NdA: Esta es mi primera incursión en el fandom y decidí tirarme por un WI relativamente sencillo, solo reescribir una escena. ¡Espero que les guste! Los personajes, obviamente, no son mios.
Comían, en esa expectación tensa, propia de la sobrevivencia al aire. Las cosas parecían ir, todo lo bien que se le podía pedir a un mundo tan estropeado como en el que vivían. Bueno, al menos tenían algo de comida y se tenían los unos a los otros.
Michonne y Rick, en silencio, disfrutando del aire nocturno, de la comida salvaje, de estar vivos. De pronto, algo se quebró, metal frio sobre la sien de Rick.
-Ahora sí que la has cagado, cabrón.
El desconocido interlocutor no estaba solo. Varios pares de ojos se asomaban por entre la oscuridad, amenazantes. Todos cargaban armas, en clara intención de acometer no una guerra, sino que una masacre. Rick respiró hondamente, esperando a que el grupo diera a conocer sus intenciones.
Aunque, si, habia reconocido la voz. Y la intuición le habia dicho que estaba en lo correcto.
-Primero…-seguía hablando el mismo tipo, el que tenía la pistola sobre Rick- …nos cargaremos al crío.
Todo sucedió demasiado rápido como para que alguno de los dos, Rick, Michonne, pudiera liberarse del estado de shock que habia caído sobre ellos. Carl sollozando, con los pies en el aire, agarrando de la espalda por un tipo dos veces su porte. Carl con el cuello atravesado de lado a lado, la sangre manándole, incontrolable, manchándole de rojo la ropa.
Carl, con el estómago y el cuello abiertos, tendido en el suelo, muerto. Su rostro infantil, tan empeñado en ser el de un adulto, transformándose. La luz escapando de sus ojos café. El color de sus pómulos, la vida de su corazón, que ya pronto no tendría ningún uso práctico.
Rick solo pudo soltar un alarido. Sabía que iba a suceder en algún momento, preferentemente cuando él estuviese fuera de este mundo. Pero no así, tan inesperado, tan brutal. Sin darle ni una chance de pelear, restregándole en la cara que habia fallado, que toda la gente que quería estaba muerta. Y que su propia existencia no tenía ningún puto sentido.
-Dispárame. Ya- susurro, ronco, al tipo que aún estaba sobre él.
-Oh, no. Estamos casi a mano. Tú mataste a nuestro amigo y nos dejaste rematarle a nosotros, te debemos la misma cortesía.
Los otros, a los que Rick podía verles apenas la cara, sonrieron bobalicones a la propuesta de ojo por ojo, diente. Como los cabrones felices que eran. Michonne le miró, con los ojos vidriosos, como si intentara decirle que era lo mejor para Carl.
Lo que antes era su hijo, sujetado por uno de los cabrones, manoteando al aire, también le dirigió una mirada vacía y un gruñido, invitándole a atacar.
