Oculto entre unos arbustos en el bosque, un chico de cabellos castaños trataba de hacer el menor ruido posible, volteando en todas direcciones con cierta paranoia. Lo menos que necesitaba en ese momento era que alguien lo descubriese.

Colocando su cámara sobre unas rocas, revisó con cuidado que esta tuviese la batería necesaria, pues estaba a punto de filmar otro de sus importantes videos documentales acerca de las rarezas y misterios que, a pesar de no estar apuntados en el libro, merecían ser descubiertos. Quizás se estaba dejando llevar por su curiosidad, quizás era algo más, pero se había determinado a descubrir todos y cada uno de los misterios sin resolver.

Y este, en particular, era uno de los que le causaba mayor inquietud.

—Hola y bienvenidos a "Dipper los guía a lo inexplicable". Hoy investigaremos una anomalía un tanto peculiar— comenzó a explicar, mirando directamente a su cámara mientras se alejaba un poco de esta antes de levantar un cartel hecho con cartón de caja. —La anomalía número 154, "el chico que habla con la nada"— incluso después de decirlo se sentía un poco tonto. ¿Desde cuándo algo así era una anomalía? Tranquilamente podía ser uno o varios amigos imaginarios, pero por los rumores que había escuchado, había demasiado espacio para la duda.

Dejando el cartel en el suelo tomó la cámara con ambas manos, volteándola para asomarla entre las hojas de los arbustos donde se encontraba escondido, enfocándola directo hacia un chico un poco más alto que él hablando solo en la lejanía. Portaba un sweater rojo y sus cabellos oscuros parecían desafiar la gravedad.

Haciendo lo posible por enfocarle y ajustar el zoom, la cámara se tambaleó un poco, casi cayendo de sus manos. Luego tendría que editar eso con la ayuda de su gemela.

—De todas las anomalías esta puede parecer la más normal, pero tengo razones para creer que no es caso de locura, ni tampoco esquizofrenia o amigos imaginarios… fuentes dicen clama poder ver y hablar con fantasmas, ¿Pero será cierto? — cuando creyó haber grabado la suficiente evidencia retornó el zoom a la normalidad, girando la cámara para sostenerla justo en dirección a su propio rostro. —Sea cual sea el caso, lo voy a descubrir.

Dicho eso sonrió con determinación, poniéndole pause a la cámara para dejarla a un lado. Ahora sólo debía seguir espiando a aquel chico como lo había hecho días anteriores, observándolo con la libreta en mano a la espera que algo sucediera… algo que le diera un indicio o una pista para resolver el acertijo.

Llevaba ya un par de días desde que su investigación había comenzado y aún no había descubierto nada relevante, sólo le había visto hablarle al aire tal como si hablara con una persona normal. Sin embargo, cada vez que se encontraba con alguno de los habitantes del pueblo parecía evitarlos, quedándose callado e incluso retrayéndose hasta alejarse de ellos, dejando a su paso malas miradas por parte de aquellos ignorados. Algo no encajaba a la vista de Dipper.

—Dime qué escondes…— susurró entrecerrando los ojos, aún con la mirada fija en el desconocido y llevándose el lapicero a la boca, comenzando a morderlo con cierta impaciencia. Si tan sólo tuviera una pista más… una señal… o si tan sólo no sintiera esa extraña sensación en el estómago cuando se acercaba a él… —O yo lo averiguaré…

Tratando de acercarse un poco más, apoyó la mano sobre una rama, afincándose tanto en ella que terminó rompiéndola por su peso, haciéndole caer fuera de su escondite.

—¡AHH-HAHHH-HAAA!— gritó antes de chocar contra el suelo de cara, casi atragantándose con el bolígrafo, así que terminó escupiéndolo hacia otra parte. El sabor metálico de algo de sangre en su boca ni siquiera fue suficiente para alejar su atención de un pequeño inconveniente; ¡Ahora estaba completamente expuesto al sujeto en cuestión! Esto no era nada bueno para la investigación.

—¿…Tyrone?...

Aún tosiendo por el impacto del lapicero en su garganta, logró sentarse con algo de dificultad, casi ignorando por completo la pregunta en el fondo y estrujándose los ojos para retirar las lágrimas que habían brotado con la tos, hasta que escuchó unos pasos acercarse hacia él, seguidos de un hilo de voz que ya había apreciado con anterioridad.

—Uh… ¿Estás… estás bien?

Era la anomalía 154.

Levantando la mirada con rapidez, se encontró frente a frente con el 'desconocido', frente a frente con el peligro, frente a frente con… esa tediosa sensación que una vez más se acumulaba en el fondo de su estómago cada vez que estaba a tan sólo unos míseros metros junto al chico de orbes azules.

Volviendo a gritar por la sorpresa, se levantó velozmente del suelo, sacudiéndose el polvo de la ropa antes de aclararse la garganta y poder contestar, sin siquiera poder evitar que su voz sonase algo más aguda de lo normal.

—¡No!... ¡Es decir! ¡Sí! Sí… Hahahahaha… oh Gosh…— se llevó la palma al rostro después de tal demostración de nervios. Cielos, ¿Cómo era posible que tan sólo con unas pocas palabras pudiese estropearlo todo? ¿Y si era peligroso? No, por supuesto que no lo era, ¡Era sólo un chico!... ¿Pero y si le había visto espiarle? Ahí sí estaría en grandes aprietos.

Debía escapar… sí, escapar de ahí lo más pronto posible, y más aún por la mirada tan incómoda y algo perturbada que le daba el contrario, aunque si lo hacía seguro resbalaría con una rama o con el bolígrafo y caería de nuevo. ¡Habían demasiadas variables! Todo podía suceder y ninguna de sus ideas funcionaría de acuerdo a su plan mental.

Entre divagación y divagación, comenzó a sudar ante el silencio que se había formado, jugando nerviosamente con sus dedos hasta que se estiró el cuello de la camisa con cierta incomodidad. El calor del verano ya le comenzaba a afectar. ¡Vamos Dipper! Reacciona, di algo.

—Esto es… incómodo, lo sé, lo sé, déjame… empezar de nuevo, ¿Bien?— fue lo que pidió una vez que logró deshacerse de al menos algunos nudos mentales, sabiendo que en cualquier momento podrían aparecer, pero… tenía que hacer caso a los consejos de Mabel, para socializar, lo mejor era simplemente hacerlo en vez de crear toda una lista de pasos para lograr sus objetivos… pues en momentos como estos… no tenía nada a la mano para hacer una lista.

La anomalía, o más bien el chico, parecía querer alejarse de allí, dando un paso hacia atrás y hesitando un poco antes de a penas asentir con la cabeza, accediendo a la petición del castaño. Era evidente que ninguno de los dos sabía cómo manejar esta clase de situaciones.

—Hola, me llamo… Dipper— se presentó por fin el portador de la gorra azul con blanco, extendiendo su mano hacia el más alto. Aunque la retiró casi de inmediato, secando el sudor de la palma contra la tela de su short antes de volverla a estirar, sonriendo de forma torpe.

Norman, observando aquella sucia y húmeda mano hizo una ligera mueca, estirando la suya sin mucho ánimo para a penas estrecharla con la de 'Dipper'. —Norman, Norman Babcock— se presentó sin mucho entusiasmo luego de algunos segundos, llevando entonces ambas manos a los bolsillos de su sweater. Parecía estar incómodo, pero el castaño no lograba identificar el por qué.

—No eres un montón de gnomos, ¿Verdad?— bromeó el menor de los Pines, riendo un poco al recordar los sucesos del primer día con el diario, obteniendo como respuesta un inclinar de la cabeza por parte del más alto, aparentemente en confusión, seguido por una pequeña risilla.

—No, no lo soy— contestó Norman negando con la cabeza. De acuerdo, el primer contacto con la anomalía estaba hecho, pero aparte de algunas miradas que daba hacia uno de los lados de Dipper no había nada fuera de lo común, sólo parecía… un chico más. ¿De verdad se habría equivocado?

—¡Bien! Porque hace poco más de un mes, un montón de gnomos secuestraron a mi hermana, ¡Pero logramos detenerlos sin problemas!— alardeó mientras se cruzaba de brazos, hablando con un tono bastante emocionado.

—Tú… uh… ¿De verdad los has visto también?

Esa pregunta tímida fue lo que llamó más la atención del castaño. ¿Norman sabía de los gnomos? ¿Pero cómo…? Creía que toda experiencia paranormal había sido borrada de las memorias de los habitantes por parte de la Sociedad del Ojo Ciego, aunque era probable que el chico los hubiese visto luego de ello.

—Así es ¿Entonces los has visto? ¡Esto es increíble! Porque nadie más parece recordar o reconocer que hay algo extraño en este pueblo— eso sí que era un hallazgo, debía mantener ese pequeño hecho en su mente para luego anotarlo en su libreta, pues era una pista más acerca del misterio que Norman representaba.

Sin embargo, antes que el más alto pudiese decir algo, Dipper se percató que sus pertenencias aún seguían regadas en el suelo, así que se agachó para recogerlas. Norman, al ver esto, no pudo evitar el recordar todas las veces que sus compañeros de clases lo empujaban y le hacían caer sus cosas, por lo que se arrodilló igualmente, ayudando al castaño. Una vez que terminaron, Babcock le entregó lo recogido a Dip, quien agradeció mientras guardaba todo dentro de su mochila.

Fue en ese momento cuando "la anomalía" se sobresaltó sin ninguna razón aparente, hesitando mientras jugaba con las mangas de su sweater.

—Uhm… tengo que seguir— sonrió apenas, señalando en otra dirección con su pulgar mientras daba un paso hacia atrás. Y con estas señales, el menor de los Pines cayó en cuenta de lo que sucedía; posiblemente Norman se había percatado que le estaba espiando.

Sintiéndose algo nervioso de repente y jalándose el cuello de la camisa trató de mantener la calma, aunque evidentemente no estaba haciendo un buen trabajo. —Sí… sí, claro Norman, ¡Nos veremos después!— su voz sonaba temblorosa y algo más aguda de lo usual, enfrentándose de nuevo a un momento incómodo que no estaba dispuesto a pasar. Sin pensarlo mucho se apresuró a hacer una retirada, dejando al más alto en completa soledad.

… ¿O no?...

—¡No te preocupes Norm! No te está mintiendo si eso es lo que te incomoda— un espíritu muy parecido al castaño con un 2 en su gorra flotaba justo al lado del médium, quien suspiró apretando el agarre de su propia mochila.

—Sí… pero… no lo sé— se encogió de hombros. —Me siento más cómodo contigo— para ser sinceros, ya había tenido demasiada interacción con seres vivientes el día de hoy, prefería quedarse en compañía de aquellos que carecían de vida.

—No es un mal chico, después de todo, somos la misma persona— aseguró Tyrone, dirigiéndole la mirada a Norman, pero este sólo asintió y guardó silencio.


Abriendo la puerta y apresurándose hacia el ático subió las escaleras sin cuidado, escuchando cómo su tío se quejaba porque podría "romper otro peldaño con sus pasos" pero ignorándolo por completo, hasta que por fin entró en la habitación compartida.

—¡Mabel!— llamó a su hermana con emoción.

La chica se encontraba sentada en su cama junto a Pato, teniendo frente a ellos su estación improvisada de radio, un letrero de cartón con el título "May-may y el cerdo AM" guindaba de la mesita que sostenía el teclado electrónico de efectos.

—Esta es May-may y el cerdo, ¡Transmitiendo en AM con nuestro nuevo invitado! El investigador paranoico— presentó a su gemelo apenas este entró, presionando uno de los botones para reproducir una grabación de aplausos que llenaron la habitación.

—¿Qué…?— Dipper negó con la cabeza. Este no era el momento para aclaraciones. —Mabel, finalmente lo hice, ¡Tengo más información de la anomalía número 154!— explicó, sentándose en su cama y sacando la libreta para poder anotar sus nuevos descubrimientos, mientras más rápido los anotase mejor.

—¡Ohh! Tenemos grandes noticias, pero primero; a comerciales. ¡Suéltalo Pato!—y tomando la patita de su cerdo mascota hizo que este presionara un botón, simulando una pausa en su programa. —¿Anomalía 154?

—Su nombre es Norman y…— pudo haber continuado con su explicación, de no ser porque se vio interrumpido por la castaña.

—Espera, ¿Hablas del montón de gnomos?

—No esta vez, es… sólo un chico— Dipper se encogió de hombros, llevándose el lapicero a la boca tratando de recordar qué le faltaba por anotar.

—¡Ahí tienes Dip! ¿Lo ves? Es sólo un niño normal, él no es uno de tus misterios ¡Boop!— le dio un toque en la nariz al menor, tan sólo para evitar que se formara tensión.

El gemelo masculino sacudió la cabeza, pasándose la mano por la nariz para quitarse la sensación que el toque le había dejado. —¡No me estás escuchando! Norman no es lo que aparenta, ¡Él sabe acerca de las criaturas del bosque! Y lo vi hablando de nuevo con la nada.

—Aww, Dipper, es sólo un niño normal con un amigo imaginario, estás siendo paranoico.

—¿Yo qué? Mabel, no estoy siendo paranoico, él está escondiendo algo—insistió el más bajo. Si Mabel no le creía estaba dispuesto a recolectar las pruebas necesarias para demostrar su punto, tenía su cámara, su cuaderno de notas y determinación, nada podría detenerle.

—Ok, ok— Mabel sonrió. —¿Qué tal si voy contigo la próxima vez? ¡Estoy segura que puedo ayudarte a descubrir si esconde algo o si es especial como dices!— propuso con ánimo. Además… quién sabe, quizás podría resultar en una nueva oportunidad para rescatar lo poco que quedaba de sus desastres amorosos del verano.

—Suena bien para mí, ¿Mañana en la mañana?

—¡Cuenta con ello!— aceptó sin dudar un segundo más, chocando las palmas con su hermano.

—Flip Flap Blubliliblup ¡Gemelos!