Amortentia
Capítulo 1
Draco Malfoy caminó a toda velocidad, a zancadas, hacia la biblioteca de Hogwarts. Iba sin la comitiva que solía acompañarlo, pues la había despachado de mal humor tras un día horrible donde todo le salió mal, en especial en clase de pociones, en la cual Snape le riñó delante de los demás estudiantes. Los estúpidos de Gryffindor bien que se habían reído a su costa, como San Potter y el pobretón de Ron Weasley.
Para colmo, el profesor Snape lo había castigado. Debía entregarle copiadas 15 pociones, ni más ni menos, para el día siguiente. Así que tuvo que ausentarse de los entrenamientos de Quidditch e ir a la biblioteca para quitarse aquel muerto de encima.
Al entrar no encontró demasiados estudiantes, lo cual le alivió, porque no le gustaba ir allí.
Algunas chicas de Hufflepuff lo miraron y echaron unas risillas coquetas, lo cual hinchó su ego. Les dedicó una sonrisa ladeada de las suyas.
Fue directo a la sección de pociones y buscó, entre los pasillos, y con la lista en la mano, los libros que necesitaba para encontrar las que debía copiar. Dejó los volúmenes sobre una mesa y siguió buscando con cara de mal humor. Al volver se encontró a Hermione Granger sentada en la mesa donde había dejado sus cosas.
—¿Qué haces en mi mesa? —dijo con brusquedad.
—Las mesas no son de tu propiedad, Malfoy. Allí tienes más.
—Pues vete tú —fue seco al decirlo.
Ella lo ignoró, sin levantar la vista de su libro.
Draco se sentó pesadamente en la silla, apartando los libros hacia un lado y golpeando los de la chica, que le echó una mirada castaña cargada de molestia.
Ninguno pensaba ceder el espacio.
El platino se dedicó a copiar una tras otra, diligentemente, todas las pociones. Sin embargo, le faltaron dos que fue incapaz de encontrar.
Desesperado las buscó por lo cientos de libros de pociones que poblaban las estanterías.
Observó a Hermione sacar dos ejemplares y volver a la mesa. Luego la escuchó irse, por lo que volvió para recoger también sus cosas, hastiado ya de todo y deseando volver a la sala común y que le doraran la píldora un rato.
En la mesa vio los libros de Hermione, que había dejado allí abiertos, al lado de la libreta donde él copió las otras 13 pociones.
Dio la vuelta al mueble y observó señaladas las páginas cos las dos pociones que le faltaban. También unas correcciones en sus notas.
No supo si sentirse agradecido o burlado.
¿Ella lo había hecho para reírse o para ayudarlo?
Maldita sangre sucia con pelo de arbusto y cara de mala leche. Siempre tenía que ser mejor estudiante que él y demostrarlo.
Draco se fue con los libros y el ego tocado, pero al día siguiente el profesor Snape le dio 10 puntos a Slytherin por entregar las 15 pociones perfectas y sin fallos.
Y todo gracias a la come libros, por lo que comenzó a pensar que no había sido para burlarse de él y le costó comprenderlo.
Hermione se despidió de Harry y Ron para acudir a la biblioteca, cosa habitual en ella. Se aposentó en su mesa de siempre y abrió los libros. Cuando se dispuso a tomar unas notas, Draco Malfoy dejó caer su mochila sobre la tarima, pesadamente, y se sentó frente a ella con una sonrisa extraña. Le miró unos segundos y siguió a lo suyo.
—¿Qué haces?
—Estudiar.
Draco no supo cómo seguir la conversación. No estaba acostumbrado a que las chicas le ignoraran con tanta desidia.
Carraspeó sin obtener resultados, así que sacó sus cosas de la bolsa y garabateó unos apuntes.
Cogió unos caramelos de la túnica y los puso sobre el estuche de Hermione. Ella miró de reojo aquello y luego le observó a él, con desconfianza.
—¿Qué quieres?
—¿No te gustan?
—Sí, pero no si vienen de ti. ¿Qué pasa? ¿Te aburres y vienes a molestarme? ¿Crees que voy a aceptarlos? Con suerte solo me darían diarrea, a no ser que los hayas envenenado para que me muera.
Draco se quedó descolocado, pues no los había puesto allí con ninguna de esas intenciones. Los asió y llevó a la boca, para que ella viera que no pasaba nada.
Hermione siguió a lo suyo, que era estudiar.
—¿Vas a ir al baile? —preguntó el rubio.
Hermione se quedó pasmada ante aquello.
—Iré, como todos.
—Sola, seguro ¿O piensas ir con ese estúpido de Potter y su amiguito el pobretón?
La chica cerró sus libretas y las apiló diligentemente. Luego se levantó para marcharse, dejando solo a Draco, que escupió uno de los caramelos en un acto de rabia.
No sabía como darle las gracias por su ayuda y solo se le ocurrió aquello. Lógico su desconfianza.
Si sus padres supieran que quería agradecer a una sangre sucia la ayuda prestada, lo habrían mirado con decepción. Pero no se iban a enterar, así que le dio igual.
La joven bruja salió de la Biblioteca dando zancadas y se fue directa a la sala común y luego a su habitación. Lavender estaba allí, hablando con Pavarti sobre el maldito baile y con quién iban a ir.
—Hermione, ¿es verdad que Krum te ha pedido ir?
—Sí.
—¡Es tan guapo!
La chica sonrió un poco, azorada.
—¿Ya has pensado el vestido?
—La verdad es que no me van mucho esas cosas.
—¡No digas tonterías! Es genial, qué suerte.
—La estúpida de Pansy va pavoneándose porque irá con Malfoy.
—No tiene nada de extraño eso, la verdad —comentó Hermione—. Son tal para cual, un par de egocéntricos insoportables. No sé qué le ven las chicas a Malfoy.
—Es guapo y tiene dinero.
Las chicas comenzaron a reírse, pero Hermione puso cara de asco.
Luego pensó en los caramelos, que resultaron ser normales, y se sintió un poco mal. Draco, tal vez, no tenía otro modo de darle las gracias por la ayuda con las pociones.
El rubio platino estaba sentado en su butaca, dentro de la sala común, pensando en la chica con pelo de arbusto, semblante serio y ojos castaños. Cuando la conoció, siendo niños, se fijó en sus enormes dientes delanteros, que ya estaban corregidos. Sonrió al recordarlos.
—¿En qué piensas, Draquito?
Pansy se sentó sobre su regazo y Draco la empujó de mala gana, tirándola al suelo al levantarse.
—¡Ay! Qué bruto…
—Me voy a dormir.
Se metió en su cama y cerró los ojos. Aún tenía el sabor a fresa en el paladar, por los caramelos que ella había rechazado. El corazón le latió un poco al pensar en que volvería a verla en la clase de pociones al día siguiente, y eso le hizo dar vueltas entre las sábanas, confundido.
—Maldita sangre sucia… —murmuró antes de dormirse.
Hermione sentía la mirada de Draco a su espalda. Normalmente, este no se sentaba tan cerca, pues la repudiaba a muerte. Aunque llevaba ya 3 días extrañamente interesado en ella. Sabía que algo tramaba, porque no tenía otra explicación. Aun así, prefirió no decir ni pio a Ron y a Harry, porque bastantes grescas habían tenido ya con Malfoy en lo que iba de curso. Tendría que lidiar ella sola con el problema.
Durante la clase le llegó un pequeño pajarito hecho de papel. Lo notó en el pelo, atrapado entre sus abundantes rizos. Se lo sacó y lo miró; era minúsculo. Le costó un poco desplegarlo. Encontró escrita la palabra "gracias" y una D.
No pudo evitar sonreír. Aquello no se lo esperaba de Draco Malfoy. Pese a ello, no se dio la vuelta, hubiera sido muy raro.
Este, por su parte, hizo la pequeña pajarita de papel y sopló. Hubiera querido que le llegara a la mesa, pero se quedó en sus cabellos castaños. Afortunadamente, Hermione lo notó y la cogió. No hubo aparente reacción.
Cuando la clase se terminó, ella se levantó y se fue a la siguiente, que no compartían.
Se sintió algo confuso, pues se esperaba al menos una mirada, una leve sonrisa, no que lo ignorara tantísimo.
Aquello lo perturbó. Tomó la decisión de pasar del entrenamiento de Quidditch e ir directo a la biblioteca, poniendo alguna escusa creíble. También hizo caso omiso de Pansy & company.
La joven Gryffindor volvió a encontrarse a Draco Malfoy sentado en su mesa habitual de estudios. Se sentó enfrente y abrió los libros. Notó la mirada gris penetrante sobre ella. Dejó el lápiz, cruzó los brazos y se recostó sobre el respaldo. Miró al rubio a la cara, directamente. Este parpadeó, pero no apartó el rostro.
—¿Quiere algo de mí, Malfoy? ¿Más ayuda? Me temo que no voy a prestarte más si me acosas así.
—No te estoy acosando, Granger.
—La Biblioteca está casi vacía, es viernes, me suena que los de Slytherin tenéis entrenamiento… ¿Qué haces aquí? Otra vez.
—No necesito tu ayuda, sangre sucia —soltó de pronto, ofuscado.
Se levantó tirando la silla al suelo.
—Malfoy, no hagas ruidos —le reprendió la chica, en un susurro.
—Me digno a darte las gracias por lo del otro día, y me hablas así.
—¿Esperas que te dé las gracias porque me las has dado tú?
—Rechazas los caramelos, pasas de mí en clase de pociones, y poco más que te molesta mi presencia.
—Esto es el colmo, Malfoy.
Hermione cogió sus cosas y se levantó, decidida a irse.
—He faltado al entrenamiento para venir aquí.
—Ese no es mi problema, hurón.
Malfoy frunció el ceño, cabreado. Aún tenía muy presente a Ojo Loco Moody y lo que le había hecho. Solo pensar en aquel hombre le estremeció.
Antes de que el rubio abriese más la boca, Granger sacó su varita y se la puso en el pecho a Draco, que reculó contra la mesa.
—Te ayudé porque me estabas poniendo de los nervios, levantándote y sentándote cada dos por tres. No parabas de removerte en la silla, y bufar, soltando maldiciones por lo bajini. Así que por eso te di los puñeteros libros necesarios. Además, corregí tus notas porque no soporto ver fallos. Y si piensas que te dé las gracias, encima, después de llamarme sangre sucia, es que no me conoces lo suficiente.
Bajó la varita y se marchó.
Draco frunció el ceño y se llevó la mano al pecho, para frotarse la zona donde había estado la punta de la varita, bien apretada.
Aquella chica le ponía furioso.
Al final fue a mitad de entrenamiento y se desfogó de lo lindo con sus compañeros, que no se atrevieron a decirle palabra.
Pansy no animó desde la grada y luego lo esperó en la butaca donde solía sentarse. Sin embargo, Draco pasó de largo y se metió en su habitación dando un portazo.
Se quitó la ropa y se metió desnudo entre las sábanas de su mullido lecho. Frotó nuevamente la zona donde la varita había estado bien hincada. No era dolor, era otra cosa a la que no quería darle nombre, una sensación que le bajaba hasta la boca del estómago.
Gimió y se llevó las manos al cabello, apartándolo hacia atrás.
Aquella maldita sangre sucia, pelo de arbusto y mala leche, le gustaba.
Esta historia surge a raíz de otro Dramione que tengo aquí subido, Falsa Amortentia. Lo podéis leer aquí:
s/12946947/1/Falsa-Amortentia-Dramione
