Te extraño.
Zoro caminó entre los pasillos del Sunny hasta llegar en silencio a su habitación, en ésta no había nadie. Entró y cerró la puerta en silencio. Se sentó en su cama y observó frente a él, las pesas con las que habitualmente hacía sus ejercicios. Sin embargo, hoy no tenía ganas ni de tocarlas. ¿Que mierda pasa, baka? - se preguntó a si mismo y apoyó su cabeza en sus manos que se sostenían al estar apoyadas a su vez, en sus piernas.
- Kuso.. - susurró y se levantó.
Casi arrastrando los pies caminó hasta el baño y entró cerrando la puerta tras de sí. Se miró al espejo y suspiró. Detrás de él se imaginó a la hermosa morocha que tenía como nakama. Al verla a través del reflejo del espejo agachó la cabeza y escuchó en sus pensamientos su risa, volvió a imaginarla sonriéndo, como de costumbre solía verla, tan calmada y serena. Transmitiendole una enorme paz que lo llenaba de todas las formas posibles.
Sintió un gran vacío en el medio de su pecho, se tocó el torso con la palma de la mano y abrió la boca respirando con fuerza, mientras con la otra mano se sostuvo en el labavo. Abrió un grifo y vio el agua correr por unos segundos, luego se juntó un poco de agua en sus manos y se refrescó la cara. Se secó con la primer toalla que encontró y miró nuevamente al espejo.
"Zoro.." escuchó en sus pensamientos mientras trataba de no pensar en algo en partícular sin buenos resultados.
- Maldita onna - gruñó y salió del baño.
La noche caía sobre el Sunny. El kengou decidió empezar a hacer el entrenamiento que todo el día estuvo evitando al sentirse extraño y no muy en forma, por así decirlo.
- ¿Zoro? La comida está lista - escuchó una voz detrás de él mientras seguía con sus lagartijas. - Si no vas a la cocina en unos minutos, tu comida va a ser devorada por Luffy - le advirtieron.
- No tengo hambre, Chopper - contestó seco.
- ¿Cómo que no tenes hambre? No comiste en toda la tarde - el pequeño doctor se preocupo y se acercó hasta el espadachín que lo ignoraba, y tocó su frente, su pecho, su espalda y sus brazos. - Todo parece estar en órden, pero.. si no comés y seguís haciendo ejercicio te vas a desidratar en algunas horas.
- Estoy bien - contestó sin mucho importancia.
Chopper se sentó a la derecha del espadachín y suspiró. En silencio siguió observando al peliverde, que no interrumpió en ningún momento su entrenamiento.
- ¿No vas a ir a comer? Luffy no va a tenerle piedad a tu cena - le recordó el peliverde al pequeño doctor.
- No tengo hambre tampoco - bajó la cabeza y volvió a suspirar.
- ¿Qué clase de ánimo es ese?
- Extraño a Robin.
Éstas palabras hicieron un "clic" en la cabeza de Zoro que abrió los ojos un poco más de lo habitual, pero rápidamente los volvió a entre cerrar un poco, tratando de que Chopper no lo hubiese notado. Entonces, él no era el único. ¿No era el único? ¿En que estaba pensando? Claramente él no extrañaba a Robin, pero ella hacia falta a bordo del barco, eso, era lo que sucedía, obviamente - trató de engañarse a sí mismo.
- ¿No la extrañas acaso, Zoro?
- No - respondió sin titubear.
- ¿Ni un poco?
- Ella fue la que decidió irse, ¿por qué habría que malgastar mi tiempo pensando en que fue lo que hicimos mal? No es mi problema.
- Hm.. podes ser muy frío cuando queres - se quejó el pequeño reno.
- Es la verdad, no la extraño ni un poco.
- Yo si la extraño - prosiguió. - Ella es la única a bordo con la que puedo hablar de libros, medicina, historias aterradoras, cultura..
- Ya entendí el concepto - lo interrumpió el peliverde.
- La verdad es que sin ella, me siento aburrido mucho más de lo normal y en verdad la extraño - agachó la cabeza.
- Sos un hombre, baka. Tenes que aprender a no decir semejantes estupideces en frente de otro hombre. Y si lo haces, no parecer tan afeminado como ese ero-kukku.
- ¿Qué tiene de malo admitirlo? - el pequeño reno parecía confundido. - Es mi verdad.
- Eso te saca orgullo, honor y te deja expuesto a lo que otras personas puedan llegar a mal interpretar o entender de tus palabras.
- Ohhh.. - dijo a modo de entendimiento. - Prometo no hacerlo nunca más, pues soy un hombre - terminó la frase irguiendo su pecho y mirando hacia adelante con un aire de orgullo.
- Mucho mejor - dijo queriendo volver a concentrarse.
- Pero creo que voy a llamarla, para ver cómo esta... - Zoro miró a su compañero casi ocultando la vista bajó una oscuridad que le dio a Chopper un escalofrío en la espalda, obligándolo a dar unos pasos hacía atrás - ...o mejor no.
Tres horas después, ya todos los tripulantes arriba del barco estaban en sus habitaciones descansando. Todo estaba calmado, en silencio, como siempre lo estaba cuando ninguno de sus nakama estaba despierto haciendo estupideces, naturalmente.
Como era de esperarse, Zoro era el vigía de esta noche. Caminaba de un lado a otro, con una mano en el bolsillo de su pantalón y la otra sosteniendo una botella de sake por la mitad.
No estaba concentrado y tampoco podía hacerlo, eso le molestaba y mucho. El saber que no lograba hacer lo que se estaba proponiendo lo estaba sacando de sus casillas. Miró al cielo y suspiró. Se preguntó dónde estaría la morena a la que tanto ansiaba ver, pero se seguía repitiendo así mismo que no necesitaba.
Después de un rato caminando como un vagabundo por toda la cubierta del Sunny, no le quedó más remedio de subir al forte. Se sentó en uno de los sillones mirando al sur por la ventana, aun con su botella de sake sin terminar y suspiró. Miró a su alrededor, se dio cuenta que estaba solo. Pero no solo como solía estarlo, sino que se sentía solo. Algo le faltaba, ¿qué era esa sensación? No lo sabía, o quizás no quería saberlo.
La noche pasó lenta y agobiante, como si no quisiera llevarse con ella toda su oscuridad. Al ver la luz del sol, Zoro se sentó algo más derecho a su pose anterior y bostezó. La botella ya estaba vacía y en el piso. Su estomago rugía, pero no quería bajar a la cocina, ya que en cualquier momento el ero-kukku se dispondría a hacer el desayuno y no tenía demasiadas ganas de empezar una disputa con él.
Se sonó los huesos de sus dedos, todos de una vez y movió su cuello para tratar de destensarse. Miró al sereno y tranquilo mar de la mañana. Algo se acercaba a lo lejos, un pequeño bote. Tomó el den-den mushi y dio aviso a sus nakama, despertando los si es que aun estaban dormidos.
- Oi, algo se acerca.. - después de uno minutos sin escuchar nada, replicó - ¡LEVÁNTENSE BAKAS, EH DICHO QUE ALGO SE ACERCA!
- ¡Zoro! - Luffy salió de su cuarto corriendo hasta cubierta - ¡¿Has dicho Niku?! - su pelo estaba desacomodado y su camisa desabrochada, tras él salían Sanji, Chopper y Usopp.
- ¡¿Qué es lo que pasa, marimo?! - le gritó Sanji prendiendo su cigarrillo matutino, aun sin llevar puesto la parte de arriba de su traje, que incluía camisa, corbata y saco.
- Un barco, a las 2 en punto - contestó este en seco y se sentó en el sillón de brazos cruzados. Ahora es su problema, pensó.
- ¡Súper! - Franky salió a cubierta con los demás haciendo como siempre un inigualable baile - ¡Ya han regresado!
- ¿Regresado? ¿Acaso son..? - Usopp se puso sus gafas para tratar de ver con más claridad - ¡OI, NAMI, ROBIN! ¡QUE GUSTO VERLAS! - gritó moviendo los brazos.
- ¿NANIII? - Sanji abrió los ojos que de inmediato se le transformaron en dos enormes corazones rosados - ¿¡Qué Nami-Swan y Robin-Chwan estan llegando?! ¿¡Qué hago vestido a medias entonces?! ¡Baka marimo! ¿¡Cómo no lo dijiste con más tiempo?!
- Ahh.. - Chopper suspiró sonriéndo - que alegria que ya regresaron, este tiempo sin ellas ah sido trágico..
- Sin Robin, querrás decir - susurró Usopp y rió con maldad.
Zoro desde lo alto del forte, escuchaba todas y cada una de las palabras que sus nakama decían. Era verdad, ahora el pequeño bote estaba más cerca y podía adivinar que aquella morocha vestida con botas largas, una pequeña prenda que simplemente ella consideraba un 'vestido' y ese sobrero blanco, era Robin. Y a su lado, con una simple blusa y unos shorts, una akage, que sin dudas, sentada alrededor de bolsas y bolsas de ropa, era Nami.
Su corazón latía un poco más rápido. Al darse cuenta trató de controlarse, solo habían pasado unos pocos días desde que las dos muchachas de la tripulación se fueron a pasar una semana de chicas a una isla cerca de ahí, como vacación a todo lo que había pasado con relación a Enies Lobby, ¿por qué había estado tan preocupado? ¿Por qué se la había imaginado en varios lugares? ¿Sentido solo y perdido en ciertos momentos sin ella alrededor? ¿Que era este sentimiento repentino de alegría que lo invadía matutina mente?
Bajó rápidamente de su puesto cuando observó que el bote estaba a simples metros de distancia del barco y se apoyó al lado de la entrada a la cocina con sus manos en los bolsillos.
Luffy y Franky ayudaron a subir a las dos muchachas y como es costumbre, la akague obligó a Chopper y Usopp a subir sus más de 30 bolsas de ropa y zapatos a la nave.
- ¡Nami! - le replicó el buchou seriamente y ésta se quedó pensando que sería lo que podría decirle con esa expresión en la cara, ¿quizás un reprenda? - ¿Me trajiste algo?
- ¡Baka! - contestó ella dándole con el puño cerrado en la cabeza, dejandole un gran chichón - ¡Claro que no!
Robin sonrió cruzada de brazos como lo hacia habitualmente. Sanji salió entonces, ya vestido, arreglado y perfumado y empezó a rodear a las muchachas con el típico bailesito que hace cuando las tiene cerca y quiere ofrecerles o entregarles algo.
- ¡Nami-Swan, Robin-Chwan! ¡Es un gusto volver a verlas! ¡Ah, esta espera fue peor a estar de rodillas frente al enemigo!
- Sanji-kun, ¿ya han desayunado? - preguntó Robin sonriente.
- ¡Sanji, meshi! - se escuchó de fondo a Luffy.
- No aun, Robin-Chwan. ¿Te gustaría acompañarnos?
- Por supuesto que sí.
- ¡Hai! ¡Entonces iré ya mismo a preparar el desayuno para mis dos princesas! - le dio una mirada a las piernas descubiertas de Nami y sonrió más aun. - ¡Ah, que feliz estoy! - dijo mientras se retiraba a la cocina.
Cada uno empezó a entrar a la cocina, a excepción de Nami que con ayuda de Luffy - mucha ayuda, ya que él hacía todo el trabajo se podría decir - entraron las bolsas compradas a la habitación mientras ella lo guiaba a dónde poner cada cosa.
Cuando solo Robin quedaba ya en la cubierta, dio unos pasos hasta la cocina, donde se encontró a un Zoro con cabeza gacha y manos en los bolsillos. Se detuvo justo enfrente de él, logrando que él levantase la vista y clavar su mirada en sus hermosos ojos verdes.
- Buenos días, kenshi-san - saludó la morena con una sonrisa en los labios.
- Ohai gozaimas - respondió éste sin mucho énfasis.
- ¿Cómo has estado esta semana? Veo que te entrenamiento no ha parado - dijo mirando los músculos del kengou.
- Todo ha estado bien.
- Me alegro mucho, kenshi-san - contestó sonriendo.
Robin dio un paso hacia adelante, y estiró su brazo para abrir la puerta de la cocina, o para hacer parecer que eso iba a hacer, aunque no era lo que tenía en mente, pero un fuerte agarre en su muñeca derecha la detuvo y dio una leve mirada hacia atrás.
- Jamás vuelvas a irte sin decirme adiós - le dijeron unos labios esta vez más sueltos - y mucho menos después de haberme escuchado decir que podes irte, si es lo que queres. No podes irte, no aunque yo te lo haya dicho, no aunque alguien, cualquiera de nosotros te lo haya pedido. No podes dejarme, Robin. Porque si lo hicieras, uno de los motivos que me hacen tener una ilusión para seguir adelante, desaparecería. Y puedo sonar egoísta o no, la verdad no me interesa, pero Robin.. te he extrañado y necesitado y jamás había sentido esto por alguna otra persona, por lo tanto, ahora que ya has provocado todos estos estúpidos sentimientos en mi, no podes irte y dejarme, así como si nada pasara. Porque mucho pasaría, y no se que haría.
Éstas palabras shokearon por unos segundos a la morena, para después ser respondidas por una sonrisa que provocó cierto alivió en el kenshi-san.
- Gomenasai, Zoro - respondió ella una vez pensadas las palabras justas para decir. - No fue mi intención, ni mucho menos hacerte sentir algo que no quisieras - sonrió provocadoramente - y a decir verdad, también te eh extrañado y pensado mucho en vos. Jamás volveré a dejarte sin un 'adiós', lo prometo.
- Jamás volverás a dejarme, promete eso también.
- Prometido, kenshi-san - Zoro le devolvió una débil pero muy sincera sonrisa y soltó su muñeca, la cual no agarraba con mucha fuerza, pero Robin tampoco se molestó mucho en tratar de zafarse. - ¿Le has dicho a alguien que me has extrañado?
- Tsk.. - hizo un sonido con su boca y volteó la vista al lado opuesto a su morena - ..por supuesto que no.
- ¿Tendría que sentirme alagada al poder escuchar tus palabras? - preguntó una Robin divertida y animada, pero sin recibir respuesta. - Así me siento de todas formas.
- Tu kouhii se va a enfriar.
- Puede volverse a calentar después..
- El ero-kukku va a venir a buscarte si no entras pronto a desayunar.
- ¿Estas echándome?
- ¡No! - Se apresuró a contestar. - Por supuesto que no..
- ¿Entramos juntos entonces? - sugirió.
- Se me quitó el apetito - contestó seco el kengou.
- Quizás.. tengas apetito de algo que específicamente, no sea comida.
Zoro la miró arqueando las cejas y Robin le dedicó una de sus más provocativas y traviesas sonrisas. Entonces el peliverde entendió a lo que la morena se refería y también sonrió, agachando un poco la cabeza.
- En ese caso, nuestro desayuno va a ser bastante nutritivo - Robin soltó una muy leve carcajada al escuchar el comentario del kengou y lo tomó de la mano, guiándolo hasta su dormitorio, el cual compartía con Nami. No sin antes escuchar a Sanji, llamándola repetidas veces, informándole que su kouhii estaba servido y preparado como a ella le gustaba.
Al entrar al corredor de la parte de adentro del barco, Zoro la tomó de la cintura y la apegó a su cuerpo de un tirón y besó su cuello con fervor. Su lengua hacía estremecer a la ojiazul y su respiración se vio forzada a entrecortarse, mientras sentía las manos del kengou recorrer su abdomen y bajar hasta sus muslos.
Se dio vuelta lentamente, para quedar con el frente a frente y tomándolo de la nuca, lo empujo hacia ella, devorando sus labios en un beso que logró encenderlos por completo.
En un impulso, Zoro la tomó fuertemente de las nalgas, alzándola y haciendo que sus piernas se enrosquen en su cintura. La siguió besando, y al tener cerrados los ojos, en un paso en falso, dio la espalda de la morocha contra la pared del corredor. Ésta dio un suspiró y sonrió al entender lo ocurrido al igual que el peliverde, aunque segundos después los dos siguieron en sus asuntos, una guerra de lenguas en la cual ninguno se rendía, ni tampoco tenía planeado hacerlo.
- Kenshi-san.. te.. extrañe.. mucho.. - logró decir entre beso y beso, la linda morocha.
- Lo sé - contestó rápidamente el peliverde tratando de ponerse derecho y seguir su camino hasta la habitación - también te extrañé - dijo al separarse de su onna, creándole una hermosa y enorme sonrisa en los labios.
Una vez dados unos pocos pasos más, se encontraban ya en la puerta de la habitación de Robin, pero poco antes de abrirla..
- Baka, senchou - era la voz de la akage - ¡eso no va ahí!
- ¡Nami! - la voz de Luffy se escuchaba a modo de replica - ¡Tengo hambre y Sanji no va a hacerme el desayuno si no vamos ahora! ¡Onegai, Nami!
- ¡Agh! - se quejó. - Esta bien, vayamos a la cocina.. ¡pero después de desayunar vas a venir a ayudarme! ¿Entendido?
- ¡Hai, Nami! - respondió y el picaporte de la puerta giró.
¡Shimatta!
