Esta tabla, de cinco temas sobre las etapas de duelo, la he hecho para la comunidad de LJ tehtypewriter. Cada capítulo será una de las etapas.
Disclaimer: nada de esto me pertenece, todo es propiedad de Arakawa&co.
Beta: Adazmerize, Lt. Ross
¡Espero que lo disfruteis!
Negación
Aquel día, Gracia se levantó con un mal presentimiento encogiéndole el corazón. Y, cuando su marido se iba hacia el cuartel, tuvo el impulso de pedirle, rogarle, que se quedara. Que no la dejara sola aquella noche, que no la abandonase. Sin embargo, le observó partir en silencio, escondiendo sus preocupaciones, con un último beso de despedida en los labios.
Lo que ocurrió horas más tarde es para ella un vago recuerdo. Era tarde, Elycia hacía rato que dormía y Maes no había vuelto; posiblemente, esa noche no regresara. Así que, cuando el timbre de la puerta sonó, despertándola de golpe, ese sentimiento de angustia se hizo más fuerte. No era posible que fuera su marido, nunca llamaría a la puerta a esas horas.
Su mente le decía que no abriese la puerta, que si hacía ver que no había nadie, lo que fuese que esperaba afuera desaparecería. Pero ignoró esos pensamientos y abrió. Al otro lado le esperaba un oficial del ejército, pero para ella fue algo más: no era un simple oficial, no era un simple mensaje. Era el fin de su felicidad. Era la muerte de su marido.
Después de eso, todo se volvió oscuro, confuso. Como si viviera una pesadilla de la que no iba a despertar nunca. Los recuerdos se le amontonaban unos con otros: la noticia, su hija llorando, las escasas explicaciones sobre su muerte. Elycia llorando por las noches, hasta que se dormía, y la casa, vacía sin su presencia.
Habían pasado dos días, pero para Gracia solo habían transcurrido unos pocos segundos. O varios años, no lo sabía. Estaba en la cama, acostada, mirando al techo. Y de repente, toda la angustia que había guardado para sí desde que le dieran la noticia, salió al exterior. Los ojos anegados de lágrimas; el grito ahogado, cargado de angustia; y una sola palabra saliendo de sus labios.
-No.
No, no, no. Él no está muerto. Él no puede morir. Él no me ha dejado, no ha dejado a su hija, no ha dejado la vida. Volverá porque siempre vuelve, como volvió de la guerra. Llamará a la puerta, lo hará, de un momento a otro entrará por la puerta de casa con un ramo de flores y un regalo para Elycia y sonreirá. Se disculpará por haber tardado tanto, por la confusión de los militares. Porque Maes Hughes, su Maes, no podía haber muerto. No su marido. Su marido amaba la vida, la amaba a ella y amaba a su hija por encima de todo. Por eso no podía morir.
Y lloró. Lloró y esperó por su marido, por el hombre al que amaba, como había hecho siempre. Esperó porque tenía una fe ciega en él, y tenía que creer que volvería, que todo era un error, o se volvería loca.
Pero llegó el día del funeral y él no había regresado. Allí, de pie frente al ataúd abierto, Gracia contempló el rostro de su marido, pudo tocar su piel fría una vez más. Negando con la cabeza. La voz de su hija, en sus oídos, gritando para que no enterraran a su padre, o no podría volver a trabajar. Y ella, apretando su mano, negando con la cabeza.
Porque Maes Hughes no podía estar muerto.
Un review, una sonrisa.
