Los personajes de Harry Potter pertenecen a su autora J.K. Rowling.

La historia es SLASH, así que si no te gusta ese género no la leas.

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Capítulo 1

Viejos Rencores

El cielo estaba completamente oscuro, coloreado por tonos metálicos como si de pronto una capa gruesa de metal hubiera cubierto totalmente la atmósfera. Un joven de mirada distraída se encontraba de pie justo frente a la ventana de aquel viejo edificio abandonado, en su "habitación" si se pudiera llamar así a aquel cuarto deteriorado en el cual tenía una cama, un ropero y un viejo radio. Aquel lugar de paredes maltrechas y el cual aún contaba con algunos cuántos muebles desparramados, se convirtieron en lo que ahora era la casa del mago más poderoso de todos los tiempos, Harry Potter. Veía sonriendo algo burlón como las personas comenzaban a correr por las calles de Londres tratando de esconderse de la lluvia que caía fuertemente por aquel lugar. Dio un sorbo a ese chocolate caliente y después de dejar la taza sobre una mesita de madera, ya vieja y algo roída, tomo su chamarra negra de tela, se puso una gorra y abriendo la puerta salió hacia su trabajo.

Harry después de haber salido de aquel año en Hogwarts, en el cual venció y dio muerte a aquel ser oscuro llamado Voldemort se vio en la necesidad de pasar tres días en la enfermería de aquella institución. Ron y Hermione, junto a Neville y sus demás compañeros lo fueron visitando durante su estancia en la enfermería, Harry se sentía muy feliz al verse rodeado de tanta gente que era querida para él; y aunque había perdido a su padrino, Sirius Black así como también a su querido profesor y amigo Lupin; pensaba que al menos aún contaba con la amistad verdadera de sus compañeros. Solo se llenaba de nostalgia en algunas ocasiones en las cuales se acordaba del viejo director Dumbledore, siempre apoyándolo, lo añoraba bastante. Harry podía sentirse tranquilo, ya que al parecer, ahora si iban a vivir tranquilos él y sus amigos. Durante el final del segundo día y durante su tercer día de reposo en la enfermería, pudo notar que ya casi nadie había ido a visitarlo; pensó que seguramente se debía a que quizás estarían ocupados arreglando sus pertenencias para salir de vacaciones y volver nuevamente a Hogwarts, pero ahora a graduarse de dicha institución. Una sonrisa se dibujo en el rostro de Potter, quien al termino de su tercer día de reposo, ya deseaba salir y encontrarse nuevamente con su pelirrojo amigo y la castaña gruñona y sabelotodo de Hermione Granger. Ya se imaginaba pasar sus vacaciones en la madriguera, jugando quizás quidditch al lado de los Weasley y saboreando nuevamente aquel pastel que sabía hornear tan deliciosamente la señora Molly. Cerró los ojos y durmió sintiendo una paz interior la cual no había sentido en mucho tiempo.

Al despertar, se le hizo extraño el no ver a sus amigos a su lado –"quizás estén arreglando aún sus maletas"- pensó Harry, se puso de pie y poniéndose sus zapatos vio venir a la señora Pumfrey, con un frasco transparente el cual contenía alguna clase de poción.

-Buenos días señora Pumfrey.

-Buenos días Harry... –se acercó al chico vertiendo en un vaso un poco de aquel contenido cristalino- ya sólo te queda este sorbo y estarás totalmente recuperado.

-Gracias... –le sonrió y haciendo una cara de asco, tuvo que pasarse aquel líquido amargo- ... creo que nunca me voy a acostumbrar a estos brebajes...

-Vamos Harry, es por tu bien –le sonrió- y ahora, eres libre Harry, puedes irte a dónde plazcas...

-Gracias Señora Pumfrey –se despidió mientras salía corriendo de la enfermería. Su animosa carrera por los pasillos se fue apagando cada vez más al ver que no veía a nadie a su alrededor; tal parecía que solamente él se encontraba en todo Hogwarts. Pensó en la Torre de Gryffindor y corrió para buscar ahí a sus amigos, a lo mejor aún se encontraban ahí esperándolo para irse de vacaciones. Llegó corriendo hasta el cuadro de la señora gorda, dijo la contraseña y después de una bienvenida y una sonrisa de parte de aquella mujer en el cuadro, Harry entró a aquel lugar. Su sonrisa se desapareció de sus labios al ver aquel cuarto vacío, la idea de que tal vez encontraría a Ron durmiendo en su habitación, lo hizo sentirse nuevamente esperanzado. Harry abrió la puerta de los dormitorios y vio todas las camas hechas, no había indicio de que hubiera alguien ahí. Comenzó a sentir un poco de duda y camino entre las camas buscando algún indicio de que estuviera alguien ahí.

Pasaron las horas y Potter, con la mirada totalmente perdida y los ánimos todos decaídos, se encontraba sentado en su cama; viendo como al parecer era verdad que solamente el se encontraba en Hogwarts. De pronto su rostro se ilumino y corrió hacia la oficina de la ahora directora, McGonagall. Se situó frente a aquella gárgola de piedra y después de decir la clave, ésta giró y dio paso a las escaleras de caracol. Harry se vio apresurado subiéndolas, hasta llegar a la puerta de madera de aquel cuarto. Tocó sintiéndose algo ansioso, hasta oír la voz rasposa de su maestra.

-Pase...

-Señorita McGonagall... –entró Harry algo apenado- no está ocupada...?

-No Harry, claro que no... –le sonrió.

-Maestra...digo, Directora –se apresuro a corregirse- me preguntaba dónde están todos?

-¿En dónde están? –lo miro algo extrañada ante la pregunta- Harry... estamos en vacaciones, todos regresaron a sus casas...

-P-pero... Ron? Hermione? –le preguntó incrédulo- también ellos se fueron?

La Directora McGonagall vio a Harry algo contrariada sin saber que decirle, los Weasley habían venido por Ron para llevarlo a un viaje el cual habían planeado en esas vacaciones, y aunque Molly y Arthur hubieran invitado a Potter, éste se encontraba en su segundo día internado en la enfermería, y como ya tenían el tiempo apresurado y el boleto del tren para otro día, se vieron obligados a dejar que Harry continuara en su reposo para que no fuera a sufrir consecuencias después. Así que los Weasley se fueron a vacacionar sin llevar a Harry con ellos, Ron se había ido sintiéndose culpable y casi molesto con sus padres. En el caso de Hermione, ella se había ido con sus padres pensando en que el ojiverde seguramente pasaría sus vacaciones en compañía de la familia Weasley, así que partió hacia sus ahora pacíficas y emocionantes vacaciones en la playa junto a su familia. –Harry... siento tener que decirte que Ron y Hermione tuvieron que partir con sus padres... ellos hubieran querido quedarse, pero, estabas en reposo y no podías salir aún...

-Qué? –preguntó Harry incrédulo a lo que oía y sintiendo como un sentimiento comenzaba a cerrarle la garganta y oprimir su pecho.

-Sí Harry... –suspiró McGonagall- era necesario que siguieras tu tratamiento médico, ya después podrás unirte nuevamente con ellos...

-Gracias... –dijo Harry finalmente mientras un montón de pensamientos e ideas comenzaban a llenar su cabeza. Sintió una gran tristeza, se sentía solo, comenzaba a sentirse como si fuera en realidad una carga para los Weasley. Entró a la habitación en la torre Gryffindor y comenzó a empacar para irse nuevamente a casa de sus tíos los Dursley. Acabo de guardar sus pertenencias y se dejo caer sentado a la cama mientras no podía evitar el que unas gruesas lágrimas saladas se deslizaran por su rostro. Comenzaba a tener sentimientos encontrados, era que en realidad solo les había importado mientras aun estuviera vivo Lord Voldemort? Se sacudió aquella idea de la cabeza y tomando sus maletas partió hacia casa de sus tíos.

Llegó a casa de sus ahora únicos familiares sin evitar el oír nuevamente aquella "calurosa bienvenida" de "ojalá nunca hubieras regresado" o esa otra frase "te hubiera dado muerte ese dichoso mago". Ya a Harry el escucharlas le venía igual, ya no deseaba saber nada así que arrastrando su maleta subió a su habitación, encerrándose nuevamente. Se dejó caer en la cama mientras aún pensaba en porque sus amigos lo habían dejado. Pasó una semana cuando Harry ya estaba firmemente convencido en que sus amigos eran en realidad unos hipócritas, que solo mientras Voldemort estuvo vivo fue que lo trataron como un amigo de verdad; así como también sus maestros, aunque en realidad no esperaba nada de ellos, pero sus amigos... eso si lo sentía como una traición. Pasaron otros tres días en los que Harry trataba de no ver a sus parientes, pero como siempre sucedía, se metía en problemas sin tener que ver en ellos siquiera y después de tener otra discusión y altercado con los Dursley, Harry, simplemente harto de todo, empacó su maleta y huyó de aquella casa para siempre. Estuvo caminando por horas en las calles de Londres, hasta que de pronto se encontró en un lugar el cual no sabía que existiera, sus ojos dieron con un viejo edificio abandonado, y sonriendo, tomo aquella construcción como su ahora nuevo hogar. Entró a aquel lugar, tenia un pequeño recibidor y unas escaleras tan llenas de polvo como el viejo salón de pociones. La primer planta de aquel lugar tenía una cocina, al parecer un pequeño comedor, una habitación algo amplia, lo que para Harry sería quizás como una bodega para guardar todo aquello que no fuera a necesitar mientras. Subió las escaleras a la segunda planta y se encontró con tres habitaciones y un baño. Después de echar un vistazo por todo aquel lugar, sonrió encontrando aquella casa vieja de su agrado. Los primeros días fueron bastante cansados ya que se puso a limpiar todo, y después de una dura faena, se permitió descansar en aquella cama vieja que estaba en una de las habitaciones del segundo piso.

A la mañana siguiente se puso de pie y salió a la calle en busca de trabajo, ya que como no tenía estudios muggles, le sería algo imposible encontrar un buen empleo. Caminó por las calles hasta dar con un establecimiento de comida rápida el cual estaba relativamente cerca de donde ahora vivía y en el cual solicitaban ayudante. Harry sonrió y sintiendo algo de nervios, se aventuró a entrar a aquel establecimiento a solicitar el puesto que ofrecían. Fue así como ahora Harry Potter, mesero de "El buen sazón", se ganaba la vida.

Pasaban los días y Harry ya había dejado de sentir rencor hacia aquel par de amigos de los cuales antes no se separaba, ya tenía tanto de no verlos que comenzó a sentir que ya no eran tan importantes como para seguir pensando en ellos. Harry ahora se veía más maduro, su cuerpo lucía atlético y bien torneado; sin lugar a dudas Potter era una persona muy atractiva. Su cabello negro enmarcaba aún más el verde esmeralda de sus ojos, los cuales se veían con un brillo diferente; ya no tenían aquella inocencia de antes, ahora Harry era como un viejo lobo intentando sobrevivir en aquel Londres. Todas aquellas vivencias por las cuales estaba pasando lo hicieron más aislado y contribuyeron a que su carácter se hiciera más duro. Harry Potter ya no era más aquel chiquillo sumiso, que todo lo hacía sin protestar; no, ahora era un joven rebelde y con una forma de ser impulsiva y desinhibida. Su trabajo en aquel lugar de comidas rápidas lo había hecho más despierto y la amistad que ahora tenía con algunos chicos de su trabajo lo habían forjado en una persona más despierta e independiente.

Caminaba por las calles rumbo a su empleo, sumido en sus pensamientos. Tal parecía que la lluvia no le afectaba en lo más mínimo, no intentaba correr y refugiarse en algún techo saliente para ocultarse de aquel aguacero, en realidad a él no le importaba. Llegó a su trabajo y después de dejar sus cosas en un locker, se dirigió al baño para secarse un poco.

-Te tomo la lluvia por sorpresa, no Harry? –le sonrió el dueño de aquel lugar.

-Tal parece... –le dijo con una sonrisa algo cómplice pasando por un lado de aquel rechoncho hombre.

-Será mejor que te apresures a secar, sino puedes resfriarte... y no pienso pagarte unas "vacaciones" en cama –le dijo a tono de broma.

-Lo sé... –Harry entró al baño, tomó una toalla que estaba colgada de un gancho y se secó la cabeza y lo que alcanzara a secarse de su ropa. Colgó nuevamente aquella tela y recargándose en el lavabo, levantó la vista hacia el espejo, viéndose en él. Quien fuera a decir que ese joven con cabello empapado y una ligera barbilla que empezaba a brotar era Harry Potter, el Mago más poderoso, aquel que había acabado con la amenaza de Voldemort. El ojiverde sonrió burlón ante aquel pensamiento y sacudiéndose el cabello salió del baño poniéndose su delantal y empezar a trabajar, como cada mañana lo hacía.

Ya comenzaba a caer la tarde cuando Harry descansaba sentado en una de las mesas de aquel establecimiento. Miraba hacia la ventana algo pensativo, extrañaba un poco la magia y todas aquellas locuras que hacía, pero si había algo a lo cual el estaba totalmente convencido era que nunca más pondría un pie en el Londres Mágico, ni en Hogwarts. Ya no deseaba formar parte de Gryffindor... ¿porqué razón era que separaban a los estudiantes en distintas casas¿qué eso no solo terminaría por dividir más a los alumnos? Ellos mismos estaban fomentando la competencia entre los mismos estudiantes, luego se quedaban sorprendidos ante el odio que reinaba entre la casa de "Slytherin" y la de "Gryffindor" –Slytherin-, suspiró el ojiverde¿qué sería de ese rubio aristocrático y farsante de Malfoy?. Harry sonrió algo nostálgico, en realidad sentía que ese rubio presumido fue el único que había sido sincero con él, y aunque a decir verdad el rubio sólo le mostraba cuánto era que lo odiaba, al menos había sido muy sincero, al menos Malfoy no había sido hipócrita como los que antes creía eran sus amigos.

-Descansando Harry? –le cortó los pensamientos una voz amigable. Harry levantó la vista viendo a su ahora amigo, Tom, tomar asiento frente a él.

-Sí, de hecho... –sonrió y siguió viendo hacia la ventana- estaba pensando que si ya no viene más gente voy a irme a la casa... no quisiera que me pillara la lluvia nuevamente.

-Lo sé... –le respondió mientras se recargaba en la mesa y veía también hacia la ventana- según dicen va a seguir lloviendo hasta el fin de semana.

-Eso dicen y al final termina pasando todo lo contrario.

-He he he, ya lo sé... nunca pronostican algo bien. Sabes? supe que en "El iguanas" hay espacio para un grupo... estaba pensando en hablar con el dueño del lugar y pedirle si nos da la oportunidad de tocar ahí... sería un poco más de dinero Harry.

-¿Ese no es el antro que esta sonando mucho?

-Sí, ese mismo –le respondió emocionado.

-No lo sé...

-Vamos Harry, hemos ganado más como grupo que en este empleo... además, nos vamos a divertir.

-Bien –le dijo finalmente- ya hablaste con los demás acerca de esto?

-Sí, estuve hablando con ellos ayer y los tres están de acuerdo en que hablemos con el dueño para que nos de la oportunidad de tocar.

-Bueno, me avisas dependiendo de lo que te digan... –le dijo y se puso de pie- ya me voy a casa.

-Sale, nos vemos.

Harry tomó sus cosas del locker y partió hacia su casa. En realidad no tenía ganas de tocar en ningún lugar, él era el vocalista de un grupo de rock el cual estaba integrado por Tom, el chavo que trabajaba junto a él en el establecimiento de comida rápida y otros tres chicos que había conocido en una salida que había tenido con su ahora amigo. Durante el tiempo que los conocía más se sentía identificado con ellos, en verdad no echaba de menos nada de lo que antes tenía, a no ser por Sirius, Lupin y Dumbledore; quienes eran los únicos a quienes sentía extrañar. Llegó a su casa y aventando su chamarra negra al sillón, fue directo a acostarse a la cama. Había logrado costearse un poco más de muebles y ahora aquel caserón no lucía tan vacío. Cerró los ojos y fue quedándose dormido, arrullándose por un pensamiento que comenzaba a tener y al cual no deseaba darle importancia ya. A la mañana siguiente, el golpeteo a una de las ventanas de aquella habitación lo fueron despertando. Tallándose los ojos y aún somnoliento, Harry se puso de pie y se dirigió hacia la ventana para ver quien diablos era aquel que no lo dejaba dormir. Se cayó hacia atrás de la sorpresa al ver de pronto a una lechuza tocarle la ventana con un sobre en el pico. Harry recuperándose de aquella sorpresiva visita, abrió la ventana y tomó aquel sobre sin darle nada a aquella ave, la cual se molestó y le dio un picotazo en la mano. Harry verdaderamente molesto, tomó una de las fichas de cerveza que tenía sobre una mesita y se la aventó al ave, tratando de vengarse de aquel soberano picotazo. Sin muchos ánimos, rompió aquel sobre y sacó su contenido, era un pergamino, típico de Hogwarts.

Estimado Sr. Potter.-

En vista de la demora que ha mostrado su inasistencia a clases en estos tres meses de estudio, lo invitamos cordialmente a que vuelva a Hogwarts a recuperar su último año de cursos, ya que, dicha Institución estará orgullosa de tener en sus entrañas a un Mago tan extraordinario, como lo es usted, Sr. Potter.

Es por esto mismo que yo, Minerva McGonagall, le extiendo mi mas sincero deseo de verlo nuevamente estudiando y compartiendo junto a sus amigos, este último año de estudios. Para así, verlo graduarse en ese poderoso mago que sin duda alguna lo es usted, estimado Sr. Potter.

Sin más, me despido de usted esperando verlo pronto en Hogwarts.

Minerva McGonagall

Directora de Hogwarts

Harry torció la boca y arrugo ese pergamino entre sus manos tirándolo en el bote de basura. –Claro, ahora sí se acuerdan de mi, como no... seguramente me han de querer de carnada para que entren más estudiantes...- pensó Harry sintiéndose más ofendido hacia aquellas personas y se dejó caer nuevamente en la cama. El sonido del teléfono lo despertó de sus cavilaciones. –Sí?

-Harry...

-Qué pasa?

-Logramos que el dueño del iguanas nos dejara tocar, la tocada va a ser esta noche, así que prepárate que vamos para allá para ensayar.

-Ahora?? –preguntó algo fastidiado y cansado- no podríamos pasar por alto el ensayo?

-Cómo crees? –le preguntó riendo- tenemos que probar los instrumentos, el sonido y todo... tenemos que ir hoy.

-Esta bien... –contestó sin muchos ánimos.

-Bien, nos vemos allá a partir de las cinco.

-Sí... claro... –Harry colgó la bocina del teléfono bastante cansado. No tenía muchas ganas de ir a ensayar, pero sabía que tenía una responsabilidad ahora para con el grupo y sus amigos, así que poniéndose de pie fue a la cocina a prepararse algo de comer para después partir a aquel lugar.

Después de haber terminado de ensayar y haber cantado durante dos horas en aquel lugar, Harry llegó a su casa realmente agotado, fue directo a su recámara y quitándose su camiseta negra y quedándose vestido solo con ese jeans desgastado, se tiró literalmente en la cama sin saber más nada de él ni de lo que pasaba a su alrededor. No se dio cuenta como una chica de cabello extraño lo miraba dormir sentada en una silla de aquella habitación, con una amplia sonrisa en los labios. Después de unas horas de sueño, un ruido muy fuerte despertó al ojiverde, quien mas sorprendido que nada, tomó un bate de béisbol que tenía a un lado de la cabecera de su cama y con el en manos, bajo por las escaleras dirigiéndose hacia donde provenía aquel sonido. Vio que estaba encendida la luz de la cocina, se escondió a un lado de la puerta, sabía que no podía utilizar magia para atrapar a aquel "ladrón" ya que seguramente si lo hacía, sería sentenciado a Azkaban y si no deseaba saber nada de Hogwarts mucho menos de esa horrible prisión. Así que valiéndose solo de su bate, entró a la cocina dispuesto a lanzar un golpe, pero se detuvo casi instantáneamente ante aquella chica, viendo sorprendido como su cabello se teñía a un color turquesa

-Cómo diablos entraste aquí? –preguntó molesto y a la vez aún sorprendido el ojiverde viendo a aquella joven mujer sonreírle juguetona.

-Hola Harry... creo que no hay motivo para que me recibas así...

-Qué? –la miró dudoso- te mando McGonagall, verdad Tunks? Seguramente te envió a convencerme de volver...

-Vaya... me sorprende lo bueno que eres en adivinación aun y que no has estado yendo a clases, Harry...

-No juegues –le dijo sin mucho ánimo y sentándose en una de las sillas de la mesa- no me van a hacer volver allá. Ya tomé una decisión y no pienso regresar a Hogwarts –se sonrió burlón- así que puedes largarte y decirle a la ahora nueva directora que no me volverá a ver...

-En serio? –le preguntó mientras seguía inspeccionando las cosas que el pelinegro tenía en su cocina- creo que McGonagall piensa diferente...

-Pues es muy su problema... –le dijo enojado. Tunks volteo la vista hacia Harry, sonrió al ver a aquel chico rezongón y provocativamente sexy en el cual se había transformado aquel chiquillo sonriente y sumiso que era antes. Tomó la silla a un lado del ojiverde y se sentó a su lado.

-Creo que estás juzgando sin saber antes, Harry –le preguntó extrañada y viendo aún sorprendida la actitud defensiva del gryffindor- creo que estás confundido...

-Confundido? –se rió Harry mientras se pasaba la mano por el cabello viéndose algo sarcástico- Tienes razón, perdona entonces mi idiotez, déjame empacó para ir inmediatamente a Hogwarts!! Tengo que volver porque estoy deseoso de ver nuevamente a mis "queridos amigos", quienes nunca me han dejado de hablar...

-Qué bien! –le sonrió- eso es pensar con claridad.

-Por si no lo sabías, estaba siendo sarcástico –la miro casi retándola- no tengo porque ir a buscar a esos que se dicen "amigos" a quienes después de que les salve el trasero me ignoraron y me dejaron de lado completamente... no quiero ver a toda esa gente que siempre estuvo usándome realmente y que solo me vieron como su única oportunidad para acabar con el idiota de Voldemort –la vio en silencio, luego bajo la vista y encendiendo un cigarro, comenzó a fumarlo tratando de relajarse un poco- solo les importe mientras les quitara a Voldemort de sus vidas...

-No digas eso Harry –lo miro dulcemente- sabes que no es verdad, en realidad todos esperan tu regreso, tienen deseos de verte y hablar nuevamente contigo...

-Sí como no, se nota todas las ganas que tenían de hablarme, yo creo por esa razón no recibí ni una carta de parte de nadie en todo este tiempo.

-Bueno, pero ahora me tienes aquí no?

-En serio? –la miró sarcástico- vaya, pero que torpe soy, como no me di cuenta... después de cinco meses en los que no supe nada de ellos, ahora puedo estar seguro que realmente son sinceros sus deseos, porque, estas tu aquí!!!

-No necesitas burlarte de mi, Harry... –lo miro algo ceñuda.

-Entonces lárgate Tonks –le dijo finalmente- puedes decirle a McGonagall que ya no volveré a Hogwarts.

-Esta bien Harry –le dijo mientras trataba de ocultar una sonrisa en sus labios- entonces voy a dar por hecho el que tampoco vas a regresar aunque también me lo haya pedido el viejo cuadro de Dumbledore...

-Qué?

-Sí, de hecho entre él y McGonagall me pidieron que te dijera que volvieras, que necesitaban hablar contigo de algo importante...

-Y que podría ser eso que es tan importante? –le preguntó Harry sintiendo curiosidad, razón por la cual Tonks sonrió mas victoriosa- que yo sepa ya no hay nada que arreglar, no es así?

-No lo sé Harry, solo te estoy dando el mensaje –le dijo fingiendo estar resignada- en fin, ya que no deseas volver, entonces creo que es mejor que me vaya y les diga que no quieres saber nada de ellos, ni de Dumbledore ni de nadie más...

-Espera... –la detuvo- estas segura que Dumbledore lo pidió?

-Tan segura como que él mismo me lo dijo.

Harry se quedó pensativo sentado en la mesa, en realidad no tenía nada de ganas de ver a aquellas personas, pero si deseaba hablar con el viejo director Dumbledore, ése anciano que siempre lo apoyo y estuvo con él en todo momento. La cabeza de Harry comenzó a llenarse de viejas vivencias y recuerdos de lo que vivió con aquel anciano que sin dudarlo un momento más acepto la invitación de la bruja Tonks, ya que no pensaba ser igual que sus "ex amigos" y volverle la espalda a esa persona que había sido tan querida para el. Además, también aprovecharía para dar una visita a Grimmauld Place y ver la casa del que fuera entonces su padrino.

-Creo que iré contigo Tonks...

-Crees o lo harás? –le pregunto sonriendo divertida.

-Lo haré... –le guiñó el ojo Harry y apagando su cigarro en la mesa, se puso de pie y empaco unas cuantas pertenencias en la maleta, recordando cómo cuando era más joven, el hacer la maleta lo llenaba de tanto gozo y emoción ya que pronto volvería a ver a sus amigos; sonrió viendo como ahora lo hacía sólo sintiendo como si fuera de visita a casa de un viejo amigo, Dumbledore. Terminó de hacer la maleta y bajó encontrándose con Tonks lista para partir; de pronto un pendiente se le vino a la mente. –Dame un minuto.

-Claro amigo –le dijo muy risueña, sin quitar la vista de aquel atlético y extravagante joven. Harry tomó la bocina del teléfono y marcó a casa de su amigo Tom.

-Sí? –se oyó una voz al otro lado de la línea.

-Tom... soy Harry –lo saludó- hablo para decirte que voy a salir por algunos días, regresando te hablo.

-Pero... va a ser por mucho tiempo? –le preguntó dudoso- acuérdate que tenemos un grupo... y cómo le vas a hacer con el trabajo?

-Lo sé –sonrió- no pienso ausentarme por mucho tiempo, solo serán unos días... sí puedes hablar con el Sr. William acerca de esto? –le pidió- en serio me urge este viaje...

-Esta bien, no te apures, yo hablo con Will y le aviso que en unos días más estarás de vuelta. Entonces cuídate Harry y nada más llegando comunícate con alguno de nosotros, ok?

-Claro, así lo haré. –Harry colgó la bocina y tomando su maleta partió de su casa junto a Tonks hacia Hogwarts. Hacía tiempo que no volaba en su escoba, sintió emoción al hacerlo nuevamente, extrañaba adentrarse en los cielos a gran velocidad, había olvidado que era casi como poder volar. Sin embargo, aún no cambiaba aquello por su nueva vida de muggle en Londres. Claro que si podía agregarle a esto el hecho de usar su escoba, quizás sería mucho más divertido, así que pensó que tal vez desde ese día en adelante, en las madrugadas tomaría su escoba y volaría por los cielos nocturnos de Londres.

Mientras volaba en su escoba pensaba en que pasaría al llegar y ver nuevamente a sus compañeros; seguramente iban a sacarle excusas de porque no lo habían olvidado completamente, pero en realidad a Harry eso ya empezaba a sonarle aburrido. Quizás si los veía solo tendría una plática normal, nada iba a ser como antes definitivamente, así que no se preocuparía... ¿preocuparse? En realidad le valía mierda lo que fueran a pensar Ron y Hermione junto a los demás, él iba a estar ahí solo por Dumbledore; y esto sería solo por unos días. La voz de Tonks lo hizo volver a la realidad.

-Llegamos Harry –le sonrió. El de ojos esmeralda vio ante sus ojos aquella hermosa imagen que ya había olvidado, Hogwarts iluminado por algunas luces tenues, parecía que resplandecía bajo la luz de la luna y las estrellas. En verdad que era un edificio imponente.

-No estarás pensando hacer una entrada triunfal al Gran Comedor, verdad?

-No, despreocúpate... –sonrió Tonks- vamos a ir directamente a la oficina de Dumbledore... digo, de McGonagall...

-Tal parece que no te acostumbras a que hay un nuevo Director...

-Lo haré, lo haré.. créeme...

Ambos jóvenes caminaron entre los corredores, al parecer ya era algo tarde y todos dormían en sus respectivas casas, Harry se sintió verdaderamente aliviado de no tener que ver a nadie. Llegaron frente a la gárgola de piedra, Tonks dijo la clave y ésta giró dándoles paso a las escaleras. Llegaron frente a la puerta de madera, escucharon una voz que los invitaba a entrar.

-Pasen... –Tonks abrió la puerta dejando entrar primero al ojiverde quien miró con no muy buenos ojos a la maestra McGonagall frente a él sentada en su despacho- Harry...

-Directora... –contestó no muy contento, sus ojos se fueron directamente al gran cuadro de Dumbledore quien veía sonriente a Harry- buenas noches, profesor Dumbledore...

-Buenas noches, Harry –le contestó sonriéndole melancólico mientras lo veía a través de sus lentes de media luna.

-Siéntate Harry –le dijo la maestra- nos da mucho gusto que te hayas decidido a venir a continuar con tus estudios...

-En realidad no pienso quedarme por mucho tiempo, solo estoy aquí para ver a una persona... –dijo sonriéndole al director, ignorando completamente a la maestra McGonagall.

-Pero Harry –le repitió la maestra- éste es tu último año en Hogwarts, este año te gradúas, porque no deseas seguir tus estudios? Aquí tendrías infinidad de puestos importantes para trabajar, no como ahora...

-No como ahora qué, Directora? –la miró molesto- no tendré un trabajo que me de mucho dinero, así como tampoco tendré un puesto importante; pero al menos estoy con personas que realmente se interesan por mí, y no que me ven como si fuera solo un adorno de exhibición...

-Harry... –esta vez intervino Dumbledore desde el cuadro- no quisimos que pensarás eso de nosotros...

-Pues creo que no se esforzaron lo suficiente...

-Aquí habemos gente que te apreciamos verdaderamente Harry, no pienses ni permitas dejar que tu mente se llene de pensamientos negativos que no son ciertos...

-En serio profesor? –lo miró tratando de mostrarse sereno- creo que hay mas verdad en ellos que la que hay en este edificio. Es inaceptable de mi parte el ver como mientras les fui útil todos me hablaban y me consideraban parte de sus familias, pero después de que todo el peligro acabo, que fue lo que me encontré? –sonrió molesto y algo burlón- solamente yo me encontraba en todo Hogwarts, todos se habían ido a sus vacaciones olvidándose que yo aun estaba ahí. Yo sé que quizás deseaban de tener un tiempo de paz con sus familias, y ese hecho no me molesta... si yo tuviera aún viva a la mía hubiera hecho lo mismo, sin embargo esperé a que al menos tuvieran la delicadeza de escribirme y poder tener una conversación con alguien más, a parte de Hedwig; pero no, pasaron los días y nadie me habló ni escribió. Dejé a mis tíos, quizás así "mis amigos" se sentirían con más libertad de hablar o escribirme o tal vez visitarme... pero no, en realidad me di cuenta que como ya no les era útil, ya no tenían la necesidad de hablarme, no es así?

-Harry... –suspiró contrariado Dumbledore, sintiendo pesar al oír aquellas palabras y al ver por sus propios ojos como Harry Potter sí había cambiado y no era más aquel chiquillo de antes- no te obligaré a que tomes una decisión que no desees, solo quisiera darte un consejo...

-Cuál profesor?- le preguntó mientras mantenía la mirada en otra parte, no deseaba que la única persona a quien quería lo viera así de molesto.

-Has estudiado aquí desde tu infancia, Harry, y hoy solo estás a un solo paso de concluir todos tus estudios... porqué no intentas el quedarte solo un mes? Tu mismo decidirás si al termino de ese mes decides seguir con tus estudios o marcharte de nuevo a tu casa.

-Un solo mes? –preguntó dudoso.

-Así es –le sonrió el cuadro de Dumbledore, Minerva sonrió a la par de aquel anciano esperando una respuesta de parte del pelinegro.

-No te presionaremos Harry –le dijo Minerva sonando amigable, el ojiverde aún estaba pensativo decidiendo entre aceptar o no, McGonagall volvió a insistir- si sientes que no cambias de idea, puedes irte cuando desees, aún antes de terminar el mes de prueba.

-Antes? –preguntó, a lo que los dos maestros asintieron. Harry suspiró no muy convencido del asunto- esta bien... solo será por un tiempo.

-Desde luego Harry –le sonrió Minerva mientras le pedía a Harry que fuera a su antiguo dormitorio a compartir habitación junto a sus anteriores amigos.

-Sólo una cosa mas- dijo el pelinegro- no deseo quedarme en ninguna de las cuatro casas... quiero un cuarto para mi solo.

-Bien Harry, será como tu desees –le dijo el viejo Dumbledore mientras sonreía y veía lleno de cariño a aquel joven en el cual ahora se había convertido Potter. Ya no era tan parecido a su papá, no cabía duda que Harry iba a marcar su propio destino.

Después de caminar por un largo y no desconocido pasillo para Harry, la directora McGonagall se detuvo en su andar frente a Potter y volviéndose sonriente le dijo- Estarás en el salón de los menesteres Harry, creo que encontrarás lo que desees para que sea una habitación acogedora, y mañana espero que nos veamos en clase a primera hora de la mañana.

-Pierda cuidado maestra –le dijo Harry y pasando tres veces por aquel muro, una enorme puerta de relieves muy bonitos, se abrió dando paso al ojiverde a su interior. Harry entró encontrando una cama grande y confortable, un enorme sofá frente a una gran chimenea y entre estos una suave alfombra de piel. Harry siguió inspeccionando el lugar, se encontró con una mesa de estudios labrada en madera de caoba junto a una muy extensa biblioteca con infinidad de libros que hablaban de magia y hechizos. Harry sonrió nostálgico y dejando su maleta tirada en el piso, se acostó en la cama quedando profundamente dormido. A la mañana siguiente se despertó medio adormilado, se vistió con sus jeans desgastados y una camiseta negra con un dibujo de una calavera en tonos grises y sepias. Se vio al espejo y se peino como acostumbraba; el verde esmeralda de sus ojos parecía sobresalir ante el negro de su cabello y camiseta, sin mencionar las espesas pestañas negras que enmarcaban sus ojos. Tomó una libreta (la cual había traído del mundo muggle) y partió hacia clase no sin antes ponerse su gorra. Caminó entre los pasillos, se dio cuenta que sin duda se le había hecho tarde para su primera clase, en realidad no tenía nada de ganas de entrar a estudiar. Avanzó hasta llegar a una puerta de madera, la abrió y entró al salón mientras las miradas de sus compañeros lo veían atónito.

-Ron... es Harry –codeo Hermione al pelirrojo mientras veía incrédula a aquel chico que caminaba entre los bancos buscando un lugar para sentarse.

-Estás segura? –le preguntó Ron viendo totalmente extrañado a aquella persona que nada tenia que ver con el Harry que habían dejado en la enfermería.

-Sí, estoy segura...

-Harry Potter –le dijo la maestra McGonagall- tome asiento por favor, llega retrasado diez minutos a clase.

-Sí, ya lo sé –le contestó de no muy buen modo- como si no supiera... –Harry se sentó junto a un slytherin quien lo veía totalmente sorprendido de que él, Harry Potter, se sentará junto a una serpiente. Hermione se le quedó viendo sorprendida al ojiverde sin creer eso que había sucedido.

-Harry... porqué no trajiste el uniforme? –le preguntó la castaña viendo aún incrédula a su compañero.

-¿Porqué¿Temes que le "quiten puntos a tu amado Gryffindor"? –le preguntó sonando bastante sarcástico mientras abría su libreta para ponerse a escribir, el slytherin a su lado se sonrió ante la respuesta del ojiverde mientras Hermione torció la boca algo apenada ante aquella contestación de parte del pelinegro.

Ron volvió a bajar la vista hacia sus libros sintiéndose algo mal al ver que al parecer, su amigo estaba molesto con ellos. Harry tomó la pluma del tintero y se disponía a escribir lo que la maestra les estaba diciendo, levantó la vista para ver hacia el pizarrón el cual tenia anotada una fórmula mágica para una transformación; cuando se dio cuenta que en realidad casi todas las miradas femeninas y alguna que otra por parte de los chicos, estaba sobre él. Harry bufó molesto, y se puso a anotar aquello que veía en el pizarrón. Levantó nuevamente la vista y esta vez vio una mirada plata que reclamaba su atención. Harry se quedo viendo aquel par de orbes plateados que brillaban mostrando un ligero odio en ellos, el pelinegro sonrió al ver al heredero Malfoy, con su cabello rubio platinado, tan suave y lacio, ahora se veía de un largo un poco mas debajo de los hombros y sujeto por una liga negra; siempre tan bien peinado. Harry sonrió para sí mientras seguía con la mirada esmeralda clavada en aquel rubio quien lo veía con coraje; su piel seguía siendo tan nívea y tentadora como siempre la había visto el pelinegro; y sus labios, aun seguían teniendo ese sugerente color carmín en ellos. Harry se quedó en silencio contemplando a su supuesto enemigo, al cual ahora consideraba como la única persona sincera en todo Hogwarts. Draco veía que en realidad Potter ni se inmutaba ante sus miradas amenazadoras, así que dejó su amenaza visual y siguió con su escrito. Harry sonrió satisfecho, en verdad el ver nuevamente a Draco Malfoy le alegró el día sin saber aún porque. Mientras Draco escribía en su pergamino, aún tenía la mente en aquellos ojos esmeraldas. Levantó un poco la vista de su escrito y se quedó viendo un solo instante a aquel joven desinhibido y rebelde, tan sugestivo como hipnótico, no cabía duda que el tiempo había hecho grandes cambios en el "niño dorado" de Dumbledore. Draco sonrió para sí y dejando guardada aquella imagen en su mente de ese chico maduro y sexy, siguió trabajando.