Os presento el REBOOT de mi antiguo fic: "Matrimonio sin amor", publicado en el año 2014.
Este reboot mantiene la trama principal de la historia y contará con menos capítulos que el original.
He intentado darle un toque un poco más maduro en cuanto a escritura se refiere pero debo recordar que no soy una escritora. Este fic-REBOOT no va a tener cien por cien el mismo texto que el original pero si va a mantener la esencia. Espero que os guste el reboot.
Sinopsis:
Aunque Jane y Maura digan que son sólo buenas amigas, hace dos años que mantienen relaciones sexuales juntas. El sexo entre ellas era algo puntual pero últimamente se estaba convirtiendo en una placentera costumbre. Las dos lo mantienen en secreto porque Maura sigue casada con Kevin y no quiere que eso afecte a su hija Martina.
Maura Isles está casada con Kevin desde hace diez años. Están casados pero lo único que tienen en común es su hija Martina de cuatro años de edad.
Jane Rizzoli, divorciada desde hace dos años de Allison, la que fue su mujer por cinco años.
(Historia catalogada como M por su vocabulario soez y posibles escenas explicitas para mayores de 18 años)
Capítulo: 01.
"¿Hasta que la infidelidad nos separe?"
En su despacho, Maura estaba de pie frente al escritorio revisando varios papeles que sostenía entre sus manos.
—Buenas noticas Maura —Dijo Jane cuando entró—. Este fin de semana solo trabajo el sábado.
Jane se acercó a ella rodeándole la cintura con ambos brazos mientras depositaba tiernos y juguetones besos en el cuello de la forense.
—Detente, por favor —Pidió Maura secamente esquivando sus besos.
— ¿Qué pasa?
—Anoche te vi en el parking con Allison para luego iros juntas en el mismo coche.
Recordó los celos que ayer sintió viendo aquella escena.
— ¿Y qué? No pasó nada entre nosotras —Dijo la verdad— ¿Te molestó verme con ella?
—Es obvio que me molestó. No quiero que seas tan cariñosa conmigo si no tienes pensado que pase algo serio entre nosotras.
Sentenció una seria Maura quien evitaba encontrarse con la mirada de Rizzoli.
— ¿Perdón? —Jane frunció el ceño.
—Lo que estás escuchando. No quiero que nos tratemos con tanto cariño si sólo vamos a ser amigas.
—Maura. ¿Recuerdas el motivo por el cual sólo podemos ser amigas con derecho a sexo?
El motivo era que Maura seguía casada.
—Ya lo sé, pero las cosas cambian. Además, te aviso de que desde hoy vamos a tratarnos como lo que somos, dos simples amigas sin ningún tipo de beneficios.
—Vale… Acompáñame, vamos a solucionar las cosas como adultas.
Propuso Jane quien agarró la mano de Maura y la llevó hasta el sofá del despacho.
—Te voy a hacer dos preguntas. ¿Quieres que seamos pareja formal? Y… ¿Vas a separarte de tu marido?
—Yo no he dicho eso.
— ¿Pero es lo que quieres?
—Quiero intentar algo serio contigo Jane. Pero si no estás dispuesta a dejar a tu ex mujer, entonces no quiero nada contigo excepto la amistad que tenemos desde hace siete años.
— ¿Perdón? —Se mostró confusa— Te recuerdo que eres tú la que sigue casada, créeme que no estás en condiciones de pedirme nada —Informó calmadamente.
—No te he pedido nada. Y será mejor que te vayas Jane, esta conversación no terminará bien… —Es interrumpida.
—Actualmente no tengo nada con Allison, ambas llevamos muchos años divorciadas. Pero en cambio eres tú quien al terminar la jornada laboral regresas todos los días a casa junto a tu marido —Dijo molesta—. Por cierto, marido con el que sigues viviendo en una gran mentira —Se puso de pie.
Maura también se levantó para encararse con ella.
— ¡Estoy casada pero también tengo una hija! Si me divorcio será Martina quién sufra las consecuencias.
—Me parece fantástico que pienses en el bien de tu hija ¿Pero sabes qué? Creo que en el futuro lo que más le va a doler a Martina es darse cuenta de que su madre sigue sufriendo al estar casada con un hombre al que no ama desde hace muchísimo tiempo —Dijo con rabia— Y tienes razón, es mejor que seamos solamente dos simples amigas sin beneficios.
Sin más, Jane se marchó del despacho. Sin duda hoy era una de las veces que más enfadada estaba con Maura. A su parecer, la reacción de la forense no era lógica porque seguía casada, pero lo que desconocía era que Maura no podía dejar de sentir celos por Jane. La quería.
En casa de Maura y Kevin…
—Hola mi amor. Siento mucho no llegar a casa hasta mañana, ya sabes como es mi trabajo… —Dijo Kevin al otro lado del teléfono— ¿Cómo ha ido tu día de trabajo?
—. Mi día ha ido bien —Mintió— ¿Y el tuyo?
—Maura, ¿todo va bien? Tu tono de voz suena distante.
—Sí, todo va bien. Sólo estoy algo cansada. ¿Quieres hablar con Martina?
—Sí por favor, pásamela.
—Martina, es papá por teléfono. Quiere hablar contigo, ven.
La pequeña Martina no tardó en ir corriendo hasta donde se encontraba el teléfono. Una vez allí habló un rato con su padre.
Minutos más tarde…
—Papa me ha dicho que no viene mañana a tiempo para llevarme al parque de atracciones.
Informó Martina quien se llevó las manos a los ojos para restregárselos mientras que sus lágrimas corrían por sus mejillas y el llanto salía desde lo más profundo de su ser.
—Mi vida… —Maura frunció el ceño cuando vio el rostro de su hija. Su corazón se rompía en pedazos—. Ya sabes que papá trabaja muchas horas y a veces muy lejos de casa… —Abrazó a su hija intentando consolarla.
No era la primera vez que Kevin fallaba a su hija prometiéndole cosas que no siempre podía cumplir.
—Pero papá antes de irse me dijo que mañana íbamos al parque de atracciones.
Para Maura tampoco era la primera vez que por culpa de Kevin tenía que buscarse una excusa para que su hija no empezara a perder credibilidad a las falsas promesas de su padre.
—Martina mi vida, mírame —Con ambas manos acarició la cara de la niña—. Papá dijo que te llevaría al parque de atracciones pero recuerda que él está en otra ciudad y los aviones no siempre salen a la hora que nosotros queremos.
— ¿Y por qué no alquila un avión? Cuando nuestro coche se rompe el alquila uno nuevo.
— ¿Alquilar un avión? Eso cuesta muchísimo dinero cariño. ¿Qué tal si hacemos otra cosa?
— ¿El qué?—Preguntó la pequeña un poco más calmada.
—Ya sabes que yo no puedo llevarte al parque de atracciones porque mañana trabajo pero, ¿qué tal si hoy en lugar de cenar en casa, cenamos lo que quieras en el dirty robber?
— ¿En el bar? —Preguntó no estando muy segura.
—Sí ¿Quieres ir? —Esperó su respuesta con una sonrisa.
— ¡Sí! —Abrazó a su madre efusivamente. Nada quedaba de las lágrimas que minutos antes había derramado.
—Si quieres que nos vayamos coge tu abrigo.
Su hija se mostró eufórica, en cambio Maura no parecía estar tan contenta, Kevin le fallaba a su hija una vez más.
Al día siguiente…
Es sábado y Maura trabaja media jornada. Se suponía que Martina pasaría el día con su padre pero eso no iba a ser posible así que se llevaría a la pequeña al trabajo. No era la primera vez que lo hacía pero lógicamente siendo ajena a los cadáveres y autopsias en las que trabajaba su madre.
— ¿Puedo ver a Jane? —Preguntó Martina desde el asiento trasero del coche.
—Está trabajando cariño. Si baja a mi despacho la ves.
Jane y Maura trabajan en plantas distintas del edificio.
— ¿Y por qué no subimos a su trabajo? Yo quiero verla, por favor mami vamos a verla —Pidió.
—Pero cariño no sé si hoy podremos verla.
Maura conducía pero a ratos miraba a su hija por el espejo retrovisor.
— ¿Y a Tommy? ¿Podemos ver a Tommy? —Preguntó esperanzadora.
— ¿Para qué quieres ver a Tommy? —Sonrió.
—Porque es mi novio y tengo que saludarlo… —Martina se tapó la cara presa de la timidez.
—Vale, sólo estaba preguntando.
Maura aparcó el coche en el parking del trabajo, le quitó el cinturón a su hija y después de bajarla cerró el coche. Agarradas de la mano fueron juntas al ascensor que las llevaría directas al despacho de Maura.
—De acuerdo cariño, nada de salir de mi despacho. Y recuerda que si quieres ir al baño tienes que pedirme permiso, ¿lo recordaras, cierto?
Así evitaba que su hija saliese del despacho y corriese el riesgo de ver algún cadáver en la morgue. Para hoy no tenía previsto ninguna autopsia pero prefería ser precavida.
11:15...
Maura subió a la planta de la comisaria para entregarle a Jane y Korsak unos documentos. Hasta entonces, y desde ayer, no se había encontrado con Jane así que decidió aprovechar el momento…
—Jane, me gustaría enseñarte algo. ¿Puedes acompañarme un momento? —Le mostró unas hojas que tenía en la mano haciéndole creer que eso era lo que quería mostrarle.
— ¿Qué sucede Maura?
Se alejaron hasta la zona de los asesores, en un rincón apartado ya que Maura había insistido hablar ahí.
—Llevamos desde ayer sin hablarnos y sólo mantenemos una misma conversación para tratar temas de trabajo. ¿Vamos a estar así toda la vida?
—No, sólo hasta que te separes de tu marido. Cuando eso pase estaré encantada de hablar contigo.
— ¿Desde cuándo me dices lo que tengo que hacer o no con mi vida privada?
—Desde que nos acostamos juntas y empiezo a tener sentimientos por ti, ¿te parece un motivo razonable?
Ambas miraban de reojo a su alrededor por si alguien pasaba cerca y tenían que guardar silencio.
—Vamos Jane… Sabes que no puedo hacerlo —Resopló pasándose la palma de la mano por la frente y parte del rostro.
Amabas se referían a lo mismo, el divorcio.
— ¿Por qué? ¿Estás enamorada de él?
—Jane… —Suspiró pidiendo una tregua.
— ¡Contéstame Maura! —Exclamó— ¿Estás enamorada de tu marido?
—Sabes que no. Y baja la voz —Pidió recordándole que no estaban en privado.
— ¿Y porque sigues a su lado?
—Por favor, otra vez no. Ya hemos hablado de esto, no puedo divorciarme.
— ¿No puedes o no quieres? Vas a pasar el resto de tu vida al lado de una persona que no quieres. ¿De verdad no te importa vivir sin felicidad?
—Soy feliz Jane —Aquella frase no sonó muy convincente.
— ¿Eres feliz? —Jane se sorprendió— Llevas casada con Kevin diez años pero hace más de seis vuestro amor se terminó. Un año más tarde tuvisteis una hija y ahora, cinco años después, vuestra relación sigue sin funcionar.
Maura le prestaba mucha atención a cada frase que decía.
— ¿Sabes cuál es el motivo de que no funcione tu matrimonio? —Prosiguió— El nulo sentimiento de amor y cariño que existe entre vosotros dos. ¿De verdad eres feliz? yo creo que no Maura.
—Tengo una hija, ella es mi felicidad.
— ¿¡Entonces por qué no te separas de Kevin!? Tu hija te va a seguir queriendo si eres madre divorciada.
La paciencia de Maura tocó fondo haciéndola reaccionar de una manera bastante enfadada.
— ¡Basta! ¡No sigas con esto! —Exclamó furiosa— Y hazme un favor, no vuelvas a meterte en mi vida familiar. ¡No tienes ni la menor idea de lo que está sucediendo!
Maura la fulminó con la mirada y acto seguido regresó a su despacho, allí Martina la esperaba con Susie.
Habían pasado treinta minutos de su última conversación en aquel rincón de comisaria y Jane decidió ir en busca de Maura.
—Maura, ¿podemos hablar? —Insistió— ¡Maura, espera!
Jane comenzó a caminar más rápido por el pasillo después de ver como Maura no se detenía.
—Ahora no Jane —En ningún momento dejó de caminar.
—Maura, espérame —Consiguió alcanzarla—. Sé que estás enfadada y por eso vengo. No debí hablarte así y mucho menos meterme en tu vida. Lo siento, ¿de acuerdo?
—Te he dicho que ahora no.
Intentó entrar en al despacho pero Jane no la dejó
— Maura por favor.
Le agarró del brazo impidiendo que entrase. Con cuidado jaló del brazo de ella obligándola a permanecer en el pasillo.
— ¿¡Que quieres Jane!? —Por fin la miró a los ojos— Mi hija está ahí dentro, no es el momento de hablar —Su mirada era seria.
— ¿Martina está aquí? ¿¡Y por qué no me has avisado!?
— ¿Para qué decírtelo? Últimamente parece que te diviertes sólo con Allison…
— ¿Otra vez con esa actitud? ¿En serio? —Resopló— De acuerdo, dime algo. ¿Martina está sola en tu despacho? —Maura negó con la cabeza y Jane prosiguió— Bien, entonces te vienes conmigo.
Agarró la mano de Maura y con cuidado tiró de ella obligándole a que caminase por el pasillo. Juntas entraron a uno de los baños y Jane cerró la puerta con seguro.
—Bien, estamos enfadadas desde ayer y hoy es momento de solucionarlo. Al igual que tú yo tengo mi orgullo pero estoy dispuesta a tragármelo para intentar acabar con nuestro enfado.
—Me parece bien.
—No me gusta que estemos molestas ¿Podemos pasar página respecto a lo de ayer y comportarnos como siempre?
En estos momentos Maura quería tirarse sobre Jane y atacar una y otra vez aquellos perfectos labios.
—Vale. Yo también lo siento, ayer nos enfadamos pero somos amigas y no quiero que entre nosotras estemos mal…
Es interrumpida.
—Voy a decirte algo pero no es para que volvamos a discutir como ayer.
— ¿El qué? —Dijo intrigada.
—Tú y yo no somos sólo amigas y es por eso por lo que ayer nos enfadamos de esa manera. Estamos empezando a no poder controlar nuestros sentimientos y debemos hablar de eso, pero con seriedad.
—Mi hija me está esperando, no podemos hablar de esto ahora…
Fue la única escusa que se le ocurrió para no hablar ahora de sentimientos, no estaba preparada.
Jane acarició el brazo de Maura. Ambas estaban de frente, a menos de cuarenta centímetros de distancia.
—Vale, pero prométeme que tendremos una conversación pendiente, que vamos a hablar y ser honestas la una con la otra —Pidió una tierna Jane.
Maura bajó la mirada para ganar tiempo y no romperse emocionalmente. Tomó aire y cerró los ojos intentando estar tranquila.
—Cariño —Continuó Jane—, necesito escucharte decir que seremos honestas cuando hablemos respecto a nosotras dos.
Sujetó la barbilla de Maura y la alzó suavemente consiguiendo que ambas miradas se encontrasen de frente y más cerca que antes.
—Te lo prometo —Contestó Maura.
En su interior luchaba una y otra vez por no hacerlo pero no pudo evitarlo. Miró los labios de Jane y acto seguido ambas se fundieron en un tierno y cariñoso beso.
— ¡Martina! —Sonrió— ¿Qué haces tú aquí?
Cerró la puerta del despacho y caminó al interior. La pequeña se encontraba en el sillón viendo dibujos en el portátil de Maura.
— ¡Tommy! —La niña corrió a sus brazos.
— ¿Por qué estás hoy en el trabajo de mamá? —Le dio un tierno beso en la frente y la cargó en brazos.
—Mi mamá tenía que trabajar y vine con ella —Martina se agarró a su cuello y apoyó la cabeza en el hombro de él— ¿Dónde está Jane?
—Está trabajando, ¿quieres ir a verla?
—Sí, pero mi madre no estáy no puedo salir de aquí hasta que no venga ella.
—Entonces vamos a buscarla y a decirle que te vas conmigo, ¿quieres?
— ¡Sí! —Respondió feliz.
Fueron al laboratorio y después de informarle a Maura, Tommy y Martina salieron de allí rumbo al ascensor para acceder a la planta de comisaria.
—Dra. Isles, tiene una llamada urgente —Dijo abriéndose paso en el laboratorio.
— ¿Urgente? —Maura dejó todo lo que estaba haciendo para atender el teléfono— Gracias Susie.
—No hay de qué —Dijo Susie para luego irse.
—Sí, soy Maura —Dijo hablando por teléfono— ¿Qué sucede? ¿Desde mi casa? —Frunció el ceño— ¿Pero estás segura de que era mi casa? De acuerdo, gracias. Voy para allí ahora mismo.
Maura colgó el teléfono y rápidamente fue hasta su despachó. Cogió el bolso y salió casi corriendo por el pasillo. Tomó el ascensor y cuando llegó a la planta de la comisaria fue en busca de Tommy.
— ¡Tommy! ¿Dónde está Martina? —Maura se detuvo frente a él buscando a su hija con la mirada.
—Está con Jane en la cafetería, pero… ¿Qué sucede? —Preguntó tras ver el serio y preocupado rostro que tenía Maura.
—Necesito un favor, ha ocurrido algo en mi casa y debo irme ya. Se trata de Kevin pero no puedo llevarme a Martina conmigo. ¿Podéis Jane y tú quedaros con ella un rato? —Preguntó casi desesperada.
—Por supuesto, el tiempo que sea necesario. ¿Pero qué ha pasado Maura? Estás pálida, ¿necesitas que te acompañe? —Le agarró ambas manos notando como temblaba.
—No es necesario. Tengo que irme ya mismo, gracias por cuidar de Martina.
Maura no perdió más tiempo, fue al coche y se marchó del edificio del trabajo rumbo a su casa. La llamada la había preocupado y no era para menos…
Al entrar en casa Maura vio a Kevin de pie en el salón. Por la casa había cosas tiradas y él parecía una bestia.
— ¿¡Quieres calmarte por favor!? —Maura agarró a su marido por la cara para que la mirase a los ojos— ¿Qué ha pasado Kevin, porque has roto cosas? Desde la calle se escucha el escándalo que estás provocando ¿Se puede saber que sucede?
— ¡Suéltame! —Con brusquedad se zafó de las manos de Maura— ¡No te atrevas a volver a tocarme! ¡Me das asco! —Gritó Kevin para más tarde darle una patada a la mesa de madera que había frente a los sillones del salón.
Maura temblaba más que antes y empezaba a estar mucho más nerviosa. No temía que Kevin le pusiera la mano encima porque él no era esa clase de personas, tenía miedo porque desconocía lo que estaba sucediendo, su marido estaba fuera de control y bastante borracho.
— ¡Dime que te pasa por favor!
— ¿¡De verdad tienes la poca vergüenza de preguntarme que es lo que sucede!? —Kevin volvió a pegar otra patada contra otro de los armarios del salón, esta vez se cayeron algunas cosas al suelo.
— ¡Detente por favor! Estás borracho y fuera de control. Cálmate y hablamos, ¿de acuerdo? —Intentaba tranquilizarlo pero no lo conseguía.
— ¡Acabo de enterarme que mientras yo viajo a distintos países por trabajo, mi mujer tiene la poca vergüenza de engañarme con otra persona!
De repente Maura se paralizó, Kevin lo sabía todo.
—Cálmate y hablamos —Pidió pero fue interrumpida.
—Al principio no podía creerlo porque me decían que la otra persona era una mujer, pero tengo una amiga que es camarera de una discoteca y hace unos días te vio por allí. Hoy me ha enseñado fotos en las que sales besándote con Jane Rizzoli —Reprochó— ¿¡Cómo has podido Maura!? ¿¡Cómo!? —Gritó alterado.
Maura seguía en silencio, no era capaz de reaccionar de ninguna manera debido a la vergüenza que sintió. Su marido sabía toda la verdad y ella ni siquiera fue capaz de mirarle a la cara.
— ¿No tienes nada que decir Maura? ¿Por qué has tenido que hacerlo? ¿¡Por qué!? —Recriminó más dolido que enfadado.
Hasta hace unos instantes, Kevin no quería creerse lo que acababa de descubrir. Pero el comportamiento de su mujer le obligaba a comprender que no era un mal entendido a pesar de las pruebas gráficas que ya tenía. En la vida de su mujer había otra persona y él jamás sospechó nada.
Maura intentaba parar de llorar pero no pudo conseguirlo. También quiso mirarle a la cara para demostrarle al menos un poco de respeto pero eso ahora no importaba, el daño ya estaba hecho.
—No sé qué decir Kevin…
— ¡Perfecto! ¡Me engañas con otra persona y ni siquiera tienes la dignidad de darme una maldita explicación!
Kevin guardó un cortó silencio para más tarde continuar hablando…
—Los papeles del divorcio te llegaran lo antes posible. Hasta entonces haz el favor de no dirigirme ni una sola palabra a no ser que sea para algún tema relacionado con lo único bueno que me diste, nuestra hija —Kevin le dedicó una mirada de desprecio y se marchó al despacho que tenía en casa.
Ha pasado casi una hora y una abatida Maura carga un bolso con ropa de su hija y de ella para al menos tres días. Hoy ambas pasarían la noche fuera porque Kevin y la casa no estaban en condiciones de que Martina estuviese allí.
Maura recordó que Tommy trabajaba hasta tarde, así que dedujo que Martina estaría en casa de Jane y fue hasta allí. Una vez llegó tocó el timbre de la puerta y esperó.
— ¡Maura! —Dijo tras abrir la puerta— ¿Qué ha pasado? Me has tenido preocupada todo este tiempo. Mi hermano me ha dicho que has tenido que marcharte del trabajo y que Kevin era el motivo. ¿Está todo bien?
—Jane, ¿está mi hija aquí? —Preguntó con un fino hilo de voz.
—Sí, está dormida en mi cama. ¿Pero puedes decirme de una vez que es…? —Es interrumpida.
— ¿Segura que está dormida?
Preguntó Maura para acto seguido romper en un llanto amargo sin poder aguantarse más. Segundos después se escuchó un leve golpe contra el suelo, el bolso que colgaba de su hombro caía sin más.
—Pero Maura, cariño… —Jane dio algunos pasos hasta ella y la abrazó intentando consolarla— ¿Qué pasa? —No entendía que pasaba pero simplemente la apoyaba.
—Todo ha terminado…se acabó Jane —Dijo llorando desconsoladamente. Ahora Maura se abrazó más fuerte a ella.
—Shh…tranquila Mau —La abrazaba acariciándole la cabeza.
Jane no necesitó escucharlo de su boca, podía imaginarse qué era lo que había pasado entre ella y Kevin.
Pasaron algunos minutos en los que ambas permanecieron abrazadas. Maura consiguió calmarse un poco y Jane decidió que era el momento de abandonar el rellano para entrar en casa. Se agachó para coger el bolso de Maura y luego volvió a abrazarla, pero esta vez de lado para poder avanzar al interior de la casa.
