La verdad es que andaba rondando por estas páginas sin registrarme y al fin me decidí hacerme una cuenta. Además de que tengo ciertas ideas rondando por mi cabeza y creo ya va siendo hora de que vayan saliendo~
One Piece y sus respectivos personajes no me pertenecen.
He de dejar constancia de que este es mi primer fic y sé que habrán muchos fallos, pero espero que si los veis me dejéis un review explicándolo amablemente.
Y sí, sé que este es un capítulo corto, como es la primera historia que me atrevo a subir, no sabía cómo me iba a quedar, pero bueno, denle una oportunidad :3
Capítulo 1.
Un día más. Era un día más, como todos los demás. Eco* se encontraba sentada en una vieja silla, mirando por la ventana el sol que salía desde el horizonte y cómo los nuevos rayos de luz se reflejaban y entraban por la cristalera.
Perdida. Así era su mirada. Bajo esos ojos no se destellaban nada más que una indiferencia hacia todo de una forma desmesurada. Desvió su vista a sus tétricas y gélidas manos, las cuales estaban esposadas… se fijó, entonces, que sus esposas le venían cada vez más grandes. Mirando esas cadenas recordó que un día, esas ligaduras, hasta le apretaban un poco.
—Esto no puede ser más asqueroso —replicó Hákon*—. Ya me he encontrado como cinco cucarachas debajo de mi "cama".
—Déjalas. —Le contestó Eco —. Pueden ser de las cosas más bonitas que hay en este barco —dijo con una mueca en la cara.
—Pero no dejan de darme repugnancia —dijo él levantándose dolorosamente. El pobre nunca había tenido la necesidad de matarlas pero siempre que las veía esconderse y esparcirse por los pequeños huecos de la pared a la mínima de luz o movimiento se le saltaban los latidos del corazón —. Por cierto Eco, se está haciendo de día, más te vale que vayas preparando el desayuno si no quieres que…
—Lo sé Hákon —interrumpió ella —. Pero hoy es un día…
—Pero hoy es un día… ¿qué más?
—Olvídalo. Tienes razón, más me vale darme prisa e ir a la cocina —dijo mientras se levantaba a duras penas de la quebrosa silla y se dirigía lentamente hacia la puerta con el malsonante ruido de las cadenas, que también se encontraban en sus tobillos —. Nos vemos luego.
—Eso espero Eco…
—No seas gafe, anda. —Rio tristemente.
La joven caminaba paulatinamente por los pasillos de ese barco pirata. Así, con cuidado, para que no resonasen demasiado las cadenas y no pudiera despertar a nadie. De esta manera entró en la cocina y se dispuso a hacer el desayuno para los tripulantes antes de que llegaran.
Un nuevo día se iniciaba, y así, el Capitán se dispuso a levantar su perezoso cuerpo mañanero de la cama. Entró en su baño personal y empezó a ducharse y a asearse. Cuando acabó, se vistió con sus ropas y fue a desayunar.
Así y muchos otros de la tripulación del Capitán se prepararon para comenzar una nueva jornada.
— ¡Qué mierda es esta leche!— gritó el Capitán a la muchacha mientras lanzaba el vaso a los pies de Eco.
—Es… es leche de soja Capitán —respondió con miedo.
El Capitán se levantó enfurecido y se dirigió a la joven. Le escupió en la cara, le cogió fuertemente de la caballera y con una sola mano la estampó contra encimera.
— ¡¿Por qué has tenido que poner leche de soja, no ves que sabe a mierda, eh?! — siguió gritando sin soltar la mano de su melena. Aún, sin dejarle contestar, la tiró al suelo y le pegó una patada con fuerza en su abdomen —. ¿Sabes? No quiero ni escuchar tu repulsiva voz —dijo el Capitán mientras se disponía a darle otra patada.
— ¡Por favor, pare! — intentó decir Hákon, el cual corrió hacia la cocina a causa de que había oído todo el alboroto. Interrumpió.
— ¿Tú no deberías estar fregando, esclavo de mierda? —le dijo el Capitán volviendo a la compostura pero, sin abandonar su penetrante mirada de odio —. Me dais asco —dijo cabreado y escupió en la cara del pobre hombre —. Llévatela y párale la hemorragia nasal. ¡Y luego que vuelva a trabajar!
Entonces Hákon cogió a Eco que se encontraba tirada en el suelo todavía y la llevó a la enfermería como pudo. Los tripulantes empezaron a aplaudir las acciones del Capitán.
— ¡Capitán! —gritó uno de los tripulantes.
— ¿Qué pasa?
—Estamos carentes de provisiones. Deberíamos parar en la más próxima isla antes de que se agoten del todo.
—Ya lo sé. ¿Si no por qué íbamos a beber leche de soja? —contestó —. ¡Ya le habéis escuchado, nos detendremos en la siguiente isla! —gritó —. De paso recolectaremos más esclavos. —dijo riendo.
—Si no les hubieras matado a la mínima no tendríamos que secuestrar a más personas —rechistó el Segundo.
Hákon sentó a Eco en una de las camillas, cogió un esparadrapo y se dispuso curarle la herida de la cara.
—No alces la cabeza, que es malo —dijo mientras intentaba limpiarle las lágrimas que caían por su rostro.
—Lo siento Hákon —dijo entre sollozos —. No deberías haber acudido en mi ayuda…
—Tonterías —contestó —, eres mi única amiga aquí… no puedo permitir que te pase nada. No me lo perdonaría en la vida. Jamás —dijo seriamente.
—Pero siempre eres tú quien me ayuda, quien me salva, quien me da razones para seguir viviendo…—empezó a llorar de nuevo.
— ¿Y qué le diría a mi pequeña, cuando salga de aquí? —dijo acariciándole el rostro y con los ojos llorosos —. ¿Qué no pude salvar a mi amiga? ¿Qué dejé que la mataran a golpes por miedo a morir? No… eso no. Quiero que mi hija tenga un padre el cual pueda sentirse orgullosa. No quiero arrepentirme de nada.
—Hákon… estoy segura de que Niara* se siente orgullosa de ti.
—Gracias Eco… Venga, déjame verte el abdomen.
—Está bien —contestó mientras se subía la camiseta.
—Vaya, cada vez estás más delgada.
—No soy la única, tú tampoco luces muy sano…
No muy lejos de esos mares se encontraba un peculiar submarino amarillo que estaba sumergido en esas aguas abruptas. Dentro se encontraba un característico oso polar el cual tenía la habilidad del habla.
—Capitán, creo que deberíamos emerger a la superficie.
— ¿Por qué lo dices?
—Porque estoy sudando mucho ya y me estreso estar tanto rato bajo el agua —dijo preocupado —. Además de que ya hemos pasado esas corrientes peligrosas…y…y… ¡¿podemos ir a la superficie ya por favor?! —le rogó desesperado.
El capitán le miró.
— ¡Lo siento capitán! —exclamó el oso.
—Está bien.
El submarino surgió de las aguas y aquel oso polar pudo por fin salir fuera a respirar y a refrescarse.
—Ah… —respiró hondo. —Así sí que se está bien —habló para él —. Vamos a ver… nada por la derecha. Nada por la izquierda. Nada por el… ¿qué? —se asombró.
—Eso es la isla Shikoku.
— ¡Ah! ¡Capitán, me has asustado!
—Debemos parar ahí —dijo sin más explicación.
—De acuerdo capitán.
Eco: Ninfa de la montaña en la mitología griega. (No adopta este significado en este contexto)
Hákon: Nombre de origen nórdico que significa de familia del norte.
Niara: es un nombre de origen swahili que significa "aquella que tiene grandes propósitos".
Si os gustó, no olvidéis de dejar algún review :3 que siempre viene bien y sube mucho la moral *_*
Como ya he dicho antes, siento si ha sido corto, los siguientes capítulos son más largos y más interesantes~ ^^ (Y puede que hasta enrevesados xD) pero todo tiene explicación *3*
En fin, sin nada más que añadir, se despide con muuuchos besos babosos,
Myrcur.
Editado: 26/9/13
