By Sereitei (UnknownOrchestra)

--------------------Punto de Partida--------------------

Cap. 1

RUN (Shinhwa)


"(…) Inside the eyes with burning fire, we born

again in these burning times. We're gonna make it

every moment is mine don't lose the sight.

(Time and story goes) Unstoppable new story.

(Time and story goes) Nothing can stop me"

Run – Shinhwa

(Fragmento extraído de la traducción a ingles)


La historia que a continuación tendrá lugar, se desarrolla paralela a la trama original de KH Reborn!

Notas y aclaraciones al final del capitulo


Días difíciles vivía el Decimo Vongola enfrentándose a su más cruel adversario hasta el momento: una gripe.

Un enemigo de temer, cuando se alía con la buena voluntad y preocupación de los cercanos, familia y amigos, quienes insistían amable o bestialmente -en caso de algunos-, en que permaneciera atado –uno que otro quitaba el lado metafórico de las palabras- a la enorme cama adoselada, forrada en un edredón, acorde al estilo rustico mafioso de la fortaleza Vongola –porque eso parecía, una fortaleza de varias hectáreas, más que una mansión- y una cantidad considerable de almohadas, almohadones y cojines de diferentes tamaños, formas y texturas, en las que su mascota, Miriu, el gato angora heterocromico que le recordaba tanto a Rokudo por el color de sus ojos, lograba perderse.

Entre las paredes de sus habitaciones, revestidas de un papel tapiz en el que predominaba el vino, solo conseguía desesperarse conforme los días avanzaban camino a cumplir la semana de su confinamiento. Como no mostrara mejoría, temía enviaran a por Bianchi para atraer a Shamal, lo que convertiría el caos del lugar, en una hecatombe de proporciones desconocidas, con la bronca que se armaría.

Por si no fuera suficiente el hecho de estar enfermo y encerrado, la familia se aseguró de acabar con todas sus posibles escapatorias, apostando, en primera, a Gokudera, al frente de la poderosa puerta doble fabricada en roble con finos detalles dorados, que le daban más el aire a la puerta principal de la mansión. Gokudera, su fiel y leal amigo, además de mano derecha, estaba dispuesto a darlo todo por él, por lo que defendería con su propia vida la puerta, para evitar el ingreso de terceros con malas intenciones, y el egreso de un "decimo" enfermo. Yamamoto, otro buen amigo, se encontraba colocado debajo de los ventanales de las habitaciones, en el patio. Del mismo modo que Gokudera, él tampoco estaba dispuesto a dejar que nadie entrara ni abandonara el sitio donde se encontraba Tsuna. A pesar de su aspecto inocentón, tenia bien en claro sus prioridades, de las cuales, al momento resaltaba la protección del jefe de la familia, de cualquier cosa que representara un peligro –incluso, del mismo Tsuna.

--Si intentas saltar, te recibiré en brazos amorosamente.-Justificó Yamamoto su ubicación, adornando las palabras con su típica despreocupada sonrisa.

El resto de la familia estaba dispersa protegiendo los diferentes pasadizos secretos, pasillos, senderos y jardines. El decimo era demasiado apreciado como para permitir que algo le pasara.

¡Qué desesperante! Sin poder hacer nada, enjaulado, se sentía tan inútil, que el estatus que con tanto esfuerzo se ganó dentro de la mafia, ahora le parecía nada, un mero y sobrado adorno. Solo tenía una gripe –resistente-, no la fiebre del Nilo.

--Su salud ante todo, 10mo.-Contestaba Gokudera del otro lado de la puerta cuando le rogaba lo dejara salir a estirar las piernas.

--Moriré de asfixia o de un ataque de pánico antes que de neumonía.

Para su amigo era una dura prueba a la que también era sometido, negándose a los deseos del jefe al que tanto adoraba.

***

Justo cumpliendo la semana, la fiebre que en días primeros fue imperceptible, arreciaba al punto de tirar a Tsuna delirando en cama, o mermaba hasta dar la apariencia de desaparecer junto con los demás síntomas. Un tira y afloja burlón que desquiciaba al joven Vongola, quien se encontraba al borde de la desesperación, incapaz de controlar sus ganas por salir e intentar olvidar la suerte que le asechaba, grabada en cada uno de los muebles y tapices, ya no solo de sus aposentos ¡sino de toda la propiedad!

***

Cierto atardecer, delirando o lucido –a esas alturas le costaba dilucidar cuando estaba como-, tomó un suéter negro que se caló sobre los hombros. Pegó el oído a la puerta. Gokudera daba las gracias a I-pin por molestarse en llevarle la cena, declinando su oferta de relevarle para ir a descansar. La pequeña, deseándole lo mejor, regresó a la cocina junto con Lambo, que no paraba de pedir un trozo enorme de pastel de chocolate. Como era de esperarse, Gokudera le dijo no muy amable ni educadamente, que se callara, porque Tsuna tenía que descansar para la visita de Shamal –por fin lo traerían, luego de que ningún doctor supo dar razón ni cura a su enfermedad-, y también como se esperaba, Lambo le siguió, enfrascándose ambos en un riña infantil. Una sonrisa se dibujo en los labios de Tsuna.

Andando de puntitas al otro extremo de la habitación donde dormía, se asomó por una pequeña apertura entre las cortinas del ventanal. No veía a Yamamoto. Cuidadoso, pasó hacia la división que hacía de una pequeña sala de estar, volviendo a asomarse discretamente por el otro ventanal. ¡Ahí estaba! Con los brazos cruzados tras la nuca, viendo como Ryohei se entrenaba al "MAXIMO" haciendo pelea de sombra.

Alejándose de las cortinas con rumbo al dormitorio, asintió, dándose para sí mismo la señal de que era ahora o nunca.

Respiró profundo, reuniendo todo el valor necesario. Dirigió la mirada a la engalanada caja de madera que yacía sobre el tocador. Movió la cabeza en negativa. No usaría los guantes para un enfrentamiento de escapada contra sus propios colegas.

Cruzó los brazos sobre su pecho, sacudiéndose de la emoción y los nervios. Volvió a llenarse los pulmones lo más que pudo. Soltó el aire despacio. El último centímetro cubico de aire que logró extraer, fue el disparo de salida. Desde la puerta principal del dormitorio –que siempre le pareció ilógico que se encontrara ahí y no en la salita de estar, o lo que es lo mismo, le parecía tonto que la habitación de dormir se encontrara ahí y no donde la salita de estar-, tomó vuelo con todas sus fuerzas. Las manos las colocó al frente, cruzadas, a la altura de su rostro para protegerse. El cristal cedió, partiéndose en cientos de trozos ante su cuerpo lanzado, al igual que el marco de madera del ventanal.

Ventana o puerta, las opciones que tenia para escapar, las había sopesado concienzudamente, llegando a la conclusión de la ventana y la katana de Yamamoto, en preferencia al encuentro con las bombas de Gokudera, aunque sabía que lo primero sería más fácil de esquivar –la preocupación de su amigo por no dañarlo pesaría mas sobre la puntería que debería de tener para detenerlo, lanzando los artefactos explosivos casi al azar-. Su decisión final se basó imperativamente en el temor por los gastos de reparación y/o reconstrucción que de su enfrentamiento resultaran.

El estruendo del impacto y el ventanal destruido, desató un detalle que escapó a los cálculos de Tsuna. Yamamoto se llevó instintivamente las manos a la katana ceñida al cinto, y Gokudera, quien no dudaría en detonar el mundo entero por llegar cuanto antes a donde se encontrara, se deshizo del retraso de un par de segundos que le suponía la puerta, volándola con un ataque de bombas.

"Aun te falta mucho por aprender" Le diría su maestro, Reborn. Y cuánta razón tendría… la puerta, era la primer víctima.

Lo que vio Gokudera al entrar, fue la ventana destrozada y ni el mas mínimo rastro del decimo en los aposentos. Veloz, se situó en el marco vacio. Quedó por instantes, confuso, al ver a Tsuna encaramado en un trozo del marco del ventanal, repeliendo el filo de la katana de Yamamoto, contra el que arremetió apenas estuvo a su alcance aun en el aire, con la intención de dejarlo K.O. Sin embargo, a pesar del barullo, asaltar a Yamamoto de ese modo, no era cosa fácil, por lo que antes de lo que esperó, necesitó de toda su habilidad para evitar ser lesionado por el contraataque.

--Maldito.-Musitó Gokudera sin dar tiempo a explicaciones, saltando e interviniendo.

Los contendientes, se separaron dando un salto atrás, quedando al centro el tercero.

--¡Traidor! Sabía que no debía confiarse en ti.- Lanzó un ataque de bombas que apenas si tuvo tiempo a esquivar Yamamoto.

--¡Hey! ¡No es lo que piens…!

--¡Ahorrare las excusas! –Una vez cabreado por algo que respectara al 10mo, era imposible detenerle.

--¡Escúchame! –Casi rogaba evitando entrar en el juego y responder a los ataques.

Tsuna lamentaba en lo más profundo tener que obligarlos a confrontarse -¡Y con el malentendido de por medio, peor!-, pero confiaba en que ninguno moriría, y lograrían entenderse y dar con el verdadero culpable, que se escabullía por la zona del jardín que tocaba vigilar al equipo que se reunía ahora alrededor de la pelea, igual o más confundidos que los contrincantes.

La arboleda que rodeaba la propiedad, era frondosa y extensa. A primera vista le había fascinado la panorámica que ofrecía desde los ventanales y rosetones.

Libre luego de tantos días de cautiverio, errante en la relativa inmensidad del lienzo de naturaleza, se encontraba renovado, olvidándose inclusive de la poca distancia puesta entre él y los demás.

Independiente a ser por la fiebre o por su recién adquirida libertad, estaba felizmente mareado.

Minutos después de internarse en las profundidades de su "jardín", una explosión interrumpió su goce, seguida de una enorme columna de humo que se alzó por sobre las copas de los arboles…

A la detonación, sucedió un silencio tremebundo.

***

Caminó despreocupadamente, luego de mil intentos por auto convencerse de que todos estaban bien y completos. Por tiempo y rumbo desconocidos, siguió hasta ser consciente de que la fiebre agravaba peligrosamente. El cuerpo le dolía, sin saber si era por el esfuerzo exigido en su escape o por la enfermedad. Estaba temblando, y la cosa empeoraba a cada paso.

--Quizás… no fue tan buena idea. –Reconoció.

Se dejó caer boca abajo en la alfombra verde que se extendía un par de hectáreas más hacia todos lados. La noche profundizaba su llegada.

¡¿A quién se le ocurría salir en esas condiciones a esas horas a dar un paseo?! Al imbécil de él…

No pensó en la posibilidad de morir ni de ser encontrado o no, tan solo se dejó caer en el sueño o desmayo que le sobrevino, con un cruel soplido del gélido aire –o tal vez fuese el estremecimiento de su febril cuerpo-, y la luna iluminando su pálido rostro de mejillas grana, a través de las ramas de los arboles.

***

Me encontraron, se lamentaba Tsuna. Lentamente se libraba del síncope.

Lo primero de lo que fue consciente, fue de encontrarse en una cama. Lo segundo, fueron las voces que discutían acaloradamente fuera de la habitación, haciendo retumbar el eco de sus voces dentro. Las palabras que resonaban a su alrededor desaparecían pasando por su cerebro a penas como una sombra de la que era conocedor sin que esta fuera palpable.

Basta. Rogaba para sus adentros. Gokudera, deja de pelear con Yamomoto por traerme de regreso… Yamamoto, basta, no tienes porque contestarle que es un descorazonado desgraciado…

Aun aturdido, le costó su tiempo darse cuenta de que ni lo que decían tenía sentido en su contexto familiar ni que esas voces no eran de sus amigos.

¿Dónde estoy? Se preguntó al captarse fuera de casa. Los parpados le pesaban, siendo imposible abrirlos por más esfuerzo que hiciera. El cuerpo entero lo sentía pesado y dolorosamente cansado.

Demonios…

La puerta fue abierta de golpe, causando un estruendo secó acompañado de dos decenas de pasos con sus respectivos cuerpos apiñándose en la habitación.

--¿Es él? –La voz le era conocida.

Alguien debió de dar una respuesta afirmativa no verbal.

--¿Dino estará de acuerdo con esto?

De nuevo una respuesta nula en sonidos.

-- Que quede claro que lo hago porque le debo una… -el hombre que llevaba las riendas de la escena se acercó al lecho donde yacía- solo atiendo mujeres.

Sacó algo de algún lugar, lo abrió. Un pequeño piquete en su cuello, volvió a alejarlo de la realidad.

Soñó profundamente, ¿con que? Con una enorme mansión, un par de pequeños corriendo de aquí allá, transformándose luego, por arte de una bazuca, en su versión adulta. Soñó con un chico de ojos dispares y otro gritaba que iba al máximo. Soñó un loco de las bombas y otro que sonreía a todo. Cada rostro perdía lentamente sentido… en su cabeza, fue un "los conozco", luego añadió un "creo", seguido de un "quizás"… finalmente un "no se quienes son"…

***

"¡Tsuna! ¡Decimo!" el conjunto de voces llegó tan claramente que le hizo dudar de lo tangible que eran las aves cantando sobre su cabeza, en la copa del frondoso ombú.

--¿Dormiste bien?

Asintió ocultando su desconcierto, luego de abrir los ojos.

--Me alegra.

Elevó la vista. Los rubios cabellos de Dino brillaban esplendorosos con los rayos del sol filtrándose por el ramaje del árbol, invistiéndole de un aura divina. La sonrisa que mostraba, aunque cansada, le confirió paz, permitiéndole seguir recargado en su hombro un par de segundos más bajó la sombra del árbol.

--¿Quieres entrar?

Negó con la cabeza.

--Pero es lo mejor… -contestó- Te está dando otro ataque ¿verdad? –Preguntó restregándose los ojos con el revés de la mano, alejando las lagrimillas que siguen al despertar.

--Eso creo. -Respondió Dino.

--¿Puedes llegar a la silla de ruedas, o llamó a Hibari?

--Puedo.-La sonrisa que dibujo en sus labios añadía un "por el momento".

Separándose de su compañero, Dino se levantó dificultosamente, con un respirar pausado, entrecortado, apoyándose en el tronco del árbol, en lo que el chico de ojos avellana, ya en pie, desplegaba la silla de ruedas que se encontraba a su lado. Al acercársela, se dejó caer en ella. Su piel volvía a perder color. Las puntas de los dedos se le colorearon moradas. El cuerpo le temblaba del frio que sentía.

--A tiempo.-Se alivio, tomando el edredón, que colocaron sobre sus pies para cubrirse de la fresca brisa de inicios de marzo, echándoselo encima a Dino.

--Gracias.

Sonrió. El rubio era un chico muy noble, capturado en las redes de una enfermedad desconocida que lo azotaba con ataques de temperaturas extremadamente bajas, intercalando con períodos de cierta normalidad. No parecía molestarle que los demás supieran de su extraña enfermedad, siempre y cuando no le tomaran por menos en consecuencia. Era fuerte, cuando tenía a alguien de su familia cerca, o de lo contrario, era solo un idiota… un idiota guapo. A pesar de ser un mafioso, líder de la familia Cavallone, nunca abusaba de su condición si la situación no lo ameritaba. Gustaba de la apacible lectura al exterior, lo que meses atrás le era casi imposible por su delicada condición. Siempre tenía una sonrisa para mostrarle… y tantas cosas más que le resultaban imposibles de contar.

--Itsuki… ¿Cómo estas tu?

Como siempre. En medio de su sufrimiento, tiritando, cerrando los ojos con fuerza ante el dolor del cuerpo entrecortado, era capaz de preocuparse también por él.

--Estoy bien. La fiebre no ha dado señales de aparecer.

--Que bien.-Reclinando la cabeza para apoyarla en la mano que Itsuki le colocaba en el hombro, la besó y se desmayó.

Dino, también le restaba importancia a que él, un chico igual de extrañamente enfermo, torpe y débil, le cuidara… porque para ambos, más que ser una molestia el tener que depender de alguien en las mismas precarias condiciones, resultaba un alivio el poder ver a alguien capaz de comprender lo impotente e inútil que se sentían al postrarse de rodillas ante un enemigo que les acababa por dentro sin que pudiera hacer nada. A Itsuki le resultaba especialmente reconfortante tenerle a su lado. A pesar de que los demás miembros de la familia Cavallone le tomaban como uno más de ellos, Dino era el único al que le despreocupaba completamente conocer el pasado de su persona, un pasado tormentoso, porque aunque no tuviera el mas mínimo recuerdo de quien era, el vacio que quedaba de su 19 años –calculados-, era una vorágine que constantemente lo amenazaba con devorarlo, y que a no ser por la compañía de Dino durante los primeros días tras recuperar la consciencia y darse cuenta de que ni siquiera su propio nombre recordaba, seguro así hubiera ocurrido.

Aquel desconocido, que sentado al lado de la cama donde despertó en un mundo al que fue adentrado de golpe, expulsado de una nada ominosa, sosteniendo su mano, ambos tembleques, le dio un hogar, una familia, una mano amiga, un nombre y un sentido para vivir: estar a su lado, libre a si regresaban sus recuerdos o no…

Madurando en su confuso corazón, un sentimiento cálido le arrancaba, al cruzarse sus miradas en formas diferentes a las de una amistad, arreboles y mariposas en el estomago.

El sentimiento que nacía en su persona, contribuía a sepultar con mayor ahincó al 10mo Vongola, Tsunayoshi Sawada, bajo la existencia de Itsuki… una lucha contra reloj se desataba… 4 meses habían pasado… 8 restaban para que dé entre Itsuki y Tsuna, emergiera una única presencia que diera fin por completo a la otra... ¿Qué se antepondría a qué? ¿Su familia a Dino? O quizás ¿Dino a su familia?

Desconociendo la batalla de la que era participe y principal escenario, empujó la silla de ruedas por el prado, camino a la casa –mansión- de campo de los Cavallone, feliz de ver a Dino recuperar con prontitud el color de sus mejilla. Fue un ataque corto, y ahora solo dormía profundamente.


--------------------NA

Tiene algo de tiempo que no escribía un FF –y es la primera vez que incurro en el terreno KHR-, por lo que lo más seguro es que le haya perdido mucha practica. Aun así, deseo de todo corazón, este primer capítulo –de no me pregunten cuantos-, les haya gustado, y tal vez, animado o dejado la semillita, de seguir lo que de ahora en adelante vendrá.

Como dato curioso, el titulo de cada capítulo, estará basado en lo que me haya inspirado a crearlo –por lo tanto, no esperen mucha coherencia entre titulo y contenido-. Y este primer capítulo, se basó en la canción "RUN" del grupo surcoreano Shinhwa.

Nota añadida: Una gran disculpa a quienes lean este FF, y se den cuenta de que ya lo habían leído antes. Y es que si, hace más o menos una semana ya estaba publicado este FF bajo el nombre de "Itsuki", sin embargo, al darle una repasadita después de publicado, caí en cuenta de que el documento que publiqué no era el correcto, sino la versión medio revisada, por lo que descolgué el anterior, y aquí esta, la versión final, esperando una segunda oportunidad, que espero, le den.

--TNKS POR LEER--