En el mundo se cometen al año un total de 1115 asesinatos. 200 de ellos se acaban resolviendo, otros 305 de ellos se cierran después de un periodo excesivo de tiempo. Y yo me pregunto ¿Qué pasa con los otros 610?
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Tranquilos, no voy a contaros un montón de mentiras para quedar bien, solo voy a contaros lo que ocurrió.
Me llamo Joel Yagami y soy el hijo de Kira.
Pero antes de contaros cómo he terminado, os voy a contar como mi vida dio un giro de 360 grados. Empecemos cuando todo empezó, hace un año, tres meses, cinco días y seis horas.
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Me despierto, mi nariz está tapada. Puta alergia. Veo el despertador, son las 08:45 y es…¡Joder, lunes! Mierda, como vuelva a llegar tarde me crucificarán. Voy hacia mi armario y cojo mi uniforme, me pongo la camisa, la corbata y los pantalones. Me daré una ducha cuando vuelva. Camino hacia el salón y en la mesa…¡Sí! Hay un plato con huevos revueltos, bacon con tostadas y un bento para el almuerzo. Que Dios bendiga a esa mujer. Lo cómo la más rápido posible y compruebo que todo está en orden.
-Mochila lista. Comida lista. Calzoncillos puestos y mi pelo está desaliñado y sigue siendo azabache. Perfecto.
Una de las cosas que tenéis que saber sobre mí es que de vez en cuando habló solo. Lo sé, estoy para que me encierren.
Corro lo más rápido que puedo hacia el instituto. La tercera semana de curso y los profesores ya me tienen fichado como "El Tardón". Mierda. Ya veo la entrada del colegio. ¡Pero la están cerrando! Ni hablar. Paso de milagro por el poco hueco que le queda, tanto Assassins Creed me va a servir para algo más que para aprobar exámenes de historia. Subo, subo y subo. Por fin llego a mi clase y entró, espero que haya llegado a tiempo o me tendré que quedar a recoger la jodida clase de nuevo y no me apetece para nada el tener que hacerle gratis el trabajo al conserje. Entró a la clase y veo que el tutor ya está. Mierda. Pero está colgando el abrigo, ¡eso significa que acaba de llegar! Bien…Espera. Me está mirando. Tengo que aprender a callarme.
-¿Tienes alguna mentira nueva, Joel? Te lo digo solo porque espero que no te hayas dejado el gas abierto por sexta vez.
-No sé a qué se refiere usted, señor. No tengo que dar ninguna excusa.
Sonrío. Sé que mi encanto me volverá a salvar esta vez, aunque también sé que un día hará que reciba una hostia bien dada. Me dice que me siente y lo hago, su tono me dice que le acabo de provocar y que no está el horno para bollos.
-Parece que te has vuelto a librar.-Una voz proviene de detrás de mí, sé la de quien es.
Suena la campana y es la hora del almuerzo. Me voy a la azotea y ahí encuentro a mis dos grandes y únicos amigos, Shinta y Sathosi. Sí, tan solo tengo dos amigos, pero la verdad es que no necesito más. La hora de receso pasa y ahí estamos nosotros, los tres mosqueteros, los gurús de los cómics, los super amigos.
-¿Vendrás con nosotros a ver "Ant-Man" el jueves, Joel?
-No sé, creo que paso.-Contesto mientras sigo escribiendo en las notas de mi móvil que más tarde irán a mi portátil.
-¡No me jodas, tío!-sonríe de forma maliciosa.- ¿Qué coño escribes? ¿Ya te ha dado uno de tus bajones emocionales?
-Vete a que te den por culo, Shinta.
-Madre mía Joel, pareces tonto. Las vacaciones se han acabado, admítelo.
-Lo sé Sato, no hace falta que me lo restriegues por toda la cara.
-Anda no seas bobo.-se acerca hasta a mí y se cuelga de mi cuello.-Mira tengo una idea.
-Miedo me das.-dije limpiando el móvil y mirándoles desafiante.-No sé porque no os he matado aún a los dos.
-Olvídate de tus historias.-dijo quitándome el móvil de las manos.-El jueves iremos a ver la película y después iremos a cenar al centro, donde están todas las féminas. Seguro que se te olvida todo en cuanto encuentres a una tía cañón. Y de paso Shinta y yo nos buscamos a otras para nosotros.
La verdad es que el cabrón de Sathosi tenía razón, desde que las vacaciones habían acabado y habíamos tenido que volver a las clases, no es que estuviera del mejor humor del mundo. Tal vez lo mejor sea que vaya a ver la película el jueves. Además si digo que no lo más seguro es que me terminen rompiendo el teléfono a causa de la inmensa cantidad de mensajes que llegarán a mandarme para que acepte.
Digo que sí y me abrazan y empezamos a hacer el tonto. Los sé puede que sean unos idiotas pero al menos son mis idiotas y no necesito nada más.
Las clases terminan y me voy a casa. A tomar por culo los deberes hoy voy a viciarme al Assassins Creed Brotherhood. Entró en casa y ahí la encuentro.
-Buenas tardes, Joel. ¿Qué tal te han ido hoy las clases?
-Como todos los días, Hanna. Un auténtico coñazo.
¿Queréis saber porque tenía el desayuno preparado por la mañana? Pues es que lo había hecho ella. Esta diosa de pelo castaño. Esta afrodita. Esta…Bueno ya fue suficiente.
Lo primero que tengo que explicar es que no tengo padres, ni ninguna familia. Estuve en un orfanato hasta que cumplí los doce años. Después de eso se me concedió una casa propia. Y claro, un chico de doce años viviendo en una vivienda fuera de sus posibilidades…necesita un poco de ayuda. Fue entonces que mi vecina, una chica de dieciocho años a la que su padre le había dado uno de estos pisos para que costeara mejor sus estudios, me ayudo un día que casi quemo la casa intentando hacer una pizza de microondas. Ella me ha ayudado a lo largo de estos cuatro años para que me distribuya mejor. Me prepara el desayuno, la comida y la cena. No penséis mal, ella no es mi sirvienta. Aunque me gustaría verla con el traje de una.
Vale, me habéis pillado. Me gusta, pero ella no lo sabe. A ver, durante tres de los cuatro años en los que hemos convivido juntos yo llegué a verla incluso como la madre que nunca tuve. Pero eso cambió cuando un día del año pasado, entré en su casa para devolverle una cosa que me había prestado y me la encontré sin nada de ropa, nada. Y no me arrepiento, fue la imagen más bella que he visto en toda mi vida. Tenéis que entenderme ella solo me saca seis años, si me sacara una década…
De hecho, el que estuviera tan cabreado porque se me hubiera acabado la diversión es por su culpa. Fue con ella con la que pasé mis vacaciones. Me llevó a la playa, y no sé si decir si fue una bendición o una maldición. Solíamos chapotear juntos en la orilla. Ella solía llevar un bikini negro bastante ceñido, y durante ese tiempo solo tenía dos ideas en mente.
"No le mires mucho los pechos y trata de controlar a tu amiguito de ahí abajo"
Tenéis que entenderme. Ella no sabe nada, tampoco es que la quiera meter en un lío con la justicia. Igual cuando cumpla los dieciocho se lo podría, pero para eso aún queda tiempo.
-Te he dejado la cena lista, adiós.
Se acerca hacia mí y me da un beso en la mejilla. Si tan solo supiera que con solo el contacto de nuestras pieles tengo una erección de dieciocho años…Seguro que estaréis pensando que soy un maldito pervertido. Pero tengo una excusa para eso. Las hormonas.
Lo último que explicaré es la respuesta de la pregunta del millón: ¿De dónde sale el dinero para el apartamento, la escuela, los juegos, los portátiles, la televisión de plasma y las tres consolas que hay en la mesilla? Pues la verdad es que no tengo ni la más mínima idea. Tan solo sé que tengo una suma de dinero en mi cuenta de banco de forma mensual. No sé de dónde viene el dinero, aunque de todas las teorías que he formulado a lo largo de los años es que en algún lugar del mundo hay alguien que se preocupa de mí.
No os creáis que me entristece el no tener familia, yo ya he hecho mi propia familia. Estoy hecho para esta vida. Bueno, basta de charla es hora de Ezio Audithore…Suena el timbre. Mierda.
Me levantó del sofá y me dirijo hacia la puerta. La abro y me encuentro a un hombre con pelo negro y barba del mismo color. Parece joven pero se nota al instante que es una generación mayor que yo.
-¿Eres Joel?
-S-Sí.
-Soy el comisario de policía Taru Matsuda. Necesito que vengas conmigo.
Me paró un momento. ¿Para qué quiere el comisario de policía a un chaval como yo? Pero ese nombre. Matsuda. Es como si lo conociera de algún momento. De otra vida.
-¿Va a arrestarme, señor comisario?
-Para nada, Joel. Estoy aquí para llevarte a casa.
