Kung fu panda: leyendas de oscuridad

Capítulo 1: Un terrible y feroz enemigo.

Ya habían pasado tres meses desde que derrotamos a Lord Shen y salvamos toda China. Después de ese gran acontecimiento, tanto el Valle de la Paz como China habían estado muy tranquilos. No había tantos crímenes como antes por lo que pudimos tener tiempo para mejorar nuestras técnicas y reforzar nuestro kung fu. También, hubo muchos cambios, no solo en Gognmen sino en la actitud de mis amigos. Habían cambiado mucho desde entonces. Creo que desde que ese gran cañón me impactó y casi me provoca la muerte, los Cinco Furiosos, en especial Tigresa, se habían vuelto muy sobre protectores conmigo. Es más, cuando llegamos al Valle de la Paz, Tigresa se enojó mucho conmigo empezó a reñirme porque no la obedecí en la Prisión de Gognmen, aunque, si no hubiera hecho eso, yo me encontraría con los demás atado con esas cadenas y Shifu no habría llegado a tiempo para salvarnos. Pero, a parte de eso, también ocurrieron otras cosas alucinantes en el Valle, al menos para mí. Mi padre se estaba pensando en dejar la herencia a mi tío. Parece que ha comprendido lo mucho que significa para mí el kung fu, aunque, no estoy seguro de si se lo dará o no. Otra buena noticia es que Shifu ya no me trataba tan mal como antes, ahora en vez de llamarme "estúpido panda fofo" solo me grita "¡panda!" cuando se pone nervioso.

Otro gran acontecimiento es que los Cinco Furiosos, Shifu y yo, habíamos decidido cambiar nuestro aspecto. Algunos más que otros, pero, según mi opinión, una de las que más había cambiado de todos era Tigresa. Había cambiado su vestimenta roja por una de color azul celeste con unos estampados amarillos que le hacían parecer más joven. Su pelaje, se había vuelto de un precioso color naranja que le marcaba las manchas de todo su cuerpo. Su físico, había tomado forma. Hacía mucho ejercicio y practicaba día a día los nuevos movimientos que nos enseñaba Shifu y me atreveré a decir que se había vuelto casi más fuerte que yo. Su comportamiento y su actitud habían mejorado. Ya no era tan fría como antes. Siempre intenta sacar una sonrisa en los momentos de diversión y su relación con Shifu y conmigo ha mejorado por momentos.

Shifu, en cambio, se había deteriorado. Ya no era tan hábil como antes y su imagen estaba más desfigurada, pero eso no quiere decir que no siga impresionándonos con sus alucinantes movimientos. Su cara, había perdido prácticamente el color. Las cejas, habían crecido bastante al igual que su barba y su gran bigote. Su visión, había empeorado tanto que tubo que comprarse unas lentes para poder ver a distancia. También, tubo que verse obligado a usar un bastón para poder caminar. De todas formas, Shifu ya no era tan joven como antes ,y ya se cansaba más fácilmente. Pero no todo de él es negativo. Una de las cosas positivas es que volvió a ser el Shifu alegre y divertido del que hablaba la antigua leyenda, la que todos veíamos como muerta.

Mono se volvió más ágil. El pelaje le oscureció bastante. Ya no tenía ese color amarillo tan intenso sino un marrón claro con una mezcla de amarillo que apenas se apreciaba. Había cambiado mucho tanto en las técnicas como en el kung fu pero aún seguía conservando sus molestas bromas que, cada vez, iban empeorando, al menos para las víctimas.

Víbora no había cambiado mucho físicamente. Lo único que la diferenciaba era su simpatía hacia los demás. Después de lo mal que lo pasaron todos con el ataque de Lord Shen, Víbora se había vuelto un poco más sensible con los demás. Por otra parte, sus técnicas iban en aumento. Durante todo este tiempo había aprendido más de 10 técnicas nuevas y diferentes utilidades para la marioneta mortal.

Grulla, había decidido cambiar de sombrero. El otro que tenía era ya muy antiguo, y, por otra parte, no le gustaba ir de un lado para otro en su busca, porque a la más mínima, se le iba de al cabeza. Por suerte, el nuevo sombrero no se iba con el viento, pues contaba con una sujeción en la parte inferior. Era bastante grueso y resistente y su forma era más o menos circular. A decir verdad, se parecía bastante al otro que tenía. Por otro lado, Grulla había estado todo este tiempo practicando unos ataques en picado para prevenir los ataques frontales. Aunque había algunos que se le resistían, yo se que algún día los dominará.

Mantis no había cambiado mucho de físico pero sí de carácter. Había pasado de ser una persona tranquila y divertida a ser el aliado perfecto para las bromas de Mono. Era bastante incómodo con Mono pues imagínense con otro más… En fin, como ya dije, Mantis se había convertido en el mejor aliado de Mono, y, a parte de hacer bromas, también picaba a la gente con cosas como: "oye me he fijado en como la miras", "¿se ve hermoso, verdad?"… Si os soy sincero, la primera me la hizo a mí con una aldeana que era muy fea y no fue agradable porque estuvo con la idea de que yo sentía algo por ella. La otra broma, se la hizo a Víbora con Mono, y no salió tan bien como Mantis esperaba…

Yo, en cambio, había dejado de comer como antes y me había puesto a hacer mucho ejercicio. Quería mantenerme en forma, y, por otra parte, con el enemigo tan poderoso que habíamos tenido hace unos meses, tenía miedo de que viniera otro aún más poderoso y que yo no estuviese a su altura. Así que comencé a practicar nuevos movimientos que Shifu nos había encomendado y me esforcé tanto en los entrenamientos, que, antes de que quisiera darme cuenta, había perdido 10 kilos y mis bíceps, habían tomado algo de musculatura.

En estos momentos, me encuentro con Shifu en la Ruta del Dragón. Quiero aprender uno de los artes más poderosos que existen. La meditación. Por eso, me levanté temprano, mucho antes de que el gong sonara.

-Bueno Po, espero que hayas desayunado bien porque hoy tendrás un entrenamiento especial.- Dijo Shifu dirigiéndome una sonrisa.

-No se preocupe por eso, ya desayuné.-

Shifu sonrió y se dirigió lentamente hacia las velas. Mientras las encendía, me hizo un gesto para que le acompañara. Acto seguido, se sentó en el suelo de la húmeda cueva y me miró seriamente para que yo también lo hiciera.

-Como todos sabemos, la meditación es una técnica difícil de realizar. Muchos maestros importantes del kung fu, como el Maestro Yao, tuvieron que poner mucho sacrificio por su parte y estuvieron toda su vida meditando. Te aseguro que cuando la domines, serás capaz de hacer grandes cosas, como por ejemplo, mover cosas con la mente, derrotar a enemigos con solo mirarlos...-

-Woo, ¡como mola! Y… ¿Cómo se supone que aré eso?-

-Po, la meditación no se realiza así como así. Para dominarla, hay que tener contacto con el universo. Ese es un factor que conseguirás cuando olvides los miedos y las preocupaciones que rondan en tu mente.-

-¡Pero eso es imposible! ¿Cómo voy a dejar la mente en blanco?-

-Po, nada es imposible… Cierra los ojos.- Me ordenó Shifu.

-¡Echo!-

-Panda tómate esto enserio, es importante.-

-¡OH!, si si.-

-Bien, ahora respira lentamente para relajar el cuerpo. Esto servirá para equilibrar la energía Chi.-

-Eh… Maestro, ¿cuánto tiempo tengo que estar así?-

-Dentro de una hora vendré a ver cómo vas. Tengo que irme a despertar a los Cinco. ¡Nos vemos!-

-Pero Maestro, ¿cómo voy a estar una hora sin hacer nada?-

-¿No querías aprender el arte de la meditación?-Me dijo Shifu con picardía.

-Si pero…-

Shifu desapareció en un abrir y cerrar de ojos y me dejó solo en la Ruta del Dragón. Me voy a aburrir mucho pero no tengo más remedio que quedarme aquí. Quiero aprender esa técnica cueste lo que cueste.

Después de varios minutos, Shifu llegó a las habitaciones de los Cinco Furiosos. Estaba esperando como de costumbre, a que el gong sonara.

(Ding)

-¡Buenos días Maestro!- Dijeron los Cinco.

-Buenos días alumnos, ¿habéis dormido bien?- Dijo Shifu mostrando una sonrisa.

-Si, todos hemos dormido bien, ¿y usted?- Dijo Víbora educadamente.

-Muy bien, gracias.- Dijo Shifu con una expresión alegre que apenas se le apreciaba.

-Maestro perdone que interrumpa esta interesante conversación pero… ¿y Po?- Dijo Tigresa algo confusa.

-No se preocupen por él, no se ha dormido. Está aprendiendo el arte de la meditación. Vendrá más tarde.-

-¿El arte de la meditación? ¿Po? Jajajaja- Dijo Mono riéndose.

-No le veo la gracia Mono. El arte de la meditación es un arte demasiado complejo. Solo los Maestros que sacrifican su tiempo consiguen dominarlo.- Dijo Tigresa defendiendo la decisión de su amigo.

-Pero Tigresa, es Po. Jajajaja.- Dijo Mono con un tono burlón.

-Mono, no te rías, es un entrenamiento muy duro. Deberías entender la postura de tu amigo.- Dijo Víbora algo enojada.

-Chicos, las discusiones llegan a más discusiones. Eso no os solucionará nada así que les ordeno que dejen esta disputa. Y Mono, ya que te crees tan listo, ¿por qué no meditas con Po esta noche? Además como tú eres más sabio que Po y sabes todo sobre la meditación, seguro que no tendrás ningún problema.- Dijo Shifu entre risas mientras se dirigía hacia la cocina.

-¿Cómo? ¿Dar clases? Pero Maestro, yo no tengo idea de cómo…- Dijo Mono algo confuso.

-Venga chicos, vamos a desayunar. Hoy será un día bastante duro, quiero enseñaros nuevas técnicas para la defensa.- Dijo Shifu.

Los Cinco obedecieron a Shifu y se fueron rumbo a la cocina. Subiendo las escaleras, encontraron a Zen haciéndose cargo de la limpieza del Palacio. Se había convertido en su rutina diaria ya que Shifu no se encontraba con la capacidad para hacerlo debido a que la edad se lo impedía.

-Buenos días Zen, ¿qué tal la mañana?- Dijo Shifu saludando a su fiel mensajero.

-Bastante buena, la verdad.-Dijo Zen sonriente.

-Me alegro mucho Zen… Oye, ¿Por qué no descansas un poco? Creo que ya tienes bastante por hoy.-

-No se preocupe Shifu. Sabe perfectamente que estoy haciendo esto porque quiero ayudarle, además el médico le dijo que no le convenía hacer tanto esfuerzo.-

-Sé que te preocupas mucho por mí, pero Zen, vete a descansar. Te llamaré al rato para que me ayudes.-

-Bueno, está bien, me iré. Pero quiero que todos le tengan vigilado. No quiero que haga nada.- Dijo Zen a los Cinco Furiosos mientras bajaba las escaleras.

-No te preocupes Zen, le tendremos bien vigilado.- Dijo Tigresa mirando seriamente a su maestro.

-Bueno… ¿Qué hacéis todos ahí parados? ¡Vamos! Tenemos muchas cosas que hacer hoy.- Dijo Shifu intentando cambiar de tema.

-¡Sí, Maestro!- Contestaron todos al unísono.

Todos entraron a la cocina y para su sorpresa, el desayuno estaba servido. En la mesa, había todo tipo de comida. Había fideos, domplings, unos guisos de diferentes sabores, frutos, dulces… Las tazas de té estaban servidas para cada uno de los estudiantes, incluyendo al Maestro Shifu. Estas, desprendían un aroma muy dulce que comenzó a causar un deseo inmenso de devorar todo lo que había en la mesa a todos los presentes. Cada uno de los lugares de la mesa, contaba con unos cuencos llenos de sopa y, al lado, un plato con la comida favorita de cada uno de los guerreros.

Para Grulla, había unas cuantas sardinas con una salsa especial por encima. Estas, estaban espolvoreadas con cáscara de limón, que le daban un toque de sabor único.

Para Shifu, había todo un plato lleno con muchos tipos de frutos diferentes. Había peras, manzanas, naranjas, fresas, uvas y, por supuesto, un montón de rodajas de melocotón. Todo esto, estaba decorado en forma de relieve, lo que le daba un tono alegre al plato y bastante apetecible.

Mono, en cambio, tenía un plato lleno de galletas de almendra. Era lo que desayunaba todos los días, pero, esta vez, era diferente. Po había decidido comprar en la tienda del señor Tzu, unas galletas de almendra con distintos sabores como naranja, limón, fresa, macedonia, sandía…

Víbora, como no era tan especial para los desayunos, Po le sirvió unos cuántos pasteles de judía con un relleno de frutos secos que le daban ese tono crujiente que tanto le gustaba.

Tigresa, era una persona especial para los desayunos. La gustaba comer bien equilibrado porque quería seguir conservando su físico, así que Po la sirvió en el plato un pastel de tofu acompañado por un cóctel de frutas exóticas que le había servido en un vaso.

Mantis, era una persona que se comía todo lo que le servían en el plato y Po no tubo ningún problema en servirle el desayuno. Le puso unos cuántos domplings de crema acompañado de unos apetitosos cereales.

-Valla, cuanto desayuno.- Dijo Grulla bastante sorprendido.

-¡Qué buena pinta!- Dijo Mantis mientras se frotaba el estómago.

-Que bueno es Po. Tendríamos que dejarle algo de comida.- Dijo Víbora entusiasmada.

-Si, pero lo que me sorprende es que no se lo haya comido antes.- Dijo Tigresa boquiabierta.

-Chicos, coman cuanto quieran. Po ya ha desayunado bastante… Por cierto, recordarme cuando termine de desayunar que tengo que ir a por él.-Dijo Shifu mientras comenzaba a devorar lo que había en la mesa.

-Si, ¡pero deje de comerse todo!- Dijo Grulla mientras intentaba frenar a Shifu.

-Vale, podéis comeros lo que os de la gana, ¡pero mi tofu que quede intacto!- Dijo Tigresa mientras cogía rápidamente el plato de tofu para asegurarse de que nadie se lo iba a comer.

Todos comenzaron a desayunar, y en menos de diez minutos, la comida de la mesa había desaparecido por completo, excepto el plato de Tigresa, que aún no lo había acabado.

-Bueno chicos, me voy a buscar a Po así que compórtense y no hagan ninguna trastada.- Dijo Shifu mientras se levantaba de su sitio.

Shifu desapareció de la cocina en un instante y los Cinco, se quedaron solos esperando a que Tigresa acabara su plato.

-Oye víbora, ¿qué te parece que Po se esté esforzando tanto en el entrenamiento?- Dijo Grulla por curiosidad.

-¿Y esa pregunta? Pues, no sé…-Dijo Víbora pensativa.

-A mí la verdad me parece raro que así de repente se haya puesto tan serio con el entrenamiento…-Dijo Mantis.

-Si, a mí también me lo parece. Po ha cambiado bastante desde que derrotamos a Shen…- Dijo Tigresa algo preocupada.

-¿Crees que tiene miedo?- Dijo Víbora apenada.

-¿Por qué lo dices?- Dijo Mono.

-Pues pensar, Shen casi nos mata en su propio palacio, y era la primera vez que lo veíamos cara a cara. Imagínense lo mal que lo tuvo que pasar estando lejos de nosotros desde que le impactó el cañón. No tenía ningún tipo de contacto con nosotros, es más, pudo pensar por un momento que nos había pasado algo malo y que alguno de nosotros estaba muerto.- Dijo Grulla.

-Tienes razón Grulla, y creo que Po se está preparando porque tiene miedo de que alguien más poderoso que Shen venga a destruirnos y que no esté preparado para enfrentarlo.- Dijo Mantis mientras se arrascaba la frente.

-Tienes razón. A lo mejor será eso… ¿O crees que estamos equivocados?- Dijo Mono inseguro.

-Yo creo que Mantis tiene razón. Es lógico, pensar por un momento. Po nunca se ha tomado tan enserio los entrenamientos. Es más, después de que viniéramos de Gognmen dejó de comer, comenzó a entrenar, empezó a hacer una dieta equilibrada y dejó de asistir a las ferias de los festivales. Todo eso él no lo hacía antes… Siento que Po ya no es el mismo.- Dijo Tigresa apenada.

-Tigresa, ¿estás bien? ¿Es que a caso…?-Dijo Víbora con una expresión que mostraba sorpresa.

-Chicos, ¿qué hacéis ahí parados? Nos tenemos que ir al Salón de Entrenamiento, ¿recuerdan? Shifu nos estará esperando allí…-Dijo Tigresa mientras recogía el plato de la mesa.

Los demás furiosos se miraron entre sí y siguieron a Tigresa hasta el Salón de Entrenamiento pero para su sorpresa no había nadie dentro.

-¿Dónde decías que teníamos que ir?- Dijo Grulla mirando a todos lados en busca de Shifu.

-A lo mejor estarán en la Ruta del Dragón. Además, Po está meditando, ¿recuerdan?- Dijo Mono satisfecho.

-Chicos, he estado pensando y… ¿Por qué no vamos a ayudarle entre todos?- Dijo Víbora emocionada. Por su expresión, se notaba que quería ayudar a entrenar a Po.

-No es mala idea- Dijo Grulla.

-A mí me parece bien.- Dijo Mantis.

-Vámonos. Sobre todo tú Mono. Shifu te dijo que ayudaras a Po con la meditación- Dijo Tigresa.

-Si…- Dijo Mono un tanto enojado.

Los Cinco Furiosos partieron en dirección a la Ruta del Dragón para ayudar a Po con la nueva técnica. Ellos sabían que iba a ser un largo y duro entrenamiento para él pero no se iban a dar por vencidos tan fácilmente.

-¿Alguien los ve?- Dijo Mantis mientras intentaba divisarlos a través del hombro de Mono.

-Te aseguro de que los veremos antes que tú.- Dijo Mono entre risas.

-Si, tú ríete. El día que tengas problemas para ver porque todo el mudo es más grande que tú entonces dirás: cuánta razón tenía Mantis. Y te arrepentirás de lo que me has dicho.-

-Vamos Mantis, sabes que te lo digo de corazón.- Dijo Mono con un tono burlón.

-¡Mirar! ¡Ahí están!- Dijo Grulla

-¡Po! ¡Shifu! ¡Estamos aquí!- Gritó Víbora.

-Buenos días alumnos. Llegáis un poco tarde para el entrenamiento.- Dijo Shifu.

-Lo sentimos Maestro, nos entretuvimos por el camino.- Dijo Mantis para justificar el retraso.

-Mm… Da igual. Anda, coger esos palos y poneros encima de ellos como lo hago yo. Os enseñaré a defenderos mientras mantenéis el equilibrio. Esto servirá para salvaros de una caída desastrosa en situaciones de tensión y peligro.- Dijo Shifu.

Todos se subieron en los palos y comenzaron con el entrenamiento.

-Chicos, como sois impares, yo lanzaré las piedras al que sobre.- Dijo Shifu.

-Maestro, yo entrenaré con usted.- Dijo Tigresa.

-Como quieras.-

Todos comenzaron a atacarse con piedras como Shifu les había indicado. Justo en el centro de donde se situaban los demás, Po seguía con la meditación.

-(Inspira, respira…) O, espera, se supone que no tengo que pensar…-Dijo Po mientras intentaba concentrarse.

-Panda, ¿cómo lo llevas?- Preguntó Shifu a propósito.

-No voy nada bien. Si se calla podré concentrarme.- Dijo Po intentando dejar la mente en blanco.

-Po, esto no lo vas a conseguir hoy, ni tampoco mañana. Así que deja de ponerte nervioso y céntrate.-

-Pero no puedo, ¡es imposible!- Dijo Po cada vez más enojado.

-Po, nada es imposible.-

-¿Sabe que? Yo ya lo dejo por hoy.-

Me levanté del frío suelo de la Ruta. No conseguía hacerme con la meditación y me enfurecí bastante. Estaba tan enojado consigo mismo, que dio una patada a lo primero que tenía delante. Dio al palo donde se encontraba Mono, y este, cedió.

-¡Po ten cuidado con…!- Dijo Víbora alterada.

Mono calló al suelo. Seguido, golpeó el palo de Víbora. Víbora calló al suelo y dio a otro de los palos, así, hasta que todo el mundo cedió el equilibrio y terminó en el suelo. El único que se encontraba en pie era Shifu, porque ya había visto venir la reacción de Po.

-¡Auch! No me siento los brazos.- Dijo Grulla dolorido.

-Grulla, no tienes brazos.- Dijo Mono entre risas.

-Dímelo a mí…- Dijo Víbora frustrada.

-Po, ¿por qué has hecho eso? Ya sabes lo que te dijo Shifu. Esto no lo conseguirás en dos días.- Dijo Mantis un tanto molesto.

-Es verdad Po, tienes que tener más…-Dijo Tigresa entrecortada.

-Lo siento, no se lo que me pa… pasó.- Dijo Po nervioso.

Po miró hacia arriba, y para su sorpresa, Tigresa había caído encima suya. Estaba muy nervioso. El corazón le latía cada vez más fuerte y la respiración se le hacía cada vez más costosa. No sabía qué decirle a su amiga. Estaba totalmente avergonzado.

-Lo… Siento mucho. Yo… no quería…-Dijo Tigresa boquiabierta.

-No… Te preocupes… No es culpa tu… Tuya. Yo soy el que ha… Hecho que tu… Perdón.-

-No te… Preocupes por mí yo… E… ¿Estás bien?-

-Si, tranquila. ¿Te he hecho da… Daño?-

-No yo… La verdad es que… Estoy muy a gusto.- Dijo Tigresa mientras miraba a Po tiernamente.

-¿Cómo?- Dijo Po muy sorprendido.

-No sé, yo…-

Tigresa y yo nos miramos fijamente. Sin poder darnos cuenta, todo lo que había alrededor nuestro había desaparecido. Por un instante, comencé a mirar a Tigresa de una manera en la que jamás me había planteado. Su mirada, era tan profunda, que sus ojos me dejaban en el más profundo de mis sueños. Su hermosa cara, me hacía sonreír como nunca antes. Su belleza, me embobaba de tal manera que mi mente no paraba de decir una cosa. (Bésala). Me acerqué lentamente a su cara, con mi mano la sujeté el cuello y me acerqué más y más hasta que…

-¡Panda! ¡Tigresa! ¿Qué hacéis en el suelo todavía? Es tarde, tenemos que volver al Palacio.- Dijo Shifu.

-Perdone Maestro, ahora vamos.- Dije sobresaltado.

-Cierto, es… Es tarde.- Dijo Tigresa mientras se levantaba rápidamente de Po.

-Venga, daros prisa, los demás están esperando.- Dijo Shifu mientras abandonaba la Ruta.

Tigresa abandonó rápidamente la Ruta. Por su expresión pude notar que estaba sorprendida y que no había comprendido muy bien lo que había pasado, aunque la verdad, no la culpo, porque yo estaba tan confuso como ella. No podía creer lo que había echo, había estado a un centímetro de besarla. Pero lo que menos puedo comprender, ha sido la manera en la que la miré. Por un momento me había sentido diferente y había comenzado a sentir por mi amiga una sensación que jamás imaginé tener por ella. Aunque no estaba seguro del todo.

Cuando Tigresa abandonó la Ruta junto con los Cinco y Shifu, yo me encaminé hacia el Valle. Quería dar una vuelta para pensar en la meditación y sobre mis sentimientos.

Minutos más tarde, llegué al restaurante de mi padre. Quería distraer mi mente y también quería comer algo, ya casi era la hora de cenar.

-¡Po! ¿Qué haces aquí?- Dijo mi padre muy contento.

-Pues verás, he venido a cenar y también a ayudarte con el restaurante.-

-¿Quieres decir que abandonas el Palacio?-

-¡Claro que no! Papá, no empieces, solo vine a echarte una mano.-

-Claro, al Señor Ping solo se le visita para comer sopa pero para heredar su restaurante se le ignora.-

-Papá, ¿cuántas veces tengo que decirte que soy el Guerrero del Dragón? No puedo ocuparme de tu restaurante. Además, se lo ibas a dar al tío.-

-Pero Po no lo entiendes. Me haría muchísima ilusión que mi hijo heredara mi restaurante. Si no lo haces me harás el padre más infeliz del mundo L .-

-Papá, no empieces.-

-Hay… El día que te convenza haré una fiesta.-

-Pues espera sentado.-

-… Bueno… ¿No vas a cenar? Ya es tarde.- Dijo mi padre decepcionado.

-Pues… ¡Un momento! ¿Has dicho cenar? ¡No le he hecho la cena a los Cinco ni a Shifu! Me tengo que ir papá. ¡Nos vemos en otra ocasión!-

-Ten cuidado.- Dijo mi padre preocupado.-

En menos que canta un gallo, salí del restaurante, y nada más comenzar a subir las escaleras camino al Palacio, oí a un aldeano pidiendo ayuda a gritos. Rápidamente, corrí hacia donde los gritos sonaban, y para mi sorpresa, vi a un cuervo proveniente de una lejana aldea de China, Lijiang. Estaba en muy mal estado. Todo su cuerpo estaba lleno de heridas bastante graves y apenas podía respirar. Por su forma de mirarme noté que quería decirme algo.

-¿Qué le ocurre? Venga tranquilícese.-

-¿Dónde está el Guerrero del… Dragón?- Me dijo el cuervo costosamente.

-Soy yo, ¿Por qué? ¿Qué ocurre?-

-Él, ha vuelto. El mundo está en peligro... Protege a los tuyos y escapad a un lugar seguro…-

Tras estas palabras, el cuervo dejó de moverse, había muerto debido a las heridas que tenía.

.¿Quién es él? ¿Por qué el mundo está en peligro?- Dije al cuervo con la esperanza de que me respondiera.

Toda la aldea observó la escena. Sus caras mostraban terror y preocupación. Uno de ellos, vino para ayudarme a enterrar al pobre cuervo que posaba inmóvil en el frío suelo de la noche.

-Po, debes irte a avisar a los demás de esto. No te preocupes por él, ya me encargo yo.-

-¡Espera! Tiene una nota.-

El aldeano me dio la nota que el cuervo tenía guardado en su ropaje. Sin pensarlo, comencé a leerla lo más rápido que pude.

El día se hará noche

Las estrellas dejarán de brillar

De las tinieblas resurgirá un infierno del que no podrás escapar

El diablo está en camino, pronto lo verás

Todo lo que conoces desaparecerá

El miedo vencerá a tu corazón

Nada puedes hacer, pues es inevitable.

Déjame conquistarte señora Tierra

Y el mal aré desaparecer

Yo soy el único que puede detenerlo

Si no aceptas mi condición

Una muerte fatal tú tendrás

Y de nada te podrás salvar

Porque seré la peor de tus pesadillas

Nada más leer la carta, un miedo inmenso recorrió todo mi cuerpo. Jamás me había sentido tan aterrado como ahora. La aldea entera había oído todo lo que mis labios habían pronunciado. Un gran temor había invadido el Valle de la Paz.

-¡Nos vamos a morir!- Dijo un aldeano.

-¿Cómo vamos a salvarnos?- Dijo otro aún más asustado.

-Chicos, chicos, tranquilícense. Nadie va a morir, ¿de acuerdo?- Dije lo más tranquilo que pude.

-Po, será mejor que les cuentes a los Cinco lo que ha pasado.- Dijo mi padre atemorizado por la carta.

-No se preocupen, ya voy para allá.-

A toda prisa, subí las escaleras del Palacio. Cuando llegué a la cocina, los Cinco me esperaban muy enojados. Había estado todo un día sin aparecer y no les había hecho la cena.

-Po, ¿dónde has estado?- Dijo Tigresa muy enojada.

-Nos has dejado aquí sin poder cenar, ¿sabes lo hambrientos que estamos?- Dijo Grulla decepcionado.

-Chicos, olviden la cena. Estamos en peligro.- Dije costosamente.

-¿A qué te refieres, panda?- Me preguntó Shifu con cara de preocupación.

-Miren la carta.-

Saqué la carta lo más rápido que me permitía el cuerpo. Cuando la abrí, Shifu me a arrebató de las manos y comenzó a leerla. Después de unos segundos, Shifu comenzó a sacar una expresión d terror que hizo que los demás se asustaran y fueran a leer la carta.

-¿Qué?- Dijo Víbora antes de desmayarse.

-Po, ¿qué narices ha pasado en la aldea?- Preguntó Mantis nervioso.

-No lo sé, pero lo único que os puedo decir es que estamos frente a un feroz y terrible enemigo.-