Sección de notas:
Buenas chicos y chicas! ¿Cómo andan mi people? Acá vengo yo, Isael, a traerles mi segundo fic que se va a ambientar en mi anime favorito que es Naruto. La trama es algo parecida a las que podemos encontrar en el fandom, pero después se hará bastante original en mi opinión, ya que tengo planeado casi todo lo que vendrá. Aclaro: la otra historia no será abandonada, sólo tengo que volver a encontrar mi musa, que la perdí algunos días después de que saqué el primer capi xD.
Como ando un poco apurado porque tengo que estudiar para los exámenes finales y es probable que encuentren algunos errores gramaticales, de orden o de cualquier clase así que, desde ya, les pido perdón por cualquier equivocación que noten en este cap.
Ahora algunos puntos a aclarar.
Esta es una historia de un Naruto inteligente y, en el futuro, god-like. Al principio, me voy a concentrar un poco en su entrenamiento y en lo que depare su destino en este fic. Él va a tener una espada que saqué de otro anime (Hagure Yuusha no Estetica), pero con algunas modificaciones que más tarde se harán presentes.
Por último, recuerden que aún soy muy nuevo en esto de las historias así que no duden en mandarme reviews o PM con sus consejos. Please? Great.
/Disclaimer/ La serie de Naruto no me pertenece, así como tampoco los personajes, nombres de lugares o cualquier cosa que sea obra de Masashi Kishimoto. Tampoco me pertenece la mención de la espada de Hagure Yuusha no Estetica o cualquier personaje que se llegue a mencionar y nunca van a ser míos a no ser que misteriosamente me regalen los derechos de autor T.T
Actualización: Edité algunos errores y añadí una parte que, al parecer, no se guardó en el documento cuando subí el capítulo.
Lazos deshechos
El Sol lentamente comenzaba a ocultarse en el horizonte, con sus haces de luz anaranjados iluminando por última vez aquel día el bosque se extendía alrededor de Konohagakure no Sato, la aldea misma y los rostros Hokage que se alzaban imponentes sobre ella. La brisa, cálida y suave, mecía las copas de los árboles como si de simples columpios se tratase — el sonido era como una canción de cuna para aquellos animales que vivían en el bosque, incitándolos a retirarse a sus madrigueras para terminar el día antes de que la noche cayera.
La actividad diurna de aquel día aún transcurría con normalidad en la Aldea de la Hoja, aún pese a que la Luna pronto tomaría el lugar del Sol en el cielo. Los aldeanos, felices y despreocupados, continuaban con sus vidas rutinarias y aburridas como lo habían hecho durante tantos años desde aquella fatídica noche en la que el Kyuubi sembró el pánico en la aldea. De hecho, eran pocas las cosas que podían causar que los habitantes de Konoha perdieran su buen humor y su amabilidad para con los demás.
Una de ellas, y aunque resulte incomprensible, era la mera existencia de Naruto Uzumaki.
Naruto era un chico de 8 años normal a simple vista, pero que usualmente era el blanco de miradas de odio absoluto y palabras hirientes. Su cabello rubio, ojos azul zafiro y las marcas en su cara lo hacían una víctima aún más fácil de reconocer a donde quiera que fuese — sus bromas, a veces algo extremas, sólo servían en la mayoría de los casos para incrementar el rencor y la ira de todos los aldeanos que lo odiaban por razones desconocidas.
En repetidas ocasiones, los aldeanos se atrevían a sobreponerse a la prohibición del Sandaime Hokage en un intento desesperado —y fallido— por saciar su sed de venganza, atentando contra la integridad física del pequeño. Usualmente, el grupo de unas 10 o 15 personas era fácilmente incapacitado por los anbus que Sarutobi había asignado a la protección de Naruto y su departamento en el centro de la Aldea.
Sin embargo, los intentos ya no eran como los primeros. Los agresores, de una forma u otra, lograban incrementar el tiempo que conseguían en cada intento para evadir la guardia del Uzumaki. Es más, algunos rumores indicaban que varios Chunnins de la aldea proveían apoyo indirecto, proporcionándole a los atacantes información cada vez más precisa acerca de los movimientos de las patrullas, las rotaciones de guardia, y las misiones que la mayoría de los mismos debía tomar como parte de responsabilidad hacia la aldea.
Naruto, quien hasta ahora había conseguido salir prácticamente ileso de tales atentados contra su vida, comprendía a la perfección que tales ataques no sólo no se detendrían, sino también que incrementarían en frecuencia y precisión, hasta tal punto que ya no habría anbu que lo protegiese — el poco entrenamiento que había podido recibir de la Academia no le serviría de nada en un enfrentamiento directo contra un número tan grande de enemigos, menos aún, uno tan básico que apenas cubría Taijutsu y Ninjutsu.
Era por eso que, en aquel momento, el pequeño de 8 años se movía por sobre los tejados de la aldea, corriendo y ocultándose lo mejor posible de la vista de los aldeanos, quienes urdían secretamente un nuevo plan para asesinar de una vez por todas al "demonio" de Konoha. Naruto se había percatado momentos antes de dos Chunnin con los rostros cubiertas que vagaban por la aldea, susurrando planes o cosas por el estilo en los oídos de aquellos aldeanos que se destacaban por sobre los demás por haber tratado de atentar contra el Uzumaki incontables veces en el pasado, aún si también habían pagado el precio por eso.
El destino del chico no era ni más ni menos que la Torre Hokage, donde esperaba encontrar a Sarutobi para explicarle la situación y, de ser posible, solicitarle un entrenamiento que le permitiese defenderse contra los atentados.
Honestamente, Naruto estaba cansado de escapar de sus problemas.
"Lo siento, pero Hokage-sama está en una reunión muy importante en este momento y no puede—"
"¡Pero no lo entiendes! ¡Necesito ver a Jiji de inmediato!"
La secretaria hizo una mueca de disgusto ante tal afirmación y elevó la mirada desde los papeles que yacían prolijamente sobre el escritorio al lado de la puerta de la oficina. "¿Oh? ¿Así que esta vez se trata de un asunto urgente?", preguntó la mujer con gafas ovaladas irónicamente para luego soltar una leve risa. "En lo que a mi concierne, Hokage-sama se encuentra demasiado ocupado con los asuntos que involucran a la aldea y todos sus fieles habitantes. Aunque no lo creas, para él Konoha está por encima de ti demo... chico."
Naruto frunció el ceño de inmediato. La secretaria del Sandaime era como todos los demás, rencorosa y fácilmente irritable por la presencia del Uzumaki. Si bien trataba de ignorarlo como varios en la aldea hacían, eran muchas las veces en las que la impertinencia del chico traía amargos recuerdos de su novio fallecido en el ataque del Kyuubi hace 8 años.
Y esa era una historia que el Uzumaki escuchó una vez por casualidad en una de sus tantas visitas a la oficina de Jiji. Sólo Kami sabía cuanto gritó, pataleo y refunfuñó la desdichada mujer en aquella ocasión para que el Hokage cumpliera con su petición para permitirle cobrar venganza contra el asesino del mismo — el cual, a entender del pequeño, era el mismísimo Kyuubi.
Pero lo que no tenía sentido era que ese odio, esa sed de venganza la apuntara contra él, un chico de 8 años que jamás había hecho daño a nadie, mucho menos matar.
"Voy a ver a Jiji, quieras o no."
"Ahora, escuchame un momento chiquillo im—"
"¡OIROKE GYAKU NO JUTSU!" [1]
En un parpadeo, el cuerpo de Naruto se había cubierto de una nube de humo. Cuando la misma se disipó, la secretaria observó completamente anonadada que en el lugar del pequeño niño demonio ahora se encontraba una versión más adulta de sí mismo, con su cuerpo totalmente desnudo.
Sus ojos azules se entrecerraron con sugestiva invitación y las comisuras de los labios del supuesto Naruto adulto se extendieron en una ligera sonrisa, al tiempo que su mano se estiró hacia delante, en dirección de la mujer. "¿De verdad vas a negarle la entrada a un hombre desnudo, hime-sama?"
Y como si aquellas palabras hubiesen detonado un explosivo dentro de la secretaria, un chorro de sangre emergió violentamente de sus fosas nasales y salió volando hacia atrás, yaciendo ahora inconsciente en el suelo con una sonrisa pervertida en la cara y un enorme rubor sobre sus mejillas.
Naruto, satisfecho, deshizo el jutsu y reprimió una carcajada. 'Wow, eso fue fácil.'
Sacudiendo la cabeza violentamente para remover los pensamientos de victoria de su cabeza, el chico se encaminó con una gran sonrisa hacia la puerta de la oficina. Luego, colocó una mano sobre el picaporte y se dispuso a abrir la puerta, pero el repentino murmullo de una conversación que parecía estar teniendo lugar dentro lo detuvo en seco.
'¿Hah? ¿Entonces Jiji sí estaba en una reunión después de todo?', pensó Naruto, ligeramente confundido. 'Sé que mi situación es de suma importancia pero no es como si esos estúpidos aldeanos vayan a ingresar a la torre. Y menos con esos anbus vigilando continuamente el edificio...'
Al reconocer la veracidad detrás de sus propios pensamientos, el rubio optó por retirar la mano del picaporte, optando por permanecer en silencio detrás de la puerta y escuchar un poco de que iba toda la reunión. "Meh, seguro que se trata de una visita de la esposa del Daimyo para ver como van las cosas...", susurró Naruto mientras colocaba su oreja derecha sobre la madera.
Poco sabía él, que los próximos minutos cambiarían su destino por completo.
"...Estoy cansado Danzo. Los castigos y las torturas ya no hacen nada por aplacar la idiotez de los rebeldes. Y tampoco puedo ejecutarlos. De correrse la voz, esto sólo causaría más descontento entre los aldeanos. No podemos permitirnos otra guerra civil, y menos ahora."
Danzo ahogó una carcajada y la confundió con una fingida tos, algo que Sarutobi no pudo evitar pasar por alto. "Es de esperarse que todo esto se haya salido de control en tan poco tiempo. Después de todo, no has tenido la convicción necesaria para infundir el miedo cuando fue necesario o para mostrarle a esos imbéciles lo que pasa cuando rompen las reglas. Fuiste débil Hiruzen, y ahora Naruto está pagando el precio por eso."
Hiruzen ocultó su rostro tras el sombrero puntiagudo de Hokage. "No sabes cuanto me arrepiento de no haber sido tan decidido como Minato en lo que a la aldea respecta. Si hubiese sido más severo... más estricto...", el tono de Sarutobi se vio oprimido por la angustia, pero rápidamente logró contenerse. "Pero supongo que era de esperarse que la mitad de la aldea tomara represalias contra él. Y todo porque Minato selló al Kyuubi dentro de su cuerpo para salvarnos a todos — la misma bestia que asesinó a incontables inocentes esa noche. Incluidos los padres de Naruto, Kushina Uzumaki y Minato Namikaze."
Detrás de la puerta, el pobre Uzumaki tuvo que llevarse a una mano a la boca para evitar que el jadeo de sorpresa que amenazó con salir de su boca alertara a los presentes en la oficina.
Toda su existencia, su solitaria existencia sin padres ni hermanos que cuidaran de él se reducía a aquella respuesta: Él era la razón por la cual el día de su cumpleaños se recordara no como un día como cualquier otro, sino como una fecha en la que murieron incontables personas por el ataque del Kyuubi, incluido el Yondaime Hokage y una mujer que Naruto jamás había oído escuchar en su vida; en otras palabras, sus... padres.
El rubio apartó la oreja de la puerta por un momento, sentándose en el suelo mientras trataba de procesar lo que acababa de oír. Mientras que cualquier otro hubiera sentido un gran orgullo y felicidad de saber que su padre era nada más y nada menos que el legendario Relámpago Amarillo de Konoha, Naruto sólo sintió desolación. Por su culpa, sus padres estaban muertos. Aún sin saber la historia, el rubio no pudo evitar llegar a tal conclusión. Los aldeanos lo odiaban por haberse convertido en un Bijuu, un demo—
'...No.'
De repente, un reconocimiento puro apareció en su mente.
El tener al Kyuubi dentro suyo no lo convertía en él.
Naruto no tenía la culpa por las muertes que ocurrieron hace 8 años. El Kyuubi sí.
Sus padres habían decidido encerrar al zorro dentro suyo para el bien de la aldea, pero en vez de ser tratado como un héroe por actuar como la única barrera que detenía al Bijuu de destruirlo todo nuevamente era tratado como la peor clase de escoria: como un asesino.
Con aquel pensamiento en mente, el rubio hizo un enorme esfuerzo para apartar los pensamientos angustiosos que trataban de nublar su resuelto juicio y aproximó la oreja una vez más hacia la puerta...
"...¿Y cómo pretendes resolver este asunto, Danzo?"
Danzo se puso de pie y se encaminó hacia el gran ventanal de la oficina, observando con absoluta calma y satisfacción como la Luna brillaba ahora en el cielo. Tomándose un momento para saborear el aire de incertidumbre que se cernía sobre ambos, el líder de Raíz finalmente respondió. "A fin de terminar con esta falta de respeto hacia tu mandato, sugiero que me permitas llevarme a Naruto conmigo a Raíz. Ahí, será entrenado junto con otros jóvenes de su edad que ya comenzaron su adiestramiento y, a la vez, servirá para ocultarlo del mundo exterior hasta que esté listo para servir a la Aldea como lo que realmente está destinado a ser..."
"¿Qué es?"
"...El arma más poderosa que nos garantizará la victoria sobre las demás aldeas. Con Naruto y el Kyuubi bajo nuestro control, nos convertiremos en la aldea más temible de las Naciones Elementales. Konoha volverá a ocupar un lugar de privilegio como en el liderazgo de Shodaime-sama, Nidaime-sama y... Minato."
Sarutobi exhaló un jadeo de sorpresa ante las palabras de Danzo, e inmediatamente frunció el ceño. "¡Naruto no es un arma que pueda ser usada a tu conveniencia, así como tampoco la bestia que yace en su interior!", el grito del Sandaime provocó no solo que Danzo cerrara su único ojo visible en completa tranquilidad, sino también que el muchacho detrás de la puerta esbozara una pequeña sonrisa de alegría. Al menos, Jiji no lo consideraba un demonio o un arma... "¿¡Es que acaso vamos a ignorar el sacrificio de Minato y Kushina para actuar según tu propia conveniencia!?"
"No es mi conveniencia", respondió Danzo, "sino la de Konoha... y la de Naruto en específico. Dime Hiruzen, ¿qué harás cuando tus propios anbus no sean capaces de detener a toda la aldea? Según mis fuentes, de formar una unión, el usual grupo de 10 a 15 agresores crecerá hasta los 100, y muchos de ellos serán Chunnins o Jounins que aún guardan resentimiento hacia tu protegido."
"E-Eso n-no..."
Ante la falta de una refuta coherente, el líder de Raíz soltó una ligera carcajada. "Justo como lo pensé. Al fin y al cabo, toda estrategia que idees no tendrá solución contra el gran número de Shinobis que irán más allá de su lealtad para tomar venganza contra un Naruto que sufrirá las peores torturas. Después, morirá irremediablemente."
Naruto oía en absoluto silencio todo lo que a su integridad se refería. Dos ancianos, por así decirlo, estaban decidiendo que hacer con la vida del muchacho, cuando él mismo era quien debía decidir qué hacer y qué no, cómo vivir su vida y qué decisiones debían ser tomadas.
Sin embargo, él estaba convencido de que todo acabaría bien. Después de todo, Sarutobi no iba a permitir que ese tal Danzo se lo llevara en contra de su voluntad... ¿Cierto?
El Sandaime había permanecido en silencio por varios minutos, secándose el sudor que recorría su arrugada frente con la manga de su túnica de Hokage. Aquella decisión era la más difícil que había sido obligado a tomar en, prácticamente, toda su vida.
Por un lado, podía negarse rotundamente y tratar de solucionar el asunto por su cuenta. Aunque eso implicaría trasladar al muchacho con él a su mansión, dónde sin duda alguna estaría a salvo de los aldeanos, Hiruzen entendía que —de actuar así— Naruto no estaría más a salvo que viviendo en su departamento, aún con escolta anbu las 24 horas del día. En algún momento, lo que Danzo vaticinó se cumpliría y ni los anbus ni su mansión serían capaces de protegerlo.
Tampoco era como si de repente sería capaz de alejarse de sus deberes como Hokage para entrenar al muchacho. Y tampoco podía encomendarle la tarea a los anbus o algún chunnin que tuviese simpatía para con él. Simplemente, ningún entrenamiento estaría completo para el momento en el que todo el caos se desatase.
Por otro lado, Hiruzen tenía la opción de aceptar la petición del líder de Raíz, quien tomaría al Uzumaki como aprendiz y en el peor de los casos lo despojaría de sus emociones — aquello no sólo constituiría una oportunidad para Naruto de entrenar al máximo durante los siguientes años, sino también de desaparecer de la faz de la tierra, despistando así a los aldeanos que pronto cesarían en su intento por cobrar venganza.
Aquella última, además, le permitiría a Danzo conseguir un siervo con una bestia muy poderosa que —de ser controlada— le daría la victoria en caso de atentar contra el Sandaime y la aldea misma para conseguir el control de todo.
"Parece que no tengo elección, ¿o sí?"
Danzo sonrió victorioso. "No, a no ser que quieras que el legado de Minato y Kushina perezca por tu ineptitud. La elección es ciertamente tuya."
Con un suspiro de derrota, Hiruzen asintió. "Muy bien. Tienes mi permiso para llevarte a Naruto."
"Excelente", anunció Danzo, poniéndose de pie. "Entonces pasaré a buscarlo a primera hora mañana. Tengo que hacer un reacondicionamiento primero."
Inmediatamente después de decir eso, el líder de Raíz desapareció en un shunshin, dejando a un muy preocupado Sandaime sólo en su oficina.
'Todo esto es por el bien de Naruto', se dijo a sí mismo. 'Espero que algún día puedan perdonarme... Kushina, Minato.'
Sarutobi no comprendió en realidad lo que aquellas palabras habían desencadenado.
Naruto Uzumaki atravesó la aldea a toda velocidad, conteniendo al mismo tiempo las lágrimas que amenazaban con emerger de sus ojos. Si lloraba, sólo estaría rompiendo la promesa que se había hecho a sí mismo cuando lo echaron del orfanato, años atrás. Llorar sólo probaría que no era mejor que todos los imbéciles aldeanos que tan miserable hicieron su vida desde que tenía memoria.
Nadie, exceptuando unos pocos, había estado ahí para él, para calmar su dolor y brindarle un poco de alegría y bondad a su existencia. Ichiraku y Ayame eran realmente los únicos que, ahora mismo, Naruto consideraba una familia — Jij-, no, el Sandaime había traicionado su confianza y la de sus difuntos padres, entregándolo sin siquiera preguntarle a un anciano cuyas intenciones eran convertirlo en un arma y usarlo para el supuesto beneficio de una aldea que siempre lo había despreciado.
En su opinión, el sueño de ser Hokage y todos los que habitaban en la aldea —a excepción de unos pocos— podían morirse. Ya nada importaba en absoluto.
Naruto súbitamente detuvo su avance a varios metros de su casa, observando los alrededores con aprehensión y cautela. La oscuridad se sumía en varios rincones de la desierta calle en la que los enemigos podían fácilmente estar esperando para acabar con su vida. Parecía desierta, pero ciertamente si no hacían su movimiento aquella noche, lo harían al día siguiente, o el siguiente. La cuestión era que, ya que su presencia provocaba tanto rechazo y odio, entonces les ahorraría la molestia a esos ingenuos escapando de Konoha.
Sus ojos, brillantes bajo la luz de la Luna, observaron cuidadosamente las diferentes áreas — sus oídos, por otro lado, estaban atentos a cualquier sonido que pudiese producirse además de la vida nocturna en la aldea que se desarrollaba en otras partes de la misma.
Sin embargo, no fue sino hasta después de varios minutos de mantenerse quieto y controlar su respiración que el rubio avanzó hacia su departamento y, de un salto, cruzó la ventana que daba a la azotea. Sin perder el tiempo, Naruto buscó entre sus cosas una mochila, el porta shuriken y kunai que le había regalado Sarutobi — se vio obligado a no prescindir de tal obsequio, aún si provenía del Sandaime. Después de todo, esas armas eran las únicas que tenía para defenderse contra un posible ataque.
Cargando su mochila de las pocas provisiones que proveía, además de llenar una cantimplora con agua, Naruto se percató que tarde o temprano iba a tener que recurrir a la caza y la recolección de verduras y frutas para poder sobrevivir. Sin mucho dinero, poca comida y un lugar fijo al cual ir, las posibilidades de sobrevivir se reducían bastante; más aún, si a esas adversidades le añadimos los anbus que, muy seguramente, seguirían el rastro del rubio apenas Sarutobi se percatase de su huida.
Pero no había otra elección. O intentaba valerse por sí mismo en el mundo exterior o entregaba su libertad a un anciano. Ninguna de las dos opciones resultaba realmente tentadora, de eso el Uzumaki no tenía duda alguna.
Recorrer el camino que lo separaba de su casa hasta la entrada de la aldea fue más fácil de lo que el rubio esperó. Su brillante e improvisado plan de convertirse en Sasuke Uchiha le había despejado la mayoría del trayecto, con los idiotas de los aldeanos sonriéndole orgullosamente e incluso inclinando la cabeza a su paso.
Lo que otrora le molestó, ahora lo enfurecía sin límites. ¿Por qué el teme del Uchiha, quien ni siquiera se dignaba a mirar a esos fanáticos a la cara, recibía honores y mejor atención que él? Ah sí. Porque era un Uchiha, el último de su clan. El chico prodigio. El mejor de la academia hasta el momento.
Estaban tan ciegos como para ver que en realidad Sasuke no valía más que el culo de un pato lo que, oh casualidad, resultaba ser su peinado. Naruto casi exhaló una amarga carcajada ante su propio pensamiento, pero se contuvo justo a tiempo. De haber hecho eso, la fachada que era su disfraz de Uchiha se habría desvanecido de inmediato. Después de todo, el supuesto "prodigio" jamás sonreía, y menos aún reía en mitad de la calle.
Controlando sus pensamientos, Naruto avanzó hacia la entrada imitando la postura del Uchiha: Con la espalda semi encorvada y sus manos en los bolsillos. La parte más difícil estaba por venir, y el rubio lo sabía. Su henge de Sasuke podría haber engañado a más de la mitad de la aldea, pero a dos Chunnin como Kotetsu e Izumo —los guardas de la entrada— un simple jutsu de transformación jamás los confundiría.
Sin embargo, si se presentaba como él mismo, le sería más difícil persuadir a los guardas. Por lo menos, el disfraz le daría más tiempo en caso de que el Hokage acudiera a ambos para preguntarles si alguien había abandonado la aldea — algo que, sin duda alguna, pasaría tarde o temprano. Y mejor que fuese tarde.
"¿Hah? ¿Sasuke Uchiha? ¿Qué estás haciendo por aquí a estas horas de la noche?", preguntó Kotetsu, asomando la cabeza por la caseta que yacía a un costado de la entrada. Naruto, quien había tratado de pasar inadvertido por al lado, se detuvo en seco. "¿Y esa mochila?"
"Hn. Voy a acampar en el bosque lindante."
La respuesta de Naruto, creada con el mismo tono de voz del emo Uchiha, sorprendió ligeramente a los guardas. "Pensé que ir de campamento no le sentaba a los Uchiha...", dijo Izumo, rascándose el mentón. "Además, con tanto espacio dentro de la aldea, podrías acampar en cualquier lugar. ¿A qué viene todo esto, Uchiha-san?"
"Sí, que yo sepa los estudiantes de la Academia no tienen permitido salir de la Aldea sin un Jounin o la autorización pertinente del mismísimo Hokage..."
Naruto ya comenzaba a desesperarse. En un abrir y cerrar de ojos, la secretaria del Sandaime podía despertar y contarle a Sarutobi que el Uzumaki había estado en su oficina; si es que todavía no le había contado. Mierda, ahora mismo podía estar en su departamento, buscándolo, para luego percatarse de la carta que Naruto había dejado sobre la mesa de luz junto a su cama.
Si eso ocurría y el Uzumaki aún no estaba a varios kilómetros de Konoha... entonces adiós a su plan.
"No tengo tiempo para esto. O me dejan pasar—"
"¿O qué? ¿Te crees lo suficientemente fuerte como para pasar sobre nosotros, Uchiha?", interrumpió Kotetsu, con su compañero y él saltando hacia afuera de la caseta y enfrente de 'Sasuke'. "Hazte un favor y ve a casa, antes de que te hagamos mucho daño..."
Naruto frunció el ceño y rápidamente juntó sus manos en un sello. "No me dejan otra opción, tendré que vencerlos."
"Heh, dos chunnin contra un ge—, no, ni siquiera es un ninja de verdad. Esto no va a ser divertido."
Ante la confianza de los guardias, y la aparente calma del supuesto Sasuke, cualquiera habría imaginado que Naruto estaba fuera de sus cabales para intentar pelear mano a mano contra dos ninjas experimentados. Sin embargo, si tanto Izumo como Kotetsu hubiesen sabido lo que el chico planeaba hacer a continuación, jamás se habrían atrevido a enfrentarlo.
Y más si consideramos que el jutsu que el Uzumaki estaba a punto de realizar era...
"¡OIROKE NO JUTSU!"
En cuestión de segundos, los chunnin se vieron impulsados hacia atrás por la fuerza de la sangre que expulsaron sus narices, dejándolos completamente inconscientes y, también, liberando la salida de la aldea.
Aquella era la última vez que Naruto pisaría Konoha como un ciudadano de la misma.
Después de una larga noche de trabajo, Hiruzen finalmente pudo desperezarse. Entre la gran cantidad de papeleo y el asunto de Naruto, no se había despegado del escritorio en varias horas y el Sol ya comenzaba a salir en el horizonte.
Con aire nostálgico, Sarutobi abandonó la oficina y se dirigió hacia el escritorio de su secretaria para revelarla de su arduo trabajo por el resto de la mañana. Sin embargo, apenas llegó hasta el mismo, el Sandaime no pudo evitar verse algo sorprendido al ver que —aparentemente— su ayudante no se encontraba en su puesto. 'Quizás se marchó hace poco', pensó, confundido, pero antes de que pudiese darse media vuelta y marcharse un leve gemido se hizo audible muy cerca de donde se hallaba el escritorio de madera.
En un segundo, la secretaria se hizo visible desde detrás del escritorio, poniéndose de pie con ligera dificultad mientras se apoyaba en la silla que yacía cerca. Un hilo de sangre aún podía observarse descendiendo de su fosa nasal hasta el labio superior, mientras que sus mejillas continuaban enrojecidas por el jutsu que Naruto había usado para dejarla inconsciente.
Hiruzen inmediatamente se aproximó a la secretaria y la ayudó a sentarse sobre la silla, esbozando una mueca de preocupación al ver el estado en el que se encontraba. No había signos de ataque físico, y tampoco parecía despertar de un genjutsu. ¿Pero qué podría haberle...? "¿Qué te ocurrió, Takami-san?"
"Él... Hime-sama... Oiroke...", la secretaria sacudió la cabeza violentamente mientras trataba de eliminar esos pensamientos pervertidos que volvían a confundirla. "N-Naruto... aquí..."
"¿Naruto? ¿Pero qué—?"
Y entonces el cerebro del Sandaime lo detuvo en seco, brindándole una respuesta que lo dejó helado.
"¡Oh no, Naruto!"
"¡Busquen por los alrededores de la aldea! ¡Cada árbol, arbusto, cueva del bosque lindante, quiero que lo recorran todo!"
"¡HAI, HOKAGE-SAMA!"
Los anbus bajo las órdenes directas de Sarutobi desaparecieron en un torbellino de humo, alejándose de la entrada de la aldea en distintas direcciones para cumplir con la misión que se les había encomendado.
"¡Hiruzen! ¿¡Cual es el significado de esto!?", gritó Danzo, apareciendo frente al actual Hokage y a los ya recuperados Izumo y Kotetsu.
Sarutobi se giró hacia el líder de Raíz con ambas manos sobre su espalda. La expresión en su rostro claramente revelaba cuan shockeado estaba por cómo se habían desenvuelto los acontecimientos en base a su previa conversación con su ex compañero de equipo. "Naruto escapó de la aldea."
"¿¡QUÉ!?", inmediatamente, Danzo apuntó una mirada furiosa en dirección a los chunnin. "¡Ustedes dos! ¿¡Cómo permitieron que eso pasara!?"
Izumo y Kotetsu intercambiaron miradas nerviosas por un momento y luego agacharon la cabeza en señal de vergüenza. "N-Naruto nos engañó usando un henge para adoptar la forma de Sasuke Uchiha."
"Lo detuvimos, por supuesto, pero después el..."
"...usó su técnica secreta", finalizó Kotetsu, ruborizándose levemente.
"¿Técnica secreta? ¿Qué técnica se—?", su propia pregunta se vio interrumpida ante la visión de los rostros rojos de ambos chunnin. Entonces, él mismo se percató de la respuesta. "Oh, esa técnica."
Sarutobi sacudió la cabeza en completa verguenza. El mismo había caído en el Oiroke no Jutsu más veces de las que podía contar. "Como sea, quiero que ustedes dos vuelvan a su puesto. No debemos descuidar la aldea."
"¡Hai, Sandaime-sama!"
Cuando ambos chunnins regresaron a la caseta que yacía unos pocos metros más allá de su actual posición, Danzo hizo una seña y varios anbus con túnicas, máscaras y capuchas aparecieron detrás de él arrodillados en señal de respeto. "Busquen a Naruto Uzumaki y traigánmelo ante mí. Yo me ocuparé de él."
"Hai."
Al igual que los anbus del Hokage, los subordinados de Danzo desaparecieron en un torbellino de humo, dejando a ambos ancianos sólos junto a la entrada. "Todo esto es culpa tuya Hiruzen. No previste las consecuencias de haber impedido que mis anbus vigilaran a Naruto, y ahora nuestro plan peligra. No quiero ni pensar que podría ser de Konoha si alguna otra aldea logra reclutar al Kyuubi en sus filas..."
Sarutobi ignoró al anciano por completo y se acomodó el sombrero, dándose media vuelta y enfilando en la dirección contraria a la entrada.
"Ocúpate de la aldea mientras no estoy Danzo. Tengo algo que hacer", dijo el Hokage mientras fijaba rumbo hacia la mansión oculta de Minato y Kushina. "Si hay alguna novedad del paradero de Naruto, avísame. Hasta entonces, no debo ser interrumpido. ¿Quedó claro?"
"Como el agua."
El líder de raíz no pudo hacer más que observar como el Sandaime se alejaba en la distancia, urgiendo planes de emergencia en caso de que Naruto —de alguna forma— pudiese evadir a todos los anbus que habían sido enviados tras de él.
CONTINUARÁ
[1] Es el mismo Jutsu de Naruto para convertirse en Naruko, pero a la inversa.
Uff que capítulo largo me tocó escribir, pensé que no llegaría con el tiempo, pero al final pude terminarlo para antes de que me fuese muy complicado escribir por los exámenes finales y todo eso. Mi primer año en la universidad hace que sólo sea más complicado todo pero bueno, al menos logré llegar a segundo sin complicaciones.
No creo que publique el segundo capi hasta la semana que viene, porque rindo el martes y entre estudio y práctica no creo tener mucho tiempo para escribir. Pero creanme cuando les que esta historia no va a quedar olvidada. Así que chicos y chicas, tenganme paciencia. ¡Onegai shimasu, minna-san!
¿Qué creen que pasará con Naruto? ¿Escapará? ¿Será capturado por los anbus? ¿Qué pareja tendrá? ¿A dónde irá? El que adivine una de estas tres tendrá premio jeje. Les doy una pista para la pareja: No es ninguna chica de Konoha, pero sí pertenece a una aldea en específico. Y es rubia. Más no puedo decir xdd.
Nos vemos en el siguiente capítulo!
