Y entresueños. . . Te amé.
Capítulo 1. El oscuro sercreto del mar azul.
"Siempre odié la sensación del agua en mi cuerpo. Era como si te abrazara y te tragara en su esencia para así hacerte suyo a pesar de que tú no quisieras. Te acorrala, dejándo al inifinito de su cuerpo tu sola existencia y matándote al final de cuentas. . .
' Recuerdo mi primer encuentro que tuve con el mar. Fue precioso, sus colores azulados complementaban de forma lírica a mis ojos, pero eran diferentes a su vez. Recuerdo que mis ocho años eran aun jóvenes para aventurarme a conocer el mar, aún así, sabía que mi espíritu valiente me llevaría de la mano hacia el descubrimiento, a pesar de que fuese algo peligroso.
Cuando conocí el mar, pensaba que sólo se trataba de una pintura magnífica creada por el artísta más loco del mundo, pero, estando ya en él cambiaba por completo aquella dulzura que se puede apreciar desde la orilla de la playa.
Nuestro pequeño bote se mecía con rigor, causándome un gran pánico por perder el equilibrio, al final caímos. El mar era enorme, parecía infinito y sin retorno. Llevandose a quien cayese a cualquier lugar si asi era su capricho. Poco a poco comencé a hundirme.
Recuerdo la ansiedad que sentí cuando pataleaba y movía mis brazos con desesperación, buscaba aferrarme a algo, asegurar mi cuerpo a algo firme pues sentía que el mismo mar me tragaría a su oscuridad. Me sentía perdido, solo. El aire comenzaba a faltarme y sentía que en cualquier momento caería desmayado, fue ahí cual algo pareció tomarme de la cintura.
Era frío, suave, casi como un pez, pero no era lógico que un pez fuese el dueño de aquel brazo bien formado. Intenté voltear a verle, regalándole así lo que parecía ser mi último efuerzo, pero el agua salada no me permitía mantener los ojos abiertos por mucho tiempo, me lastimaba. Lo último que pude ver fue una sonrisa, hermosa y cálida, parecía irreal.
Me encontraron a la orilla de una playa pequeña y sola, inconsciente pero vivo, desde ese día odié entrar al mar de nuevo. . . '
Haruka Nanase era el primogénito del gran legado real "Nanase". Su porte perfecto y escultural, además de su intelecto innato de hacían la persona perfecta para acender al reino de su (ahora viejo) padre, pero el joven príncipe no mostraba interés alguno en gobernar un reino que sabía abastecerse por sí solo. Sin embargo, el comercio entre su reino y los demás decayó, esto sucedió porque contaban los rumeores que en las playas yacían seres monstruosos que algún día atacarían la ciudad.
Al rey no le importaba en absoluto, puesto que aún seguían intactas sus rutas de comercio, pero al príncipe Nanase le llamó la curiosidad al escuchar aquellos rumores. Sabía que algo extraño vivía cerca de ahí, por alguna razón nadie se acercaba, pero lo más importante de todo: quería saber quién le había salvado la vida. A pesar de su notorio miedo hacia el gran mar azul, partió hacia las costas "prohibidas".
Haru sabía que no habría problema con su padre por varios factores:
-Se encontraba muy ocupado resolviendo aquellos rumores.
-Su edad le permitía hacer lo que le viniese en gana.
Haruka Nanase, el príncipe renegado de sus privilegios, volvería a reencontrarse con aquello que le causó tanto miedo, aunque compartieran la misma mirada. . .
' No ha cambiado nada. Puedo sentir como si el tiempo no hubiese transcurrido y yo me encontrase parado una vez más en la playa con la inocencia de ver el mar por primera vez. Como si estos 12 años hubieran sido un suspiro y volviese a cargar aquellos ocho años de pureza.
Pero jamás podría olvidar esa mirada profunda y azulada tan similar a la mía. Tal vez en ese momento mi mirada no era tan salvaje como ahora lo es, pero sabía que el mar y yo seríamos eternos enemigos, pero tambíen tuve presente que sólo el podría llevarme a aquella sonrisa que deliré en mi primer encuentro con la muerte.
Me posé en lo alto de una inmensa roca, admirando los destellos naranjas que el sol proyectaba en el cielo. Sentí como si el sol aludiese que encontraba un descanso en la sábana marina, enfriando su cuerpo y dejándole el reinado del cielo a la doncella La Luna. Pero este crepúsculo comenzaba a hacerse eterno, fue cuando desvié mi mirada hacía el mar y pude notar algo peculiar.
Una persona se encontraba apreciando el mismo paisaje que yo, sólo que reposaba en las caricias del mar. No le sentí llegar, ni siquiera lo vi pasar. ¿De qué se trats todo esto?
Descendí de la roca y me acerqué poco a poco sin causar el más mínimo ruido, pero cada que me acercaba notaba que el joven se posaba en lo profundo del mar. ¿Podré acercarme lo sufiente como para poder verle?
Entonces me pilló, sumergiéndose por completo en el mar. Su acción me provocó ansiedas, ¿a caso quiere morir?
Salté hacia el mar, buscando con desesperación a aquel joven que acabase de sumergir, ¿dónde está? No podía encontrarlo, ya ni siquiera sentía mi propio cuerpo en la superficie, comencé a sentir esa ansiedad de nuevo, todo se repite una vez más, sólo que ahora me sentía completamente solo. Resignándome a mi destino cerré los ojos, esperando hundirme en aquel manto y tal vez perderme en un mundo desconocido.
Para mi sorpresa, pude mantenerme en flote, evitaba por completo entrar en pánico y tensarme porque sabía que eso causaría que me hundiese como roca. Lentamente conquistaba el mar.
-Lo estas haciendo muy bien. . .- Escuché una voz, aquel susurro hizo que me hundiera por completo, pero sentí como alguien me sujetaba de la cintura, tal como sucedió hace 12 años.
-¿Estas bien?- recitó en tono preocupado, tomándome aún con más fuerza. Le tomé del brazo, recordando cada vez más y más aquel encuentro desconocido. Tenía que hacerlo, debía hacerlo. . .
Volteé a verle. . .
-En verdad. . . Eras tú -esa sonrisa. Un gesto que jamás olvidaría si asi tuviesen que golpearme en el craneo hasta matarme, su sonrisa seguiría brincando entre mis recuerdos.
-Pensé que no me recordarías- su voz era suave y gentil, así como su misma mirada. Aquellos ojos esmeralda y su cabello castaño que le acomplementaban de forma armoniosa.
-Yo. . . Pensé que era un sueño.
-¿En serio? Supongo que estabas un poco perdido cuando te encontré- sonrió. Esa frase resonó en mi mente por un tiempo, mientras caía ante sus orbes esmeraldas.
"Perdido" sí, era cierto. Sin embargo nunca me detuve a pensar que esta persona pudo encontrarme despues de haberme perdido a mi mismo. Él me encontró, probablemtne de forma inesperada o estaba destinado, pero pudo encontrarme. . .
-¿Tienes nombre?
-Makoto, ¡un gusto!
-Como una chica. -Bromeé-
-Hey! Aún no me has dicho tu nombre.
-Haru.
-Un gusto conocerte, Haru. -Esbozó de nuevo una sonrisa, que poco a poco comenzaba a gustarme.
De pronto un silencio nos invadió, la mirada de Makoto se notaba distante y nostálgica, fue cuando él decidió hablar.
-Haru, yo no soy como tú.
-¿A qué te refieres, Makoto?- sus bellos ojos se nublaban en lágrimas.
-¿Puedes sumergirte?
-Claro.
Tomé un gran respiro y me sumergí, el agua era muy cristalina, pero el anochecer corría a toda prisa. No pude ver nada así que regresé a la superficie.
-¿La viste? -me preguntó-
-No, no pude ver nada. -Makoto dió un largo suspiro, acarició mi mejilla y sonrió tiernamente-
-Sujétate bien. -Tomó impulso del agua y saltó de la misma-
Lo que vi a continuación fue hermoso. Makoto era un tritón, su cola de pez brillaba bajo los rayos de la luna, como si de plata se tratase. Su cuerpo, una copia casi exacta de aquellos cuadros que se exponían por todo el palacio; era como si uno de ellos hubiese salido de aquel cuadro y estuviera vagando por el mar.
Recordé los rumores acerca de esta playa, de aquel monstruo que asustaba a los pescadores, de todo. Entonces veía a Makoto entrar al mar una vez más, con su rostro avergonzado y asustado y pensé: Makoto no merece que lo llamen monstruo, pero si de esa forma nadie se acercará a merodear por aquí, Makoto se convertirá en mi monstruoso secreto. '
Continuará. . .
Holii :3 gracias por leer. Este será un pequeño proyecto que soñé una vez :'D y ¡cielos! tenía que escribirlo. Será muy corto uwu aunque me esforzaré al máximo para que no se pueda percibir c:
¡Gracias!
Atte: Un trágico Usagi-san.
