Disclaimer: Los personajes de Digimon no son míos pero los utilizo y escribo sobre ellos.

-Matemáticas, lenguas y amor-

Capítulo 1 – Nuevo instituto

Una gran masa de estudiantes todos con el mismo uniforme verde entró de golpe en el instituto nada más abrir sus puertas con ansias de ver con quién estarían este año en clase y qué profesor les tocarías. En aquella masa homogénea, destacaba una cabeza de brillante cabello pelirrojo que intentaba abrirse paso junto a su amiga entre sus nuevos compañeros de instituto.

─No imaginaba que el nuevo instituto sería así – se quejó Mimi mientras se arreglaba el pelo que se le había desarreglado al pasar entre los estudiantes.

─Tampoco es para tanto, Mimi. Solo hay que tener en cuenta que este instituto es cinco veces más grande que al que íbamos el año pasado – la otra resopló con fastidio. Ambas chicas eran nuevas en ese gran instituto de Tokio. Sora y Mimi estaban a punto de empezar su último año de Secundaria y sus padres habían decidido trasladar a las dos amigas a un centro de secundaria más cercano a la universidad a la que las chicas querían ir y que daba un mejor nivel a los estudiantes.

Las pobres consiguieron llegar finalmente a ver las interminables listas de alumnos y descubrieron que por suerte cursarían el año en la misma clase. Las jóvenes se sonrieron y se encaminaron hacia la entrada para intentar buscar su clase en aquel tremendo edificio blanco con persianas color verde uniforme.

Subieron al primer piso pero vieron que allí solo estaban las clases de los más pequeños de Secundaria. Así que las dos alumnas se vieron obligadas a volver al patio para cambiar de ala y acceder a sus clases. Tras treinta minutos yendo de aquí para allá encontraron su clase que a penas tenía un par de alumnos junto con el profesor en su interior.

─Buenos días – saludó el profesor que parecía bastante joven –. ¿Sois las alumnas nuevas? – las chicas asintieron, un poco nerviosas –. Pues pasad y sentaos, cuando vengan vuestros compañeros os presentaré a todos.

Sora y Mimi observaron con atención y a la vez asombro la amplia clase que era tres veces más grande que la que frecuentaban el año pasado.

─O yo me he hecho pequeña o aquí es todo mucho más grande.

─Aquí todo es enorme, Mimi – concluyó Sora riendo ante las ocurrencias de su amiga. Cuando paró de reír se fijó en que al final de la clase había un chico moreno, mal sentado en una silla que la miraba fijamente con los brazos detrás de la cabeza. Mimi siguió la mirada de su compañera y reparó también en aquel chico que tenía el cabello oscuro, la piel morena y unos grandes ojos cafés.

─¿Por qué nos mira? – le preguntó Mimi sin disimulo a Sora. La otra evitó contestar y se sentó en el pupitre más cercano e hizo que Mimi imitara su gesto. La castaña se volvió una vez más a mirar al moreno.

─¡Mimi! – le reprochó Sora.

─Es muy guapo...– dijo Mimi mordiéndose el labio inferior y poniendo una mirada pícara.

─Si tú lo dices – dijo Sora mientras apoyaba la cabeza en la palma de la mano y se ponía a mirar por la ventana mostrando un gran desinterés por su misterioso compañero de clase mirada inquisitiva.

─Si todos los chicos que hay por aquí son así, este año va a ser genial.

Otro chico entró en la clase, un chico rubio de grandes ojos azules. Éste se dirigió hacia el moreno y lo saludó efusivamente.

─Mira a ése otro – dijo Mimi, emocionada.

─No, gracias. He venido aquí a estudiar y no necesito jaleos con chicos ni nada por el estilo.

─No seas muermo, Sora – dijo Mimi haciendo un mohín.

─No los conoces de nada, no sabes como son. Mimi relájate un poco que solo llevamos un día aquí.

─Está bien pero no me niegues que son guapos – Sora la miró de reojo y sonrió.

─Un poco – Mimi dio una palmada y empezó a reír, siempre conseguía hacer entrar en razón a Sora.

Un rato después, la clase se había llenado y todas las mesas estaban ocupadas por alumnos. El profesor las miró, las hizo levantarse y subir al estrado para presentarlas.

─Buenos días chicos, este año vais a tener dos compañeras nuevas. La primera es Sora Takenouchi y la segunda Mimi Tachikawa, ambas se han trasladado de otro instituto y espero que os portéis bien con ellas y os hagáis amigos.

Las hizo sentarse y dedicó gran parte de la mañana a hablar sobre las asignaturas, les pasó los horarios y repasó que todos estuvieran en las listas.

Al salir de clase, Sora sintió una presencia tras ella. El moreno de esta mañana la estaba mirando fijamente y simplemente le sonrió con suficiencia y se marchó. Mimi llegó en ese momento.

─¿Qué te ha dicho Tai?

─¿Tai?

─Sí, ese chico se llama Tai y es muy popular.

─Pues no me ha dicho nada – Sora empezó a caminar por el pasillo en silencio con Mimi. "Tai. ¿Así que ése es tu nombre?" pensó mientras bajaban las escaleras para volver a casa después del primer día de clase.

Sora y Mimi bajaban por las escaleras cuando tropezaron con una chica subía que llevaba un gran cantidad de libros en las manos y que no las había visto. Los libros cayeron al suelo y una chica castaña de pelo corto, ojos rubíes y piel clara apareció por detrás de aquel montón de viejos volúmenes.

─Lo siento, lo siento mucho. No os había visto – se apresuró a disculparse por si les había hecho daño a alguna de las dos.

─No te preocupes, nosotras también íbamos distraídas – contestó Sora con una sonrisa. La castaña sonrió también y le tendió la mano.

─Me llamo Hikari Yagami pero podéis llamarme Kari. Encantada de conoceros aunque lamento que haya sido de esta manera.

─Yo me llamo Sora y esta es mi amiga Mimi. Somos nuevas aquí este año.

─Vaya, ¿sois nuevas? – preguntó Kari mientras se arrodillaba a coger los libros que habían quedado esparcidos y medio abiertos por el suelo.

─Sí, hemos llegado por primera vez a este instituto esta mañana – siguió hablando Sora agachándose para ayudar a la otra chica.

─Oh, no es necesario que me ayudéis. Tan solo tengo que llevarlo a la biblioteca.

─Encima que te los hemos tirado, es lo menos que podemos hacer – dijo Mimi sumándose a la empresa.

─Muchas gracias a las dos – entre las tres los recogieron y Mimi y Sora siguieron a Kari por aquel complicado entramado de pasillos hasta la biblioteca. En primer lugar, tuvieron que subir al piso de arriba del que venían y recorrer un eterno pasillo que acababa en dos grandes puertas verdes de doble hoja.

─¡Qué barbaridad! – exclamó Mimi.

─¿Qué ocurre? – dijo Sora. Kari miró también a Mimi mientras sacaba la llave de la puerta para poder entrar.

─¿Que qué ocurre? Pues que aquí todo es enorme y verde. ¿No lo ves? Las persianas, los uniformes, las puertas, todo es verde. ¿Seguro que no hay extraterrestres por aquí? – Kari empezó a reír sin parar al ver como la otra chica alucinaba en colores ante las dimensiones descomunales del recinto.

─Tranquila, no hay extraterrestres – se pasó una mano por los ojos para secarse las lágrimas que se le habían derramado de tanto reír. Abrió la puerta, cogió los libros que había dejado a sus pies en el suelo y entró. Las otras dos la siguieron. El aire estaba enrarecido, olía a polvo y a lugar cerrado y estaba oscuro –. Esperad aquí.

─Tranquila, no se me ocurría entrar en este sitio que huele a podrido sin una buena linterna y un cuchillo por si algo me ataca – Sora le propinó un codazo a su amiga. Kari le sonrió, divertida y corrió a encender las luces.

Ante ellas apareció una biblioteca impresionante con estanterías que llegaban del suelo hasta rozar el techo y el techo no era precisamente bajito, todo hay que decirlo.

─¡Oh, madre mía! – Sora asintió confirmando la opinión de Mimi.

Kari salió de entre unas estanterías con las manos a la espalda.

─¿Qué os parece? ¿A que es grande?

─¿Grande? ¿Que si es grande?

─Yo diría que será casi tan grande como la biblioteca de cualquier universidad.

─Así es. Esto que veis es la parte en la que están las estanterías con gran parte de los libros y como veis hay mesas donde estudiar pero ahí, detrás de esas estanterías, accedes a la zona en la que están las demás mesas. Gran parte de los alumnos venimos aquí a estudiar en la semana de exámenes, a hacer los deberes o simplemente a leer. Esta biblioteca es un gran tesoro y todos nos esforzamos por cuidarla aunque ahora huele un poco a muerto porque a pasado todo el verano cerrada.

─Y, ¿cómo es que tienes llave de aquí? – preguntó Sora a la chica dejando los libros sobre una mesa cercana que crujió bajo el peso.

─La verdad es que desde que entré en este instituto me fascinó esta biblioteca, me encanta leer y quiero estudiar lenguas cuando vaya a la universidad así que me dediqué a pasar mucho tiempo aquí. Los profesores lo notaron y me dijeron que si quería podía encargarme de cuidar los libros, controlar los que se lleva la gente y los que no y acepté. Es una especie de trabajito y me encanta –

Sora chasqueó los dedos delante de la cara de Mimi en cuanto Kari terminó de hablar para sacar a la chica del estado catatónico en el que estaba inmersa. Finalmente, volvió a la realidad e imitó el gesto que Sora había hecho minutos antes y dejó caer los libros sobre la mesa –. Bueno, gracias por vuestra ayuda, me habéis hecho un gran favor.

─¿Vas a quedarte más por aquí o te marchas ya?

─Me marcho ya, esto lo arreglaré mañana a primera hora y estará listo en cuanto vengan las señoras que lo limpian todo en este instituto mañana por la tarde.

─Si quieres puedes venir con nosotras a tomar algo. Si te apetece – la chica lo meditó unos segundos y aceptó.

Las tres salieron de allí cerrando con un golpe seco la gran puerta verde.

─¿En qué curso estáis? – preguntó Kari al tiempo que cruzaban la puerta de entrada del instituto.

─Estamos en el último año de secundaria, al fin – dijo Mimi dando saltitos de alegría.

─Pues eso, como ha dicho Mimi es nuestro último año y nuestros padres han pensado que estaría bien trasladarnos a un instituto más cercano a la universidad de Tokio y que nos dé un buen nivel.

─¿Vivíais muy lejos de aquí?

─Más o menos a una hora de camino.

─Sin querer sería un pequeño viaje de ida y vuelta cada día.

─Por eso, nos hemos venido a vivir a un pisito – dijo Mimi que caminaba agarrada al brazo de Sora.- A pesar de que a mis padres no les hacía mucha ilusión al final lo hemos conseguido.

─¡Qué bien! Espero que me lo enseñéis.

─Cuando quieras -dijeron las otras dos – Eres la primera persona que conocemos de este instituto.

─No puede ser – dijo Kari, sorprendida.

─¿Por qué no puede ser? – preguntó Sora un poco confundida.

─¿No conocéis a mi hermano?

─¿Quién es tu hermano.

─Tai Yagami.

─¡¿Qué?! ¿Eres su hermana? – Sora logró articular unas cuantas palabras por la sorpresa que le producía que aquel chico tan raro que las miraba sin cesar tuviese una hermana tan dulce y simpática.

─Sí, él es mi hermano. Ya me sonaba raro que no lo hubieseis conocido todavía, es muy popular en el instituto.

─Bueno, no lo conocemos exactamente pero... – Sora dudó en si continuar o no – Pero, se nos ha quedado mirando fijamente esta mañana...

─Es que es un tonto... – suspiró Kari.

─¿No te llevas bien con él?

─No es que no me lleve bien con él pero es muy prepotente y se cree que las tiene a todas a sus pies.

─¿A todas las qué? – preguntó la ingenua de Mimi.

─A todas las chicas, Mimi. Ese chico se piensa que nos tiene a todas a sus pies.

─Ahh... pues yo creo que es verdad porque es muy guapo – Kari suspiró sonriendo y Sora deó caer la cabeza. Su amiga a veces podía ser un poco cortita de entendederas.

─Seguramente también conoceréis a su mejor amigo, se llama Matt. Es un chico rubio con los ojos grandes y muy azules.

─Sí también es muy guapo y viene a nuestra clase – contestó Mimi –. Ojalá yo tuviera un hermano así y que tuviera un mejor amigo tan guapo.

─Porque no has visto a su hermano... – soltó Kari sin pensar pero se calló y se puso completamente roja en cuanto lo hubo dicho.

─¿Quién es el hermano de Matt, Kari? – preguntó Mimi, ávida de cotilleos.

─Nadie no es nadie... – dijo Kari roja de pies a cabeza agitando las manos.

─Vamos... ¿quién es?

─Déjala, Mimi – le reprochó Sora al ver que Mimi estaba poniendo a la pobre chica en un apuro. Sin embargo, Kari sacó su cámara de fotos de la mochila que había cogido de su taquilla antes de abandonar el instituto y pasó unas cuantas imágenes hasta dar con la que quería mostrar. Las chicas se pusieron una a cada lado y miraron la foto que les enseñaba Kari. En ella, aparecía un chico rubio muy parecido a Matt, de grandes ojos azules aunque varios tonos más claros y cuerpo atlético. Podía verse que la foto había sido captada de improviso mientras éste jugaba al baloncesto.

─¿Cómo se llama? – preguntó Mimi con curiosidad.

─Takeru aunque yo le llamo T.K.

─Es condenadamente guapo – comentó la joven sin quitarle ojo a la foto. Sora sonrió y preguntó:

─¿Es tu novio? – Mimi le dio un golpecito sonriendo al ver que ella también estaba interesado por conocer lo que Kari sentía por ese chico.

─¡Qué va! – contestó la castaña, alarmada mientras guardaba otra vez la cámara –. Solo somos buenos amigos.

─Ohh... qué bonito... – dijo Mimi juntando las manos y pestañeando –. Pero, ¿te gusta un poco a que sí?

─S i te soy sincera no lo sé, solo es mi amigo, nada más – murmuró pasándose la mano por el pelo. Sora le pasó un brazo por los hombros.

─Todo a su tiempo, no te preocupes – le aconsejó captando los sentimientos de Kari.

Las tres acabaron en una heladería cercana al instituto. Allí, Kari pidió un helado de vainilla; Mimi, uno de fresa y Sora, uno de chocolate y se sentaron en unas mesitas que había en el exterior.

─Así que T.K., ¿no? – preguntó Mimi volviendo a la carga contra la pobre Kari que no sabía donde meterse maldiciendo su suerte por no haberse mordido la lengua antes.

─Sí.

─¿Os conocéis desde hace mucho?

─Somos amigos de la infancia – el sonrojo no desaparecía en ningún momento del rostro de la castaña y tampoco su sonrisa al pensar en él.

─Y, ¿no has pensado en decirle nunca nada?

─No, solo somos amigos. Nada más. Somos buenos amigos.

─Pero...

─Mimi, déjala respirar. Acaba de conocernos hoy, no la agobies.

─No te preocupes, Sora. En realidad, me gusta que me escuchéis porque al estar en un sitio tan grande la gente siempre está muy dispersa y no tengo muchas amigas.

─Nosotras seremos tus amigas, mujer – propuso Mimi con su alegría natural.

─¿Y vosotras qué? ¿No tenéis novio?

─No, yo nunca he tenido novio – confesó Sora.

─Yo sí he tenido, el último fue un chico llamado Michael pero era un poco empalagoso y lo dejé. Era incluso más empalagoso que yo y no podía soportarlo – las chicas rieron y pasaron la tarde juntas hasta que vieron que ya estaba oscureciendo y que era hora de ir pensando en ir a casa. Se despidieron de Kari y pusieron rumbo a su apartamento.

Antes de dormir, Mimi fue a la habitación de Sora donde la pelirroja estaba doblando y ropa y metiéndola en los cajones y en el armario de su nueva habitación.

─Sora, ¿qué te ha parecido Kari?

─La verdad es que me ha parecido muy simpática y agradable. Me gustaría conocerla mejor.

─Sí a mí también. ¿Sabes qué? Me daba la sensación de que transmitía calidez.

─Más bien a mí me ha dado la sensación de que era como una bombilla que irradiaba luz.

─Puede que sí, espero que nos hagamos muy amigas. Y, Sora, ¿qué te ha parecido su hermano?

─¿Yagami?

─Sí, Tai Yagami. ¿Acaso tiene otro? – preguntó la castaña poniendo los ojos en blanco.

─No sé, Mimi. No lo conozco.

─¿No te gustaría conocerle?

─Yo que sé.

─¿Te has fijado en esos ojos color chocolate? ¿Y en ese cuerpazo bajo el uniforme?

─¡Mimi!

─¿Qué? ¿Y qué me dices de su amigo? – Sora le tiró un cojín a la cara a su amiga la cual salió corriendo del cuarto y volvió a aparecer escondida tras el marco de la puerta.

─¿Te imaginas saliendo con ellos? - el segundo cojín cruzó la habitación en busca de la cara de Mimi pero esta huyó antes de tiempo y lo esquivó –. ¡Buenas noches, Sora! – escuchó a pelirroja desde el cuarto contiguo.

─¡Buenas noches, Mimi! – le contestó. Se sentó en la cama mientras acababa de doblar su uniforme y unos grandes ojos cafés le vinieron a la mente. "No seas tonta, Sora" se reprochó dejando el uniforme sobre una silla y acostándose en su cama. "Mañana irás a apuntarte al equipo de fútbol y eso es todo. Los chicos como él no valen la pena". Al poco tiempo ya estaba durmiendo y para su suerte o su desgracia esa noche soñó con Tai.