosa. Irresistible. Estaba tranquila pero la idea no era desviar la charla.

-Te estoy viendo.

-Ya que me estas viendo. Dime. ¿Qué ves?.

-Te veo a tí.

-Y yo a ti. -Ella apoya mi mano por sobre la mía. En señal de reconciliación. Seguían siendo suaves. Debo admitir que eso me generó un pequeño cosquilleo en el vientre. Continuaba la charla, hablandome en un tono mas suave y tranquilo. - Y espero que lleguemos a buen puerto. Que nos podamos llevar bien. Pero tenemos que cerrar una etapa que ha quedado abierta. ¿Y sabes qué Rick?. Quiero cerrarla. Tenemos 6 días por delante. Quiero se constructiva. No confrontar. Y te vengo adelantando algo.

-Dime.

-¿Recuerdas a Gloval?.

-Lo recuerdo.

-Él ahora es político. Es presidente del Gobierno Mundial. Vendrá mañana a Auckland. Y ademas de ser Almirante de la RDF, soy su asesora.

-¡Vaya!. Eso si que es nuevo. ¿Quién mas vendrá?.

-Sorpresas.-Le sonríe ella ligeramente.

En un momento parecía como que todo se había calmado. Lisa podía ser una persona impredecible. Pero cuando ella quería, podía ser amable y tranquila. Le propuse retomar camino y volver al coche. Ella aceptó y volvimos.

-Continúa Milton.

-Si señor.

Hacía arrancar el Mercedes y continuamos camino hacia la base.

Ya cerca, retomó en la entrada. Estaba provista de una garita con un militar dentro. Al reconocerme, automáticamente me saludó. Le devolví el saludo y levantó la barrera.

Ingresamos en las inmediaciones de la base. Estaba todo tan bien construído y señalizado, que era casi imposible perderse. 8 enormes hangares, que hacían de zonas de mantención de aeronaves, talleres y resguardo se ubicaban de forma simétrica. Entre ellos, se aprovechó el espacio como corredores peatonales bien separados y además de caminos donde podían circular vehículos de todo tipo.

Eso llamó la atención de Lisa. -Los hangares son enormes. Tan grandes como el SDF-1. Me hacen acordar a los antiguos hangares donde resguardaban los Dirigibles.

-Estas en lo cierto. Se diseñaron para ése propósito.

-¿Para qué?.

-Ya verás cuando entremos a uno.

Le indiqué a Milton que ingresase dentro de uno. El techo del hangar era tan alto como un edificio de 45 pisos. Y frente a nosotros, siendo simple mortales y miniaturas, se encontraba el futuro rey de la corona. Una Aeronave de dimensiones descomunales. Partía de un antiguo crucero de batalla Zentraedi, pero reformado de tal forma que parecía un enorme Dirigible rígido, con un domo enorme cristalizado. Era la primer aeronave colonial de la Armada de la Confederación de Oceanía.

Al descender del coche, ella se vislumbró por el tamaño. El SDF-1 era de juguete a su lado.

-Dios mío General. ¿Qué es ésta cosa?.

-Nuestro proyecto. -Se lo presentaba de forma protocolar.

Cerca de alli, se acerca Jordan Tenerif. El alcalde de Auckland, junto a mi asesor de seguridad, Edmund Hallager. Él era el responsable de la base y del suministro. Y a su lado, Alice Thurland. Mi "pequeño" amorío.

Y a mi lado, mi antiguo amorío. Lisa.

Los tres se acercaban para saludarnos. Sobre todo presentarse a Lisa, quien era reconocida mundialmente, por ser la hija del honorable Almirante difunto de la Armada de la RDF.

Donald Hayes.

-Almirante, General. Gusto en verlos.-Nos saludaba Jordan de forma amistosa.

Jordan era un hombre muy respetado en Auckland. Un antiguo héroe de guerra. Mostraba signos de fortaleza y era admiración para todos en la base.

Alice se acerca a Lisa. La saluda de forma protocolar. -Almirante. Agrado en conocerla.

-Igualmente.

Noté que no hubo tensión entre ambas. Pero algo me llamó la atención. Alice era un poco celosa. Al bajar del coche, ella me sonrió. Pero apenas bajó Lisa del otro lado, su rostro cambió. Su sonrisa se desvaneció y se puso seria. Generalmente ella no era de cambiar de expresiones inmediatamente. Ni siquiera con miembros de la fuerza de alto rango.

Era simpática y agradable. Pero con Lisa, fue diferente. La noté un poco malhumorada.