Reportandose:

Hola a todos, este fic nació en mis vacaciones. Y lo terminare esta semana, para poder publicarlo a gusto. No será algo largo.

Espero lo disfruten, y compartan conmigo la visión que tengo sobre mi vampira favorita.


Wonderland

Cap 1- El amor lleva interés

Pocas veces podía ser una persona libre. Me gustaba el aire fresco desordenándome el cabello, el pasto mojado ensuciándome los pies, bailar en el jardín de forma descontrolada, sin compañía de nadie y a mi propio ritmo. Odiaba la opresión de mi familia, del status social por un vestido que me dejaba sin aliento por el corsette. Pero no podía hacer mucho, por más rabietas que hiciera a mis padres, tenía que hacer su santa voluntad; ser una dama de sociedad y comportarme correctamente. Yo no era una señorita por gusto, era una obligación, porque si por mí fuera, viviría en el bosque, bailando y cantado siempre, corriendo cual animal desbocado en la pradera, llenándome de esa deliciosa vitalidad que me es negada. De mi verdadero yo. Ya de perdida, me gustaría ser la hija de la mucama, a ella la dejan ser más libre, porque no tiene que acatar ciertas reglas de sociedad.

La familia Brandon no es de la aristocracia, mucho menos son ricos, pero si tiene cierto prestigio como de las mejores, por su buena casa y disposición en los negocios; son invitados a los grandes bailes, a las fabulosas celebraciones de la cuidad, a todo lo elegante, y las hijas de la familia Brandon, son comprometidas con los jóvenes casaderos de buena familia, por el bien del apellido, y lo mismo pasa con los chicos. Si, una familia acomodada, linda y buena, ahí es donde mi cuna pertenece, a mí, a Mary Alice Brandon, la mayor de la casa. La oveja negra. La rebelde de la casa, la manzana que empieza a pudrirse.

No malentiendan las cosas, yo no soy una mala persona, y mis padres no lo creen, solo soy una poco diferente a la jóvenes de esta edad. Yo no sueño con el hombre que se case conmigo y me llené de lujos y comodidades, como lo hace mi pequeña hermana Cynthia o mis primas. Sueño con más, con aprender y rebozar de talentos sorprendentes, no como los de cocinar y tejer. ¿Qué tal ser una bailarina? Los jóvenes dicen que bailo exquisito, que me muevo como los mismos cisnes en el agua. Es una pena que eso no sea una profesión digna de una señorita de casa. Una verdadera pena.

-Mary ¿Podrías dejar de fantasear? Realmente hermana, a veces pareces tú la menor de nosotras.

Cynthia me frunció el ceño, era la hora de la lectura y yo estaba en otro mundo. Estaba corriendo colina abajo, con mi ropa interior blanca, y lanzándome al arroyo.

-Suenas igual que madre-dije en burla.

-Ya quisiera ser como ella-dijo solemnemente. Cielos, que niña más difícil-. Una dama, una excelente esposa y madre.

-Sí, todo eso. ¿Por qué no sigues leyendo?

-Que maleducada, no pareces una Brandon.

"Amén por eso" pensé internamente.

Amaba a mi familia, mi madre era cariñosa cuando se daba el lujo de consentirnos, cuando no estaba padre cerca para reprimirnos. Padre era un hombre fuerte, estricto, pero de un corazón noble, sacrificado por la familia. Cynthia, aunque es una niña que intenta ser mayor que yo, es una dulzura. Pero yo no me sentía parte de ellos, yo no era como ellos y no quería una vida como la de ellos. Tal vez yo no pertenecía a esta familia, tal vez fui diseñada para estar en otra, pero vine a la cuna equivocada.

-No seas tontita, Dios no se equivoco al mandarte con nosotros, el nunca lo hace-decía mi madre- ¿No será que por fin quieres casarte? Es la única explicación lógica a tu inquietud: el deseo de formar tu propia familia.

-No creo que sea eso-torcí los ojos. ¿Por qué siempre mis conversaciones con la familia terminaban en la palabra "casamiento"?

-Igual es hora de que empieces a pensarlo, ya estás en edad.

Sí, eso era cierto. A mis dieciochos años no estaba casada, pronto vestiría santos y ningún hombre querrá casarse con una mujer vieja, y eso sería malo, porque significaría que Cynthia tendría que hacerse cargo de mi, cuando encontrara esposo. Y el problema en mi radicaba en eso: no quería que nadie se hiciera cargo de mi. ¿Qué si no me interesaban los jóvenes?, claro que si, la mayoría de los jóvenes con los que convivo son apuestos, realmente bellos, inteligentes, y el requisito de mis padres, de buenas y adineradas familias (que eso no era lo que me importaba). Pero era casarse y depender de ellos, y solo tener poder sobre la mucama para que ella hiciera las cosas por mi, porque una esposa jamás debe lucir desastrosa para recibir a su marido después de un arduo día de trabajo.

-Mary, ¿en serio deseas tanto no ser mi hermana?

-No, jamás he dicho eso.

-¿Entonces?

Nunca sabía que responder.

-Anda, ayúdame a cepillarme el cabello.

Cynthia era mi persona favorita en el mundo. Era hermosísima, y era yo la encargada de arreglarla. Su cabello chocolate era de bucles preciosos, y me dedicaba a que cada rizo estuviera cuidado. Envidiaba su cabello, tan hermoso y con formas preciosas, tan cuidado y preciado por mí, era mi tesoro esos bucles de princesa. Ella en cambio, envidiaba mi cabello negro y lacio. Decía que tocarlo era como el agua, resbalándose entre sus dedos. Nuestro pacto era que siempre lo tendríamos largo, para poder peinarnos a gusto, yo formar esos bucles hermosos y ella cepillar hasta dejarlo más sedoso que nunca. Siempre cumplíamos nuestra promesa, y siempre lo haría.

Fue mi fiesta de cumpleaños el fin de mi vida como la conocía.

Cynthia como siempre cepillaba mi cabello, y tenía flores del jardín para decorarlo para la noche. Iba a usar un hermoso vestido lila, de encaje y corsette tejido. Pude darme cuenta de lo caro que era cuando mi padre lo dejo sobre mi cama. Lo mire asombrada, es cierto que nos daba siempre lo mejor, pero esto era excederse.

-Iré al grano, Mary Alice-dijo en cuanto vio lo incertidumbre de mis ojos-. Hoy vendrá un joven importante. Un joven digno de una Brandon. Si todo sale bien, esta noche saldrás comprometida.

Abrí la boca varias veces, como un pez fuera del agua tratando de respirar, pero yo buscando que decir para oponerme. Dos años atrás dije ser muy joven, ahora no tenía pretextos. Estaba atrapada, siempre lo estuve, pero ahora era como estar encerrada. Todo este tiempo me habían dejado jugar y pensar a mi gusto, para distraerme de la realidad.

-Te comportaras como tu madre te lo ha enseñado, ¿verdad, Mary?

Quise gritar mil y un palabras de la gente vulgar, de los comerciantes del mercado, de las mucamas cuando creían que los señores no estábamos…pero no podía.

-Seré una señorita, padre-dije cansada.

-Y pronto una dama.

Y esa palabra me sonó aun más vulgar que todas las que se me cruzaron por la mente.

Nunca pude hacer lo que quería, nunca pude ser yo misma. Y nunca lo iba a ser.

-¡Mary Alice!-grito Cynthia. Voltee a verla lentamente, ella solo me hizo una mueca-. Dios santísimo, mira que eres lenta, te estoy pidiendo las flores, ¿me las puedes pasar?

Me di cuenta que ya habían terminado de hacerme el peinado, todo mi cabello estaba recogido, hasta sentí un dolor de cabeza de lo apretado que estaba. Le pase una de las flores a Cynthia y rose su mano por un segundo.

Y lo vi.

Vi a un joven, de unos diecisiete años, viendo a mi hermana con deseo, no uno morboso, si no de devoción. Alguien que ve el oro por primera vez, que ve una rosa más hermosa que las demás. Su cabello negro era como el mío, y sus ojos azules eran nobles, inocentes. Qué joven más perfecto para Cynthia.

-Termine con esta, pásame otra.

-¡Cynthia!-grite, exaltada al escuchar su voz, trayéndome a la realidad- ¡Lo vi!

-¿Lo hermoso que me está quedando? Eso ya lo sé.

-No, eso no. A tu pareja de esta noche. Dios, que joven más lindo, eres una suertuda.

-¿Papá también me está buscando esposo? No lo sabía…

-No, no. Lo vi ahorita, no sé cómo, pero lo vi. Tiene un cabello negro, tan negro como el mío, y esos ojos, ¡que ojos, hermanita!

Cynthia se me quedo viendo con la perfecta cara de nada. Yo estaba excitada con mi visión, fue tan clara, tan nítida. Era una sensación increíble y caí en la cuenta de lo raro que era. ¿Cómo pude ver algo así? No era para nada normal, ni siquiera debió ser así. Podía decirle a Cynthia que estaba imaginando mi fiesta, pero ni siquiera estaba pensando en nada. ¿En verdad ese chico era real o solo un producto de mi imaginación a la insistencia de mi hermana por el casamiento?

Y en eso ella me hizo una mueca.

-Que chistosa, deja de molestarme y siéntate correctamente. Si no te das cuenta, yo sigo sin estar lista, y me tienes perdiendo el tiempo.

Si, no me creyó, nadie lo hubiera hecho, dirían que me dejara de mis bromas de mal gusto. Solo estaba segura de que, de haber sido Cynthia (o cualquier persona) la que me hubiera dicho, le hubiera creído fielmente.

Eran las ocho de la noche y mi fiesta estaba empezando. La buena música estaba presente y solo sentía el impulso de ponerme a bailar yo solo, mi madre varias veces me llamo la atención a que me quedara quieta, porque inconscientemente ya me estaba meciendo al compas de las bellas notas.

-Mary, ahí viene tu padre-me dijo madre en silencio.

Padre, elegante y fuerte como siempre, venía acompañado de un joven alto y fornido. Era de una naturaleza brusca, su cabello era café, un café brusco, no como el lindo color de mi hermana, y sus ojos eran miel, pero tan opacos, vacios sin vida. ¿Con él debía casarme? Quise salir corriendo. Siempre había pensado que el amor de mi vida sería de un brillo singular, alguien que me hiciera sentir mariposas, que me cuidara y dejara ser libre. De un brillante cabello y ojos vivarachos.

Pero nunca habría amor de mi vida. Eso no existía, y si existía, no era para mí.

El joven fue presentado como Richard Thomas, y su manos era rasposa ante la mía. Baile con él toda la noche, y supe que no había química alguna. Desee durante un vals que el sintiera la misma repulsión que yo sentía por el al bailar tan fuera de ritmo, que dijera que no era una señorita para él, pero pude ver en sus ojos la morbosidad. Su mano rozaba entre tanto y tanto la parte baja de mi espalda, y sus miradas solo se dirigían a mis pechos. Era todo, ya tenía el marido inadecuado para mí.

La mañana siguiente desperté y no me levante de la cama como acostumbraba, quede tumbada sobre el colchón y me cubrí lo más que pude con las cobijas. Sabía lo que vendría después de tomar el desayuno. Era más que obvio, pero yo lo había tan pronto cuanto abrí los ojos.

"Richard ha quedado prendado de tu belleza, Mary Alice-su sonrisa era la más brillante que había visto-. Fuiste excepcional, y tan conversadora que no pudo resistirse. El jueves vendrá el y su familia a pedir tu mano oficialmente"

Era espantoso, era tan claro, como había pasado con Cynthia la noche pasada. Sabía que no era el producto de mi imaginación, era verdad.

Y lo que después vi fue bizarro. Huevos hervidos y jalea de frutilla. Supuse que ese sería el desayuno de hoy. Aunque también podía ser mi hambre reclamando que me levantara.

Tocaron a la puerta y Cynthia paso su cabeza. Se veía asustada de verme, como si fuera la primera vez que me veía.

-¿Qué sucede?

-Madre dice que te levantes, que no es bueno para una señorita dormir tanto y lo sabes-dijo en voz bajita-. Baja a desayunar cuando te hayas vestidos, habrá…

-Huevos hervidos y jalea de frutilla-dije al mismo tiempo de ella. Cynthia ahogo un gritito-¿Qué no es eso?

-N-no, si lo es-su mirada se desvió de mí.

La vía seria por un momento, y recordé lo de anoche. Salta sobre mi cama y se me inflo el pecho.

-¡No me has contado que tal tu noche, Cynthia! Lo viste, ¿verdad que lo viste?

Mi hermanita de carácter fuerte vacilo. Se veía temerosa, como si acabara de preguntarle un crimen. Sus ojos chocolate pasaron a verme, que tenía una sonrisa enorme. Sus ojos se abrieron en plato.

-Deja de sonreír de ese modo, me asustas-dijo Cynthia-. Parece que…

-¿Parece que?

-Nada. Si conocí al joven. Ahora, vístete y baja.

Y cerró la puerta de golpe. Cynthia estaba rara conmigo esta mañana, tal vez el joven con el que paso la noche la dejo tan deslumbrada que había cautivado su corazón tanto al punto de dejarla indefensa. Me dio una ternura inmensa. Pero durante el desayuno ella no me volteo a ver. Le pedí la sal para los huevos, y apenas y me levanto la mirada para saber que le hablaba a ella. Se veía tan rara. Cuando nos levantamos de la mesa, la seguí hasta su habitación, ella seguía silenciosa. Yo no podía quedarme callada por mucho tiempo, y le conté lo que había visto esta mañana.

-¿Te imaginas? No lo hagas por favor. Pasare mi vida por siempre junto a ese hombre, seré la mujer más aburrida de Biloxi.

-¿Lo viste igual que ayer?-su voz era débil.

-Sí, te lo estoy diciendo. Al menos estoy preparada para esto.

-Mary, ¿no te da miedo?

-Por supuesto, pasare toda mi vida con ese hombre, ¿Cómo no voy a tener miedo?

-Eso no, si no…eso.

Su mirada fue insistente, y no comprendí a lo que se refería.

-Mary, tú…

La conversación fue interrumpida de pronto. Una de las mucamas me llamo, diciéndome que mi padre quería mi presencia enseguida. Sentí mi estomago vacio, y los huesos me pesaban, como si fuera una anciana. Ya empezaba a sentir el matrimonio.

Richard ha quedado prendado de tu belleza, Mary Alice-y volví a ver esa misma sonrisa centellante -. Fuiste excepcional, y tan conversadora que no pudo resistirse. El jueves vendrá el y su familia a pedir tu mano oficialmente.

-Sí, padre.

Salí de ahí con el peso de mi edad en los hombros, que pronto había acabo mi libertad. Que opresión tan grande sentía en el pecho. Cynthia estaba parada afuera, y me vio con terror.

-¿Qué sucede?

-Fue lo que dijiste. Lo que me contaste, palabra por palabra…eso dijo padre.

-Sí, ya te había dicho que esto pasaría, ¿te sientes bien?

Intente tocarle su hombro, pero ella se alejo de mi, asustada, empezó a temblar y salió corriendo escaleras arriba, hasta encerrarse en su habitación.

Durante el almuerzo, madre se me quedo mirando con detenimiento, incluso mi padre. Me sentí intimidada por sus miradas penetrantes, me sentí aun más pequeña de lo que era.

De pronto, tuve otra visión. Era mi madre y mi padre en otra casa, viendo de frente a unos señores de pieles bronceadas. La mujer desconocida era bonita, de un cabello opaco, y el hombre de ahí era como ver a mi prometido veinte años después. Conversaban sobre mi y Richard, hablaban de flores y vestidos, y la iglesia.

-Mary Alice, no veas a la nada mientras comes.

Parpadee, volví a la realidad. Vi a mis padres y no pude evitar preguntarles.

-¿Irán mañana a ver a los padres d Richard?

-¿Estuviste espiando, Mary? Eso no se hace. Mandaron a uno de sus sirvientes para invitarnos a platicar sobre ustedes.

-Yo no estaba espiando-fruncí el ceño-. Solo lo vi.

-¿Cómo que lo viste?-pregunto mi padre.

-Pues que lo vi. Solo eso.

-Ah, cuando llego el sirviente. Imagínate Mary, tendrás sirvientes, y tu boda saldrá publicada en todos lados. Sera de ensueño.

El estofado se me revolvió en el estomago y deje que mi madre siguiera hablando de lo que quisiera. Cuando volví a mi habitación me recosté antes de prepararme para dormir. Y volví a ver algo.

"Les digo que Mary Alice dijo esas cosas. Ella ve cosas-la voz de Cynthia temblaba-. Y su sonrisa… ¡era escalofriante! Parecía poseída, y burlándose de mi. Yo no sé qué le pasa a mi hermana. ¡Ella no es mi hermana!"

Cynthia les decía a mis padres sobre mis visiones. Ella me temía. ¿Pensaba entonces que estaba poseída? Me sentí devastada. Mi hermanita, mi amiga y persona favorita me temía. No solo iba a casarme con alguien a quien no quería, si no que me había quedado sola en mis últimos días de soltería.

Al otro día, mientras nuestros padres estaban en el casa Thomas, Cynthia trato de hablarme. Le sonreí tristemente, y le dije que había visto que me temía. Que no se preocupara, que no le haría nada y no le volvería a hablar. Sus ojos se llenaron de lágrimas y salió corriendo.

Miércoles en la noche, al otro día vería a mi nueva familia. No podía estar más deprimida, sentía que mis paredes se iban cerrando y el aire empezaba a faltarme. Había dejado de hablar con Cynthia un sábado, y me sentía con tantas cosas por decir, pero no la molestaría más.

Tocaron a mi puerta, y eran mis padres. Me puse una bata sobre la pijama, como siempre debía ser en presencia de un hombre. Sus miradas eran nerviosas, y pude ver un tic en el ojo de mi padre.

Cynthia ya les había dicho.

-Tu hermana nos dijo que has estado viendo cosas. ¿Es cierto?

-Si-no mentiría.

- No intentes asustarnos Mary Alice-dijo mi padre-. Esto debe ser un pretexto para impedir tu boda ¿verdad?

-No, no lo es, padre. Puedo decirte como es la madre y padre de Richard. Y como es la casa de la familia Thomas.

Empecé a relatar mi visión. Con todos los detalles de la casa, de las personas, y hasta lo que habían dicho en esa platica. Los ojos de mi padre se abrieron tanto, jamás lo había visto con miedo, y fue sorprendente. Mi madre en cambio, empezó a llorar a mares.

-¡Esta poseída!

Gritaba histérica. Por todos los cielos, había asustado a mi madre. Ella temía por mí, por mi alma. Debí quedarme callada.

-¿Imaginas el escándalo que será esto?-Dije en un hilo de voz- No la podemos llevar a la iglesia a un exorcismo. No solo no se casara, si no que quedaremos tachados de por vida.

¿Qué?

¡Esto era lo que preocupaba! El status de la familia, el escándalo. Yo no importaba para nada.

-¡Eres la peor madre del mundo! Maldita sea, ¿no te importo? Todo este tiempo yo no contaba ¡Solo era otro medio para conseguirte escalar entre las ramas de la sociedad!

-¡Vengan por ella!

Las mucamas y el cochero llegaron. Me tomaron por los brazos y me jalaron por los pasillos. Esto no podía ser cierto, esto no era verdad. Era una pesadilla.

-¡Suéltenme, malditos bastardos!-grite y lance patadas-¡Les ordeno que me suelten, malditos mal nacidos!

Desde abajo, seguía oyendo el llanto de mi madre, el peor sonido del mundo. Era horrible escuchar a una madre llorar por un hijo. Pero era repugnante escucharla llorar cuando había perdido a quien la subiría de nivel en su vida de perfección y apariencia.

Entre mis forcejeos y mis breves escapes, mi pijama quedo arañada, ni cuanta me di cuando mi bata había desaparecido de mi. En el barandal vi a Cynthia, con sus manos en posición de rezar y llorando. Pidiendo por mi alma.

-¡Cynthia, por favor! –Llore y grite a todo pulmón- ¡No dejes que me lleven, tu no por favor!

Y los ojos de mi hermana se llenaron más de lágrimas.

Afuera el frio era insoportable, y mis pies estaban descalzos. Mordí a alguien y me soltó, fue el tiempo suficiente para que pudiera golpear a otro de mis opresores y liberarme. Corrí con todo lo que pude, pero mi padre me agarro por las muñecas. Mis ojos se movieron por un instante hacia mi habitación, y había fuego en ella.

¿Así me borrarían? Muerta calcinada. ¿Esa era la forma en que librarían el escándalo?

-Por favor padre-rogué, era lo último que me quedaba.

-No me llames padre-dijo fuerte-. Tú no eres mi hija.

Vi su mano levantarse, sosteniendo un gran palo y todo fue negro después.

Desperté, adolorida de la cabeza. No sabía dónde estaba, no podía recordar nada.

-Y entonces, ¿así de peligrosa es?

-Sí, dice ver cosas, y habla sobre eso.

-Que caso más interesante. Y qué hermoso cabello tenía. Me pagaran enormes cantidades por él.

-Eso no es de mi interés.

¿Cabello? Me toque la cabeza, y mis largos mechones había desaparecido. ¡El preciado cabello que Cynthia cuido había desaparecido! Entre en frustración, el lugar apestaba a suciedad, y estaba húmedo.

-¿Y cómo dice que se llama?

-Alice…Walsh.

Era la voz de mi padre, pero dijo un nombre desconocido para mí. No, esa no era yo. Yo era Mary Alice Brandon. ¿Dónde estaba? ¿Qué era este horrible lugar? Estaba en tinieblas, y era frio. Las paredes eran viscosas y no había ninguna ventana.

-¿No dejara ninguna referencia si conseguimos algún cambio?

-No le veo cura. Algún día vendré a visitarla a esta casa de locos.

-hospital psiquiátrico, señor Walsh.

-Sí, lo que sea.

¿Un hospital psiquiátrico? No, esto no era cierto. Esto no estaba pasándome. Esto debía ser una broma, un demasiado cruel.

-¡No me dejes aquí padre!-grite, golpeando una puerta de fierro que tenía enfrente- ¡Ya no diré nada de lo que vea!-jure-¡Seré como tú quieras, pero no me dejes!

Que oscuro estaba aquí. Que falta de espacio, que falta de aire…

-¡NO ME DEJES AQUÍ!

No por favor, no quiero estar aquí. Alguien sáqueme de este lugar. No me dejen encerrada, no estoy loca. No me encierren, quiero ser libre.

-Es todo, vendré en otra ocasión.

-¡PADRE!

Y fue lo último que grite. Devastada, dolida, presa de un miedo inmenso. Porque él jamás volvería. Porque yo ya estaba muerte, había muerto quemada en un incendio en mi habitación. Y estaba sola.

Tuve una visión entre mi llanto. Una hermosa jovencita de cabello negro perdida en el bosque, sus ojos eran rojos, y su piel tan blanca como la nieve. ¿Quién seria?

Y fue lo último que vi. Entre la oscuridad y la soledad, ya no podía ver más nada. Lo último que quedaba de mí, era mi segundo nombre: Alice. Era a lo último que debía aferrarme, a lo que no podía soltar.


Ultimas notas:

Cuando dije ropa interior, me refería a esa ropa de antes, que parecía más una pijama que otra cosa.

El hospital psiquiátrico es inspirada en Sweeny Tood. Sé que no es en esos mismos años, pero no creo que hayan cambiado mucho las cosas para ese entonces.

Quise darle un toque más religioso al asunto de la familia de Alice, pero no pude atacar mucho esto. Me imagino que así debío ser el asunto para que la hayan hecho parar hasta haya.

Y es todo. Felices fiestas y mis mejores deseos.

Bye bye.