Disclaimer: Ninguno de los personajes que hay en este fic son míos, pertenecen a la británica JK Rowling quien se ha convertido en multimillonaria gracias a ellos. Desde aquí digo que la envidio profundamente por su éxito pero que gracias por escribir una historia como la de Harry Potter.

Advertencias: Esta historia está calificada como M por algunas escenas de violencia pero también por el explícito contenido sexual. Personas que sean pudorosas o que simplemente no les guste leer escenas con tintes de violencia y lemmon absténganse de comentar cualquier burrada o si lo hacen por lo menos yo no me sentiré culpable de no haber avisado.

CAPITULO I (1/10)

Otra noche más en la que me he despertado de madrugada y empapada en sudor, otra noche más en la que al abrir los ojos asustada he tanteado la mesilla de al lado de mi cama para encontrar la varita y conjurar un Lumus, otra noche más asustada por si él ha logrado entrar en nuestra casa para llevar a cabo su amenaza. De nuevo el miedo me ha impedido dormir más de un par de horas seguidas, de nuevo vuelvo a estar sentada en uno de los sillones del salón con una taza de té caliente entre mis manos y una manta rodeando mi tembloroso cuerpo.

Sus palabras fueron muy claras: "No verás empezar un nuevo año si no vuelves conmigo". El valor gryffindor que siempre me ha caracterizado desaparece cuando tiene que ver con él, cuando él lanza una amenaza tan directa y real. Draco es capaz de todo por tenerme a su lado, por hacerme volver con él y rebajarme hasta límites insospechados. Harry y Ron no saben el porque de nuestra ruptura, ellos dos no saben que estoy amenazada de muerte y que estas navidades que ellos están de misión especial en Nueva Zelanda muy posiblemente serán mis últimas.

Suspiro, me levanto del sillón que compré al vender los muebles que él había pagado. Mis pasos temblorosos me guían hasta la ventana del salón, miro por ella para comprobar que todo está silencioso en la nevada calle del centro de Brighton. A pesar de ser casi fin de año, faltan dos días para Nochevieja, no hay ni un alma por la calle pasadas las cuatro de la madrugada. Más tranquila, mucho más serena, dejo la taza de té encima de la mesita que hay frente al sillón. Antes de apagar completamente la chimenea escucho un ruido fuera, muy débil y que otra persona podría dejarlo pasar, yo no. Lentamente me giro y al otro lado de la ventana me encuentro con los ojos grises que me enamoraron. Draco, con su sonrisa ladeada y cruel, está al otro lado del cristal y tengo claro que ha venido para terminar conmigo porque yo no pienso volver con él.

— Hola, querida Hermione

Puedo leer perfectamente que dicen sus labios, esos labios que durante los más de cuatro años que estuvimos juntos me dieron mucho placer pero que ahora simplemente me repugnan. Él sigue como siempre con su pelo rubio todo repeinado, sus fríos ojos grises y su porte distinguido que destila soberbia. Draco es todo un slytherin, uno astuto que sabe como acobardar a una leona valiente como lo soy yo cuando estoy rodeada de mis dos mejores amigos. Harry y Ron, si pudiera avisarlos, si pudiera hacerlos volver de su misión especial en Nueva Zelanda para el cuerpo de aurores.

— No te voy a dejar entrar, Draco

Se que aunque haya susurrado las palabras él me ha escuchado, él sabe lo que he dicho y lo noto en su expresión. Su sonrisa se ha ampliado, se ha vuelto más fría y despiadada, sus ojos se han entrecerrado y su mano derecha se ha dejado ver con su varita en la mano. Se que no voy a estar mucho más tiempo así, yo dentro y él fuera. Mi ex novio conseguirá en pocos minutos irrumpir en nuestra casa y si nada lo impide terminará con mi vida. El mayor instrumento que tengo en mi valor, mi prodigiosa mente, empieza a pensar de forma desesperada en lo que hacer. Sin poder avisar a Harry y a Ron, sabiendo que voy a ser incapaz de lanzarle un Avada a la persona que más he querido en mi vida, lo única cosa que se me ocurre para poder salir con vida es interrumpir el sueño de Severus Snape, el mejor mago que conozco junto con Harry. Desesperada, viendo como Draco está intentando abrir la puerta con el hechizo Bombarda Maxima, me arrodillo frente a la chimenea y pido que me conecten con la chimenea de las habitaciones privadas del director de Hogwarts. Sin saber si Snape está despierto o dormido simplemente grito que necesito ayuda, que él me va a matar. No me da tiempo a nada más, a saber si mi llamada de socorro ha sido escuchada o no por mi antiguo profesor, el impacto de un hechizo contra mi espalda me hace sentir dolor.

— ¿A quien estabas avisando, Hermione?— pregunta Draco sentándose en una silla y mirando como me retuerzo de dolor en el suelo

— No te importa, Draco

Mi respuesta le causa gracia durante unos segundos, una carcajada que helaría la sangre hasta al mismísimo Voldemort, después vuelve a poner su mueca de superioridad. Intento no chillar de dolor, no darle el placer de ver como el Crucio me está destrozando por dentro. No se cuanto tiempo estoy sufriendo la tortura de mi ex, no se si solamente son unos segundos o son horas, lo que si que se es que él se está divirtiendo. Draco me matará pero no de una forma rápida e indolora, él me está mostrando que sufriré de una forma tan lenta que desearé no haber nacido.

— Te equivocas, Hermione— escucho que dice desde casi mi estado de inconsciencia— Todo lo que tenga que ver contigo me importa, todo el mundo con el que te relaciones me importa. No se te habrá ocurrido avisar al cuatro ojos de Potter o la a comadreja de Weasley, ¿verdad?

Su pregunta llega acompañada de una fuerte bofetada, un golpe que me hace reaccionar levemente y que me arranca lágrimas de los ojos. No es la primera vez que él me golpea, pero sí es la primera vez que noto tanta frialdad, es la primera vez que se que él no parará. Salgo de mis pensamientos al recibir otra fuerte bofetada por parte de Draco. Se que no duraré mucho más, que cuando reciba el siguiente Crucio caeré en la inconsciencia y que ya no volveré a despertar. Pienso en Harry y en Ron, mis dos mejores amigos, mis dos hermanos que siempre me advirtieron de que Malfoy no era buen partido. También cruza mi mente la imagen de mis padres, ellos que viven en Australia y que desde hace ocho años no saben ni que tienen una hija. Después de pensar en las dos personas que me trajeron al mundo y las dos personas que siempre me han apoyado, hago un último esfuerzo y miro a mi ex a los ojos grises. Draco por un solo instante muestra debilidad, un instante tan efímero que me lo he tenido que imaginar.

— Vete al infierno, Draco

Se que esas serán mis últimas palabras, se que después de susurrarle que se vaya al infierno terminará con mi vida pero por lo menos tengo que demostrar que soy gryffindor. El sombrero seleccionador me puso en la casa de Godric, en la casa de los leones, en la casa de las personas que tienen valor. Si voy a morir no va a ser suplicando, no va a ser pidiendo clemencia, va a ser mandando al maldito de mi ex al infierno porque soy una leona que tiene su dignidad. El valor y la dignidad que habían desaparecido al dejarme ningunear por el hijo de Lucius, por Draco, vuelve a aparecer a las puertas de mi muerte.

— Te quiero y siempre te querré a pesar de todo, Hermione

Mi mundo se vuelve negro de repente, todo desaparece y voy cayendo en un vacío en el que resuenan las palabras de Draco una y otra vez. Mi asesino, la persona que me ha dado una paliza que me causará la muerte, simplemente se despide declarándome su amor. Si estuviera en condiciones me reiría, simplemente lo haría, pero ahora simplemente quiero dejar de caer al vacío y poder descansar después de tanto tiempo sin poder hacerlo. Morir es mejor que estar siempre en guardia por si él aparece, por si él está al doblar una esquina.

OOOOOOOOO

— Granger...Granger...Hermione

Una voz está diciendo mi nombre, una voz muy lejana me está llamando. Intento abrir los ojos, quiero ver quién me está llamando porque no reconozco la voz. El dolor que me produce conseguir abrir levemente un ojo es extremo, no recuerdo haber tenido nunca un sentimiento de dolor tan agudo con unos pinchazos tan molestos. Abrir levemente uno de mis ojos me hace ver algo negro, una masa negra, de repente recuerdo todo y se que quien me está llamando es Snape. Draco no me ha asesinado, Snape debió llegar y salvarme la vida. Intento agradecerle, quiero que sepa que le debo la vida, pero de nuevo vuelvo a sentir el agudo dolor al intentar abrir la boca para pronunciar un agradecimiento.

— No intente hablar, Granger— escucho que dice Snape preocupado, sin su habitual tono impersonal— Beba esto

Intento separar los labios para poder tomar la poción, de nuevo me es imposible por el dolor que eso me provoca. No se si él se ha dado cuenta de que parezco estar como paralizada y que me es imposible mover mi cuerpo. Sin ser capaz de abrir mis labios noto como algo está presionándolos, el dolor se vuelve más intenso cuando el líquido logra traspasar mis labios y se cuela por entre mi garganta. De nuevo vuelvo a sentir que mi mente está cayendo, que en unos segundos todo se volverá negro para mi.

OOOOOOOOO

Los molestos rayos de Sol consiguen que abra lentamente los ojos, lo primero que noto es el dolor que me atenaza todo el cuerpo. Cuidadosamente, de una forma muy lenta, consigo levantar mi brazo y llevar mi mano hasta mi cabeza que me duele horrores. Pasados unos segundos noto como no estoy en mi casa, el techo no es el de mi casa de Brighton, confundida y desorientada intento voltearme sin éxito. El sentimiento de angustia empieza a crecer en mi interior cuando noto como una mano se posa suavemente en mi hombro, causando de nuevo un gran dolor.

— Gracias a Merlín que has despertado, joven Granger

¿Madame Pomfrey?. Imposible que sea ella, el techo no es el de la enfermería de Hogwarts y además no tendría ningún sentido estar en mi antiguo colegio. A pesar de que es imposible es ella, la misma que nos cuidaba cuando terminábamos en la enfermería después de una de nuestras aventuras en la época escolar.

— ¿Dón..dónde estoy?

— Voy a avisar al director de que has despertado

Escucho como se va, como cierra la puerta del lugar en el que estoy e intento pensar como he llegado hasta un lugar donde está Pomfrey, un lugar que muy probablemente sea Hogwarts. Cierro los ojos, me concentro, pienso y simplemente recuerdo estar despidiéndome de Harry y de Ron antes de que partieran a Nueva Zelanda, después de eso simplemente oscuridad. Con mucho esfuerzo vuelvo a abrir los ojos al escuchar un sonido que rompe el silencio. Mis ojos siguen fijos en el techo, por eso no es hasta que la persona que ha entrado se inclina levemente sobre mi que veo quien es. Snape. El pelo negro, sin aspecto grasoso como en la mayoría de ocasiones, los ojos profundamente negros y preocupados, el aspecto pálido de su piel y un rictus tenso en los labios. La imagen que pueden captar mis ojos de mi antiguo profesor de pociones es la misma que en mis años de colegio, obviando la preocupación que puedo observar.

— Granger

— Snape, ¿dónde estoy?

Antes de responder deja escapar un suspiro que parece ser de alivio. Nunca antes había visto a Snape en semejante estado, nunca antes lo había visto preocupado por nadie. Desde que lo conozco, tanto a nivel de profesor cuando yo estudiaba en Hogwarts como después al encontrármelo en diversas ocasiones, nunca lo había visto tan aliviado.

— Está en Hogwarts y está a salvo— contesta en un tono bajo y con efecto tranquilizador— Potter y Weasley están viniendo, los ha tenido muy preocupados

— ¿Por qué?

— ¿No se acuerda de lo que le ha pasado?— pregunta Snape, consiguiendo por mi parte una mirada de incomprensión— ¿No recuerda que el joven Malfoy irrumpió en su casa?

Draco. Mi llamada desesperada a Snape por la chimenea. Draco entrando en nuestra casa para matarme aunque no sin antes recordarme su amor. Snape haciéndome tragar una poción que muy posiblemente me ha salvado la vida. Todo acude a mi mente de repente, todo llega de golpe consiguiendo que cierre los ojos un instante para volverlos a abrir enseguida. Hogwarts. Estoy en Hogwarts, Snape me salvó la vida y me ha mantenido en un lugar seguro. Harry y Ron están en camino, mis dos mejores amigos verán lo que Draco me hizo y lo que yo no fui capaz de impedir, no quiero que ellos me vean así.

— No quiero, Harry y Ron no

Los ojos negros, que no han dejado de mirarme, no comprenden que quiero decir. Antes de que pueda decirle de nuevo que no quiero que mis dos mejores amigos me vean así, que me da vergüenza que ellos vean lo que me ha hecho Draco, la puerta se abre otra vez. Harry y Ron se abalanzan encima de mi, no tardan ni un segundo en llegar desde donde está la puerta hasta la cama en la que estoy. Los dos me abrazan sin darse cuenta que me están haciendo daño, que mi cuerpo necesita no ser tocado por nadie. Snape si se da cuenta, él si ve como estoy a punto de dejar caer las lágrimas que se agolpan en mis ojos por el dolor que me causan los abrazos de mis amigos.

— Están lastimando a Granger

Avergonzados, Harry y Ron se separan inmediatamente de mi. Los dos me miran, miran mis ojos llenos de dolor y me piden perdón en repetidas ocasiones. Mis dos mejores amigos se sienten mal por haber actuado antes de pensar, por haber estado tan contentos al verme despierta que no han tenido en cuenta que todavía mi cuerpo está adolorido.

— Snape— susurro, necesito agradecerle antes de que tenga la oportunidad de irse— Gracias por salvar...salvarme la vida

— Draco ya no la volverá a molestar, Granger— responde de forma seria, su forma de aceptar unas disculpas a las que no está nada acostumbrado— Me he encargado personalmente de ello

Escucho como Harry le agradece a nuestro antiguo profesor que llegara a tiempo para salvarme la vida, Ron por el contrario no dice nada. Desde que Harry acabó con Voldemort, desde que Snape salvó su vida de la mordedura de Nagini, la relación entre ambos casi se podría decir que es de amistad. En los ocho años que han pasado, muchas han sido las veces que mi amigo de verde mirada ha acudido a Snape para pedirle consejo. Harry siempre nos ha dicho que Severus es el mejor mago al que acudir para pedir consejo o ayuda, posiblemente por eso mi mente se acordó de él para que me salvara la vida.

— No sabes lo preocupados que estábamos, Hermione— dice Ron cogiendo con mucha suavidad una mano mía y colocándola entre las suyas— Cuando Snape nos avisó, nos contó lo que ese hijo de puta de Malfoy te había hecho...

Mi pelirrojo amigo deja la frase sin acabar, sin decir lo que Draco me ha hecho, sin poder decir que el chico sobre el que tanto me advirtieron casi termina con mi vida.

— Si no se llega a ser por Severus, si él no llega a aparecer— dice ahora Harry— Todo es nuestra culpa, nosotros no nos dimos cuenta de lo que él te estaba haciendo. Malfoy te alejó, te mudastes con él a Brighton, tú siempre nos decías que todo iba bien y nosotros no nos dimos ni cuenta— termina lamentándose con lágrimas en sus ojos verdes

— Nada es culpa vuestra— susurro, intentándome incorporar y fallando estrepitosamente aunque Harry y Ron al darse cuenta me ayudan con mucho cuidado— Todo es culpa mía

Me duele la garganta de hablar, me arde de pronunciar las pocas palabras que he intercambiado primero con Snape y después con mis dos mejores amigos. Ellos se dan cuenta que el esfuerzo de hablar me produce dolor, por mi expresión deben de haberse dado cuenta que la garganta me arde. Harry intenta hacerme sentir mejor aproximándome una botella de agua a los labios, solamente bebo un poco para saciar mi sed repentinamente aparecida.

— Tú no tienes la culpa de nada, Herm— rechaza Ron enfadado por mis palabras— El culpable de todo es Malfoy, el rubio ese que si ahora lo tuviera delante iba a salir muy mal parado. Snape se ha ocupado de él pero no creo que se haya ocupado lo suficiente, si me lo hubiera dejado a mi lo hubiera despellejado con mis propias manos

No se que habrá hecho Snape con Malfoy, no lo se ni tampoco quiero saberlo. Simplemente quiero sentirme segura y dejar de sentir el dolor que siento en cada centímetro de mi cuerpo.

— Ahora estás a salvo en Hogwarts, Severus me ha prometido que te dejará quedarte aquí todo el tiempo que tú quieras. Ahora estás en sus aposentos privados de director, lo ha acondicionado todo para que puedas recuperarte tranquilamente— me informa Harry con suavidad— No te llevó a San Mungo porque está lleno de periodistas y no quería que fueras la noticia estrella de inicios de año

Snape me ha salvado la vida, me ha protegido para que la prensa sensacionalista, como El Profeta, no haga carnaza de mi desgracia y encima me ha cedido su habitación. No se si algo podría sorprenderme más de lo que ya me ha sorprendido lo que me han comunicado. Apabullada con tanta información sorpresiva mi mente reclama un descanso, así que así se lo hago saber a mis dos mejores amigos.

— Chicos, estoy cansada

— Nosotros ya nos vamos entonces, tienes que descansar para recuperarte cuanto antes— dice con una tenue sonrisa Harry, intentando con ella animarme— Cualquier cosa que necesites, comunicaselo a Severus y él nos lo dirá a nosotros. Estás protegida y en buenas manos, Hermione

Harry me besa primero la mejilla suavemente y después se inclina sobre mi frente para besarla también. Ron simplemente me acaricia otra vez más la mano que tiene entre las suyas, con él siempre he tenido una relación de amistad más extraña que con mi amigo de ojos verdes, con Ronald siempre me he peleado más y me he abrazado o besado menos.

Los veo salir de la habitación a los dos en silencio, mirando al suelo y con los puños tan apretados que los nudillos están blancos. Harry y Ron se siguen sintiendo culpables por lo que me ha pasado, por no haber estado cerca para haberlo impedido, por no haber sido ellos los que acudieran en mi ayuda en vez de Snape. Severus Snape, director de Hogwarts y hombre que me ha cedido sus aposentos de director del colegio. Unos aposentos bastante amplios, austeros tanto en mobiliario como en decoración. La cama en la que estoy, que seguramente es la suya, un armario donde debe de guardar todas sus túnicas negras y sus levitas, un escritorio con una silla, varias estanterías con libros, y una cama pequeña donde intuyo que dormirá él mientras yo esté ocupando la suya. La amabilidad del que fuera jefe de la casa de slytherin me tiene muy confundida, una cosa es que sea el hombre más valiente que he podido conocer alguna vez y otra muy distinta que sea tan hospitalario.

— Granger— dice la voz grave y tranquilizadora de mi anfitrión y salvador— Se que está cansada pero necesito que sepa que si necesita algo debe apretar este botón, Poppy o yo acudiremos a ver que necesita. Ahora si me disculpa tengo unos asuntos que atender en mi despacho

— Snape— susurro antes de que se marche— ¿podr...podría ayudarme a tumbarme?

En vez de dar una respuesta con palabras lo que hace es colocar sus brazos bajo mi cuerpo, uno bajo el cuello y el otro bajo las rodillas. De una forma muy cuidadosa, evitando hacerme más daño del que ya me está haciendo, me ayuda a tumbarme y a estar cómoda. Al haber terminado su tarea, al ya estar yo tumbada, se despide con un leve movimiento de cabeza. Durante unos segundos mantengo todavía los ojos abiertos, poco a poco los voy cerrando para dejarme acunar por Morfeo entre sus protectores brazos.

TBC...

Hasta aquí el primer capítulo de esta nueva historia que contará con 10 capítulos que subiré semanalmente entre el sábado y el lunes.

Se que quizás este primer capítulo ha podido resultar duro, el tema de los malos tratos de Draco a Hermione no es un tema para tratarse de forma frívola y espero haberlo hecho de la forma correcta. Si alguien opina que no he tratado el tema con el respeto que merece pido disculpas, no era para nada mi intención.

El segundo capítulo ya empieza a ser menos duro, la historia realmente aunque tenga tintes de drama es básicamente de romance como podréis comprobar en los siguientes capítulos.

Nada más me queda por decir aparte de que espero saber que os ha parecido el fic y que muchas gracias por darle una oportunidad a quienes hayáis leído el capítulo.