Los personajes de Naruto no me pertenecen, sin embargo, ésta historia es de mi completa autoría.

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Florecer.

Capítulo 1.

Ni él.

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Ino Yamanaka no era una persona que tuviera problemas en clases, por lo general le resultaban relativamente sencillas. Les dedicaba la atención necesaria para así no tener problemas al realizar los exámenes. No contaba con una concentración poderosa, pues se distraía con facilidad, pero jamás tenía malas notas.

Presionó con fuerza las páginas en sus manos. Era el tercer examen que aquel profesor le reprobaba. Todos sus procedimientos y resultados, erróneos, quería aludirlo a que el maestro le tenía alguna manía, empero, al compararlos con el sobresaliente de Sakura confirmó que el problema era ella, no Kakashi.

Sintió la respiración escapar de sus pulmones, estaba tan castigada. Había prometido una mejora para aquel examen a su padre, luego de tomar como excusa el club de ikebana y su presentación. Pero ya no había ninguna presentación de su club y estaba segura de que estudió tanto que aquello no tenía sentido. Se quedó sin excusas.

Los ojos empezaron a picarle, se sentía frustrada. Si no mantenía sus notas, debía abandonar las actividades extracurriculares, sólo pensar en ello le revolvía el estómago. ¿Qué iba a hacer? Pedirle ayuda a Sakura era un caso perdido, ésta no soportaba intentar explicarle, y en su segundo año se había negado en rotundo a volver a darle tutorías.

Shikamaru había sido adelantado y ahora cursaba estudios universitarios en otra ciudad. Aunque había algunos cerebritos más, Ino no los soportaba del todo, y con sus roces se negaba a pedirles ayuda. Existía la posibilidad de acudir a Sasuke, pero no tenían el mejor trato. En lo que salió del instituto estiró los brazos queriendo gritar.

El cielo encapotado sobre su cabeza provocaba que se hundiera más en su miseria. No tenía idea de a quién acudir. Decidió esconder el examen y alegar que aún no tenía la nota final, pero eventualmente debía mostrarlo. Prefería que fuera más tarde que temprano.

Sintió la oscura presencia de Sasuke a su espalda, como todos los días. Caminaba unos metros detrás, sin querer coincidir ni por accidente, sabía que no la soportaba, y, para ser justos, ella tampoco a él, pero su actitud le parecía inmadura. Otra razón para no pedirle ayuda.

Era vecina de los Uchiha desde que tenía memoria, por lo que tuvo cierta relación con él, sus padres eran amigos al fin y al cabo. Habían jugado juntos y compartido momentos, pero aunque su relación con Shikamaru y Choji era mayor, siempre había adorado a Sasuke. Terminó enamorada, inevitablemente, cosa que ambos sabían, pero ella jamás confesó directamente.

Desde que comenzaron el instituto su amistad se fue apagando, hasta volverse completamente nula. No se veían además de en clases, se evitaban al volver a casa y, definitivamente, jamás hablaban. Poco a poco el amor que le profesaba fue muriendo hasta ser un recuerdo sordo al final de su cabeza. Ino no sabía porqué su amistad tomó aquel rumbo y tampoco quería saberlo. Aquella decisión fue unilateral, y lo aceptaba.

De repente un recuerdo la azotó súbitamente.

¡Por supuesto! ¿Cómo lo había olvidado? El hermano de Sasuke estudiaba Licenciatura en matemáticas en la universidad de Konoha. Cinco años mayor que ella, ya debería estar por graduarse. La felicidad se desbordaba por sus poros. Iba a pedirle ayuda a Itachi, a quien ciertamente tampoco veía desde hacía mucho, iba a mejorar sus notas, y su padre no la enclaustraría por un mes en casa. Corrió con impaciencia, y dejando su casa atrás por unos metros, tocó el timbre de la residencia Uchiha.

La puerta se abrió dejando ver a una mujer con cabello azabache que secaba sus manos en un blanco delantal. Mikoto Uchiha.

—Uchiha-san. —Le sonrió con facilidad. Mikoto siempre había sido amable con ella, era una mujer encantadora que cada jueves iba a tomar té con su madre y sus amigas, por lo que la veía con regularidad. Era de trato fácil, y con preguntas discretas pero concisas, siempre lograba que Ino hablara de más. Incluso sabía de su enamoramiento.

—Ino, que sorpresa verte por aquí.

—Sí.

—Sasuke no ha llegado aún, no debe tardar… Oh, ahí viene. —Sonrió a alguien en su espalda. A Ino no le sorprendía que pensara que estaba allí por él—. Bienvenido, Sasuke.

—Estoy en casa. —La rubia identificó la curiosidad en sus ojos, y éste sin detenerse pasó a su lado y entró al rellano.

—Ino ha venido…

—En realidad quería saber si Itachi-san se encuentra.

La sorpresa se reflejó en el rostro de ambos. Sasuke se detuvo en seco, había dejado de quitarse el calzado, para dirigirle una mirada extraña. Era increíblemente parecido a Mikoto, cosa que siempre era apreciable cuando estaban juntos.

—¿Itachi? Debe estar por llegar pero…

—¿Le molesta si lo espero? Quisiera hablar con él.

Yamanaka no se caracterizaba por dar rodeos, su personalidad impetuosa le impedía esperar demasiado por las cosas que quería, bien podría ir a su casa y aguardar a que Itachi llegara desde allí, pero quería zanjar el asunto rápidamente. Necesitaba respuestas y resultados rápidos, le molestaba esperar, y la espera desde su casa se le antojaría insoportable.

—Por supuesto que no. Pasa, te prepararé té y podrás contarme un poco de ti mientras esperamos. —Mikoto le dedicó una sonrisa dulce que la contagió.

—Me encantaría. —Sasuke ya se había alejado a quien sabe dónde en el interior de su casa y ella se deshizo de su calzado con tranquilidad.

Con una taza de té en las manos, escuchaba a Mikoto parlotear animadamente por la próxima graduación de Itachi, destilaba orgullo por los poros y lucía un adorable rubor en las mejillas.

—Sé que no quiere que hagamos un escándalo de ello, pero su padre y yo estamos muy orgullosos.

—Seguro que le encantará la fiesta.

—¿Y qué te trae por aquí?

—Oh, sólo quería pedirle a Itachi-san que me ayudara en algo.

—¿Algo grave?

—¡No, no! —Agitó su mano suavemente mientras sonreía—. Estoy teniendo problemas en mi clase de matemáticas, y pensé que quizá podría ayudarme.

—Ya veo. No creo que tenga problema, le encanta ser de ayuda. —Ino notaba que Mikoto moría por indagar un poco más, pero se reprimía, por alguna razón desconocida—. Suele ayudar a Sasuke en ocasiones.

—Podría pedirle ayuda a Sasuke, pero no nos llevamos bien últimamente. —¡Bingo! La había capturado. La había hecho confesar sin siquiera peguntar. Aquella mujer era de temer, no quería saber cómo eran los interrogatorios que le hacía a sus hijos o a su esposo incluso.

—Sabía que algo pasaba entre ustedes. Hace años que no pasabas a visitarnos. —Sonrió avergonzada, como si aquella declaración hubiese sido más para ella que para la propia Ino.

Decidió llevar la conversación por otro cause, preguntando por Fugaku, y así, Mikoto empezó a platicar nuevamente sobre su esposo y trabajo. Ino le contó que sus padres se irían de viaje de negocios pronto, por lo que estaría un mes o quizá más tiempo sola, cosa que pareció preocupar a la azabache. Desestimó su preocupación alegando que no sería la primera vez.

Su padre era un famoso psiquiatra que estaba escribiendo una larga tesis sobre algo que a Ino le interesaba bastante poco. Cada cierto tiempo, viajaba con su madre a conferencias médicas en diversas partes del país, conferencias que duraban cantidades absurdas de tiempo, tiempo que su madre dedicaba a familiarizarse con la vegetación del lugar, trayendo especies exóticas de plantas para su florería.

Estaba acostumbrada a aquellos viajes, al principio la dejaban en casa de algún amigo de su padre, los Namikaze, los Nara, los Akimichi, incluso los Uchiha, con el paso de los años se había negado a seguir haciéndolo, detestaba molestar en casa ajenas, por lo que su padre la dejaba sola con la condición de que lo llamara todas las noches desde el teléfono de casa. Y para asegurarse de que verdaderamente se encontraba allí, en ocasiones, llamaba a las tantas de la noche. Algo justificable, considerando su personalidad.

Sasuke pasó de las escaleras a la cocina con ropa casual, torció un poco la boca al verla allí pero decidió que lo mejor era ignorarlo, además, no estaba allí por él.

—Estoy en casa. —La masculina voz de Itachi se escuchó desde la puerta, los ojos de Mikoto se iluminaron tal como lo habían hecho cuando vio a Sasuke.

—Bienvenido, Itachi. Ven aquí. —El aludido se acercó sigiloso a ellas, observando con curiosidad a Ino. Le dedicó la mejor sonrisa que tenía y se sonrojó un poco. Aquel hombre era increíblemente imponente, podía jurar que no lo recordaba tan alto, o guapo—. Ino ha venido a hablar contigo.

—Ino-san.

—Itachi-san. —Sintió una calidez insospechada al darse cuenta de lo educado que era, al contrario de Sasuke—. Yo…

—Ino desea que le des tutorías de matemáticas. —En la cocina se escuchó el estruendo de la porcelana al romperse, el ceño de Mikoto se frunció violentamente—. ¡Sasuke!

Lo siento. —Se escuchó la disculpa amortiguada por la pared, la azabache se levantó bruscamente y se dirigió al lugar.

Ino rio por lo bajo, cuando Itachi se sentó a su lado. La observaba expectante y curioso, como si esperara algo.

—Oh, sí. Quería ver si podías ayudarme, estoy teniendo problemas en los exámenes. Podría pagarte si deseas. Por lo general no tengo problemas en las clases, y no entiendo por qué me está yendo tan mal. Mi padre no seguirá creyendo mis excusas, y de verdad no quiero pasar mi último año encerrada por su castigo. —Ino siempre hablaba de más, siempre hablaba, en general. Daba detalles innecesarios y no le importaba que a alguien le molestara o le incordiara.

Poseía una sinceridad violenta, casi nunca se callaba nada, sólo con los adultos se moderaba pero era por el respeto que sentía hacia ellos. Conocía a Itachi de toda la vida, no era la primera vez que lo bombardeaba con su incesante hablar y quizá no sería la última.

—Sinceramente necesito la ayuda. —Bajó la cara derrotada. No le gustaba pedir favores, era demasiado orgullosa para admitir sus debilidades, pero debía hacerlo.

—Está bien.

Itachi se alejó un poco ante su violenta reacción, había alzado la cabeza brillante, sonreía y sus ojos verdes lo veían con agradecimiento infinito.

—¡Muchas gracias, Itachi-san! —Tomó una de sus manos sin importarle si lo incomodaba o no—. De verdad. ¿Cuándo empezamos? Este fin de semana estoy libre, no tengo examen hasta dentro de dos semanas… Creo. Las recuperaciones de los tres que aplacé serán dentro de poco, sólo no sé cuándo. —Se llevó un dedo al mentón y frunció los labios—. Debería preguntarle a Naruto. —Lo miró y se dio cuenta de que no lo había dejado responder la pregunta—. Lo siento.

—Podemos empezar el sábado. Ven en la mañana, me familiarizaré con los apuntes de Sasuke.

—¡No! No necesario, yo traje los míos. Quería estudiar en casa, pero soy un desastre así que probablemente no lo haga, esta semana no tengo más clases así que podría dejarte mi cuaderno.

Sin dejarlo hablar rebuscó su libreta de apuntes, pero ahora que lo pensaba bien, le daba un poco de vergüenza. En aquella libreta había dibujos tontos que hacía cuando su mente se dispersaba de la clase, pero ¿quién no dibuja tonterías en sus cuadernos? Se lo entregó sin cavilar demasiado y sonrió.

—Creo que el cronograma está anotado por allí, en algún lugar. Matemáticas no es mi clase favorita, así que realmente no le presto mucha atención. —Sus mejillas se pusieron rojas por un segundo, seguro Itachi pensaría que era idiota perdida, pero mientras le ayudase y fuese amable, le importaba muy poco lo que pensara.

—Nos vemos el sábado entonces, Ino-san.

Se colocó el calzado llena de felicidad, no tendría que decirle adiós al ikebana, ni a sus salidas con amigas. Objetivo completo. Sólo esperaba que Itachi fuera lo bastante bueno para explicarle.

—Adiós. ¡HASTA LUEGO, UCHIHA-SAN! —Su grito pareció aturdir un poco a Itachi, pero Mikoto desde la cocina respondió con una exclamación parecida.

Cuando llegó a casa se dejó caer en su mullida cama, su madre seguía en la florería, y su padre posiblemente en el consultorio. Se sentía emocionada, como cada vez que lograba sus objetivos, ahora sólo esperaba que su padre no le preguntara la nota de su último examen, al menos no tan pronto. Sabía que eventualmente lo haría, antes de su viaje, pero si ya tenía algún avance con Itachi, quizá la reprimenda no fuera tan grave.

Quizás.

…*…

A Sasuke Uchiha no le agradaba Ino Yamanaka. Lo supo cuando ambos tenían ocho años y ella le había robado su primer beso infantil. Y lo confirmó con el paso de los años. Ino se había vuelto una chica escandalosa, extrovertida, demasiado segura de sí misma y que estaba enamorada de él. Jamás lo había confirmado, pero lo intuía. Y Sasuke no soportaba tanta efusividad. Le parecía molesta e incómoda.

En la actualidad sabía que ya no le gustaba a la fémina, las incontables citas que ella tenía se lo afirmaban, porque Yamanaka jamás rechazaba a alguien, cosa que también le molestaba. Sabía, por boca de Naruto, que la rubia siempre accedía a tener una cita con todo aquel que se le declarase, sin embargo, nunca pasaba de allí, y si lo hacía, podía contarlas con los dedos de una de sus manos.

Pero no era como que eso le importara. Porque él la detestaba, nunca le prestaba más atención de la necesaria. Excepto la vez que salió con Naruto por un año. Ino Yamanaka no le agradaba porque era demasiado superficial, y le había roto el corazón a su mejor amigo.

Al menos eso quería creer.

Ahora, aquella molestia iba a su casa cuatro días a la semana. La veía en el salón estudiar con Itachi que, con paciencia infinita, le explicaba las cosas en las que tenía fallas, que, al parecer, eran miles. Pasaba casi dos horas cada día después de que llegaba del instituto en su casa. Y a Sasuke lo enfurecía, porque él también tenía dudas –mínimas- que necesitaba que su hermano le aclarase. Pero ella siempre estaba allí. Sin embargo, los días que Yamanaka no iba a su casa, el azabache no localizaba la duda que tuvo.

Le molestaba escuchar su parloteo incesante, su risa escandalosa, sus chistes estúpidos y como la acústica de su casa transmitía cada cosa hasta su habitación. Le molestaba observar sus ojos verdes y su cabello regado alrededor de todas partes, porque cuando Yamanaka estaba con Itachi, decidía que era buena idea soltar su larga melena. Le molestaba la cercanía que observaba y la confianza que desprendía. Pero, sobre todas las cosas, le molestaban las sonrisas de Itachi que le encendían la cara como un semáforo, por lo que supo que le estaba empezando a gustar su hermano.

Sasuke no podía permitir aquello, era demasiado buen hermano como para dejar que alguien como Ino Yamanaka se enamorase de él, y empezara a acosarlo sin descanso. Tal como había hecho con él antaño.

Se sentó sin mediar palabra frente a ellos, interrumpiendo la conversación que tenían, como si nada abrió su cuaderno y se lo pasó a Itachi.

—No entiendo esto.

Sus caras perplejas produjeron disgusto en su cuerpo. ¡Él también podía tener dudas, maldición!

Itachi fue el primero en reaccionar, tomó la libreta y empezó a explicarle el procedimiento lentamente. Era sábado, por lo que esa tonta se quedaría por tiempo indefinido, quizá hasta después del almuerzo, pero Sasuke no tenía tantas dudas para estar allí un período tan largo.

Se fijó en que Yamanaka mantenía una mirada fascinada fija en el semblante de su hermano, descansaba su rostro en ambas manos y tenía un ligero sonrojo en las mejillas. Su cabello caía alrededor como un velo de oro pálido y sus ojos verdes brillaban de manera extraña.

—Hermano. —El aludido lo observó con detenimiento. Sasuke se maldijo por hablar antes de pensar, pero luego recordó que horas antes Mikoto había mencionado una llamada de Deidara, quien nunca habló con Itachi porque este aún dormía—. Deidara llamó en la mañana.

—Oh. Olvidé que tenía que reunirme hoy con él. —Con el ceño ligeramente fruncido se dirigió a la rubia, sobresaltándola—. Ino-san, ¿hay algo más que no entiendas?

—Yo puedo explicárselo. —No se molestó en dejarla hablar, no iba a permitir que retuviera a su hermano cuando éste tenía cosas que hacer.

—No te preocupes. Son sólo detalles. Haz lo que tengas que hacer, Itachi-san. —Su rubio cabello se agitó suavemente cuando negó con la cabeza, y volvió a sonrojarse cuando Itachi le sonrió.

El silencio los acompañó hasta que el sonido apagado de la puerta principal los cogió desprevenidos. El mayor de los hermanos se había ido, dejándoles completamente solos. Sasuke mantenía su mirada aburrida en los apuntes que descansaban en la mesa, sin importarle si Yamanaka le comunicaría sus dudas o no.

Realmente no le interesaba lo que pasara luego de ahí, había logrado su cometido, alejarla de su hermano, cosa que fue relativamente fácil, ahora sólo debía idear algo para que fuera permanente. Porque Ino Yamanaka no podía enamorarse de Itachi Uchiha, era absurdo.

—Teníamos mucho tiempo sin estar solos, Sasuke. —Su mirada oscura y estoica se clavó en ella, la observó jugar con sus piernas estiradas, deduciendo que aquello lo había dicho sólo para tener algo de qué hablar.

—Hm.

—Bien. Éstas son mis dudas. —Se acercó a él, por lo visto, ignorando su preferencia por la distancia y el marcado espacio personal. Le marcó con círculos púrpura cada cosa que no entendía en la hoja.

La observó como si fuera idiota, porque aquellas dudas, en sí, lo eran. Uno de los largos mechones de cabello de Yamanaka cayó sobre su mano. Era suave y aún así lo apartó como si fuera la peste. Comenzó a explicarle, ignorando la cercanía, al menos lo mejor que podía. Su voz monocorde y tono plano denotaban que no le interesaba en lo más mínimo que entendiera, y cuando Yamanaka dejó de escucharlo y se entretuvo con su blusa, no le interesó recuperar su atención.

—¿Dónde está tu madre?

—Hm, no lo sé. —Contestó. La sintió recostar toda su anatomía en el suelo, deslizando las piernas bajo la mesa plana—. Tks.

—No te entiendo.

—No me sorprende. —Observó los ojos verdes que miraban con atención algún punto en el techo.

—¿Por qué dejaste de hablarme, Sasuke?

Aquella pregunta lo pilló desprevenido. Ahora clavaba aquellas lagunas verdes en él, escrutándolo con curiosidad. Nunca se había planteado el porqué de su repentino desagrado a la presencia de la rubia, simplemente se alejó y punto. Le resultaba innecesario indagar más allá. Si algo le incordiaba, se deshacía de ello.

Y eso había hecho, la había ignorado en clases, al salir en las mañanas al instituto, cuando volvían de éste, cuando intentaba obsequiarle algo que había hecho, o cuando lo visitaba. Rechazaba su contacto, su voz y todo de ella. Cosa que eventualmente ella entendió, dando paso a un mutuo acuerdo de ignorarse. Ninguno se hablaba, ninguno se acercaba. Incluso, en aquella inocua relación que tuvo con su mejor amigo, procedió a ignorar a Naruto también, como adyacente.

—Eras molesta.

—¡No es cierto!

—Estabas enamorada de mí.

Yamanaka enrojeció violentamente y se sentó con violencia, cosa que produjo una sonrisita divertida en su estoico rostro.

—Jamás te he dicho que estoy enamorada de ti. —Su tono era elevado, pero su punto era perfectamente válido—. Cuando salí con Naruto también te alejaste de él.

—Era molesto.

—Todo es molesto para ti. —Ella hizo una mueca con los labios, sabiendo que no le sacaría más que aquellas respuestas ambiguas. Y era cierto, Sasuke no diría otra cosa, porque no tenía nada más que decir.

—Hmp.

—Eres un amargado, Sasuke.

—Y tú eres irritante.

—¡Retíralo!

Uchiha apartó el rostro, no quería seguir viéndola, porque, profundamente, le incordiaba tanta efusividad. Deseaba que se fuera de una vez, que dejara de molestar a su hermano, volvieran a la rutina de ignorarse mutuamente y jamás volver a escuchar su voz fuera del recinto escolar.

—No estoy enamorada de ti. —Dijo con tono más calmado, ya no lo veía, sus ojos vagaban en algún punto del techo—. Te superé hace mucho.

Le dedicó una sonrisa extraña, una sonrisa que causó incomodidad en su interior.

—Ahora te gusta Itachi.

—¿Qué? No, no me gusta Itachi, le admiro. —Lo dijo tan tranquila que le creyó.

—¿Y quién te gusta, Yamanaka? —Las palabras habían salido de su boca sin que pudiera detenerlas. Sasuke no era una persona que se interesara por los demás, sin embargo, su curiosidad a veces lo traicionaba.

Yamanaka se llevó un dedo a los labios y se quedó pensativa.

—Nadie.

Simple y llano. No le gustaba nadie. Ni Itachi, ni Naruto.

Ni él.

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N d A.

Holi. No recuerdo la última vez que escribí algo para este fandom y lo publiqué. Pero como lo veo tan apagado últimamente, decidí poner mi granito de arena.

Éste será un long-fic, el primero que publico, pero no contará con más de diez o doce capítulos.

Espero lo disfruten, tanto como yo disfruto escribiéndolo.

Feliz año nuevo.

Lunática.