¡Hola! Bueno, llevo años sin publicar nada en esta página y tengo pendiente actualizar un fic que dejé abandonado pero, ya que esta idea lleva un tiempo rondando en mi cabeza y no encuentro inspiración para continuar el otro ahora mismo, he decidido eludir mis responsabilidades y publicar esto primero (?) Así que espero que lo disfrutéis, espero no haberme oxidado luego de tanto tiempo :3


- Diálogo -

"Pensamientos".

Narración.


Capítulo 1: El comienzo de todo

El cielo de aquella tarde se encontraba completamente limpio de nubes, permitiéndole al sol gobernar en este como el rey indiscutible, repartiendo sus cálidos rayos por toda la aldea. Los habitantes no habían desaprovechado la oportunidad de disfrutar de un magnífico día, por lo que las calles se hallaban más concurridas de lo habitual. Todos parecían pasarlo bien. Sin embargo, no podían faltar las excepciones.

Cierto joven de hebras azabache y orbes oscuros se desplazaba entre la multitud con ambas manos dentro de los bolsillos de su pantalón, su ceño ligeramente arrugado en un gesto de amargura y malhumor, sin sentirse para nada identificado con la felicidad que le rodeaba. Su mente aun vagaba en el entrenamiento que había tenido con su equipo aquella mañana, su mirada oscureciéndose cada vez que rememoraba los resultados. Había perdido contra Naruto. Él. El genio Uchiha. Era humillante.

- Sasuke-Kun...

Chasqueó la lengua al escuchar aquella voz suave y cantarina a sus espaldas. No se giro, continuó su camino fingiendo no haberla escuchado.

- Oye, Sasuke-kun.

Parecía que no se iba a rendir. Los orbes oscuros se desviaron durante un instante hacia su derecha cuando la menudo figura se situó junto a él, contemplando de reojo el rostro preocupado de su compañera de equipo antes de volver a mirar al frente, sin mencionar palabra.

- Hey, no pasa nada, todos tenemos un mal día. Seguro que mañana no volverás a perder con Naruto.

Las intenciones de la muchacha eran buenas al mencionar aquellas palabras, pero solo lograron aumentar la frustración del Uchiha, que apretó los puños con evidente irritación al escuchar en voz alta aquello que tanto le molestaba, su mandíbula tensándose.

Un pequeño suspiro brotó de los labios femeninos al ver como el humor de su acompañante no mejoraba, pero pronto una sonrisa llegó a sus labios cuando una idea surgió.

- ¿Por qué no vamos a algún sitio juntos? ¡Así te sentirás mejor! ¡Podemos ir a comer a algún sitio y luego...!

- Eres tan molesta -la interrumpió cuando finalmente se cansó de escucharla, deteniéndose para contemplarla-. ¿Por qué no me dejas en paz? ¿No te cansas de perseguirme? Estoy cansado de que estés siempre detrás de mí, solo estorbas.

Habló sin medir sus palabras, y pronto se arrepintió al ver como la sonrisa se congelaba en los labios de la muchacha y en su mirada jade brillaba el dolor. La había lastimado. Una punzada de culpa le atravesó el pecho mientras la veía agachar el rostro, todo rastro de felicidad habiendo desaparecido. Por un instante separó los labios en busca de algo que decir, pero pronto volvió a cerrarlos al no saber el qué. Chasqueó la lengua con fastido y se giró, retomando su camino, alejándose de ella y de aquel sentimiento que le quemaba.

La menuda figura no se movió. Se mantuvo ahí, con la mirada dolida clavada en el suelo, los finos labios ligeramente separados, sin emitir sonido alguno. Pronto una silenciosa lágrima rodó por una de las suaves mejillas, recorriéndola hasta llegar a la pequeña barbilla y, finalmente, caer al suelo. Un sollozo fue contenido cuando se mordió el labio inferior.

La figura del moreno se perdió entre la multitud, pero esta vez nadie le siguió.

A lo lejos, desde el cielo, unos pequeños orbes celestes contemplaron la escena con desaprobación.


El viento soplaba con algo de fuerza en los campos de entrenamiento, agitando las copas de los árboles, cubriendo con el murmullo de las hojas el silencio que envolvía a las dos únicas figuras que podía contemplarse de pie en medio del descampado. Las hebras oscuras de una de ellas se balanceaban al compás de la brisa mientras su pequeña portadora se dedicaba a comtemplar el suelo como si fuese lo más interesante del mundo, sus manos estirando con nerviosismo el borde de sus ropas. El par de orbes zafiro de su acompañante la contemplaban mientras este se situaba a poco más de medio metro de distancia. Ninguno de los dos mencionaba palabra alguna, y esto comenzaba a resultar incómodo para el más impaciente de los presentes.

- Hinata.

La morena tembló al escuchar su nombre resonar con aquel timbre masculino, la pálida piel de sus mejillas enrojeciendo al instante mientras se removía en su sitio, nerviosa. El rubio solo la contempló, sin percatarse de ninguno de estos detalles.

- ¿De qué querías hablar? -volvió a hablar después de unos segundos sin obtener respuesta, cambiando su peso de un pie a otro con cierta inquietud. Tanto tiempo en silencio lograba ponerle nervioso.

- Eh... Y-yo...

Los finos labios se transformaron en una fina linea cuando su portadora los mordió con inseguridad. Sentía la boca seca y un nudo en su gargante, las palabras parecían incapaces de brotar para hacerse oír, por lo que lo único que terminaba haciendo era balbucear cosas sin sentido. El corazón le latía cada vez más rápido, fuera de control, con tal fuerza que era incapaz de escuchar sus propios pensamientos. Por momentos temía que él también lo escuchase.

Naruto solo suspiró. Se había quedado ahí luego de que el resto del equipo 7 se marchara con la intención de entrenar por su cuento un rato, y cuando vio a su amiga aparecer en su busca, mostrándose tan ansiosa, creyó que era por algo importante. Sin embargo, después de quince largos minutos en silencio, comenzaba a sentirse realmente inquieto. La paciencia no era una de sus mayores cualidades.

Una de las grandes manos se elevó hasta alborotar las hebras doradas.

- Mmm... -miró un instante al cielo antes de comtemplar a la chica-. Si no sabes lo que quieres decir, entonces...

- ¡N-no!

Aquella exclamación le sorprendió y logró que volviera a guardar silencio mientras veía como el rostro femenino se encendía.

- T-tengo algo que decirte... No te vayas...

Asintió en silencio mientras dejaba caer el brazo que hasta hacía un instante se mantenía sobre su cabeza, sin apartar su mirada de ella. En realidad no estaba pensando de marcharse ni nada por el estilo, simplemente le iba a proponer que fueran a comer juntos mientras ella pensaba bien lo que quería decirle. No se sintió capaz de aclarárselo cuando la vio ahí, delante de él, sonrojada y echa un manojo de nervios.

La morena tomó una bocanada de aire mientras trataba de calmarse. Aquello era tan difícil... Se había dicho a sí misma que lo haría pero, ahora que tenía delante al dueño de cada uno de sus suspiros, se sentía incapaz. "Tengo que hacerlo...". Sino lo hacía ahora, no lo haría nunca. Y no podía callárselo más tiempo. Porque le amaba tanto que se estaba ahogando en sus propios sentimientos. Tenía aquella confesión inconclusa grabada en su mente, atormentándola día a día. Debía escucharlo, incluso si sabía que la respuesta rompería su corazón.

- Y-yo... Naruto-kun, yo... -su voz fue apenas un susurro tembloroso, pero aun así llegó a oídos ajenos-. Cuando ocurrió lo de Pain... Yo...

Algo en el interior del rubio se agito ante esas palabras. No podía ser lo que él pensaba, ¿verdad?

- Y-yo te dije... algo... ese día, ¿re-recuerdas? Y-yo te dije que... que...

Los finos labios se presionaron al sentirse incapaz de continuar. El corazón de Naruto comenzó a latir con fuerza. Oh, por dios, que no fuese lo que él pensaba.

La mirada perla se elevó para clavarse sobre los orbes ajenos con decisión, sus puños cerrándose en determinación a pesar del miedo que sentía. No, no iba a huir, incluso si era lo que más deseaba.

- Ne-necesito que me respondas, por favor...

"Maldición...". Sintió su estómago revolverse mientras nuevamente la morena se encogía en aquella postura tímida que la caracterizaba. La vio tan frágil y delicada... Supo que la rompería, y se odio. Maldijo el no haber huído cuando su instinto le dijo que aquello era peligroso, maldijo el tener que lastimarla. Porque iba a hacerlo. Y al verla ahí encogida y temblorosa supo que ella también lo sabía. Ambos sabían su respuesta.

Se rascó una de las mejillas morenas en gesto incómodo, desviando la mirada a cualquier punto alejado de su amiga. Por unos largos instantes el silencio volvió a instalarse entre ellos.

- Yo... Hinata, realmente agradezco tus sentimientos, pero yo... -vaciló por unos segundos más al no saber como continuar sin lastimarla-. Eres una persona increible, ¡de verdad! -al final, solo fue capaz de decir lo primero que pasó por su mente-. ¡Eres amable y muy dulce! ¡También eres muy linda! ¡Cualquier chico tendría suerte de tenerte a su lado! Pero yo... Yo... -un bufido lleno de exasperación brotó de sus labios al no encontrar las palabras adecuadas. Se sentía un idiota, y probablemente lo era-. Lo siento, no puedo corresponderte.

El silencio siguió a aquellas palabras.

El corazón de la morena se encogió de dolor, los pequeños puños aferrándose con fuerza al borde de su ropa mientras se mordía los labios. Las lágrimas que acumularon en los orbes perla, e hizo falta toda la fuerza de voluntad que poseía para evitar que estas escaparan. No, no iba a llorar. Ella estaba preparada para eso. Ella sabía que terminaría así.

La pequeña boca se abrió cuando estuvo segura de que no le fallaría la voz. Tenía que ser fuerte.

- E-está bien, Naruto-kun, yo... Ya lo sabía, así que está bien, no tienes que disculparte -el delicado rostro se elevó, una sonrisa triste y comprensiva adornando sus labios. Aquello fue una cruel bofetada para el rubio.

Porque eso no era justo. Él no merecía esas palabras. Él merecía que ella le odiara, que le golpeara, que le dijera lo idiota que era. Porque sabía que lo era. Porque Hinata le ofrecía el amor más puro y sincero que el rubio había visto en toda su vida. Le ofrecía todo lo que cualquier hombre desearía tener. Y él lo estaba rechazando. Era un verdadero idiota que no merecía que ella sufriera por él. No merecía el amor de Hinata.

La contempló por unos instantes más, pero finalmente apartó el rostro cuando fue incapaz de soportar el dolor que se reflejaba en sus facciones. Un sabor amargo se instaló en su boca, la culpa haciendo mella en su corazón.

- Lo siento...

No pudo decir nada más. Se dio la vuelta y se marchó, sin saber qué más hacer.

Los orbes perla le vieron desaparecer antes de que los finos labios temblaran y ella los mordiera. "Hice todo lo que pude...". No tenía nada de lo que arrepentirse, ¿verdad? Se había esforzado por mucho tiempo. No había terminado del modo que ella deseaba, pero estaba bien, no era necesario llorar, ¿cierto? Podía soportarlo. "No voy a llorar...". Un pequeño sollozo escapó, oponiéndose a sus pensamientos, y entonces ya no pudo contenerse. Se dejó caer de rodillas al suelo cuando fue incapaz de sostenerse, cubriendo su rostro con manos temblorosas cuando las lágrimas que había estado conteniendo finalmente no pudieron ser detenidas.

Naruto apretó sus puños con impotencia cuando a lo lejos le llegó un sollozo cargado de un dolor desgarrador. Era un ser realmente horrible por lastimarla de esa manera.

Nuevamente un pequeño par de orbes celestes había contemplado todo, sin poder ocultar el brillo cargado de indignación.


Finalmente el sol se había apagado y esta vez quien iluminaba la ciudad en su lugar era una majestuosa luna llena acompañada de sus fieles seguidoras, las estrellas. En el silencio de la noche, una pequeña figura sobrevolaba el cielo nocturno. Su pequeño cuerpo indicaba una edad temprana, no superior a los cinco años, y lo único que le cubría era un pañal. En su espalda dos pequeñas y esponjosas alas le permitían elevarse sobre el manto oscuro que le envolvía. Su pequeño rostro infantil se mostraba lleno de indignación.

Aquello no estaba bien, nada bien. Lo que había ocurrido ese día estaba muy mal. Dos de los seres de los que más orgulloso se sentía, que reflejaban mejor que nadie ese amor que él intentaba llevar a todo el mundo, que poseían sentimientos tan puros, fuertes y sinceros, había sido profundamente lastimados. Tanto que él temía que finalmente se rindieran. Y él no lo podía permitir. Porque él era cupido, el dios del amor, él debía proteger esos sentimientos, sanar esos corazones. Porque él sabía distinguir los amores verdaderos, destinados a cumplirse. Y sabía que esos cuatro seres no podían romper los hilos que los unía, incluso si dos de ellos aun eran incapaces de notarlo.

Sin embargo aquello había ido demasiado lejos esa vez. Se detuvo para contemplarlos a todos. Ellas dormían envueltas en dolor y lágrimas, con los corazones rotos y el alma hecha pedazos. Ellos también lo hacían, después de haberse debatido durante horas con la culpa que los carcomía por lo acontecido aquella tarde. Eran tan torpes... Ni siquiera comprendían sus propios corazones.

Los rizos dorados se sacudieron cuando el pequeño niño agitó el rostro en una negación. Esos dos tenían que aprender una lección. Su cuerpo atravesó las paredes del cuarto de la pálida muchacha de hebras oscuras y se detuvo una vez estuvo flotando sobre su cuerpo. Entonces extendió una de sus pequeñas manos para posarla en su frente. Por unos instantes una luz tenue le envolvió. Lo mismo repitió con la otra alma destruida, Sakura.

Al finalizar, sonrió.

- Esta vez es vuestro turno.

Y con ese pequeño susurro, desapareció.


¡Bueno, finalmente he terminado! La verdad, me siento algo insegura con el resultado, hace bastante que no escribía, pero creo que dentro de todo me quedó aceptable jejeje.

¡Espero que lo hayáis disfrutado y me dejéis algún comentario! ¡Eso me da ánimos para seguir escribiendo!

Nos vemos prontito :3

N/A: edité la escena de Naruto y Hinata. Perdón por las molestias~

By Kaori Atsuka