No le parecía nada excepcional ni fuera de lo común el que Tweek se viera trabajando en el Tweak bros coffee cuando la mayoría de sus antiguos compañeros de instituto se encontraban estudiando en la universidad de Denver, algunos afortunados como Token o Wendy, incluso en universidades de lo más prestigiosas. El rubio lamenta el hecho de haber tenido que quedarse en South Park mientras veía a todo el mundo marchar, incluso al que hasta hacía poco había sido su novio. Su primer y de hecho, único novio; Craig Tucker. Pero la había jodido, porque así es la vida de Tweek Tweak: con demasiados problemas que incluso aquellos que le aman no pueden sobrellevar y siempre la acaba jodiendo. Supone que quedarse en South Park es una clase de maldición, aunque también está bien porque no puede dañar aquellos que son importante para él y porque, de todas maneras, no es como si tuviera alguna idea en mente sobre que hacer con su vida que no sea servir cafés o gestionar un local.
Todo el mundo tenía claro que hacer con su vida, pero no él. Tampoco entiende como acabó matriculándose en la universidad a distancia. Sus padres, es la primera respuesta que le viene a su cabeza cuando piensa sobre ello, aunque tiene que admitir que después de todo, la programación no es tan mala y que tener la mente ocupada en algo que no le produce ansiedad como un ordenador, es algo que le da tranquilidad. Pero a pesar de que los años hayan pasado y que no continúe siendo un niño a sus 22 años; Tweek sigue teniendo malas manías. Incluso más de las que tenía cuando era pequeño, quizás su nerviosismo no es tan aparente porque solo tiembla en algunas ocasiones y servir un vaso de café ya no termina con graves quemaduras en su mano pero a cada año que pasa su cabeza parece absorberle más y su aspecto físico no ayuda a sentirse mejor: demasiado flaco y no demasiado alto, un aspecto no muy sano al cual se le suman sus oscuras ojeras reflejadas debajo de sus ojos esmeralda.
Y allí se encontraba un día más, en la cafetería trabajando. ¿Donde iba a estar? Estaba seguro de que si no tuviera un trabajo no tendría ni el valor de salir de su habitación, no le gustaba el peso de tener responsabilidades porque sus padres se habían relajado hasta el punto de confiar que pudiera estar en su turno solo... Pero le ayudaba a salir de su caparazón a la fuerza. Pero aquel día no había sido demasiado problemático, en aquel momento se encontraba limpiando una mesa de unos clientes que justo habían salido del local y Tweek aprovechaba de limpiar en ese momento ahora que estaba solo. Su pelo se encontraba recogido en una coleta para evitar molestias y su delantal con el correspondiente logo le cubría de sus manos patosas. Pero cuando volvió a detrás del mostrador y giró por casualidad el rostro hacía la cristalera no pudo evitar asustarse ante una silueta. - ¡Ack, Jesús!
Kenneth McCormick. Era posiblemente el único de sus compañeros que se había quedado en South Park, Tweek suponía que el muchacho no podría costearse ir a la universidad, aunque no le preguntó nunca porque le parecía lógico a la par que grosero. El dependiente le hizo un gesto para que entrase dentro, no sabía que quería pero le iba a dar un infarto si el otro chico seguía con su rostro pegado en la cristalera y además, lo estaba ensuciando y quien limpiaba todo no eran sus padres, sino él. Siempre le tocaba el trabajo sucio. - ¡Kenneth, vas a darme un infarto! ¿Q-qué quieres? - El otro rubio se quito la capucha una vez en el local y se apoyó sus brazos de una manera que a Tweek le parecía algo sugerente en la barra. Aunque no le parecía nada extraño viniendo de él, no estaba demasiado acostumbrado porque no eran tan cercanos como para que le pudiera considerar su amigo.
- Puedes llamarme Kenny, ¿sabes? Ni mi madre me llama Kenneth, bueno, sí, cuando se enfada. - Giró la cabeza para notar que estaban solos. - No quería molestarte en el trabajo pero no tenía ni idea de como hablar contigo.
- Ah... Eh... Iba a cerrar pronto, ¿N-no molestas? E-espero que no te moleste que vaya cerrando... - Odiaba cuando venían clientes a último momento exigiendo un café de malas maneras porque tenían prisa, así que en cuanto Tweek tenía ocasión cerraba antes de que alguien pudiera venir. No esperó a que Kenny contestara para empezar a quitarse el delantal y dejarlo debajo de la barra.
-No, no, haz lo que tengas que hacer. ¿Necesitas ayuda? Puedo ayudarte. Aunque en realidad había venido aquí para preguntarte por Craig.
Tweek se sentía como si estuviera manteniendo la calma aun si había venido Kenny a intentar entablar una conversación con él, pero en el momento en que oyó el nombre de Craig estaba sosteniendo una taza que cayó al suelo por no esperar que sacase aquel tema. Pero no era extrañarse, Craig y Kenny eran buenos amigos. ¿Había venido a recriminarle que fuera terrible con Craig? Oh dios, solo habían pasado unas semanas, no había tenido tiempo para asimilar que no eran una feliz pareja y que ya había perdido su oportunidad para serlo. Tweek se quedó petrificado sin decir o hacer nada y Kenny, asustado por aquella inesperada reacción accedió detrás de la barra dando un salto por encima. - ¡Joder Tweek! ¿Estás bien? - Estaba inseguro si decirle algo más o si ayudar a recoger los pedazos en el suelo.
Tweek por su parte estaba reprimiendo sus ganas de volverse loco y solo podía morderse su labio inferior, levantando la mirada para ver al otro, sin moverse para no hacerse daño con los pedazos de taza que habían quedado esparcidos por el suelo. - ¿Craig te ha enviado ha hablar conmigo? ¡Ack! ¡No hay nada más que pueda hacer, ya está!
- ¿Qué? No. En realidad vengo porque Craig no habla conmigo y quería preguntarte si sabías algo, pero mejor no saco el tema... - Y esa vez si empezó a recoger los pedazos de taza, intentando evitar más el tema.
- Oh... Yo tampoco he hablado con él. ¿No te lo ha dicho? - Empezó a sollozar un poco y a respirar más fuerte. - C-craig... me dejó. - Y solo en pensar en la última discusión que habían tenido, el más bajito de los dos no pudo evitar empezar a llorar más fuertemente y se sintió terrible por la clase de persona que había sido, frotaba sus ojos para tratar de eliminar las lágrimas pero no lo conseguía.
- Joder, Tweeky, no lo sabía. No llores, ¿vale? No venía a molestarte por lo que... haya pasado o lo que sea. Respira hondo y deja la cabeza en blanco. ¿Porque no te lavas la cara? Me jode haberte recordado cosas feas, así que como recompensa te enseñaré algo que seguro que te va a molar.
Sacudió la cabeza. - N-no... N-no... Me quiero ir a casa. - Pero Kenny estaba siendo bastante insistente pero de una manera en que Tweek no le podía decir que no porque se sentía demasiado vulnerable. Así que acabó limpiándose la cara y sin ningún cliente entrando en el peor momento, así que pudo vestirse con ropa de calle para cerrar el local. - Kenneth... Vete, esto no es tu culpa y yo quiero ir a casa.
- Oh, vamos. ¿Vas a llorar hasta quedarte dormido? No sé que clase de impresión de capullo mental tienes de mi, pero también me han roto el corazón, te entiendo tio. Así que dejame animarte un poco ¿Sí? Somos los únicos que seguimos sobreviviendo en esta mierda de lugar, así que venga, que no voy a emborracharte ni nada por el estilo.
El plan que tenía en mente no era muy diferente a la realidad que había expuesto Kenny, seguramente miraría alguna serie en su laptop mientras lloraba y terminaría durmiendo en la cama hasta caer rendido. Y la verdad es que se encontraba muy solo porque los únicos amigos que podía considerar como tales eran Clyde y Token, pero ambos estaban ocupados estudiando y no quería llamarles cada dos por tres llorando con sus problemas. No tenía amigos en South Park y no tenía a quien confiar sus penas, suponía que no podía ser tan malo seguir a Kenny porque necesitaba un poquito de compañía.
Pero andaban y andaban en silencio y Tweek se lamentaba de la terrible forma física que había terminado teniendo por no poder seguir el ritmo a Kenny pero ahora no era el momento de quejarse porque finalmente llegaron a lo alto de una colina donde se podía ver el cielo de una forma más hermosa que bajo la luz que producían las farolas en el pueblo. Kenny miraba hacía el cielo mientras extendía su brazo como si quisiera alcanzar las estrellas. - Cuando lo dejé con Butters solía venir aquí. Me gusta mirar el cielo y ver las estrellas, quizás mi vida es una mierda pero soy como una estrella más en un cielo extenso. - Tweek solo expresó un murmuro inteligible, porque no sabía bien que era lo que Kenny trataba de decirle. Sabía que había estado muy unido a Leopold en el instituto y le había parecido una extraña pareja en su momento, pero desconocía mucho más cualquier otro detalle.
La luz de la luna se reflejaba en el rostro de Kenny, en el que sus pecas parecían tener vida propia y aquella noche Tweek pensó que ese chico no era tan malo como todos los rumores de que flirteaba con cualquiera para llevárselo a la cama decían. Además, Tweek necesitaba un amigo y Kenneth no parecía ni asustado por su comportamiento ni rechazarle por ello. No recordaba que nunca lo hubiese reaccionado de mala forma, de hecho.
