-Loki... Loki, por favor, abre la puerta... Loki...-Thor tocaba y tocaba la puerta de su hermano pero el moreno no se movía de dónde estaba, gruesas lágrimas cayendo de sus ojos-Loki, lo siento mucho...-Loki escondió su rostro entre sus brazos y se mordió el labio para no sollozar.

-Loki...-el moreno saltó y alzó la mirada para ver a su mejor amigo trepado por su ventana, su cabello oscuro estaba desordenado y sus ojos marrones también tenían restos de lágrimas.

-Tony-dijo Loki, con voz ahogada y se paró para lanzarse contra él, el uno llorando en los brazos del otro-No pueden hacerlo, no puedes irte, Tone, no puedes dejarme aquí-sollozó Loki, su voz quebrándose varias veces. Thor había dejado de tocar, escuchando el ruido adentro, sabía que solo Tony podría lograr hacerlo salir.

-No tengo opción, Loki, papá ya hizo todos los papeles, ya consiguió escuela y todo... lo siento tanto-el moreno cerró los ojos con fuerza, dejando caer más lágrimas.

-¡No pueden apartarnos de esta manera, Tony!

-Lo sé, lo sé, lo siento tanto...-susurró el castaño, apoyando su frente en la del moreno-Pero eso no significa que nunca hablaremos Loki, nos llamaremos y nos mandaremos cartas y... y nunca estaremos realmente lejos-Loki se mordió el labio.

-¿Lo prometes, Tony? ¿Prometes que jamás perderemos el contacto? ¿Qué seremos para siempre amigos?

-Por supuesto que te lo prometo, Lokes, jamás dejaré de ser tu amigo-el moreno lo miró fijamente, viendo la sinceridad reflejar en los ojos marrones y asintió.

-Te creo, Tony, siempre voy a creerte.


-Te he traído algo de comer-dijo Thor, entrando al cuarto de su hermano con una bandeja. El moreno intentó sonreírle pero solo le salió un gesto desganado. A Thor le rompía el corazón verle así, Loki era demasiado joven cómo para tener el corazón roto pero a sus trece años, su hermano era más maduro que la mayoría, incluso que él que le llevaba cuatro años. Tony se había marchado hace dos semanas, y aunque los chicos se hablaban todos los días, a veces hasta tres veces, pero eso no parecía ser suficiente para él, Loki se había tomado por refugiarse en su cuarto todo el tiempo y según lo que su madre sabía por María Stark, Tony no estaba mucho mejor.

-Gracias, Thor-susurró Loki, intentado formar en él las ganas de comer.

-Loki... tú sabes que yo sé cuánto quieres a Anthony y cuánto significa para ti pero... me preocupas, Loki-dijo y Loki pudo ver en los ojos azules cuán preocupado estaba su hermano.

-Lo siento, Thor, no quería preocuparte-dijo en voz baja.

-No es que no quieras preocuparme, Loki, siempre voy a preocuparme por ti, eres mi hermano menor-le dijo con una leve sonrisa. Loki suspiró.

-Es solo que... Tony siempre estuvo ahí, desde siempre, crecimos juntos, es el único amigo que tengo en el que realmente puedo confiar y... siento que, de una manera u otra, estoy perdiendo eso-admitió en voz baja, sus ojos llenándose de lágrimas.

-Tú y Anthony están conectado de una manera tan especial Loki que es imposible que un lazo como el suyo pueda ser roto por algo tan común como la distancia. Escúchame, Loki y créeme, Tony y tú podrán estar separados muchos años pero lo que los une en el corazón, nadie lo pondrá romper jamás-Loki sintió una calidez en su pecho por las palabras de su hermano y lo abrazó.

-Muchas gracas, Thor-el rubio le sonrió con dulzura, sus ojos rebosando de adoración por su hermano pequeño.

-Siempre que me necesites estaré aquí para tí, Loki-el moreno asintió.


Tony caminó por las calles de Londes, la lluvia empezaría a caer de un momento (si es que podía guiarse en las oscuras nubes que flotaban sobre su cabeza) y él tenía que encontrar algún lugar en el que refugiarse. El castaño avistó una pequeña cafetería y corrió hacia allí mientras las primeras gotas empezaban a caer, Tony sacudió su casaca y se sentó en una mesa, ordenando un café y un pequeño postre. Su madre siempre le llamaba la atención por tomar café, decía que era muy joven para andar tomando eso pero Tony lo adoraba, le gustaba el sabor amargo en su garganta y le gracia que su padre lo apoyara, guardándole una taza de café en su taller para que su madre no lo pillara. Tony soltó un suspiro mientras tomaba un sorbo, observando las gotas caer contra la ventana. Había pasado un mes desde que se fue de New York y lo extrañaba cada día, extrañaba a Loki específicamente, las calles parecían un poco más tristes sin la presencia de su amigo, cada sentía que esas llamadas por teléfono eran más insuficientes y en algunos momentos de depresión se preguntó si no sería mejor cortar toda comunicación y empezar otra vida. Pero no lo haría, jamás rompería la promesa que le hizo a Loki, sabía que solo tenía que lograr terminar la escuela para volver y haría de todo para lograrlo, necesitaba volver y estar ahí, ese dolor que sentía en su pecho desde que dejó a su amigo en el aeropuerto no se había desvanecido y aunque Tony aún era muy joven para comprender esos sentimientos, sabía que había algo muy especial que lo unía a Loki.

-¿Tony?-el castaño se sobresaltó, girándose. Un chico de cabello castaño y apariencia tímida lo saludó, acercándose a él.

-Oh, Bruce-saludó. Bruce era el único amigo que Tony había hecho desde que había llegado aquí, el chico era retraído, muy inteligente y una compañía cómoda, nunca iba a poder tomar el lugar de Loki pero Tony empezaba a pensar que no estaba mal como amigo.

-¿Escondiéndote de la lluvia?-dijo con una pizca de diversión.

-Me atrapaste-respondió el de cabello oscuro, sonriendo. Ambos se engancharon en una conversación simple y Tony fue sintiéndose más cómodo, el dolor no se había marchado pero se había suavizado un poco, tal vez sería capaz de soportar una vida aquí.

Tal vez.


Sep, lo hice de nuevo, empecé una historia sin haber terminado otra. Damn. Que sepan que viene otra en camino! Saludos!