Mini resumen: Para los que no leyeron Mala sangre, sólo hace falta saber que Sirius fue criado por los Malfoy y se vuelve hermano adoptivo de Draco.

Disclaimer: HP es de la señora J.K.


Sirius

Dime algo nuevo


El grito decepcionado de toda la casa llenó sus oídos cuando el equipo contrario logró alcanzar la snitch. Sirius fulminó con la mirada al responsable por un largo, antes de volverse a la figura verde de su hermano haciendo exactamente lo mismo. Sirius sabía que había jugado bien, había visto que se esforzaba y aun así...

—No puedo creerlo —dijo—. Lo voy a matar. Avisa al Ministerio, no me importa, lo voy a matar.

—No todo está perdido —repuso Blaise con la calma de siempre—. Si en el próximo partido les ganamos por 70 puntos seguiremos en el juego.

Sirius miró a la multitud a sus espaldas.

—Yo diría que eres el único que piensa eso ahora —comentó.

Las muestras de descontento no fueron modestas ni ahorrativas al abandonar el campo. Nadie sentía el menor deseo de seguir escuchando las celebraciones de sus competidores. Sirius se despidió en el pasillo y tomó el camino contrario a los Ravenclaw, en dirección a los vestuarios de los Slytherin.
Cuando se acercó algunos miembros del equipo ya estaban saliendo con las escobas al hombro. No vio a Draco entre ninguno de ellos. El último en salir, Flint, le dirigió una mueca irritada antes de marcharse.

Sirius entró y vio que, en efecto, todos se habían ido. El único que quedaba era su hermano, sentado contra la pared en un banco, agarrando la escoba contra sí.

—Lárgate —le masculló entre dientes, clavándole la mirada.

Sirius arqueó una ceja. ¿Y se creía que le iba a hacer caso? Se sentó al lado suyo. Draco no movió un dedo para impedírselo. Joder, estaba completamente abatido, incluso para insultarle. Esperaba picarle, tomarle el pelo, echar pestes contra el otro equipo. No eso.

—Flint dice que aumentará las prácticas —dijo Draco pasado un rato, mirando al frente—. Dice que ha sido muy blando con nosotros y ahora se va a poner serio.

—¿Y antes qué era, una fiesta? —preguntó, recordando cada entrenamiento. Todos acababan sin aliento y apestando a sudor. Para colmo, nunca parecía que el cazador estuviera satisfecho. Sirius a veces tenía ganas de arrojarle algo desde las gradas—. Está loco. Jugaron bien pero esos otros... tuvieron suerte solamente. Ya lo harán mejor la próxima.

—Díselo a él —resopló Draco, levantándose.

Comenzó a cambiarse la ropa. Parecía haber decidido que podía lamentarse ya en otra parte. Sirius sabía lo pésimo perdedor que era. De niños ni siquiera manejaba bien que le ganara en juegos de mesa o carreras con escobas. Se encerraba en su cuarto, enfurruñado con él hasta que sencillamente se le olvidaba. Y nunca se le olvidaba pronto.

—Ya les darás una paliza la próxima —le animó su hermano, haciendo girar la escoba en su mano—. Y sino, ten el consuelo de saber que la paliza te la daré yo.

Draco resopló. Sirius agarró el mango en ademán amenazante.

—¿Te piensas que bromeo? Te perseguiré por el campo con dos bates hasta hacerte pasar por los aros. Pansy deberá buscarse a un nuevo amorcito. Tal vez podría decirle que yo estoy disponible.

—Antes se buscaría a Nott antes que a ti —le replicó Draco, acabando con los zapatos.

Se dirigió a la puerta. Algo tarde Sirius se percató de que esperaba que le llevara la escoba. Lo hizo, sólo para poder hacerle una zancadilla. El rubio no se dio de cara contra el suelo por poco. En cambio se irguió torpemente y le dirigió una mirada asesina, ruborizado.

—Bien, así me gusta —dijo el mayor, entregándole su carga—. Das menos pena de esa manera. Míralos así a la siguiente y los tendrás en el bolsa —Le dio un golpe al hombro, dejándolo anonadado. Draco no sabía que lo había aprendido viendo a unos chicos muggles y jamás lo haría—. Relájate, todos saben que lo harás mejor para la próxima.

—¿Entonces todo fue mi error? —dijo Draco, uniendo las cejas. Sirius no supo entender a tiempo que había metido la pata—. Vaya, gracias, Sirius. No era suficiente con que Flint amenazara con sacarme del equipo. Un conocedor experto como tú debía avalar su opinión. Ahora no me cabrá la menor duda.

—Oye, no dijiste nada de eso —protestó Sirius.

—¿Es que tenía que hacerlo? —Draco volvió a resoplar y le dio la espalda—. Sólo déjame en paz.

Sirius no lo hizo. Corrió de nuevo a él y le pasó un brazo por los hombros, no sin esperarse un empujón que al final no se dio. Draco sólo giró los ojos, como si ya se hubiera resignado a esa molestia.

—Flint es un imbécil.

Draco suspiró.

—Dime algo nuevo.


Emociones restantes: lealtad, ilusión.

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