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Y es que aquella época no se vivía igual en todas las casas, ni si quiera había dos personas que la vivieran de la misma forma. Rondaba el año 1941, se sufría la posguerra española , pero no por ello el amor debía desaparecer. Emmet era un muchacho de diecinueve años, y le encantaba cuidar de su hermanita de dieciséis años, Bella. Emmet, que era humilde y bueno con todos sus seres queridos, decidió un día dejar de estudiar para ponerse a trabajar en un campo cercano a su casa en L'Horta de Valencia. Pese a ello, no dejaba de lado a su hermana, y todos los días hablaban y se reían, aunque alguna vez también se enfadaran.

-Hola Emmet, hoy has llegado más tarde, ¿puedo saber por qué?

-Bella, eso no es asunto tuyo. Eso es cosa mía, y no te lo pienso decir- le dijo haciéndola rabiar un poco.

-Si no me lo dices es porque es algo malo o muy importante. Creo que ya sé lo que es… ¿Qué tal está tu novia?

-Muy bien, en su casa estará.

-Entonces, ¿TIENES NOVIA?- preguntó Bella muy emocionada y sorprendida a la vez.

-No, pero seguro que la que vaya a serlo está muy bien ahora en su casa.

-Va dímelo, no seas malo conmigo.

-Bueno vale, si me lo pides con esa carita de ángel que tienes, es imposible negarte algo. Hoy me he quedado hablando con un amigo del trabajo y me ha dicho que es precioso el cielo de Valencia por la noche, así que he decidido salir a verlo después de cenar.

-¿Sólo es eso? Pues que rollo- dijo un poco decepcionada.

-Chicos, a cenar-se oyó decir a su madre desde el comedor.

Bajaron a cenar, esa noche tocaba sopa de verduras y filete de pollo. El plato de sopa duró tanto que hasta se puso frío. Sin embargo el filete de pollo no duró ni cinco minutos sobre el plato.

Después de cenar él se levantó y salió de casa con una chaqueta porque las noches eran muy frías en aquel invierno.

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Era una noche despejada, en el orfanato situado en las afueras de Valencia, hacía mucho frío y era imposible dormir. El celador, que iba dando vueltas por todo el edificio, acababa de pasar por la sección de los chicos de dieciséis a dieciocho años antes silenciosa, en la que se podía oír tiritar a los chicos. Edward se levantó de pronto, cogió sus cosas y las metió en una bolsa, agarró las sábanas atadas que tenía y se disponía a salir por la ventana cuando…

-¡Edward! ¿Qué haces? Como te pillen te van a destrozar a palos- dijo Jasper viendo lo que su compañero pretendía hacer.

-Me voy de aquí, ya no lo aguanto más. Cualquier lugar es mejor que este infierno.

-Pero, ¿qué vas a hacer? Tan sólo tienes diecisiete años, no tienes familia ni a donde ir.

-Eso es lo de menos, trabajaré y así sobreviviré. Deséame suerte y vete a dormir- le dijo Edward un poco enfadado.

-Buena suerte y… hasta siempre.

Después de eso salió del orfanato. Fue a coger un poco de comida a un campo de L´Horta con la esperanza de que el guarda no lo atrapara, pero no tuvo esa suerte.

Cuando tenía las manos llenas de naranjas oyó a alguien que se le acercaba, y antes de darle tiempo para que llegara a donde él estaba, tiró todas las naranjas que tenía al suelo y echó a correr. Se giró un momento y vio que tras el iba un hombre persiguiéndole, el guarda.

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Emmet estaba paseando tranquilamente por los campos de L´Horta cuando, no muy lejos de donde él estaba, oyó una voz que gritaba:

-¡¡¡DETENTE!!! ¡¡¡ALTO LADRÓN!!!