He decidido empezar con esta historia. Espero que me dejéis comentarios sobre qué os parece y si debo continuarla. La actualizaré los fines de semana ya que debido a las clases no tendré mucho tiempo.

Los personajes de esta historia no me pertenecen.


En la fría noche todo estaba tranquilo en las calles de Storybrooke, todo el mundo estaba en su casa resguardado, salvo el sheriff del pueblo que patrullaba las calles en el coche.

Pero en la gran y majestuosa casa blanca de la alcaldesa nada estaba en calma. Su hija, una joven de cabellos largos y negros, bella y hasta esa noche, de carácter tranquilo, osaba en levantarle la voz. Cora no iba a permitírselo de ninguna manera.

-Ya basta Regina!- con un giro de muñeca hizo aparecer una copa en su mano y lentamente se acercó a la joven que la miraba extrañada

Su madre nunca había tenido una palabra amable con ella si no era por su interés. Desde muy pequeña la había obligado a estudiar protocolo, soñaba con casarla con algún hombre de negocios importante. Cora ansiaba el poder, el dinero y no descansaría hasta ver su sueño frustrado hacerse realidad aunque fuera a través de su hija.

-¿Qué es eso?- pregunta la joven confusa cuando su madre se lo ofrece

-Bébetelo Regina- ordenó su madre seriamente

No era ningún secreto en el pueblo que tanto la alcaldesa como su hija poseían magia, para ellos no era extraño, pero procuraban no encontrarse con la madre de la joven y hacer todo lo que les pidiera, o mas bien, ordenara. Regina, al contrario que su madre, siempre había usado su magia para ayudar a los demás, aunque no le gustaba hacerlo, pues siempre había alguien que abría los ojos sorprendido y se sentía como un bicho raro. Aún esto, la gente del pueblo la tenía en gran estima.

-¿Qué es eso madre?- dijo algo asustada, no era la primera vez que Cora usaba la magia contra su hija

-Voy a acabar con este enamoramiento sin sentido- la encara -bébelo ahora! - dice acercando la copa a sus labios

Regina no podía creer lo que su madre iba a hacer, no iba a ceder, no quería, no podía -Nunca!- La joven sale de la casa corriendo

La morena con lágrimas en los ojos corría todo lo rápido que sus piernas le permitían. Estaba enfadada y dolida con su madre, no iba a permitir que la alejaran de la única persona a la que había amado hasta ahora. Un par de minutos más tarde estaba ante la puerta de una pequeña cabaña de madera apartada en el medio del bosque. Golpea la puerta suavemente, sabía que la estaría esperando. Ese había sido su lugar durante muchos días, durante muchas noches y siempre la esperaba.

La puerta se abre dejando ver una tenue luz y una figura ante ella. Se lanza a sus brazos en un llanto amargo. La joven frente a ella la rodea de forma protectora después de cerrar la puerta. Acaricia la espalda de la morena.

-Estoy aquí…tranquila- dice dulcemente intentando calmarla. Sabía por qué lloraba, sabía que Cora tendría que ver con el sufrimiento de Regina, como siempre.

Pasaron varios minutos abrazadas de pie en medio de la cabaña, ella sabía que debía esperar a que la morena se relajase, que decidiera hablarle. La acunaba entre sus brazos lentamente. Poco a poco Regina había dejado de llorar, se aferraba al cuerpo de la mujer que tan feliz la había hecho durante aquel mes, desde que se mudó al pueblo la había cautivado con su sonrisa. Carol, así se llama la mujer que le había robado cada latido de su corazón, había huido de su pasado. Ambas se encontraron en el muelle de Storybrooke en una noche en la que la luna brillaba mas que nunca. Desde esa noche habían compartido todo.

Levantó la cabeza mirándola y los ojos de aquella preciosa pelirroja se posaron en los suyos dedicándole una dulce sonrisa.

-Ella lo sabe… -dice temblándole la voz aferrándose más a su cuerpo

-Tarde o temprano lo descubriría Regina, sabíamos que iba a pasar- Carol acaricia su mejilla limpiando los restos de sus lágrimas con el pulgar

La pelirroja se había sorprendido mucho cuando Regina le confesó que tanto ella como su madre poseían magia. Estuvieron dos días sin hablarse pues la morena quiso dejarla espacio, pero Carol contra todo pensamiento de la morena no se alejó de ella, amaba a Regina, no importaba nada más.

-¿Qué haremos ahora? -dijo la joven morena asustada- quizá no debí venir… quizá me haya seguido…puede encontrarme y… -fue callada por Carol que cogiéndola de la cintura la había acercado a ella para besarla con todo el amor que sentía.

Justo en aquel instante, la puerta se abrió bruscamente dejando ver a Cora que las miraba furiosa, fuera de si. Se acercó a su hija, con un movimiento de muñeca, hizo que Regina empujada por una fuerza invisible, se hiciera a un lado atrapándola contra la pared. Carol miraba a la morena comprobando que estaba, intentó acercarse pero Cora se lo impidió poniéndose frente a ella.

-Nunca la tendrás, nunca más- dijo con un tono que estremeció a la pelirroja y un frío recorrió su cuerpo. La única luz que alumbraba el lugar comenzó a parpadear por la ira de la mujer. Acercó la mano al pecho de Carol y bruscamente tiró de su corazón arrancándolo del pecho de la joven pelirroja. Regina aterrorizaba gritaba y forcejeaba contra aquella fuerza que la retenía, intentaba usar su magia pero no podía mover las muñecas y sus sentidos no le respondían, lo que estaba viendo era horrible.

-Nunca dejaré de amarla, aquí o en otro lugar, mi corazón siempre será su corazón- dice con dificultad mirando fijamente a la mujer y luego posar la mirada en Regina que lloraba sin control.

Carol dedicó una tierna sonrisa a la morena mientras una lágrima recorría su mejilla antes de que Cora aplastara su corazón. Regina quedó liberada y no tardó en correr hacia el cuerpo de la pelirroja tendido sobre la madera, la abrazó contra su pecho desolada.


Habían pasado tres meses desde la muerte de Carol y Regina no era la misma. La gente se apartaba de su lado cuando caminaba por las calles de Storybrooke, nadie había vuelto a pedirle ayuda y mucho menos se atrevían a contradecirla en nada, es más, procuraban no tener que dirigirle la palabra. Desde la noche en la que Cora mató a la única persona a la que había amado, Regina cayó en un completo descontrol, los objetos de su casa no estaban a salvo pues en arrebatos de ira recordando lo sucedido, los lanzaba haciendo que se rompieran. Lo peor sucedió una tarde en la que mientras le servían un café en el único restaurante decente del pueblo, una nueva camarera, le tiró la taza sobre la ropa cosa que la enfureció y con un gesto de mano petrificó a la mujer. Hubiera arrancado su corazón, pero una niña se encontraba sentada en la barra y decidió que con convertirla en piedra, sería suficiente.

Cora, por su parte estaba satisfecha al ver a su hija así, siempre había deseado que fuera más como ella, que mostrara su verdadero ser, que la gente la temiera, así nadie se aprovecharía de ella.

Regina una mañana, bajó de la habitación hecha una furia, sus pesadillas no cesaban y cada vez le hacían mas daño. Se sienta en una de las sillas de la isleta de la cocina mientras su madre no le quita ojo. La morena aprieta los puños casi clavando las uñas en sus manos.

-Haz que pare- dice sin mirar a Cora a la que pronto una sonrisa maliciosa se le dibujó en la cara.

Se dirigieron al sótano de la casa donde Cora guardaba todos sus objetos y libros mágicos. Estuvo largo rato mezclando ingredientes de los que Regina no perdía detalle, una vez hubo terminado, la mujer se giró ofreciéndole un cáliz plateado con un rubí en forma de corazón incrustado. La morena lo tomó entre sus manos.

-¿Qué me hará? -pregunta la joven

-Dejarás de sentir amor , tu corazón se volverá frío, y si alguien, alguna vez empieza a enamorarte de nuevo, no harás si no arrancarle el corazón- dice mirándola

Regina bebe lentamente sintiendo luego un fuerte dolor en el pecho que la hace encogerse soltando el cáliz que cuando cayó hizo que el rubí se partiera en dos. Cora sonreía sintiéndose vencedora, su hija la obedecería. Lo que no vio venir fue la daga que la joven morena había escondido entre sus ropas y la clavaba en su pecho.

-Lo siento madre…me has convertido en esto -dijo casi sin mostrar alguna emoción en su cara.


La noche había llegado mientras los gritos en la casa habían subido de tono. La puerta se abre dejando paso a una mujer devastada con una pequeña maleta en la mano, las lágrimas aún bajaban por su mejilla y la rabia seguía quemando su cuerpo. Como puede abre el coche y mete la maleta en el asiento trasero, a sus espaldas escucha una voz que intenta disuadirla pero ni siquiera se toma el tiempo de mirar hasta que siente una mano agarrándola.

-Emma, espera por favor- la mujer hizo que se girara, al verla llorar se acercó intentando besarla

Emma furiosa se separó propinándole una fuerte bofetada -¿cómo te atreves Kate?! Después de tirártela ¿vienes a besarme?! -dice viendo tras la espalda de Kate a la mujer con la cual le había engañado

Sin detener más su inminente partida sube al coche y arranca alejándose de la casa. ¿Dónde iría? ¿Qué sería ahora de ella? Poco le importaba la verdad, sólo quería alejarse, alejarse todo lo que pudiera de aquello que había destrozado su corazón.

Al cabo de un par de horas conduciendo sin rumbo concreto, decide parar en un área de descanso. Baja del coche pesadamente después de coger la cartera y entra en la pequeña cafetería. No había mucha luz, cosa que la hizo dudar en un momento, pero no había comido nada desde la tarde y sus miedo infantiles e historias de película no la iban a echar para atrás. No había mucha gente, de hecho, sólo un par de hombres que parecían conversar. Uno de ellos vestía un traje bastante caro, o eso parecía, y el otro iba todo de negro, incluso su pelo era negro como el carbón. Se sienta en una mesa al lado de las ventanas y mira hacia la barra dónde una mujer limpiaba los pocos platos del fregadero.

-¿Desea algo señorita? -Pregunta la señora, ni siquiera se había tomado la molestia de acercarse o al menos mirarla.

Alza una ceja ante esa falta de educación, pero no tenía ánimo de si quiera lanzar un reproche. ¿Cómo alguien que ve pasar a tanta gente a lo largo del día puede ser tan mal educada? Aunque pensándolo bien, quizá eso le había llevado a ser tan borde, de cualquier modo contestó amablemente. -Un chocolate con canela y un trozo de bizcocho por favor-

La mujer dejó de fregar y se metió a la cocina. Ella se levantó y fue al baño, mirándose al espejo se dio cuenta que ni si quiera se había limpiado las mejillas. Abrió el grifo y con agua fría se humedeció la cara esperando que ese frío redujera el hinchazón de sus parpados. Recordó todo lo sucedido.

Emma llegaba de la compra cuando escuchó unos extraños sonidos. La rubia no trabajaba, estaba en paro, pero era algo de lo que Kate le dijo que no tenía que preocuparse, ella las mantendría. Cuando subió las escaleras hasta la habitación la encontró en la cama con otra mujer. Kate había intentado explicarse, pero ¿qué explicación lógica se puede dar cuando encuentras a quien amas con otra persona en la cama?. Cogiendo un poco de aire volvió a su asiento donde ya tenía todo servido.

Se tomó su tiempo, la verdad que tanto el chocolate como el bizcocho estaban deliciosos. Mientras intentaba concentrarse sólo en aquel esponjoso dulce, la conversación que mantenían los dos hombres llamó ligeramente su atención, después de todo no había nadie más en aquel lugar y podía oírse todo.

-Parece un lugar acogedor- decía uno de ellos mientras el otro pasaba unas fotos en su teléfono.

-Lo es… bueno, más o menos… -ante la mirada confusa del otro prosiguió -es un lugar pequeño, los habitantes son encantadores hasta que te cruzas con ella…- dijo con tono casi melancólico

-¿Ella? -preguntó ante el mutismo del hombre.

-La alcaldesa…esa mujer es el diablo en persona -Baja un poco el tono de voz- …todo el mundo la teme… si estás allí es mejor pasar desapercibido… o estar de paso… dicen incluso que es bruja… y no me extrañaría

Provoca la carcajada del otro joven que lo mira incrédulo -y ¿te crees eso?-

-Si hubieras visto todo lo que yo presencié allí… -con la mirada pérdida se levanta después de dejar algunas monedas, no quería seguir la conversación. -Hasta luego

-Espera! ¿Cómo se llama el lugar?- pregunta curioso girándose hacia el otro que se marchaba.

-No quieras saberlo, es mejor no acercarse amigo -coge abrigo, igual de elegante que el traje y se lo pone

-Por eso mismo…si lo sé no me acercaré- dice para sonsacarle el nombre de aquel lugar

-Storybrooke -el joven sale dejando al otro en la barra con una sonrisa de lado, probablemente pensando que el otro estaba loco.

-Cóbrame preciosidad- la mujer cogió su dinero rodando los ojos y le dio la vuelta -buenas noches

-Buenas noches Killian- dijo la señora, sin duda se conocían.

Ella había escuchado todo, fue una conversación extraña, pero no le dio más importancia, seguramente estaban demasiado borrachos para saber lo que decían o quizá locos. Sonrió un poco ante aquel pensamiento.

Al cabo de media hora más, estaba saliendo de aquella pequeña y oscura cafetería. Sube al coche, conduce un momento hasta la gasolinera que estaba a cincuenta metros y llena el depósito.

Tres pesadas horas conduciendo, estaba cansada, pero no pensaba detenerse, no en ese lugar. La autovía dio paso a una carretera con árboles altos a ambos lados, no había farolas, sólo las luces de su viejo escarabajo amarillo le mantenían dentro del asfalto.

Las horas fueron pasando y la luz del sol estaba dejándose ver entre las hojas de los árboles cuando a lo lejos ve un cartel alumbrado por una farola aún encendida que parpadeaba.

-Sto…ry…brooke- dijo reduciendo la velocidad para poder leerlo.

Era el lugar del que aquellos hombres habían hablado, dudó un momento pero encogiéndose de hombros siguió entrando en el pueblo, después de todo las palabras de unos hombres trastornados por el alcohol no la iban a asustar, era estúpido creer en esas cosas y estaba demasiado cansada y hambrienta para dar la vuelta, seguro que encontraba una cafetería más acogedora que la de la estación. Luego dormiría en su coche, no tenía dinero para pagarse una habitación, ni siquiera en un hostal de mala muerte.

-Y si una bruja o el diablo me espera y quiere matarme… ¿será con una maldición, querrá mi alma a cambio de algo? -Dice en voz alta para después reírse. Sigue el camino.