Capítulo 1
Bulma se ajustó el arnés a su cintura y comenzó el descenso por la cueva. Lo que había comenzado como un descubrimiento casual leyendo un artículo de una revista hoy culminaba en mitad de una selva del continente Asiático.
Cinco años antes, mientras disfrutaba del verano en la Corporación Cápsula y tomaba el Sol en una hamaca en su piscina, su padre dejó sobre la mesita una revista sobe arqueología que había estado leyendo. El Dr. Briefs era un hombre de ciencia pero especialmente dedicado al desarrollo de nuevas tecnologías, por lo que ver a su padre leyendo una revista sobre monumentos tan antiguos llamó a Bulma su atención. Estiró los brazos sobre la hamaca y le dio un último sorbo a su limonada antes de recoger la revista y hojearla por encima sin ningún interés especial hasta que de pronto se detuvo ante la imagen de una columna descubierta en una excavación en Göbekli Tepe, Turquía. La columna, según relataba el artículo, había sido datada en más de 3.000 años antes de Cristo después de realizar la prueba del carbono 14. La antiquísima fecha, que ya de por sí parecía revolucionar los preceptos en los que hasta ahora se había situado el inicio de la civilización humana, para Bulma fue aún más trascendental, porque en aquella pieza, sin ningún tipo de lugar a dudas, estaba tallada una figura humana, pero no un humanoide cualquiera, aquél ser tenía el cabello de punta y una cola en su espalda.
"Goku", fue el primer nombre que pasó por su mente en aquel momento. ¿Qué significaba todo esto? Se incorporó de golpe de la hamaca y se introdujo en la Corporación a la carrera mientras su madre la seguía con la mirada sorprendida. Ese día dio comienzo su investigación, que gracias a la fortuna de su familia dio sus frutos rápidamente. Y hoy, tantos años después y rodeada de los científicos más valientes que junto a ella se habían atrevido a cuestionar la historia oficial, comenzaban el descenso por el interior de aquella caverna, prácticamente un kilómetro de altura, que ponía a prueba la resistencia física y psicológica del equipo.
Bulma estaba apunto de concluir su investigación y tenía su propia teoría después de analizar todas aquellas ruinas. Según sus descubrimientos, hacía miles de años colonizó la tierra una civilización mucho más avanzada que en muchas culturas antiguas los bautizaron como los "dioses mono", y entre otros atributos tenían una cola a su espalda. Según lograron descifrar en varias tablillas encontradas en el transcurso de sus excavaciones, aquellos dioses tenían una fuerza sobrenatural y eran capaces de lanzar rayos con sus manos, algo nada inusual en la mitología antigua. Pero para Bulma, eso no eran mitos y la prueba viviente la tenía en su amigo Goku. ¿Acaso el luchador provenía de aquella raza de super hombres con cola?
Según le había contado su amigo, su abuelo le relató a Goku que él había sido un regalo que le cayó del cielo, literalmente. Al principio había sido un niño muy malo y violento, pero un día, tras darse un golpe en la cabeza cambió radicalmente su comportamiento. Lo último que recordaba Goku de su abuelo, fue tras una noche de Luna llena en la que se había quedado observándola absorto y al día siguiente cuando despertó todo estaba destruido y su querido abuelo había fallecido. Bulma, tras enfrentarse con el Ejército Rojo y contra el emperador Pilaf, supo que quien había causado la muerte de su abuelo había sido el propio Goku. Durante sus aventuras años atrás, descubrió que cuando el guerrero observaba la Luna llena se transformaba en un simio gigante que destruía todo a su alrededor y era capaz de lanzar enormes descargas de energía por su boca.
Sus pies tocaron suelo y desenganchó el arnés encendiendo la linterna mientras el resto de su equipo se dedicaba a iluminar el lugar. A medida que enfocaba a las paredes distintos grabados hacían su aparición, entre ellos, tallado con desconcertante precisión, había un mono gigantesco rodeado de pequeños humanos que huían despavoridos.
–No cabe duda, es el mismo ser en el que se transformó Goku. –Bulma acarició con los dedos el relieve.
–¡Señorita Briefs! –Un Científico de su expedición corría hacia ella emocionado. –¡Tiene que ver esto, rápido!
Bulma siguió a su compañero hasta una enorme estructura circular que habían descubierto con forma de túnel en medio de la cueva situada sobre una plataforma redonda, todo de piedra. –¿Qué es esto? –La científica cuestionó en voz alta por costumbre aunque no esperaba obtener ninguna respuesta.
Corporación Cápsula, seis meses después:
La joven se encendió un cigarrillo mientras observaba a su equipo repasar los últimos detalles de la operación. Si todo salía como esperaban, estaban a punto marcar un nuevo hito en la historia en el que a su lado, el sistema de cápsulas con el que se había hecho célebre la Corporación de su padre parecería un juguete.
–Señorita Briefs, está todo listo.
Bulma expiró otra bocanada de su cigarro y se acercó al arco de piedra que habían descubierto meses atrás en la cueva y que trasladaron hasta las instalaciones de la Corporación. Aquél instrumento iba más allá de todos sus sueños. Tras descifrar las inscripciones gravadas a lo largo de todo el círculo descubrió que se trataban de coordenadas estelares y que tras infundir a las piedras rayos blutz provenientes de la Luna se convertían en un portal estelar.
El Dr. Briefs se asomó a la pasarela superior y le hizo un gesto con la mano para que subiera y se reuniera con él. –Hola papá.
–Bulma, sigo pensando que deberías mandar un robot en la primera expedición.
La científica sonrió con ternura a su padre. Tras varios intentos infructuosos se dieron cuenta que por muchos androides que enviaran a través del portal acababan perdiendo por completo la comunicación. No había manera de saber qué se encontraba al otro lado y Bulma no estaba dispuesta a rendirse.
–Ya lo hemos hablado papá. Sólo hay una manera de descubrir a dónde nos conduce todo esto y es que uno de nosotros cruce ese portal.
–Pero hija, –el Dr. Briefs se recolocó la montura de sus gafas sobre el puente de la nariz y la miró resignado, –no tienes que hacerlo tú. Tienes muchos hombres valientes a tu lado dispuestos a asumir estos riesgos.
–No papá, no sabemos qué hay al otro lado o si habría que reconfigurar otro portal como este para regresar. Sabes que soy la única persona actualmente capaz de hacerlo.
–Pero…
–No me detengas en esto papá, es el descubrimiento de mi vida.
El Dr. Briefs suspiró y asintió con la cabeza dándose por vencido. Su hija sonrió y le dio un beso en la mejilla antes de volver a descender las escaleras metálicas y situarse delante del portal. Iba equipada con un traje espacial ceñido al cuerpo diseñado por la Corporación y con una mochila a su espalda que al abrirla disponía de un sistema de compartimentos para almacenar hasta cien cápsulas. Acabara donde acabase, no le iba a faltar de nada.
Se giró y miró al grupo de científicos posicionados detrás de las computadoras en ambiente tenso. –Adelante chicos, activad el portal. –Sus compañeros asintieron y un zumbido comenzó a escucharse por toda la nave hasta que las inscripciones gravadas en la rueda del portal comenzaron a iluminarse y una pared negra se abrió dentro del círculo. Era su agujero negro, su quinta sinfonía. Volvió a girarse y sonrió con confianza a todos, en especial a su padre al que saludó con la mano antes de dar el primer paso. –Recordad chicos, este es un pequeño paso para la Corporación Cápsula y un gran paso para la Humanidad. –Los científicos sonrieron al escuchar la famosa cita célebre del astronauta que pisó por primera vez la Luna y que Bulma se había apropiado.
–Suerte hija y vuelve sana y salva.
Bulma escuchó las palabras de su padre sin apartar los ojos de la pared negra que había aparecido ante ella y cogiendo aire en sus pulmones saltó a través del portal.
