Las gotas de sudor caían sobre la frente de los 4 viajeros luego de haber viajado por una semana a pie sin detenerse hasta la aldea Sooga, un remoto pueblo escondido sobre el bosque de bambú a la orilla de Corea del Sur. Todos bajaron sobre un camino escondido detrás de el lago hasta llegar al terreno baldío, cerca muy cerca de la aldea. Pucca dejó caer la gran maleta con una sonrisa satisfactoria
-Aquí es-dijo satisfactoriamente
-Es muy grande
-Podemos hacerlo
-¡Entonces empecemos!-dijo Lingüini, señalando a Pucca con el dedo-¡Vamos Pucca, hazlo!
Pucca abrió su gran maleta negra, y de ella salieron pequeños hechizos que habían conseguido en una feria abierta, los cuales sabían hacer de todo: hasta limpiar y hacer mucho alboroto, como también construir lo que fuera y de manera rápida. Y lo hacían sorprendentemente: Ho, el segundo tío de Pucca les mostró el papeleo donde estaba graficado el próximo restaurante y en cuanto los muñequitos lo vieron comenzaron a construir y martillar donde fuera, por todos lados salían clavos, empezaron hacer piezas de metal rojas, construyendolas y formando en poco segundos un edificio grande y brillante, con el logo de un plato de fideos y especias, lamparillas que abundaban por todas partes, hasta las estatuas de piedra en forma de león-hombre.
Tan solo bastó de unos segundos para acabar con el nuevo restaurante
-Maravilloso-dijo Ho, limpiandose una lágrima de la mejilla
-¿Como deberíamos ponerle?
-No sé, dejemos que Pucca eliga
-¡Si! Pucca elige-se mostró entusiasmado su tercer tío Dumpling
Pucca medito sobre un nombre perfecto. Sus padres querían algo así como atrayente y riquísimo, que de tan solo escucharlo le crugiera el estomago a cualquiera.
-Fideos de Ya-yan-dijo en un susurro
-Um, suena delicioso
-Es verdad. Pues entonces, así queda. Familia, esta es nuestra nueva casa
Los muñequitos justo antes de entrar nuevamente a la maleta, le tendieron a Ho una llave plateada, esculpida únicamente para aquellos tres chefs.
Entonces...entraron
