Disclaimer: The Hunger Games y sus personajes son propiedad de Suzanne Collins.

Para el Intercambio Día del Amigo del foro El Diente de León. Regalo para TheBlueJoker.

Como la primera vez

Peeta POV

Siento que llevo sentado durante horas. Mi pie tamborilea en el piso de forma constante mientras el profesor escribe en la pizarra formulas a las que, de momento, no presto atención. La clase de construcciones me está pareciendo eterna, pero es que estoy demasiado ansioso, como todos los martes desde que la conocí.

Nunca creí que trabajar medio tiempo en una cafetería, para poder pagar mis estudios, me hubiese dado el maravilloso regalo de encontrarla. Siento un cosquilleo en mis labios y mejillas y sé que estoy sonriendo de una manera estúpida, pero no puedo evitarlo, como siempre que el recuerdo viene a mi mente:

Era una tarde demasiado lluviosa como para tener más de dos clientes rezagados, por lo que uno de mis compañeros me pidió cubrirlo en lo de servir mesas, ya que él tenía que ir a un lugar de forma urgente. Acepté sin problemas, soy ese tipo de persona que no duda en ayudar cada vez que puede. Creo que al final, la vida devuelve las buenas acciones y esa tarde sin duda lo hizo.

Estaba sacando unos bollos de queso del horno cuando la campanilla que anunciaba la entrada de alguien al lugar me hizo girar mi cabeza para poder ver de quien se trataba. Era una chica bastante menuda, vestía un suéter que probablemente en un principio le quedaba holgado, pero que el agua pegaba totalmente a su cuerpo, hasta un poco más abajo de las caderas, sobre un pantalón negro y zapatillas, que en algún momento fueron blancas, pero que ahora se encontraban manchadas por el lodo, tan común en un temporal como este.

Estaba completa empapada, su cabello oscuro se pegaba a sus mejillas, su piel, de un color oliváceo, parecía brillar y sus grandes ojos grises bajo un ceño fruncido escaneaban el lugar. En ese momento, me pareció la cosa más tierna que había visto alguna vez, claro que tierna resultó no ser realmente un adjetivo con el que se pueda calificarla.

Corrí a la parte trasera del local en busca de una toalla. Cuando me hice con una, volví y me acerqué sin pensarlo dos veces, envolviéndola en esta. Era más pequeña de lo que pensaba por lo que tuvo que levantar su rostro al completo para poder mirar el mío. Inmediatamente se alejó un poco, hundiendo los hombros de una manera rara, intentando quitársela. No entendí el porqué de ese raro movimiento hasta que vi en sus brazos llevaba algo. Un gato, el cual por cierto tenia la misma expresión agria de ella, lo que me hizo bastante gracia.

No es necesario, no necesito ayuda— fueron las primeras palabras que oí salir de su boca, y su voz, haciendo juego con su estatura, fue demasiado adorable a mis oídos.

Desafortunadamente el estornudo que siguió a sus palabras dejó claro que, aunque tal vez no mi ayuda, la toalla sí necesitaba. Bajó sus hombros en un gesto de rendición, así que por fin solté las puntas de la toalla para que no se la quitara. Empezó a caminar, sentándose en la mesa más alejada de la barra y cercana a la puerta de salida. Dejando al amarillo gato en la silla a su lado, que después de sacudirse y empapar todo lo que estuviera cerca, se acomodó en esta con expresión aburrida.

No parecía tener intención de ordenar nada así que volví al detrás de barra. Entonces vi los bollos de queso que había sacado antes de que entrara. Decidí ofrecérselos por lo que me acerqué con ellos en mi mano.

Al tenerme frente a ella de nuevo, me lanzó una mirada interrogante para luego mirar el plato que traía en mis manos, frunciendo el ceño.

Creía que primero debías ordenar algo para que el mesero te lo sirva

No soy mesero, soy el que prepara los panes, postres y bocadillos— le sonreí dejando el plato en la mesa—. Soy Peeta— anuncié antes de sentarme en la silla frente a ella. Inmediatamente se puso más recta en la silla mirándome con cautela.

¿Te llamas Peeta y haces pan?— pregunto con sincera curiosidad.

Bollos de queso— le acerque el plato— Cheesecake, pasteles, buñuelos... Lo que quieras— quizás pude sonar un poco coqueto, pero las palabras salían solas de mi boca.

No quiero nada— me replico tercamente, cruzo los brazos sobre su pecho, se recostó en la silla y giró su cabeza hacia la ventana. Creo que planeaba ignorarme cuando su estómago eligió ese momento para quejarse, seguramente de hambre.

Creo que tu estomago dice otra cosa— sonreí de manera triunfal y el gato en la silla lanzo un maullido que me sonó a risa. Ella simplemente frunció el ceño. Parecía molesta.

No he traído dinero— apretaba los dientes al decirlo.

No te preocupes, la casa invita— no le veía el problema, pero, por su expresión, supuse que ella sí.

No lo creo— negó varias veces con la cabeza. — ¿Trabajas todos los días aquí?

Si me dices tu nombre te diré— sonreí pícaramente.

Katniss— rechinó los dientes al decirlo. Parecía ser demasiado fácil fastidiarla.

Bueno Katniss— recuerdo haber saboreado cada letra de su nombre con inusual alegría—, trabajo aquí de lunes a sábados.

En tal caso te pagaré mañana— anunció seria acercando el plato hacia ella.

No es necesario— repliqué confundido.

Lo es. Punto— dio por cerrado el tema.

Bien dicen que todos vemos lo que queremos ver, porque recuerdo que en ese momento se metió uno de los bollos de queso entero en la boca como si nada, manchándose de queso las esquinas y yo pensé que era aun más tierna que al principio, sin poder dejar de sonreír. Justo en ese momento el gato en la silla se paró sobre sus patas, olfateado la comida. Ella inmediatamente alejó el plato de él, sacándole la lengua. Solté una carcajada.

¿Es tuyo? — pregunté tomando un bollo del plato y dándoselo al amarillo animal, que primero miró a Katniss con el que me pareció el mismo gesto que ella le hizo al principio para terminar mordiendo el bollo, llevándolo consigo y recostándose nuevamente en la silla.

Espero que sepas que no pagaré por ese— dijo señalándome con uno de los bollos. Creo que desde que había llegado a la ciudad nunca había pasado una día en el que sonriera tantas veces—. Y no, claro que no. Es un gato horrible. Es de mi hermana, a ella le gusta rescatar cosas feas.

Miré al gato al gato con sincera curiosidad. No me parecía tan horrible como ella decía, quizás con señales de unos primeros años duros como la media oreja arrancada, pero de ahí en más su cara aplastada era como la de muchos otros y su pelaje se veía cuidado.

No me parece tan feo, la verdad— ella abrió los ojos demasiado y tosió un poco.

Sus ojos son de color calabacín podrido. Podrido— repitió pausando en cada silaba asegurándose que entendiera. Sonreí.

¿Y qué hace contigo? Con esta lluvia encima.

Como de costumbre salió de casa a hacer quien sabe qué. Pero Prim empezó a preocuparse cuando empezó a llover y no volvía —.

Supuse que Prim era su hermana, por lo que asentí con la cabeza instándola a continuar.

No podía dejar que saliera con esta lluvia. Su salud suele ser más delicada que la mía.

Fuiste a buscarlo por ella. Eres una buena hermana— la palabra "tierna" inunda cada lóbulo de mi cerebro.

Sí. Supongo— dijo con una expresión un tanto triste.

Fue entonces cuando un pequeño haz luminoso me tomo por sorpresa, haciéndome mirar hacia la ventana para descubrir que había dejado de llover y que, entre los jirones de las nubes, aparecían pequeños rayos de sol.

Ha dejado de llover— su voz me hizo mirarla. Ella tenia su rostro hacia la ventana y una expresión serena. Desde ese ángulo, me pareció lo suficientemente bonita como para dejarme mudo por unos instantes. Y soy una persona con el don de la palabra.

¡Buttercup— se dirigió al gato—, apresúrate con el bollo! Nos vamos.

El gato pareció entender, porque se metió el último bocado en la boca y bajó de un salto de la silla. Ella también lo hizo. Recuerdo haber deseado pedirle que se quedara.

Mañana traeré el dinero. Lo prometo— dijo sin más, yéndose por donde vino. Pensé que nunca más la volvería a ver.

Una sacudida en mis hombros me saca de mis ensoñaciones. Es el profesor Beetee. Estoy por disculparme cuando me doy cuenta que soy el único en el salón.

— Estuvo distraído toda la clase señor Mellark.

— Lo lamento mucho profesor.

— Está bien, como es buen alumno, lo pasaré por alto. Pero que no se repita — dice antes de partir.

Sonrío feliz. Que equivocado estaba esa tarde. Katniss apareció al día siguiente a primera hora para pagar lo que consumió, incluso lo de Buttercup.

Con el tiempo me he dado cuenta que tener deudas, del tipo que sea, es algo que le molesta en demasía. Una de sus tantas virtudes. Sí, para mi todo en ella suelen ser virtudes. Pero ¿qué más se podría esperar de alguien que espera que lleguen todos los martes para verla? Porque sí, ella regresa por sus bollos rellenos de queso siempre. Me levanto apresurado. Debo ir a la cafetería a preparar esos bollos.

Bueno esto es solo la primera parte,de momento. Lamento la tardanza. Realmente espero que sea de tu agrado trate de ajustarme lo más que pude a tu pedido y a la personalidad de Peeta y Katniss. No sé si solo te gusta la canción o Taylor en sí pero me emocione porque a mi me gustan un montón sus canciones.

Sin más espero que lo disfrutes y, aunque atrasado: " Feliz día del Amigo". Espero venir en un rato con lo demás.